jueves, 21 de abril de 2011

El octavo arte

Estorbar.

Hay gente que se pone en un sitio y estorba. Al cabo del rato se da cuenta y se quita, pidiendo amablemente perdón.

Hay otros que se ponen a estorbar y no se quitan. Es mas, yo creo que saben que estorban y, a sabiendas, no se quitan. Resisten numantinamente ante aquello que es motivo de su estorbe y, en la medida de lo posible, contribuyen a estorbar algo más, siempre de forma disimulada. Si, en un arranque de mala leche o súplica a corazón abierto les pedimos que nos dejen algo de sitio para nuestro quehacer objeto del estorbe, dirán un falsamente "Uh" de arrepentimiento y dejarán de estorbar durante un rato, más que nada por hacer el papel. Pero, sin duda, volverán a las andadas.

El estorbador profesional siempre está en el sitio que más estorba. Lo tengo absolutamente comprobado. Supongo que debe haber una facultad que habilite un título de "Licenciado en Estorbar" o "Grado en Estorbar", ahora que está el plan Bolonia.

Aunque, curiosamente, los mejores estorbadores son los gatos. Por lo menos los míos. Siempre están donde más estorban.

4 comentarios:

  1. ¿No hay un momento en que el estorbador profesional, el que ha desarrollado todas las competencias, se convierte en un palpawebs?

    Se me ocurre una carrera para lo que dices, empieza por p, y no es Podología.

    ResponderEliminar
  2. No se trata de un estorbe intelectual, sino físico...

    ResponderEliminar
  3. Yo comprendo a que te refieres. Hay por aquí un perro que ...

    ResponderEliminar
  4. Claro, es que hay estorbes y estorbes. No había caído.

    ResponderEliminar