sábado, 6 de noviembre de 2010

Cateto

De vuelta en la beato-capital, me zambullo sin flotador de patito en el maría márquez, ávido por adquirir algún bien que me permita sobrevivir unas horas mas en mi insulsa existencia. Pero, tras coquetear con unos auriculares, comúnmente llamados cascos, decido volver a casa con 90 leros más en el bolsillo, pensando en una futura visita en la que volveré a hacer lo mismo. Me sedujeron los discos duros, pero la falta de pericia a la hora de conectarlo a mi prehistórica tele me disuaden. No obstante, necesito uno. O contención ante la palabra download.

Al salir, gente me rodea. Parejas jóvenes que se mueven en coches jóvenes y que van vestidos y vestidas de forma colorida y colorido. A lo Radio Futura, caí enamorado de la moda juvenil, de los tipos, de las tipas, de los maniquís... Gente con el pelo engominado hacia arriba, con tupé, con pelillos de punta, barbilla, jerseis ajustados sin camisa debajo, perillas muy finas, patillas muy cortas... y me miro a través de mi espejo interior, tan cutre, tan de pueblo, tan falto de estilo... que la depresión me invade y vuelvo a casa con la promesa de no salir, ante tanta modernidad inasumida, esperando volver a mi escondite el domingo por la tarde.

Pero, ¿y lo agusto que vivo, ajeno a todas estas tendencias?

PD: El consumismo no es la solución, pero ayuda un poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario