

También encontramos aquí los vértices geodésicos, esa especie de monolito redondo más útil pero menos filosófico que el de Kubrick. Nos recuerda que una vez la ciencia era más artesanal y menos fría que ahora. A fin de cuentas, no vemos los satélites, pero sabemos que están ahí. Como las células. Como la sensación del día. Tan placentera como refrescante.


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