miércoles, 13 de junio de 2012

Personajes de la patria: el ideógolo

Posiblemente lo conozcan. Quizá sea alguien de su familia o trabajo. El caso es que está ahí, esperando su momento en silencio hasta que, un día, por fin pega el pelotazo.

Me refiero a ese señor o señora, generalmente suele ser señor, que siempre cree que las cosas pueden ser de otra manera, o piensa en aquello en lo que los demás aparentemente no piensan. Y lanza su idea o sugerencia, provocando una sonrisa o bien como un lapsus entre dos momentos que se considera el tránsito de un ángel, pero sin silencio, pues él lo llena con su palabra.

El ideógolo es tenaz, no se desanima, sigue insistiendo en lo suyo. Pero un día tiene alguna ocurrencia realmente útil y la gente le aplaude. Y, entonces, se jodió el invento, pues ello supone un refuerzo positivo para su conducta. Y su cerebro se pone a maquinar miles y miles de posibles soluciones para problemas reales o inventados. El caso es proponer, inventar, intentar lograr de nuevo ese momento de reconocimiento para el que se ha estado preparando toda la vida. Insistirá una y otra vez. Pero, claro, las ideas brillantes son escasas y en ocasiones se buscan ideas al bulto, sin reparar en su utilidad o calidad. Y entonces los que viven cerca del ideógolo se convierten en sufridores de por vida, porque el buen ideógolo, normalmente, jamás se desanima.

Sinceramente, no les deseo ninguno cerca.

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