lunes, 8 de agosto de 2011

Huracanes de cuatro años

Te reciben. Te hablan como una ametralladora, eses y zetas incluidas. Andan al revés. Andan al derecho. Se comen un helado de chocolate que se derrite a pasos agigantados sin apenas mancharse. Descubren el granizado de limón. Salen corriendo. No se paran. Sales tu corriendo detrás de ellos. Corren ellos mas. Cuando por fin has neutralizado la escapada se quedan sin pilas, y tienes que darles cuerda.

Les gustan los ríos. No les gustan los ríos. No les gusta la arena en los pies. No, mejor, no les gustan los zapatos. Se enfadan cuando se les escapa la mano y se autodan un porrazo. Los mayores se convierten en bebés. Surgen dos ríos de sus ojos. Los ríos se calman y todo vuelve a ser feliz. Y echan de nuevo a correr. Sudan, pero no les importa. Y quieren una fanta de naranja.

Tenga cuidado con los huracanes de 4 años. Si alguno les atrapa no podrán escapar.

Ni tampoco querrán.

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