sábado, 31 de diciembre de 2011

Una foto para despedir el año

Yo sel mas listo que latones cololados...

«Mi trabajo está cerca de aquí y he venido a dormir un rato durante la pausa»

Pornósticos

Dice mi orgásculo que el año que ahora penetra va a ser muy bueno.

Lo que no me dice si es de verdad o una cosa llamada ironía.

Seré conciso

No es por desanimar, pero esto de la noche vieja y del año nuevo me parece una gilipollez bastante importante.

De todas formas, si la van a celebrar, que lo pasen bien. De corazón.

PS: Y sin acritud.
PPS: Malegra no ser el único. Su reacción tiene una lógica imbatible: la alegría obligatoria es molestísima.

Gracias.

¡Feliz Ctrl-X nuevo!

Porque lo de próspero puede sonar a coña.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Popurrí de antes de fin de año

Ayer tenía frío, quizá por eso me han congelado el sueldo.

o-o-o-o-o

Día tontísimo. Dolor de cabeza. Triste. Destemplado. Enfadado. Y lo peor de todo, sin motivo alguno.

o-o-o-o-o

Siempre me salva la guitarra.

Correctores ortográficos

Logar:

logar(1).
(Del lat. locālis).
1. m. desus. lugar.


logar(2).
(Del lat. locāre).
1. tr. ant. alquilar (‖ dar en alquiler).
2. tr. ant. alquilar (‖ tomar de alguien algo mediante pago)


Gracias a la rae por este descubrimiento.

Supermercaderías

Al ir a preguntarle a un guardia de seguridad por la ubicación exacta de la nata para montar me he percatado de su dificultad para hablar. Tras reflexionar un poco sobre ello y reparar en sus extraños movimientos de lengua, puedo afirmar con un margen de error pequeño que se ha comido un polvorón, o quizá un mantecado, de estrangis.

O eso o estaba intentando ligar conmigo.

Dolor de cabeza

Si hoy no me hubiera levantado no hubiera pasado nada.

o-o-o-o-o

Ahora recuerdo por qué dejé de oír ciertos discos. Me gustaban, pero me acababan cabreando.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Sentido y sentidos

Cuanto más pienso las cosas, menos sentido les encuentro. ¿Tendrá algo que ver la gélida atmósfera que me rodea con este sentimiento de estar perdido, de no encontrar sentido, una razón que guíe los actos de eso que llamamos hombres? Quizá es que no haya sentido en lo cotidiano, tan solo ganas de enredar.

o-o-o-o-o

Esto de no fiarse de lo que los ojos te muestran, unido a lo anterior y a la santa virtud de pensar mal y acertarás (o quedarse corto en el mejor de los casos) mina la ya de por sí escasa fe que tengo en el mundo.

¡Ay si yo encontrara una orden de clausura que permitiera acceso a Internet!

miércoles, 28 de diciembre de 2011

La hermandad de la bufanda del Ideal

En cuanto asoma el frío se las ve, ufanas, en los cuellos de los hombres granaínos.

¡Esto sí que son felices fiestas!

Estados de ánimo

Hay tardes en las que me invade una melancolía que me hace bastante la pascua.

Si tuviera una tienda...

...pues no sabría que nombre ponerle.

Fíjate tú.

martes, 27 de diciembre de 2011

Burdeos

Allí estaba ella. De pié. Con su abrigo de color burdeos.

Mientras miraba por el objetivo de mi cámara, pensando en cómo obtener la fotografía de mi vida, mis oídos dieron un paseo por el ambiente de alrededor. Y se posaron en su voz.

Ya la había visto otras veces, con más voz y menos lágrimas en los ojos, quizá del frío que tenía en la calle o quizá del que albergaría en su interior. Apenas un hilo de voz en un mar de indiferencia, de gentes que pasean felices, orgullosas de sus hijos, sus parejas...

La observé por un momento. Intentaba sacar de ella una canción, quizá un villancico, pero tan pronto como se ponía el micrófono en la boca, lo tenía que alejar. Miró al suelo, giró la cara hacia la izquierda y se enjugó una lágrima que caía por su mejilla con su desnuda mano derecha. Y entonces lo volvió a intentar. Pero la suave música enlatada que salía de su amplificador seguía tapando su voz.

Decidí alejarme pero, justo cuando pasé por su lado, una señora le dejó en su platillo de plástico unas monedas. Por un instante quitó la vista del infinito al que miraba y, muy suavemente, le daba las gracias a su más reciente benefactora. Ella la miró y le sonrió. Y puede que, desde ese momento, comenzara a cantar un poquito más fuerte.

Incesto alimenticio

Ésta por mamá.

Está por mamá.

La hermandad de la cámara réflex

Me pareció bastante extraño bajar a hacer fotos de mi propia ciudad pero, extrañamente, encontré más gente con la cámara colgada al cuello y sin pinta de ser turistas.

Me alegra no ser el único, a pesar de lo que me dicen...

Me ha robado usted la entrada...



De aquí.

PS: Tengo que salir a hacer fotos.

Preguntas musicales

¿Cuánto hace que no me pongo en condiciones a oír un disco?

De hoy, bueno, de mañana, no pasa.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Navidad II

Días de Navidad

Si hay algo bueno de estas fiestas es la posibilidad de reencontrarte con viejos amigos y contar las batallitas ya sabidas o las nuevas por descubrir, en esta maravillosa profesión de hablar a la nada y respirar polvo de tiza.

Hoy me he acordado de uno de ellos y he pasado gran parte del día con él, así como con un amigo suyo que he hecho un poco mío y al que, según dice Manuel Q. me parezco. Pudiera ser, puesto que siempre he sostenido la teoría de la gente semejante en lugares distintos, lo que explicaría por qué en una capital tan chic encuentro gente tan sospechosamente parecida a la de mi pueblo adoptivo.

Tras preguntar por lo que se conoce y describir lo que se desconoce, hemos paseado, comido y bebido entre consejos, risas y reflexiones serias. Creo que ya soy capaz de renunciar a tratar de levantar acta cibernética de todo aquello que trato con mis amigos en este blog, porque creo que he aprendido la lección más importante: Lo que vale no son las palabras concretas, sino el poso que se queda cuando, de camino a casa, el frío apenas te importa. Esa sensación que queda en tu corazón, ese haber vivido plenamente unas horas de tu vida, horas que han sido irrepetibles y que hemos tenido la suerte de vivir.

Por ello, muchas gracias.

Cuento de Navidad II

Al cabo del rato fui capaz de levantarme. Como soy un caballero, aunque no tenga montura, cerré la cortina y fui a la cocina a buscar tu farmacia particular, tan bien servida como siempre. Tomé prestado algo para la cabeza y volví a la habitación donde tu cuerpo desnudo se adivinaba entre las sábanas. Me senté en los pies de la cama, vuelto para observarte con detalle.

Vinieron entonces a mi más imágenes de la noche anterior cuando, al sonar tu canción favorita, saliste de la pista a recogerme e instalarme en el centro de la misma, comiéndome con los ojos mientras aproximabas tus brazos sin llegar a tocarme. Me desconcertabas en la misma medida en que me volvías loco. Y con eso estábamos jugando.

En un momento de distracción me escabullí para tomarme algo. Hablé un rato con algunos de nuestros acompañantes, preguntando educada y desinteresadamente por su quehacer diario, por sus importantes hazañas en pro de la reparación de las cuitas ajenas. Resultaba bastante cómico gritar mientras no te oyen, pero la verdad es que no me importa, uno ya está acostumbrado.

El tiempo pasaba y mi límite estaba ya cercano. Te acercaste a mí exhausta, cansada, y me pediste que te acompañara a casa. "¿Por qué yo?" se preguntaba con ironía mi cabeza. Por la calle arriba te hiciste la bebida y amarraste mi brazo a tu cuello, fingiendo bastante mal por cierto, pues atinaste con las dos cerraduras a la primera. Me preguntaba si me invitarías a entrar.

Y así lo hiciste. Sin darme tiempo para responder cerraste la puerta y me llevaste al saloncito, cuidadosamente ordenado para la ocasión. Me serviste lo primero que se te ocurrió y acudiste a tu cuarto a ponerte cómoda. Me senté en el sofá como un niño bueno a esperarte. Nunca pensé que la comodidad fuera tan escueta.

De lo demás poco recuerdo. Supongo que debimos beber algo más y que, en algún momento, perdimos la verticalidad. Después de amarnos debí abrazarte. Y así amanecimos, hasta que me desperté.

No te lo tomes a mal, pero hubiera agradecido un "te quiero".

Cuento de Navidad

Me desperté abrazado a ella, con un terrible dolor de cabeza y con el regusto a alcohol del malo que te ponen en ese tipo de fiestas, a las que hay que ir aunque no se tenga gana.

Mi primera idea fue levantarme a tapar el rayo de sol que estaba a punto de rasgarme el ojo, pero entonces mi mente se puso a recordar. Recordé tu mirada cómplice un par de días antes, cuando me prometías algo que yo no estaba seguro de querer, pero que por mi tradicional comodidad tampoco rehusé. Recordé el mensaje con la cita, la hora y el sitio, que respondí con un lacónico pero efectivo "ok". Recuerdo no encontrar taxi camino de tu casa y llegar tarde. Curiosamente no te importó, creo que por primera vez desde que nos conocemos.

La cena transcurrió sin incidentes dignos de mención, cada uno en una esquina, sin hacernos caso pero sin perdernos de vista, vigilando cada uno de nuestros predecibles movimientos, sabiendo de antemano que tu pedirías vino y yo cerveza. Ni siquiera te importó que la camarera me merodeara más de lo que aconsejan las relaciones cliente-restaurador. Desde ese momento pensé en dejar de creerte. Y casi lo consigo.

Tras la tradicional confusión con el cambio, el variopinto y homogéneo grupo se deslizó hacia el lugar de moda. Con nuestra entrada en la boca, como perrillos llevando el collar con el que desean ser paseados, fuimos entrando uno a uno en el local. No había demasiada gente, pero a pesar de ello la música atronaba. Pasé mis primeros instantes meditando sobre en ello y en qué beber para no quedar demasiado mal ni tampoco pasar por un snob. Justo cuando iba a pedir, te acercaste y pediste justo lo que quería. Me acercaste la copa y te fuiste a la pista a bailar, sin dejar de mirarme con cada uno de tus lujuriosos movimientos de cadera. Decidí sentarme con un señor borracho con una conversación de lo más entretenida, tramando una estrategia para salir de allí. Aquello se empezaba a llenar de gente de forma peligrosa.

Algo debí hacer mal, porque el señor borracho se hartó de mi conversación y pidió amablemente un taxi. Pensé en acompañarlo, pero hubiera sido una crueldad por mi parte. En ese momento apareciste otra vez y me pediste que te acompañara fuera. Camino de la puerta sentí todas las miradas del local clavarse en mí mientras tu sonreías de forma burlona.

Tanto esperar...

...para que al final no pase nada.

Axioma XIX

A partir de ciertas edades algunos pecados deberían ser absueltos con una simple sonrisa burlona del confesor.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Preguntas irónico-retóricas o Ah de la vie de famille

¿Qué cadena es esa?

Buscando unas palabras, encontré otras palabras

Posiblemente el tiempo ha corrido más de lo debido y nos obligó a elegir un destino, cercano en el espacio pero distante en el alma. ¿Serán las cosas que pasan? Si quieres échame a mi la culpa, a fin de cuentas ser hombre presupone ser culpable. Pero siempre nos quedará el lugar común donde fuimos felices, aquel lugar común donde estuvimos los dos pero que tu te empeñaste en decorar. Tan pronto comprendas que esas cortinas son horribles y que prefiero mi espartano sofá, la llave volverá a abrir la misma cerradura que tu quisiste cambiar y de la que yo no quise copia.

Navidad

El frío vespertino no fue capaz de reunirlos en la misma sala. Como cada tarde, cada uno se refugiaba en su pequeño mundo, con sus pequeñas cosas, temiendo ir más allá y recordar un pasado quizá no más feliz, pero si más habitado.

Mensajes

¿De que sirve lo estándar aplicado a la felicidad? Quizá no es más que una forma de decirte que eres un don nadie sin pretensiones, pero digno de un segundo en la conciencia y de una línea en la factura.

El Niño del Polinomio - Christ ist erstanden

Querido Papá Noel

Sé que te lo pido con poco tiempo, pero es que me acabo de dar cuenta de que existe.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Nochebuena X

En nochebuena se pierde la noción del día de la semana. Es, simplemente, nochebuena.

PS: Ahora que lo pienso, eso de Nochebuena X no pega mucho... O quizá si, por aquello de Papá Noel entrando por las chimeneas. Por cierto, qué gran argumento para una Nochebuena... X.

El Niño del Polinomio - Ejercicio de Arpegios

Con esta pieza, tan típicamente navideña, el Niño del Polonomio os desea felices fiestas.

Nochebuena IX

Vuelvo mis pasos camino de casa. Veo a padres pasear a sus hijos en sus sillitas. Veo a padres que son paseados por sus hijos en sillas de ruedas. Pienso en la crueldad de la vida, en que no es lineal sino circular y en el amor que nos da el Niño que va a nacer en apenas unas horas.

Un soldado romano apunta con su lanza a su perro, que está tan quieto como su amo, ante el asombro de los viandantes. De repente, una voz ininteligible quiebra su calma, al igual que la de los negritos que alfombran las calles. Es la Policía Local que, diplomáticamente, hace la vista gorda cambiando el paso y la acera de su paseo. Quizá todos tienen derecho a su Navidad.

Pienso en fotos para días posteriores, para una mañana tan soleada como esta. Tan solo el eterno problema, el cable cabrón que estorba sin compasión.

Encamino mis pasos hacia mi casa. Cuanto más cerca estoy, las tiendas se cierran y la gente se difumina, dejando paso a los turistas impenitentes, a los viandantes forzosos y al frío, que aumenta su cuota individual a pesar del sol. Me sorprende ver bolsas de Los Italianos en pleno mes de diciembre, en pleno día de nochebuena. Tentado estoy de preguntar, pero cierta timidez me lo impide.

En la plaza se despiden cinco adolescentes. Sonrisas y caras coloradas no precisamente por el frío. Uno de ellos, avanzados unos pasos, lanza con fuerza una bolsa al aire para recogerla instantes después. Un momento antes, alcanza la categoría de "mono" y provoca el rubor de una joven rubia a la que no pongo cara.

Y, como la Navidad es mágica, por fin atraigo la atención de un amable repartidor de publicidad, que me ofrece tapas y cerveza a precio especial, a pesar de ir solo y despistado, protegido tras mis gafas de sol. Me doy por satisfecho con este inesperado regalo y vuelvo a casa feliz.

Abro la puerta. He llegado a casa. Es el momento de quitarme las gafas.

Nochebuena VIII

Es mañana de compras y paseo por los puestos. Veo regalos interesantes, artesanías que van desde lo cotidiano a lo sorprendente pasando por lo peregrino. Me apunto varios regalos sin destinatario concreto y me prometo que bajaré la semana que viene. Pienso en mi sobrino, en el regalo que he de hacerle. Lo consultaré con la almohada.

Una vez traspasado el improvisado zoco, me sumerjo en la carrera de la Virgen, distorsionada por la estufa de una señora que ofrece castañas. Los negritos alfombran la calle con sus genuinas imitaciones. Echo en falta el Belén del Corte Inglés, también la tradicional cola para entrar en el parking.

La gente pasea. Parejas jóvenes con bolsas que pasean agarradas de sus manos envueltas en guantes, demostrando un amor que poco importa a los demás viandantes. Familias con niños. Jubilados que forman corrillos de dos y hablan de sus cosas. Una joven, con un teléfono rosa, parece feliz en la conversación que mantiene. Nadie pasea solo, salvo un señor que me precede y yo, que me escondo detrás de mis gafas e intento recordar todo para luego contarlo.

Llego al río, y veo que en sus riberas no hay demasiado lugar para la esperanza. Hay gente que duerme en los bancos, que beben cerveza barata al sol. Están sin afeitar. Mientras la gente corre afanosamente relativamente cerca, para ellos parece que se les ha parado el tiempo, que ya está todo hecho, que ya han llegado a la meta. Que el mundo de la prisa es para ellos una estructura paralela.

Nochebuena VII

Como es tradicional, la mañana del día de noche buena es siempre momento de recuperar olvidos ajenos, pero esta vez no he acabado en un supermercado, sino en la frutería. Por ello, me he embutido en mi abrigo y he bajado, como rey mago, en busca de mi portal particular, lleno esta vez de frutos de la huerta.

Una vez cumplido el encargo, mis pies deciden que es hora de pasear, de empaparse de esta ciudad que únicamente disfruto en vacaciones. Bajo camino de las calles del centro, llenas de gente que pasea. Las tiendas están llenas y las bolsas pueblan las manos de los viandantes. La calle Mesones es, a lo lejos, una multitud de cabecitas oscuras, llenas de prisa, de teléfonos y de urgencias de última hora. Al final, entre el barullo de gente, la música se hace un hueco. La gente se arremolina alrededor de un cuarteto de cuerda, que llena de notas y aplausos la fría mañana de diciembre.

Un poco más adelante, al sol de Puerta Real, un gorila se mantiene en el aire. Llama la atención de los viandantes y de una lotera que me ofrece lotería del niño y exclama "¡Mira el goril-la, en presona!" El cómo se sujetará hace que las mentes de los niños que lo rodean echen humo.

Sigo avanzando. Otra mimo saluda a todos los niños, pide trabajo para ella y pan para su niño, sin borrar la amabilidad y la sonrisa de su cara. Los niños la saludan y los padres miran un poco hacia otro lado. Y, a lo lejos y vestida de blanco, Sierra Nevada me deslumbra, aun estando parapetado tras mis gafas de sol.

¡Feliz Navidad!

Nochebuena VI

viernes, 23 de diciembre de 2011

Declaración de principios

...pero aquel de la fuente
que nadie lo toque
que lo dejen tranquilo
y no lo provoquen...

jueves, 22 de diciembre de 2011

Despedidas

Siempre hay algo agridulce en las despedidas, incluso en aquellas que son de mentira o esas pausas que de vez en cuando se toma uno, que me hacen pensar en aquellas veces en las que de verdad tuve que partir.

La canción del día

Suerte

A pesar de que me han tocado varios premios consecutivos y simultáneos de la Lotería Nacional, aquí sigo, con mi blog. Porque uno no es de abandonar las cosas así como así...

martes, 20 de diciembre de 2011

Cena "End of Term"

Entrantes

- Saladitos del día anterior sutilmente manidos.

- Última loncha de queso de cabra "Between the Pines" con los bordes ligeramente resecos.

- Barritas de pan con pipas tenuemente revenidos.

Plato principal (o Main curse)

- Caballa en aceite de girasol.

Postre

- Antepenúltima pera helada.

- Yogur de soja y frutas exóticas a punto de caducidad.

Bebidas

Agua natural pasada por la nevera para que no esté tan fría.

3 De

Tengo que reconocer de que no estoy nervioso ante una posible llamada de Rajoy. Lo cual, creo, de que no merma mis posibilidades de ser un ministrable...

domingo, 18 de diciembre de 2011

Fines de semana

Hay veces que uno vence la pereza y revisita viejas amistades que el tiempo no heló, pero que la distancia pausó. Amistades que todos los días se recuerdan, porque tienen gran culpa de mi yo actual.

Aún recuerdo aquellos años de academia, cuando los sueños cabían en una carpeta verde y los temas pasaban de mis manos a mis neuronas pasando por mis ojos. Años de plomo, de esperanza por la esperanza. Años de agonía, que proyectaban un yo adolescente hacia un yo adulto, que se presentó una fría tarde de febrero, justo aquél domingo en el que me di cuenta que la cena no se haría sola. Tanto fue el cántaro a La Zubia que se acabó rompiendo, manando de sus trozos el agua del agradecimiento por lograr el ansiado sueño.

Pero los quehaceres diarios a veces nos alejan de nuestros afectos, que no de nuestros recuerdos. Por eso hemos retomado este sábado la costumbre de que tu me cuentes y que yo te oiga. Que me diagnostiques y que me regañes, aun a sabiendas de que no te haré caso, porque soy muy cabezón.

No pararé nunca de aprender de ti. Un privilegio que nunca sabré como agradecer.

Alea iacta est

Ahora solo queda echar la instancia.

Símiles

Dichosos aquellos que, estando de vuelta, no te deslumbran con las luces de su sabiduría.

Shhhh... no se lo digan a nadie

Pero hoy, después de 5 años con mi coche, me he dado cuenta de que tiene un dispositivo en el espejo interior para que no me deslumbren los lumbreras, valga la redundez, que se pegan detrás.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Yo también lo pienso

Siempre me he preguntado sobre el mundo de la moda ¿quién decide lo que se lleva una temporada…un corte, un color , un largo? ¿Lo decide un grupo de diseñadores democráticamente, un tirano poderoso, o la gente que simplemente por un rumor empieza a usar cierto tipo de ropa?...Pienso con horror que todo se decide en el mundo dentro de esas tres alternativas…hasta la filosofía.

Cosas del oficio

Aquí.

Cuentos



Visto aquí.

¡Oye...!

... ¿y qué fue del anticiclón de las Azores?

Recuerdo aquellos tiempos en los que el tiempo apenas duraba un rato, no como ahora que te vas a fregar después de ver la región que te interesa y, cuando vuelves con la menta poleo, el señor del tiempo sigue allí, como esperándote, contando sus rollos del canal visible y las alertas amarillas.

Apenas daban dos o tres temperaturas. Yo esperaba con ansia que salieran las de mi ciudad, por aquello del protagonismo provinciano, pero ahora con las teles autonómicas, locales y vecinales ya conocemos hasta la temperatura en el rellano del cuarto y la cosa ha perdido su gracia.

Pero siempre había un invariable, el anticiclón de las Azores. Siempre estaba ahí, como los leones del Congreso o la primavera del Corte Inglés. Pero de un tiempo a esta parte lo echo de menos. Bien es cierto que no veo nada la tele, y menos el tiempo, pero cuando lo hago nadie se acuerda de él. Eso si, venga alertas amarillas y naranjas. Caen cuatro gotas y ya es alerta amarilla y es como si se acabara el mundo...

Si alguien sabe algo, por favor que me lo diga. Tan solo me queda de él esta foto, en la que lucha a brazo partido con una incauta borrasca por la derecha mientras otra la espera a la izquierda pensando "Ven aquí que te voy a dar lo tuyo y lo de la isobara".

viernes, 16 de diciembre de 2011

Adivinanzas II

Normalmente estoy quieta. Me paseo con majestuosidad por encima de los demás, avanzando lentamente mientras las hormiguitas que están debajo mía corren en sus quehaceres.

Soy grande. Soy gris miedo. O blanca. Blanca drácula, porque hiere a la vista. A veces me pintan de colores y las hormiguitas se me quedan mirando, sobre todo las ociosas o aquellas que necesitan algo de mí. O aquellos que me observan, porque les doy paz.

A veces estoy preñada de agua, o simplemente de aire. Y dejo caer el fruto de mi vientre sobre las hormiguitas, que se tapan para no ahogarse, que corren a refugiarse en sus casas. Yo no tengo ese problema, nadie me puede mojar. Por eso no tengo casa.

El viento me mueve. Me gusta viajar por el mundo, viendo a las hormiguitas hacer sus cosas de hormiguita, mientras yo avanzo lentamente por el aire, sin mas destino que morir desangrada por el dolor de mi parto.

Hasta ser tan pequeña que apenas ya me harán caso las hormiguitas, porque ellas serán más grandes que yo.

Volcanes

Viajes II

Siempre se me ocurren miles de cosas cuando voy conduciendo. Miles de cosas que, por supuesto, salen de mi cabeza de la misma forma misteriosa en la que entraron. A veces hago alguna foto furtiva, mirando por si alguien me sancionara, con toda la razón del mundo, por supuesto, pero es que quisiera atesorar esos instantes.

¡Quién pudiera guardar esos momentos! Cuando alguna idea surge en mi cabeza y sale de ella sin que la pueda atrapar entre las yemas de mis dedos y el teclado de mi ordenador. Ni siquiera tengo un papel o un lápiz para garabatearla, para que quede cautiva, como aquellas mariposas atrapadas por el peso del rocía de la mañana.

Y es que hay cosas que no se pueden atrapar. Hay cosas que deben ser libres, que debemos dejar nacer y partir de nosotros hacia otros aires, hacia otras mentes. No se puede atrapar un pensamiento, al igual que no se puede guardar la luz de un atardecer de diciembre.

Interviús

- Y usted ¿qué opina de la huelga de Renfe?

- Pues yo, normalmente, opino mu mal porque en estas fiestas todo el mundo el que más y el que menos vamos de viaje y...

Grandes clásicos

Tu a Chicago y yo a Fines.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Malos ratos

Hay veces que a uno le ponen en un compromiso. Cuando haces la suma y ves que no llega. Y luego ves que la segunda suma tampoco da para mucho.

Cuando se vive al límite, porque no se puede o sabe vivir de otra forma, una brizna de viento te puede empujar al abismo. Entre lágrimas me veo obligado a soplarlo, a alejarlo de mí. Pero soy consciente de que, a pesar de la dureza de la caída, ésta servirá para fortalecer su frágil corazón para que, cuando sea realmente necesario, esté preparado.

Pero, de todas formas, no es fácil soplar. Aunque haya que hacerlo.

martes, 13 de diciembre de 2011

lunes, 12 de diciembre de 2011

Nadar y guardar la ropa

Rectificar manteniéndose en su postura.

Carta abierta

Estimado señor F. Pérez:

Por la presente le manifiesto la disponibilidad de mis servicios. Le ofrezco hacer el mismo ridículo por la mitad de precio.

Suyo affmo.

Juan Fco Romero.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Estudiando Inglés

"Most things in life are moments of pleasure and al lifetime of embarassment; photography is a moment of embarassment and a lifetime of pleasure"


Tony Benn. Politician.

Nihil Obstat

Ahora, a escanear.

Axioma XVIII

En el leer está el escribir.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Belenes

Concierto

Sumiller

Hoy me ha tocado hacer de sumiller: he tenido que elegir el vino de las Navidades. La verdad es que no sé por qué recae en mí tal honor pues, aparte de que no me gusta el vino, no tengo ni repajolera idea de ellos, por lo que la elección del caldo para la cena de Navidad se convierte en un auténtico desafío.

Lo primero de todo es elegir la denominación de origen. Este año automáticamente me han dicho que compre un Ribera del Duero, con lo cual se facilita mi trabajo enormemente y no tengo que hacer el habitual Pito Pito Gorgorito que tanto mosquea al comprador que habitualmente se acerca a mí y que hace que salga disparado de mi lado.

Una vez localizados los vinos, me paseo delante de ellos, despacio, como si supiera de qué va la cosa. Elijo el más caro y leo la etiqueta. Recuerdo que la primera vez que lo hice elegí uno que ponía "Contiene Sulfitos". Pensé "Vaya mierda de vino que tiene que ser" pero cuando comprobé que todos tenían sulfitos cambié mi opinión y le dejé de dar importancia a los sulfitos, que por otro lado, a saber lo que son y para lo que sirven...

El caso es que sigo mirando y remirando. Me dejo seducir por los nombres, busco algunos que me suenan y, si no los veo, entonces pongo cara de severidad y de saber de qué va el tema y cojo dos o tres más. Me retiro un poco las gafas de los ojos y leo por encima de ellas, como dándome importancia. Normalmente es en este momento cuando algún despistado comprador se te acerca y observa o pregunta algo y es cuando lo tengo más difícil para salir del paso, pero con la experiencia que tengo suelo salir victorioso ya que, afortunadamente, el pobre pardillo que me pregunta siempre sabe menos que yo del tema vinatero.

Y, por último y mientras mi acompañante espera mi veredicto, de dirijo hacia una botella cogida anteriormente y digo "¡Éste!" con cara de satisfacción y haciendo hincapié en la tilde. Normalmente lo acompaño con el mismo gesto de seguridad que empleo cuando sigo al GPS pero yo no tengo ni idea de dónde estoy y me preguntan si vamos bien, pero con un matiz de roble en boca.

Este año he elegido un vino que tiene que ser la leche. Vale algo menos de 4 euros pero tiene doce escudos heráldicos en la etiqueta, cosa que siempre viste mucho. Creo que se llama "Doce Insignias" o algo así. Y, en efecto, las he contado y allá que están las doce. Supongo que, cuando se acabe el vino, con la botella podremos hacer un reloj o algo porque, la verdad es que la etiqueta es un primor y me da pena tirarla, sinceramente.

Y así ha concluido mi arduo trabajo de sumiller, hasta el año que viene. Por cierto, que yo me he cogido para mí doce cervezas. Por si acaso...

Nota mental

Tengo que dejar de hablar solo en los supermercados, que la gente me mira raro.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Fondo de neurona

De un tiempo a esta parte no tengo tranquilidad para escribir. Me falta algo. O me sobran cosas.

Daremos algo de tiempo a la cosa.

Pan. Come. Chocolate.

Hoy he tenido mi primer encuentro con un profesor de percusión, y la verdad es que no ha podido ser más positivo. En primer lugar, unas nociones sobre la cogida de la baqueta y la primera sorpresa, a pesar de ser iguales, no suenan igual. Una es más grave que otra. Todos los días se aprende algo nuevo.

Luego, corrección de las manos a la hora de percutir. Acompañar a la gravedad y, posteriormente, corregirla para volver la baqueta a su lugar original, a unos centímetros de la caja. Parece que la mano derecha se desenvuelve bien, pero la izquierda está algo más perezosa, así que habrá que darle caña.

Pero lo mejor de todo, y lo más didáctico, ha sido lo del comer, pan y chocolate. Para explicar la diferencia de tiempos entre blancas, negras y corcheas, nada mejor que usar palabras de una, dos y cuatro sílabas para marcar el tiempo. Y así hemos estado probando un rato, además de con algún que otro ejercicio de calentamiento.

En fin, que ha sido muy interesante. Y me ha dado ánimos, dice que lo hago bien. Claro. Le he engañado un poco. No ha sido mi primer encuentro. Yo ya tenía mi propio maestro.

Sintaxis (pero con plaza de garaje)

La frase "Ten cuidado que te pegas mucho al Audi" no tiene sentido cuando se aparca entre dos Audis. Y más aún cuando son el mismo modelo.

La palabra del día

Traspijamar: Extraviar un pijama.

Curiosidades musicales

Entre. Y tranquilo, que no es un virus.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Aburrimiento y youtube

Tarde de jueves festivo. Pegado al brasero y al ordenador, haciendo exámenes de trigonometría.

Que castigo tener que hacer exámenes y luego corregirlos. Si a mí lo que me gusta es dar clase...

La crisis del ladrillo

miércoles, 7 de diciembre de 2011

La importancia del punto y aparte

Quizás si planificara a una semana vista me tomaría las cosas de otra forma. Es lo que tiene ser mal jugador, enseguida se te ven las cartas.

martes, 6 de diciembre de 2011

Lecturas mientras...

Bancos

Estoy sentado en una plaza. Concretamente en la esquina inferior izquierda. Acabo de ver uno de los acontecimientos más fantásticos que cualquier ser vivo pueda contemplar, el encendido de las luces navideñas.

Veo la gente de la plaza. Antes la vi por la calle, paseand ocupada con bolsas de regalos. Las navidades se acercan y hay que pensar en el regalo para el otro, a veces querido, a veces convenido.

Veo la misma gente que en otros sitios, tan ajena a mi como siempre. Soy una cámara que los mira, que los analiza, no siempre con éxito. Hoy tengo ayuda. Pero no dejo de ser un esqueje, que caducara en unas horas, cuando vuelva a mi árbol, a mi bosque.

domingo, 4 de diciembre de 2011

La judería II

Camino por la oscuridad de la noche en un viejo barrio judío. Estoy lejos de casa, si es que quizá alguna vez la tuve, después de un largo viaje, tras cruzar varias veces la línea del horizonte.

Hace frío. No hay nadie por la calle, salvo mis acompañantes y algunas parejas que se apostan en las esquinas, atendiendo a sus obligaciones, que no entienden de horas, fríos y gente.

Camino un tanto exhausto, recordando viejos pasos por las calles de adoquines y muros de piedra. Calles de guerra para tiempos de paz. Imágenes de mi recuerdo asaltan mi espíritu en la noche, a las que intento dar forma. Pero el cansancio me lo impide.

Al doblar una esquina es el viento el que nos saluda, helando nuestras narices y entrando por las perneras de los pantalones. Es el mismo viento que arrastra los pequeños guijarros del pasado, desprendidos del suelo tras muchos años a él pegados y que, con su ruido, ahogan nuestros pasos en la noche.

Y también los furtivos besos en las esquinas.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Llegada

Después de cruzar un número finito de veces el horizonte, ya hemos llegado.

Desamor telefónico

No te quiero ni para hacer consumo mínimo.

Si es que van provocando...

La noticia.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Cosas que se ven y uno que deduce

Los auxiliares de conversación son una especie aparte.

Cosas que se oyen y uno que deduce

La diferencia entre los pequeños y los grandes institutos es que en los primeros los profesores se llaman por el nombre y en los segundos por los apellidos.