A partir de una reciente decisión del ayuntamiento, un montón de personas, mayores casi todas, que viven en un barrio histórico van a ver sus vidas condicionadas. Se trata de personas con recursos económicos limitados, que no pueden permitirse el lujo de pagar un taxi que las lleve a su casa o las baje al centro de la ciudad a algo tan común como ir al médico o comprar sus mandaícos. Si ya su trabajo les costaba hacer su vida, ahora imagínense lo difícil que lo van a tener.
Y no sólo las personas mayores. Vecinos que necesitan que les abastezcan de gasoil, butano o simplemente que les suban la compra van a ver empeoradas sus condiciones de vida por una decisión que se quiere vender como un gran logro, pero que en realidad no beneficia a nadie, tan solo al paseante ocasional de domingo por la mañana.
Supongo que en los barrios históricos de todas las ciudades del mundo existirán problemas similares. Vivir en estos barrios tiene indudables atractivos. Pero lo que no se ve son los inconvenientes. Supongan que se les rompe una lavadora. ¿Se imaginan las vueltas que hay que dar para que te suban una lavadora nueva a la puerta de tu casa? Bueno, ahora lo tenemos más fácil. Directamente, no dejan pasar al camión del reparto. Supongan que necesitan gasoil para la calefacción. Hay solo un distribuidor que acepta subirlo. Pero como ya les he dicho, ese problema pasó a la historia. Estamos a la espera de que el ayuntamiento nos diga cómo calentarnos. Supongan que necesitan un taxi. Tengan ojo y no paren un coche muy ancho, que si no, no les sube a casa. Ahora, pues casi mejor ni los paro, ¿para qué perder el tiempo? Así les podría contar miles de cosas que a veces me hacen preguntarme si realmente merece la pena vivir allí. Posiblemente crean que estoy exagerando. Pero les prometo que no. Que la cosa es tal como se la cuento.
La Carrera del Darro es un rincón bellísimo. Me encanta que la gente venga a verlo, conozca mi barrio, disfrute con sus calles, con sus vistas y con su gente. Que hagan fotos y se lleven un buen recuerdo de Granada. Me parece estupendo que los peatones puedan pasear tranquilamente, a la vera del Darro, y quedarse con la boca abierta al ver la Alhambra desde abajo, majestuosa, como un recortable en el cielo azul del sur. Jamás en la vida he molestado a nadie que paseara por allí mientras pasaba con mi coche, camino de casa. Ni lo pienso hacer. Ni tampoco me opongo a que se peatonalice la Carrera del Darro. Pero entiendo que debe haber un punto medio entre los intereses de los que vivimos allí y los de la gente que va allí de visita.
No creo justo que para que los turistas disfruten los vecinos nos tengamos que ver obligados casi a irnos del barrio. Tan solo bastaría, desde mi punto de vista, con dejar las cosas como estaban y vigilar de verdad los accesos, dejando un horario por la mañana para el acceso de los suministros. Y, el resto del día, solo servicios públicos y residentes. Con esa sencilla solución se resuelve el problema, apenas tiene coste adicional y estoy seguro de que la calidad de vida de los vecinos no se vería afectada. Al contrario.
Espero que los responsables de estas medidas den marcha atrás y rectifiquen. Ganaremos todos. Seguro.
miércoles, 7 de marzo de 2012
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