Normalmente estoy quieta. Me paseo con majestuosidad por encima de los demás, avanzando lentamente mientras las hormiguitas que están debajo mía corren en sus quehaceres.
Soy grande. Soy gris miedo. O blanca. Blanca drácula, porque hiere a la vista. A veces me pintan de colores y las hormiguitas se me quedan mirando, sobre todo las ociosas o aquellas que necesitan algo de mí. O aquellos que me observan, porque les doy paz.
A veces estoy preñada de agua, o simplemente de aire. Y dejo caer el fruto de mi vientre sobre las hormiguitas, que se tapan para no ahogarse, que corren a refugiarse en sus casas. Yo no tengo ese problema, nadie me puede mojar. Por eso no tengo casa.
El viento me mueve. Me gusta viajar por el mundo, viendo a las hormiguitas hacer sus cosas de hormiguita, mientras yo avanzo lentamente por el aire, sin mas destino que morir desangrada por el dolor de mi parto.
Hasta ser tan pequeña que apenas ya me harán caso las hormiguitas, porque ellas serán más grandes que yo.
viernes, 16 de diciembre de 2011
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