sábado, 6 de julio de 2013

La higuera

Hoy la he estado podando. Su porte es señorial, pero su interior está podrido. Curiosa metáfora. Me he dado cuenta de que las ramas superiores están secas y alguna he retirado a lo bestia, con el rastrillo y tirando hacia abajo. Hubo suerte y no cayó nada a la calle. Tampoco creo que pasara nadie en ese momento.

Mañana retiraré, con ayuda, otro par de ramas que ahogan al membrillo zamboa. Con otras tantas del almez daré por finalizada la operación. Ahora quedará quitar de en medio todo lo que se pueda, pues broza hay como para parar once trenes.

Me gusta el trabajo metódico del campo, aunque en este caso se haga a destiempo. A veces no queda otra que vivir un poco así, por aquello que dijo aquél de los imponderables. Pero es lo que toca y lamentarse no arregla mucho. Al contrario, ennegrece el alma y el futuro.

Y es que todos somos un poco como mi higuera. Pero sin poda que lo remedie.

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