
Llegamos a la fuente en cuestión, el agua toma el relevo del viento y nos ofrece su mejor melodía, cayendo a borbotones por el frontal de un estanque rebosante. Agua fresca que calma la sed de unos aburguesados caminantes, que hoy han decidido ser senderistas sedentarios. Me vuelvo y en mi cabeza aparecen nombres de película.


La Luna de Emdor aparece de improviso en mi mente. Lo único que falta son Jedis acechando la entrada de las impresionantes cúpulas que aparecen ante nosotros, cúpulas que sirven de base al estudio de la galaxia. Me siento en ese mundo que reviso con tanta frecuencia y me dejo invadir por una sensación que me aleja de mis compañeros por unos instantes. Hasta que aterrizo para descubrir que los olmos no dan peras, pero sí lo que aparece en esta foto.

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