domingo, 31 de octubre de 2010

Mañana de mercado

Salimos del calor y llegamos al frío. Cuatro almas que compartieron un pasado se juntan de nuevo para volver a cabalgar por esas carreteras de Dios. LLegamos pronto estrenando un puente. Día de mercado. Casi día de abrigo. La gente camina despreocupada por la calle, cogiendo de aquí y de allí. Es el ambiente ideal
para que mis pensamientos me asalten de nuevo y me transporten a ese mundo donde mi cabeza me arrastra por mis penas. Curiosidades andantes. Una iglesia vacía en domingo, con las dos beatas de guardia habituales.

Sol y frío. Es increible la gran cantidad de cachivaches ambulantes que sirven para vender. Buscamos fruta, tomates maduros, ajo.
Se intercambian bienes y servicios. La señora que sale a comprar. El señor que compra a su frutero de confianza, contándose las mismas historias de cada fin de semana, a las que nadie escucha porque desean ser contadas de nuevo, por aquello de repetir la misma conversación, los mismos recuerdos, las mismas ideas, para evitar la vida que inexorablemente se escapa.

Buscamos las pistas del pasado del pueblo que visitamos. El viento y el frío azotan nuestros cuerpos, y algunas almas no se estremecen, porque ya están frías y casi muertas. Pienso en como estarás y en qué me has querido decir.

Lavadero cubierto, museo cerrado, calles embarradas. Metáfora de mi vida.

Me estoy dando cuenta de que realmente me gusta la fotografía.

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