viernes, 27 de abril de 2012

Madrid

Cuanto más grande, menos uniforme. Pasea uno por calles que le suenan de verlas siempre en la tele, edificios que ven en fotos de libros, calles que se ven vacías, pero que en realidad están llenas de vida, de gente que pasea. Gente distinta, uniformemente distinta, que no se sobresalta por ello. Rockeros, gente mona, parejas que salen a celebrar que ya es viernes, gente que compra compulsivamente y turistas que pasean con la cámara al cuello, como orgullosos de ir despistados por una ciudad que no es la suya, proclamando que no les importa que les señalen por ello.
Allá de donde vengo eso no sucede. Lo distinto se ve con otros ojos. Quizá con rechazo. A veces pienso que con miedo.

Pero también tienen las grandes ciudades sus miserias. Gente que habla sola por las calles, gente que es transparente, quizá en un submundo que pasa desapercibido para el resto de los mortales. Pero que están ahí. Quizá es que no es suficientemente grande.

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