domingo, 13 de febrero de 2011

Diario de un esquiador novato

Los comienzos son siempre difíciles, pero hay que perseverar. Tras un primer contacto hace un año, pensó que sería bueno volver a probar otra vez. Llevaba todo el año esperando este momento y este fin de semana se ha producido el feliz acontecimiento.

El aprendizaje del esquí no está exento de sus problemas logísticos. El primero de ellos suele ser encontrar un lugar donde cobijarse, correcto pero sin lujos. Una vez encontrado dicho lugar, es conveniente reservar unas clases particulares, no por uno, sino por la seguridad de los demás esquiadores que ya saben y que no tienen por qué pagar el pato de tu patosez.

El caso es que el esquí es un deporte bastante entretenido, no solo en el esquionaje en sí sino en sus preparativos. En primer lugar se debe proceder a la adquisición del forfait. Es conveniente no engañarse en esta palabra tan rimbombante, pues el forfait no es más que una especie de bonobus para subirse a los remontes. Obviamente se llama así porque es mas glamouroso decir forfait que bono-telesilla, siendo esta última palabra mucho más descriptiva y aclaratoria.

Posteriormente, hay que proceder al alquiler de los aparejos del esquionaje, como son los esquís o esquises, bastones, casco según la confianza que tengamos en nosotros mismos y nuestras intenciones de inmolarnos llevándonos a inocentes por delante y las botas. Éstas merecen una especial, pues de haberlas conocido la Santa Inquisición muy posiblemente apenas se habría quemado a nadie. Es curioso, pero antes de ponértelas estás deseando quitártelas. El esquiador novato, por supuesto, lo ignora y piensa para sus adentros "¡Vaya botas más molonas!" Pero al ponerse en pie, si es que consigue mantener la vertical, empieza a pensar en que esto del esquí no mola tanto. Lo bueno es ver a todos con las botas y andando como patos mareados.

Una vez cargado con los aparejos hay que coger el telesilla, para acceder a las pistas. Con el forfait en un bolsillo izquierdo para que lo lea la máquina te apretujas en un telesilla con otras 12 almas y partís en busca de la tan soñada nieve. Las distancias cortas son matadoras, y siempre hay algún listillo/a que aprovecha para el ligoteo o bien te topas con un fino de nariz que sentencia de qué te has hecho el bocadillo con un indiscreto "Pues no me ha venido una olor a chorizo..." En ese momento, como mejor se disimula es mirando hacia arriba.

Una vez que llegas a las pistas toca buscar a tu monitor, previa evitación de caída al pisar la nieve con la bota. Presentaciones y primeras lecciones. Infinita paciencia ante mi gran patosez, pero progresos indudables, aunque pequeños.

Una vez que coges confianza, vas bajando pendientes más largas, con ayuda de tu profe. Lo normal es ir mejorando pero uno, que es original y siempre está en vanguardia de la modernidad lo que le gusta es empeorar. Y como la inteligencia tampoco es mi fuerte allá que me cogí el telesilla yo mismo, junto con mi mecanismo, y tiré p'al monte. Respiración para coger confianza y primer descenso. Bien, bien, no está mal. Primeras dudas sobre el recorrido. Espero a mi compi, breve discusión. Problemas con la orientación de los esquís. Bufido aclaratorio a mi acompañante. Empiezo a bajar. Cojo velocidad. La cuña. La cuña. No freno. Más cuña. Sigo sin frenar. Intento irme hacia un lado. Medio lo consigo. Pero no hay quien me pare. Mi voz anuncia megafónicamente: "¡Cuidado, novato descontrolado!" Más cuña. Las piernas me transmiten un infinito dolor, pero no me puedo relajar porque me la doy. Empiezo a volverme politeísta. Intento girar, pero no. Afortunadamente, los postes me ignoran. Parece que voy frenando. Llego a pie de pista. Parezco un copo de nieve con gafas de sol y un ridículo gorrito blanco. Me quito los esquís. Me siento en el suelo. Una esquiadora se interesa por mi.

Lo que hay que hacer para ligar...

1 comentario:

  1. Juanfriiiiiii eres un crack...... lo que me he reido .....que sepas que el progreso no es siempre lineal .......

    ResponderEliminar