miércoles, 31 de agosto de 2011

El hipermercado

Una de las formas más entretenidas y baratas de pasar la tarde es ir a un hipermercado. Realmente es barato, siempre que no se compre nada claro. Y ahora, con esto del verano y el aire acondicionado pues se está bastante fresquito.

Esta tarde he ido a uno. La llegada ha sido algo accidentada, porque he sido embestido por la trasera por una despistada señora. Hubiera preferido otra coyuntura de embestimiento y que no hubiera coches de por medio, pero las cosas son como son y no se pueden cambiar. Afortunadamente mi coche ha salido indemne y el de la señora algo abollado. Alguna ventaja tienen que tener los coches viejos.

Hacía tiempo que no iba a ese supermercado y me he quedado sorprendido del lujo y del glamour que se podían ver en su interior. Todo por áreas, dentro de las áreas, secciones y ya dentro de las mismas el surtido de artículos. Por algún extraño motivo me he detenido en la parafarmacia, quizá la palabra para tiene algún efecto sobre mi conducta en este caso, y me he fijado en los productos depilatorios para hombres. He cogido uno de ellos, un gel con esponjita y todo, y me he puesto a leer las instrucciones. Por lo visto hay que aplicarlo sobre la zona a depilar. Eso sí, se recomienda que previamente se recorte el pelo si es excesivamente largo, cosa que ya resta interés al producto, que ve mermada su posible compra en una gran medida. Una vez hecho eso, se aplica la crema con profusión, se restriega con alegría y esperamos un minuto. El caso es que luego te tienes que meter en la ducha y mojarte durante otros dos, pero sin que se te caiga la crema, cosa que yo veo bastante difícil. Es como nadar y guardar la ropa, realmente extraño. Y luego, pasado todo ese tiempo, pues hay que quitarse la crema que quede con la otra parte de la esponjilla. Lo bueno es que la esponjilla tiene dos caras diferenciadas, azul y blanca, para cada menester, algo supongo que pensado para los poco afortunados en las artes depilatorias. Y ya se supone que todo el vello se cae fulminado, como un ejército en retirada. Lo que no trae este milagroso producto es un desatascador de tuberías, pero bueno, menester es buscarlo unas calles más allá. Ya tenía en mi mente la imagen de un servidor embadurnado de potingue cuando leo una advertencia en la que se dice que se pruebe antes una zona, por si hay alergias. Cosa que yo no habría tenido en cuenta. Leyendo las instrucciones aparece al final. Esas cosas las deberían poner al principio, para mentes despistadas e impacientes...

Esa es otra cosa que me gusta de los supermercados, pensar cómo sería mi vida si adquiero algún artículo. Por ejemplo, hoy me he pasado por la zona de las teles y me he fijado en la oferta de televisión de pago. He cogido un pack, aunque lo más correcto es kit, porque son cosas distintas, y he pensado cómo sería mi vida con ese canal en concreto. Podría ver series, cine, documentales superinteresantes... y me he visto sentado en mi sofá, viendo todas esas cosas... aunque, realmente, no tengo tiempo para ello y encima me costaría el dinero. Me he sentido un poco triste y me he ido a la sección de hogar, donde he visto unos vasos monísimos de oferta, pero como a mi casa no viene nadie y yo bebo directamente de cartón o botella que corresponda, me he preguntado que para qué quiero tanto vaso, y he seguido mi ronda por el hiper.

Al final de todo, y porque me da cosa irme sin comprar nada, me he cogido unos yogures con bífidus, por aquello de mejorar el tránsito, y me he ido a la caja. Y de ahí a casa, más contento que un San Luis por haber pasado una tarde al fresco.

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