jueves, 18 de noviembre de 2010

15 años

Hace casi quince años que te fuiste y es ahora cuando empiezo a olvidar pequeños detalles sobre ti. Apareciste un par de veces más, pero desapareciste entre millones de viajes y a miles de kilómetros. No sé donde estás, no se qué ha sido de tu vida y, para ser sincero, no lo quiero saber, aunque me muera de curiosidad. Disimulo regular y miento peor. Qué se le va a hacer.

Discutía ayer conmigo mismo sobre el 17 de noviembre o el 16 de octubre. Y creo recordar que es la segunda, pero es que no me acuerdo. Después de tanto tiempo y tantas cosas que me guardo resulta que ya no me acuerdo con certeza, con esa certeza meridiana de sábado por la mañana, de bocadillo de recreo, de paraguas bajo la lluvia una mañana de no recuerdo qué mes, de esa dichosa máquina que se tragó tu libreta que conseguí rescatar. Después de todo ello, no recuerdo si es un día o es otro. Esforzándome lo puedo recordar, pero no me molesta el esfuerzo, me molesta haber dudado, haber pensado, por un instante, que todo aquello que fue ha desaparecido definitivamente o, al menos, ha empezado a volverse brumoso. Lo que no han conseguido quince años lo va a conseguir una maldita fecha. Y es que no he dejado de pensar, ni un solo día de estos quince años, por qué las cosas han tenido que ser así, por qué elegiste un camino tan distinto a lo convencional, por qué te subiste a un autobus una mañana de junio.

Me he engañado, me he consolado, te he odiado, te he ignorado, y no ha servido de nada.

Y lo peor es que me puede pasar otra vez. Y entonces, sí que no me lo perdonaría.

Señor, por qué me has hecho así...

No hay comentarios:

Publicar un comentario