Hoy he tenido mi primer encuentro con un profesor de percusión, y la verdad es que no ha podido ser más positivo. En primer lugar, unas nociones sobre la cogida de la baqueta y la primera sorpresa, a pesar de ser iguales, no suenan igual. Una es más grave que otra. Todos los días se aprende algo nuevo.
Luego, corrección de las manos a la hora de percutir. Acompañar a la gravedad y, posteriormente, corregirla para volver la baqueta a su lugar original, a unos centímetros de la caja. Parece que la mano derecha se desenvuelve bien, pero la izquierda está algo más perezosa, así que habrá que darle caña.
Pero lo mejor de todo, y lo más didáctico, ha sido lo del comer, pan y chocolate. Para explicar la diferencia de tiempos entre blancas, negras y corcheas, nada mejor que usar palabras de una, dos y cuatro sílabas para marcar el tiempo. Y así hemos estado probando un rato, además de con algún que otro ejercicio de calentamiento.
En fin, que ha sido muy interesante. Y me ha dado ánimos, dice que lo hago bien. Claro. Le he engañado un poco. No ha sido mi primer encuentro. Yo ya tenía mi propio maestro.
viernes, 9 de diciembre de 2011
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Pero hombre, no me halague de esa forma, que me voy a sonrojar.
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