De los círculos, o de las espirales, es muy difícil salir y, paradójicamente, nadie sabe como se entra. El hecho es que quedamos atrapados sin saber cómo llegamos. Y, lo que es peor, sin ni idea de cómo salir.
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Todo tiene su plazo, incluso el dolor. Cíñanse a él, si son tan amables. Y sin ánimo ni intención de pasar por gilipollas.
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Suenan huecas las risotadas en los espacios cerrados, rebotando entre las paredes buscando la nada.
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