viernes, 25 de marzo de 2011

Países

Vuelta a casa, a mi modesto cuarto donde no pueden convivir la silla y la cama a la vez. Mi pequeño refugio. Mi gran país. Ese país que forjé a base de imaginación, esfuerzo, sacrificio, esperanza e ilusión. Ese país donde las cosas son como deben ser, donde impera el sentido común.

En ese país no se renuncia a hacer bien las cosas, aunque no sea algo agradable. No se escatiman esfuerzos y nunca se arrepiente del bien que se hace. Porque eso queda para nosotros. Se hace lo que se tiene que hacer en cada momento.

En ese país el desánimo es un visitante ilegal, y se acogen con los brazos abiertos a las ganas de buscar las cosas positivas incluso cuando vienen mal dadas. Es un país que se crece en los malos momentos. En los momentos de desesperación. Ahí es donde sus ciudadanos demuestran su fuerza y su tesón.

Me siento orgulloso de mi pequeño país. Y creo que él también siente lo mismo por mí.

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