domingo, 8 de julio de 2012

La batidora

Hoy he inaugurado una batidora. La segunda en menos de un año. Se trata de una de esas batidoras imponentes, de vaso de cristal, en las que no hay que dejar de pulsar un botón para que funcione, sino que seleccionas la velocidad y te puedes ir a hacer cualquier otra cosa, en plan Geordie si es menester.

Para ello he hecho mi plato estrella, salmorejo, que cada vez me sale mejor. He puesto en la base tomate, luego el pan, y luego un poco de tomate para acabar, como si fuera la bandera de España. Quizá debería bautizar al salmorejo hecho así como salmorejo Eurocopa.

Total, que como era poco, he añadido más pan y tomate, y le he dado al uno. Aquello ha empezado a dar vueltas y más vueltas, pero el tomate recién añadido permanecía encima, con pocas ganas de triturarse. La cuestión es que, poco a poco, las cuchillas han ido atrayéndolo y se ha producido un momento muy Hitchcock, con los pobres trozos de tomate queriéndose salvar, pero inevitablemente atraídos por su fin, las afiladas cuchillas de la batidora de vaso.

Cuando me lo beba, me va a dar cargo de conciencia.

1 comentario:

  1. Para los que no tenemos el placer de tomar, como decía Ernest Hemingway, el Mojito en La Bodeguita y el Daiquirí en El Floridita, tenemos el recurso de la batidora. En estos casos gracias al ron, uno no tiene cargo de conciencia de descuartizar el hielo. O quizás, si lo tiene….., será al día siguiente cuando al alba florezca : “….much confussion, disillusion, all around me…” (King Crimson)
    PS: sin menospreciar al salmorejo.

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