sábado, 31 de agosto de 2013

La guerra de la camiseta

Esto de pasar la adolescencia a los 34 tiene sus ventajas. Por ejemplo, tener un sueldo permite dar rienda suelta a tus ansias consumistas, minimizando el cargo de conciencia conforme se acerca el fin de mes, aunque el recibo mensual de la tarjeta sea como ese Pepito Grillo que te recuerda tus desmanes. Pero tiene otros momentos que no molan tanto.

El otro día me disponía a salir con un amigo a tomar algo. Elegí en mi armario una combinación en tonos rojos, con un pantalón a cuadros y camiseta pija con un dibujo. Camiseta pija que encontré en un outlet, dentro del quieroynopuedismo que caracteriza a las clases medias dependientes del Estado. Al despedirme me encontré con una desaprobación de mi superiora. Yo creo que los gritos de dolor se pudieron oír en la otra punta de España. Pero es que era la única camiseta lisa que tenía en ese momento para el pantalón a cuadros. Recuerdo que una vez me puse una de rayas con ese pantalón y un señor muy alto, muy macizo y muy calvo me regañó de tal manera que casi me hago pis encima.

Entonces comenzó la negociación. Digo yo que para tomar una cerveza con un colega tampoco hace falta ir de punta en blanco, pero supongo que lo que quiere mi superiora es vestirme bien para ver si me coloca en un mercado cada vez más saturado. Ante tal algarabía acudió mi hermana a dar algo de apoyo, con escaso éxito. Seguro que mi padre hubiera ayudado a zanjar la situación subiendo el volumen de la tertulia que estuviera viendo. Desventajas de la guerra de sexos cuando se está en minoría.

Uno, que sabe aceptar cuando está acorralado y derrotado, decidió entregar las armas y rendirse. Antes que idealista y luchador hay que ser práctico y centrar sus esfuerzos en otras cosas. Y, como tengo otras batallas más interesantes y más ropa en el armario, me puse una camiseta azul y tanto vieja pero que me ha servido para socorrerme en esta ocasión. Medalla al mérito textil.

Y, una vez perfumado, salí de casa. Sin mayores contratiempos.

Óperas

En dos actos. Con final en alto.

viernes, 30 de agosto de 2013

Hijos de...

Tanta vuelta al cole, tanta vuelta al cole. Volved vosotros...

jueves, 29 de agosto de 2013

Post para hacer constar

Hoy he liberado el nokia 5800, sin excesivo esfuerzo. Curiosamente, el móvil que iba a usar como prueba se ha resistido numantinamente. Cosas de la tecnología. Cuando me acuerde pondré en enlace.

o-o-o-o-o

Llueve fuera. De forma intermitente y sin demasiada fuerza. Lluvia urbanita frente a la lluvia fogosa del campo, que arrastra a la destrucción. Como todo lo pasional mal entendido.

o-o-o-o-o

El día después ha sido decretado día de reflexión.

o-o-o-o-o

Y mañana, maratón. Más que maratón, otro capitulo del culebrón. Que digo yo que algún día acabaremos ya con esto. Al menos eso esperamos.

Nubes y relámpagos

Tormenta de besos.

martes, 27 de agosto de 2013

Axioma LXXIV

La cuadratura del círculo consiste en que éste no sea perfectamente redondo.

domingo, 25 de agosto de 2013

martes, 20 de agosto de 2013

Postales norteñas II

Algún lugar de Valladolid.

Postales norteñas III

Embalse del río Luna. León.

No le falta razón

Dice mi hermana lo tontas que resultan las letras de Mecano, vistas con algo de perspectiva.

Idiosincrasias

Hay algo apasionante en las áreas de servicio de nuestra querida piel de toro. Yo creo que el mejor estudio sociológico de un país sería recorrerlas con una libreta y una cámara de fotos.

Habíamos salido de un atasco provocado por un accidente. Era la hora de comer y todos cometimos el mismo error, pararnos en el primer sitio que encontramos. Lo primero es lo primero, cazar una mesa. Y luego, con el horizonte de la comida algo despejado, localizar los servicios. En ellos, los entrañables anuncios de felaciones con teléfono de contacto, amén de análisis políticos y sus contrarreplicas. Ignoro si en los servicios femeninos sucede lo mismo.

Llega la hora de pedir. El plato combinado suele ser una interesante opción si no se sabe qué pedir, si no te acaba de gustar el sitio o, simplemente, se tiene prisa. O incluso todo lo anterior y no necesariamente en ese orden. Con suerte conseguimos un mantel de papel a estrenar junto antes de que llegue la comida.

Una vez calmada la primera hambre, reparo en el sonido ambiente. Reparo en una chica joven y sus dos hijas, una especie de cuqui de carretera. Mientras sostiene en sus brazos a Úrsula, conmina a Carlota a acabarse los macarrones, bajo la pena de privación de helado. La niña grita espantosamente. La madre, más. Insistentemente llama a un tal Javi, mientras lucha titánicamente para mantener la mesa, ante impacientes clientes que, de refilón, nos miran contando las patatas que nos quedan en el plato.

Última visita al baño. Conseguimos pagar. Mientras intentan capturar la atención de un camarero, reparo en los expositores de productos de la tierra. Queso, miel, ensaimadas manchegas... Me sorprende un expositor de casetes reconvertido en expositor de artesanía a 3.50. Pero los cedés han sobrevivido. Y es que con recopilatorios del italo-techno, rumbas varias y los imprescindibles discos de guardia de Mari Trini o los éxitos de Los Chunguitos versionados por Rumba 3 la vida del cd está más que garantizada. Y si, además, se acompaña de los sonidos del canario o el canto de la perdiz, volumen 6, habría que ser tonto para no llevárselo a casa.

Retornamos a la carretera con un calor que pela. Pero es preferible. No siempre en el infierno hace tanto calor.

lunes, 19 de agosto de 2013

domingo, 18 de agosto de 2013

viernes, 16 de agosto de 2013

Taxi driver

Me gustaría coger un taxi en Nueva York, aunque solo fuera por decir aquello de "Quédese con el cambio".

miércoles, 14 de agosto de 2013

Desolé

Francia se mide en desolés.

Desolé es la expresión que aúna, por una parte, la pena y la empatía por tu situación en un determinado momento y, por otro, el tan hispano te jodes.

Habíamos llegado a una localidad rivereña, en Bretaña si mis guías no me engañaban. A pesar de haber llegado a una hora temprana, las nueve y media de la noche, la recepción estaba cerrada. En Francia, cuando el recepcionista dice que se va, deja un código para que los huéspedes entren a su libre albedrío.     Nosotros no lo teníamos y gracias a la amable mediación de un turista de aspecto hindú pudimos acceder al hotel. Allí, en la recepción, en dos sobres cerrados con los nombres de los reservantes, estaban las llaves de nuestras habitaciones. En el reverso de la chapita con el número de chambre, el código en una pegatina circular de color rojo.

Completamos el ritual de llegada y decidimos ir a comer. La búsqueda del restaurante cuando se va de viaje es todo un arte y daría para cienes y cienes de entradas. El caso es que no acabábamos de decidirnos. Cuando por fin lo hicimos, entramos al establecimiento con la típica cara que se pone cuando entra uno a un restaurante, intentando identificar los olores y buscando al maître. Pero, desgraciadamente, nos dijo que la cocina estaba cerrada y que estaba desolé.

Bueno, no pasa nada. Hay más peces en el mar y restaurantes en este pueblo. Decidimos probar suerte con una crepería. Algo más ligero para la noche. Y así lo hicimos. Pero de nuevo la misma respuesta. Desolé.

Una tercera vez probamos. En esta ocasión, se trataba de un restaurante muy chic. Y allá que fuimos los cinco. Pero el camarero nos dijo de nuevo esas seis letras, con consonantes y vocales intercaladas. Desolé. Yo si que estoy desolé y no tu, cabrón, que te vas a tu casa y, a las malas, te puedes comer un yogur.

Y así hasta cinco veces. Menos mal que uno, en los viajes, es como los camellos con el agua. Come con reservas por si ya no lo vuelve a hacer mas. Pero, afortunadamente, en un italiano nos debieron ver con tal cara de pena que, la final, nos aceptaron.

Y, encima, comimos bien. Un restaurante de cinco desolés.

Telenovelas

Como en la vida, todo cambia para que todo siga igual. Y, al final, en un momento se resuelve todo.

Alcatraz

Las vacaciones hay que aprovecharlas. Más que nada porque luego vuelve la rutina. ¡Y cómo ha vuelto!

Madrugón postvacacional. A las siete de la mañana la palmera estaba ya a punto de ser derribada, tras la actuación del picudo rojo, lenta pero constante, durante los últimos tiempos. No se si acordarme de su madre o darle las gracias. El futuro nos dirá.

Pero lo mejor de todo ha sido tener que poner un sistema que impidiera el paseo por los tejados del gato, del que estamos en espera de recibir un certificado en el que se nos haga oficial el hecho de que es tonto. Más que nada porque se va por los tejados y acaba en cocheras ajenas de las que no sabe volver.

Ayer fuimos a ver qué podíamos comprar para ello. Encontramos una tela metálica y muy bien aconsejados por el vendedor de la gran superficie donde fuimos nos trajimos todos los aperos y una manera de combinarlos.

Al principio pusimos las sujeciones. Con sus tacos y sus armellas. Cinco, colocadas cada 20 centímetros. Luego, las del otro lado. Sin mayor problema y aprovechando el despliegue que hubo que hacer para llevar el taladro a la otra punta del huerto. Luego, vinieron los problemas. Y eso que nada los presagiaba cuando empezamos a embridar la tela a las armellas.

Al empezar a desenrollar la tela vimos que se caía por el centro. Evidentemente quedaba horrible y por mucho que estiráramos se caía hacia un lado u otro, dependiendo de cómo soplara el viento. Un poco contrariado, decidí ir al taller en busca de alguna idea. Y la encontré en forma de listón de madera de apenas dos metros de largo.

Bajé de nuevo a la tapia y medí. Corté un listón de 110 centímetros y le clavé una puntilla. Evidentemente, al intentar clavarla en la pared se dobló. Y tuve que usar el taladro, o guarrito, denominación local del instrumento utilizado para la apertura de boquetes en la pared. Así que aproveché el agujero hecho en la madera por la puntilla, lo agrandé con una barrena, preparé el agujero en la pared, le puse su taco y le clavé una alcayata que encontré providencialmente en ese pequeño cajón desastre que tenía mi tío en su taller. Y ahora quedó la cosa mucho más tirante. Luego tuve que repetir la operación con otro listón más pequeño. Y así el armazón quedó listo y la tela metálica menos curvada de lo que estaba al principio.

Una vez instalada la primera capa, llegó el momento de la segunda, una tela marrón disuasoria. Desestimamos poner algún cartel disuasorio, más que nada porque el gato no lo iba a entender y, en el caso de hacerlo, lo ignoraría. Así que desplegamos la tela y dimos por finalizada la obra. No sin antes regocijarnos en el despliegue técnico y la solución a los contratiempos.

El caso es que uno se cree que ha hecho algo. Hasta que mira lo que han hecho los jardineros. Y, entonces, decide no presumir.

Lástima que la entrada ya esté hecha.


lunes, 12 de agosto de 2013

martes, 6 de agosto de 2013

Postales normandas II

Día 1

Llegamos ayer. Salimos de París sin problemas. Dios bendiga a los gepeeses. Curiosamente muy tranquilo conduciendo. Una avenida me pareció Madrid. Quizá todas las grandes ciudades se parezcan, pero sin que se note, por aquello de no herir orgullos.

Llegamos a Rouen de día. Sin más novedad y con un frío que peleaba. Cámara trasera en el coche. Glamour total.

Postales normandas

domingo, 4 de agosto de 2013

Crisis gatuna

Llevábamos algo mas de un día sin verlo. Tampoco nos extrañaba demasiado, porque a veces los gatos tienen sus cosas y sus ocupaciones en las que se emplean con total dedicación. Por ejemplo, cuando un gato duerme no es que indique que es vago, sino que descansa a todo lo que da.

No obstante, lo llamábamos y no acudía. Así que nos preocupamos e hicimos saltar la alarma de gato perdido.

Lo primero en estos casos es localizar al felino aventurero. Para ello, mi hermana se dedicó a peinar las calles adyacentes. Y hubo suerte, pues parecía estar en una cochera al aire libre cercana, lindante con la casa del vecino. Desde el huerto no nos oía, pero desde la puerta sí. Ahora el inconveniente era abrir la puerta. Llamamos a las casa adyacentes, pero nadie nos abrió. Nadie nos podía proporcionar una pista para rescatar al minino. Nadie estaba en casa un domingo por la tarde. Luego dicen que hay crisis...

Decidimos entonces recurrir a los vecinos más cercanos y que sabíamos en su domicilio. Preguntando a unos y a otros fuimos sacando detalles. Unos nos daban nombres, otros ideas y todos apoyo moral y ayuda técnica. Al final, identificamos al dueño y, vía facebook, le mandamos un mensaje. Pero las pesquisas nos proporcionaron un número de teléfono, al que llamamos enseguida.

Tras dar razones y ruegos, conseguimos localizar al dueño de la casa. Nos remitió a ella y gracias a sus hijos localizamos al gato, que se erguía orgulloso en lo alto de una tapia adosada a una pared. Al principio no tenía interés en bajar. Después de toda la peripecia para llegar a su púlpito parecía darle miedo bajar. Pero las llamadas de su ama hicieron que, al final, bajara a sus brazos y de ahí a la cesta, camino de nuevo a su casa.

Ahora vaga por la casa, queriendo salir al huerto de nuevo y contarle a su hermana la aventura.

Que se lo ha creído, esta noche no sale de casa.

Qué calor, qué calor...

Aquí.

Sonntag morgen

Subiendo a casa me he encontrado un céntimo y dos puntos carreflús. Eso sí que es suerte.

sábado, 3 de agosto de 2013

Títulos para un flim

Como un huevo a una castaña.

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Mira que he visto películas de John Wayne y es la primera en la que aparece con bigote.

Suena el himno español en Barcelona

Y nadie silva.

PS: Las tavletas y sus korrectores.

Ajú

Yo que había puesto el waterpolo para refrescarme y he acabado cansadísimo nada mas de verlas.

viernes, 2 de agosto de 2013

Igualdades

No se si se compensa el calor con el frío y la elaboración de papeles.

El romerismo II

Otra consecuencia del romerismo es la clasificación de documentos. Ésta consiste en, una vez alcanzado un volumen indeterminado de papeles, introducirlos en una bolsa y facturarlos al primer rincón disponible, de forma que si hay que encontrarlos posteriormente, por supuesto no a costa del clasificador, sino de otro pringaillo a tal efecto, haya que remover Roma con Santiago o bien aplicar el truco de atarle los huevos a Pilato.


jueves, 1 de agosto de 2013

Cosas que tienen gracia

Que un notario no te de factura.

Ay, esas cabezas

Y yo pensaba que ayer era martes y resulta que fue miércoles. O me han robado un día o la medicación ya hace su efecto.

o-o-o-o-o

Entrevista con D. Manuel Q. Un placer, como siempre.