martes, 18 de enero de 2011

Situaciones de la vida cotidiana II

Hay veces que uno piensa que no es de este mundo. Apruebas unas oposiciones que te capacitan para trabajar en lo que crees que te gusta y se te da bien y resulta que tu trabajo consiste en hacer cualquier cosa menos aquello para lo que se supone que te han contratado.

Al hilo de la autoridad del maestro, visto este como un guía por una parte y como el garante de la disciplina en el aula por otro me planteo una cosa que bien pudiera pasar. Un alumno es traído a un centro. El alumno se ha tomado algo más que un colacao en el desayuno. Reta abiertamente al profesor, produciendo un espectáculo que en parte divierte a sus compañeros. Le pides que abandone el aula, a lo que se niega. Pones en conocimiento de tus superiores este hecho. El alumno se mofa de ellos. Llamas a la Policía. El alumno se mofa de la policía y la torea por todo el centro. ¿Qué se puede hacer entonces cuando todo el mundo lo ha intentado todo?

Pero voy más allá. Como hipotético padre, me horrorizaría saber que mi hijo comparte aula con semejante especimen y que se vea obligado a tener que sufrir determinadas conductas precisamente en un centro educativo, por la falsa premisa de que todo el mundo tiene que estar en un aula o vale para estudiar.

Y qué decir de los padres que lo han intentado todo y nada ha funcionado...

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