lunes, 25 de octubre de 2010

Cinco escalas

Lunes después de domingo. Piscina. Romance anónimo a las cuerdas. Paseo con música de conducir: he llegado a la conclusión de que no soy un coche. Buscando butano que no encuentro. Película sobre la felicidad. Rebusco exámenes en el pasado para un futuro inmediato. Quién me ha visto y quién me ve.

Brevedad, gracias a Dios. Las once y cuarto me alegran el día. Salgo volando para sumergirme en mi líquido elemento. Intento vanamente engordar, pero sé que no puedo. Aunque lo voy a intentar.

Hace mucho que no me visitabas. Hasta te estaba echando de menos. Y hoy has venido a mi lado, una vez mas, sin que te llame, como sueles hacer siempre que pienso en ti. Y cuando no, también. Estás siempre ahí. A veces te odio, a veces te amo. Eres casi mi vida. No puedo vivir sin tí. Envidio a los demás, me dices que no se ver tus virtudes. Te vuelves celosa porque eres así. Pero sabes que nunca he podido escapar de tus garras. Finges, pero no lo necesitas. Y eso me vuelve loco. Sabes que, en el fondo, no necesito a nadie salvo a ti. Y de eso te aprovechas. Incluso cuando estamos con mas personas sabes atraparme, retenerme, acosarme... me manejas a tu antojo, a tu capricho. Y yo soy tu prisionero. No puedo hacer nada para evitarlo. Lo sabes bien. Y de eso te aprovechas.

Que suerte tienes de tenerme. Y qué desgraciado soy yo al tenerte.

PD: se acerca el frente de batalla

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