sábado, 31 de diciembre de 2011
Pornósticos
Lo que no me dice si es de verdad o una cosa llamada ironía.
Seré conciso
De todas formas, si la van a celebrar, que lo pasen bien. De corazón.
PS: Y sin acritud.
PPS: Malegra no ser el único. Su reacción tiene una lógica imbatible: la alegría obligatoria es molestísima.
Gracias.
viernes, 30 de diciembre de 2011
Popurrí de antes de fin de año
o-o-o-o-o
Día tontísimo. Dolor de cabeza. Triste. Destemplado. Enfadado. Y lo peor de todo, sin motivo alguno.
o-o-o-o-o
Siempre me salva la guitarra.
Correctores ortográficos
logar(1).
(Del lat. locālis).
1. m. desus. lugar.
logar(2).
(Del lat. locāre).
1. tr. ant. alquilar (‖ dar en alquiler).
2. tr. ant. alquilar (‖ tomar de alguien algo mediante pago)
Gracias a la rae por este descubrimiento.
Supermercaderías
O eso o estaba intentando ligar conmigo.
Dolor de cabeza
o-o-o-o-o
Ahora recuerdo por qué dejé de oír ciertos discos. Me gustaban, pero me acababan cabreando.
jueves, 29 de diciembre de 2011
Sentido y sentidos
o-o-o-o-o
Esto de no fiarse de lo que los ojos te muestran, unido a lo anterior y a la santa virtud de pensar mal y acertarás (o quedarse corto en el mejor de los casos) mina la ya de por sí escasa fe que tengo en el mundo.
¡Ay si yo encontrara una orden de clausura que permitiera acceso a Internet!
miércoles, 28 de diciembre de 2011
La hermandad de la bufanda del Ideal
martes, 27 de diciembre de 2011
Burdeos
Mientras miraba por el objetivo de mi cámara, pensando en cómo obtener la fotografía de mi vida, mis oídos dieron un paseo por el ambiente de alrededor. Y se posaron en su voz.
Ya la había visto otras veces, con más voz y menos lágrimas en los ojos, quizá del frío que tenía en la calle o quizá del que albergaría en su interior. Apenas un hilo de voz en un mar de indiferencia, de gentes que pasean felices, orgullosas de sus hijos, sus parejas...
La observé por un momento. Intentaba sacar de ella una canción, quizá un villancico, pero tan pronto como se ponía el micrófono en la boca, lo tenía que alejar. Miró al suelo, giró la cara hacia la izquierda y se enjugó una lágrima que caía por su mejilla con su desnuda mano derecha. Y entonces lo volvió a intentar. Pero la suave música enlatada que salía de su amplificador seguía tapando su voz.
Decidí alejarme pero, justo cuando pasé por su lado, una señora le dejó en su platillo de plástico unas monedas. Por un instante quitó la vista del infinito al que miraba y, muy suavemente, le daba las gracias a su más reciente benefactora. Ella la miró y le sonrió. Y puede que, desde ese momento, comenzara a cantar un poquito más fuerte.
La hermandad de la cámara réflex
Me alegra no ser el único, a pesar de lo que me dicen...
Preguntas musicales
De hoy, bueno, de mañana, no pasa.
lunes, 26 de diciembre de 2011
Días de Navidad
Hoy me he acordado de uno de ellos y he pasado gran parte del día con él, así como con un amigo suyo que he hecho un poco mío y al que, según dice Manuel Q. me parezco. Pudiera ser, puesto que siempre he sostenido la teoría de la gente semejante en lugares distintos, lo que explicaría por qué en una capital tan chic encuentro gente tan sospechosamente parecida a la de mi pueblo adoptivo.
Tras preguntar por lo que se conoce y describir lo que se desconoce, hemos paseado, comido y bebido entre consejos, risas y reflexiones serias. Creo que ya soy capaz de renunciar a tratar de levantar acta cibernética de todo aquello que trato con mis amigos en este blog, porque creo que he aprendido la lección más importante: Lo que vale no son las palabras concretas, sino el poso que se queda cuando, de camino a casa, el frío apenas te importa. Esa sensación que queda en tu corazón, ese haber vivido plenamente unas horas de tu vida, horas que han sido irrepetibles y que hemos tenido la suerte de vivir.
Por ello, muchas gracias.
Cuento de Navidad II
Vinieron entonces a mi más imágenes de la noche anterior cuando, al sonar tu canción favorita, saliste de la pista a recogerme e instalarme en el centro de la misma, comiéndome con los ojos mientras aproximabas tus brazos sin llegar a tocarme. Me desconcertabas en la misma medida en que me volvías loco. Y con eso estábamos jugando.
En un momento de distracción me escabullí para tomarme algo. Hablé un rato con algunos de nuestros acompañantes, preguntando educada y desinteresadamente por su quehacer diario, por sus importantes hazañas en pro de la reparación de las cuitas ajenas. Resultaba bastante cómico gritar mientras no te oyen, pero la verdad es que no me importa, uno ya está acostumbrado.
El tiempo pasaba y mi límite estaba ya cercano. Te acercaste a mí exhausta, cansada, y me pediste que te acompañara a casa. "¿Por qué yo?" se preguntaba con ironía mi cabeza. Por la calle arriba te hiciste la bebida y amarraste mi brazo a tu cuello, fingiendo bastante mal por cierto, pues atinaste con las dos cerraduras a la primera. Me preguntaba si me invitarías a entrar.
Y así lo hiciste. Sin darme tiempo para responder cerraste la puerta y me llevaste al saloncito, cuidadosamente ordenado para la ocasión. Me serviste lo primero que se te ocurrió y acudiste a tu cuarto a ponerte cómoda. Me senté en el sofá como un niño bueno a esperarte. Nunca pensé que la comodidad fuera tan escueta.
De lo demás poco recuerdo. Supongo que debimos beber algo más y que, en algún momento, perdimos la verticalidad. Después de amarnos debí abrazarte. Y así amanecimos, hasta que me desperté.
No te lo tomes a mal, pero hubiera agradecido un "te quiero".
Cuento de Navidad
Mi primera idea fue levantarme a tapar el rayo de sol que estaba a punto de rasgarme el ojo, pero entonces mi mente se puso a recordar. Recordé tu mirada cómplice un par de días antes, cuando me prometías algo que yo no estaba seguro de querer, pero que por mi tradicional comodidad tampoco rehusé. Recordé el mensaje con la cita, la hora y el sitio, que respondí con un lacónico pero efectivo "ok". Recuerdo no encontrar taxi camino de tu casa y llegar tarde. Curiosamente no te importó, creo que por primera vez desde que nos conocemos.
La cena transcurrió sin incidentes dignos de mención, cada uno en una esquina, sin hacernos caso pero sin perdernos de vista, vigilando cada uno de nuestros predecibles movimientos, sabiendo de antemano que tu pedirías vino y yo cerveza. Ni siquiera te importó que la camarera me merodeara más de lo que aconsejan las relaciones cliente-restaurador. Desde ese momento pensé en dejar de creerte. Y casi lo consigo.
Tras la tradicional confusión con el cambio, el variopinto y homogéneo grupo se deslizó hacia el lugar de moda. Con nuestra entrada en la boca, como perrillos llevando el collar con el que desean ser paseados, fuimos entrando uno a uno en el local. No había demasiada gente, pero a pesar de ello la música atronaba. Pasé mis primeros instantes meditando sobre en ello y en qué beber para no quedar demasiado mal ni tampoco pasar por un snob. Justo cuando iba a pedir, te acercaste y pediste justo lo que quería. Me acercaste la copa y te fuiste a la pista a bailar, sin dejar de mirarme con cada uno de tus lujuriosos movimientos de cadera. Decidí sentarme con un señor borracho con una conversación de lo más entretenida, tramando una estrategia para salir de allí. Aquello se empezaba a llenar de gente de forma peligrosa.
Algo debí hacer mal, porque el señor borracho se hartó de mi conversación y pidió amablemente un taxi. Pensé en acompañarlo, pero hubiera sido una crueldad por mi parte. En ese momento apareciste otra vez y me pediste que te acompañara fuera. Camino de la puerta sentí todas las miradas del local clavarse en mí mientras tu sonreías de forma burlona.
Axioma XIX
domingo, 25 de diciembre de 2011
Buscando unas palabras, encontré otras palabras
Navidad
Mensajes
Querido Papá Noel
sábado, 24 de diciembre de 2011
Nochebuena X
PS: Ahora que lo pienso, eso de Nochebuena X no pega mucho... O quizá si, por aquello de Papá Noel entrando por las chimeneas. Por cierto, qué gran argumento para una Nochebuena... X.
El Niño del Polinomio - Ejercicio de Arpegios
Nochebuena IX
Un soldado romano apunta con su lanza a su perro, que está tan quieto como su amo, ante el asombro de los viandantes. De repente, una voz ininteligible quiebra su calma, al igual que la de los negritos que alfombran las calles. Es la Policía Local que, diplomáticamente, hace la vista gorda cambiando el paso y la acera de su paseo. Quizá todos tienen derecho a su Navidad.
Pienso en fotos para días posteriores, para una mañana tan soleada como esta. Tan solo el eterno problema, el cable cabrón que estorba sin compasión.
Encamino mis pasos hacia mi casa. Cuanto más cerca estoy, las tiendas se cierran y la gente se difumina, dejando paso a los turistas impenitentes, a los viandantes forzosos y al frío, que aumenta su cuota individual a pesar del sol. Me sorprende ver bolsas de Los Italianos en pleno mes de diciembre, en pleno día de nochebuena. Tentado estoy de preguntar, pero cierta timidez me lo impide.
En la plaza se despiden cinco adolescentes. Sonrisas y caras coloradas no precisamente por el frío. Uno de ellos, avanzados unos pasos, lanza con fuerza una bolsa al aire para recogerla instantes después. Un momento antes, alcanza la categoría de "mono" y provoca el rubor de una joven rubia a la que no pongo cara.
Y, como la Navidad es mágica, por fin atraigo la atención de un amable repartidor de publicidad, que me ofrece tapas y cerveza a precio especial, a pesar de ir solo y despistado, protegido tras mis gafas de sol. Me doy por satisfecho con este inesperado regalo y vuelvo a casa feliz.
Abro la puerta. He llegado a casa. Es el momento de quitarme las gafas.
Nochebuena VIII
Una vez traspasado el improvisado zoco, me sumerjo en la carrera de la Virgen, distorsionada por la estufa de una señora que ofrece castañas. Los negritos alfombran la calle con sus genuinas imitaciones. Echo en falta el Belén del Corte Inglés, también la tradicional cola para entrar en el parking.
La gente pasea. Parejas jóvenes con bolsas que pasean agarradas de sus manos envueltas en guantes, demostrando un amor que poco importa a los demás viandantes. Familias con niños. Jubilados que forman corrillos de dos y hablan de sus cosas. Una joven, con un teléfono rosa, parece feliz en la conversación que mantiene. Nadie pasea solo, salvo un señor que me precede y yo, que me escondo detrás de mis gafas e intento recordar todo para luego contarlo.
Llego al río, y veo que en sus riberas no hay demasiado lugar para la esperanza. Hay gente que duerme en los bancos, que beben cerveza barata al sol. Están sin afeitar. Mientras la gente corre afanosamente relativamente cerca, para ellos parece que se les ha parado el tiempo, que ya está todo hecho, que ya han llegado a la meta. Que el mundo de la prisa es para ellos una estructura paralela.
Nochebuena VII
Una vez cumplido el encargo, mis pies deciden que es hora de pasear, de empaparse de esta ciudad que únicamente disfruto en vacaciones. Bajo camino de las calles del centro, llenas de gente que pasea. Las tiendas están llenas y las bolsas pueblan las manos de los viandantes. La calle Mesones es, a lo lejos, una multitud de cabecitas oscuras, llenas de prisa, de teléfonos y de urgencias de última hora. Al final, entre el barullo de gente, la música se hace un hueco. La gente se arremolina alrededor de un cuarteto de cuerda, que llena de notas y aplausos la fría mañana de diciembre.
Un poco más adelante, al sol de Puerta Real, un gorila se mantiene en el aire. Llama la atención de los viandantes y de una lotera que me ofrece lotería del niño y exclama "¡Mira el goril-la, en presona!" El cómo se sujetará hace que las mentes de los niños que lo rodean echen humo.
Sigo avanzando. Otra mimo saluda a todos los niños, pide trabajo para ella y pan para su niño, sin borrar la amabilidad y la sonrisa de su cara. Los niños la saludan y los padres miran un poco hacia otro lado. Y, a lo lejos y vestida de blanco, Sierra Nevada me deslumbra, aun estando parapetado tras mis gafas de sol.
viernes, 23 de diciembre de 2011
Declaración de principios
que nadie lo toque
que lo dejen tranquilo
y no lo provoquen...
jueves, 22 de diciembre de 2011
Despedidas
Suerte
martes, 20 de diciembre de 2011
Cena "End of Term"
- Saladitos del día anterior sutilmente manidos.
- Última loncha de queso de cabra "Between the Pines" con los bordes ligeramente resecos.
- Barritas de pan con pipas tenuemente revenidos.
Plato principal (o Main curse)
- Caballa en aceite de girasol.
Postre
- Antepenúltima pera helada.
- Yogur de soja y frutas exóticas a punto de caducidad.
Bebidas
Agua natural pasada por la nevera para que no esté tan fría.
3 De
domingo, 18 de diciembre de 2011
Fines de semana
Aún recuerdo aquellos años de academia, cuando los sueños cabían en una carpeta verde y los temas pasaban de mis manos a mis neuronas pasando por mis ojos. Años de plomo, de esperanza por la esperanza. Años de agonía, que proyectaban un yo adolescente hacia un yo adulto, que se presentó una fría tarde de febrero, justo aquél domingo en el que me di cuenta que la cena no se haría sola. Tanto fue el cántaro a La Zubia que se acabó rompiendo, manando de sus trozos el agua del agradecimiento por lograr el ansiado sueño.
Pero los quehaceres diarios a veces nos alejan de nuestros afectos, que no de nuestros recuerdos. Por eso hemos retomado este sábado la costumbre de que tu me cuentes y que yo te oiga. Que me diagnostiques y que me regañes, aun a sabiendas de que no te haré caso, porque soy muy cabezón.
No pararé nunca de aprender de ti. Un privilegio que nunca sabré como agradecer.
Shhhh... no se lo digan a nadie
sábado, 17 de diciembre de 2011
¡Oye...!
Recuerdo aquellos tiempos en los que el tiempo apenas duraba un rato, no como ahora que te vas a fregar después de ver la región que te interesa y, cuando vuelves con la menta poleo, el señor del tiempo sigue allí, como esperándote, contando sus rollos del canal visible y las alertas amarillas.
Apenas daban dos o tres temperaturas. Yo esperaba con ansia que salieran las de mi ciudad, por aquello del protagonismo provinciano, pero ahora con las teles autonómicas, locales y vecinales ya conocemos hasta la temperatura en el rellano del cuarto y la cosa ha perdido su gracia.
Pero siempre había un invariable, el anticiclón de las Azores. Siempre estaba ahí, como los leones del Congreso o la primavera del Corte Inglés. Pero de un tiempo a esta parte lo echo de menos. Bien es cierto que no veo nada la tele, y menos el tiempo, pero cuando lo hago nadie se acuerda de él. Eso si, venga alertas amarillas y naranjas. Caen cuatro gotas y ya es alerta amarilla y es como si se acabara el mundo...
Si alguien sabe algo, por favor que me lo diga. Tan solo me queda de él esta foto, en la que lucha a brazo partido con una incauta borrasca por la derecha mientras otra la espera a la izquierda pensando "Ven aquí que te voy a dar lo tuyo y lo de la isobara".
viernes, 16 de diciembre de 2011
Adivinanzas II
Soy grande. Soy gris miedo. O blanca. Blanca drácula, porque hiere a la vista. A veces me pintan de colores y las hormiguitas se me quedan mirando, sobre todo las ociosas o aquellas que necesitan algo de mí. O aquellos que me observan, porque les doy paz.
A veces estoy preñada de agua, o simplemente de aire. Y dejo caer el fruto de mi vientre sobre las hormiguitas, que se tapan para no ahogarse, que corren a refugiarse en sus casas. Yo no tengo ese problema, nadie me puede mojar. Por eso no tengo casa.
El viento me mueve. Me gusta viajar por el mundo, viendo a las hormiguitas hacer sus cosas de hormiguita, mientras yo avanzo lentamente por el aire, sin mas destino que morir desangrada por el dolor de mi parto.
Hasta ser tan pequeña que apenas ya me harán caso las hormiguitas, porque ellas serán más grandes que yo.
Viajes II
¡Quién pudiera guardar esos momentos! Cuando alguna idea surge en mi cabeza y sale de ella sin que la pueda atrapar entre las yemas de mis dedos y el teclado de mi ordenador. Ni siquiera tengo un papel o un lápiz para garabatearla, para que quede cautiva, como aquellas mariposas atrapadas por el peso del rocía de la mañana.
Y es que hay cosas que no se pueden atrapar. Hay cosas que deben ser libres, que debemos dejar nacer y partir de nosotros hacia otros aires, hacia otras mentes. No se puede atrapar un pensamiento, al igual que no se puede guardar la luz de un atardecer de diciembre.
Interviús
- Pues yo, normalmente, opino mu mal porque en estas fiestas todo el mundo el que más y el que menos vamos de viaje y...
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Malos ratos
Cuando se vive al límite, porque no se puede o sabe vivir de otra forma, una brizna de viento te puede empujar al abismo. Entre lágrimas me veo obligado a soplarlo, a alejarlo de mí. Pero soy consciente de que, a pesar de la dureza de la caída, ésta servirá para fortalecer su frágil corazón para que, cuando sea realmente necesario, esté preparado.
Pero, de todas formas, no es fácil soplar. Aunque haya que hacerlo.
martes, 13 de diciembre de 2011
lunes, 12 de diciembre de 2011
Carta abierta
Por la presente le manifiesto la disponibilidad de mis servicios. Le ofrezco hacer el mismo ridículo por la mitad de precio.
Suyo affmo.
Juan Fco Romero.
domingo, 11 de diciembre de 2011
Estudiando Inglés
"Most things in life are moments of pleasure and al lifetime of embarassment; photography is a moment of embarassment and a lifetime of pleasure"
Tony Benn. Politician.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Sumiller
Lo primero de todo es elegir la denominación de origen. Este año automáticamente me han dicho que compre un Ribera del Duero, con lo cual se facilita mi trabajo enormemente y no tengo que hacer el habitual Pito Pito Gorgorito que tanto mosquea al comprador que habitualmente se acerca a mí y que hace que salga disparado de mi lado.
Una vez localizados los vinos, me paseo delante de ellos, despacio, como si supiera de qué va la cosa. Elijo el más caro y leo la etiqueta. Recuerdo que la primera vez que lo hice elegí uno que ponía "Contiene Sulfitos". Pensé "Vaya mierda de vino que tiene que ser" pero cuando comprobé que todos tenían sulfitos cambié mi opinión y le dejé de dar importancia a los sulfitos, que por otro lado, a saber lo que son y para lo que sirven...
El caso es que sigo mirando y remirando. Me dejo seducir por los nombres, busco algunos que me suenan y, si no los veo, entonces pongo cara de severidad y de saber de qué va el tema y cojo dos o tres más. Me retiro un poco las gafas de los ojos y leo por encima de ellas, como dándome importancia. Normalmente es en este momento cuando algún despistado comprador se te acerca y observa o pregunta algo y es cuando lo tengo más difícil para salir del paso, pero con la experiencia que tengo suelo salir victorioso ya que, afortunadamente, el pobre pardillo que me pregunta siempre sabe menos que yo del tema vinatero.
Y, por último y mientras mi acompañante espera mi veredicto, de dirijo hacia una botella cogida anteriormente y digo "¡Éste!" con cara de satisfacción y haciendo hincapié en la tilde. Normalmente lo acompaño con el mismo gesto de seguridad que empleo cuando sigo al GPS pero yo no tengo ni idea de dónde estoy y me preguntan si vamos bien, pero con un matiz de roble en boca.
Este año he elegido un vino que tiene que ser la leche. Vale algo menos de 4 euros pero tiene doce escudos heráldicos en la etiqueta, cosa que siempre viste mucho. Creo que se llama "Doce Insignias" o algo así. Y, en efecto, las he contado y allá que están las doce. Supongo que, cuando se acabe el vino, con la botella podremos hacer un reloj o algo porque, la verdad es que la etiqueta es un primor y me da pena tirarla, sinceramente.
Y así ha concluido mi arduo trabajo de sumiller, hasta el año que viene. Por cierto, que yo me he cogido para mí doce cervezas. Por si acaso...
viernes, 9 de diciembre de 2011
Fondo de neurona
Daremos algo de tiempo a la cosa.
Pan. Come. Chocolate.
Luego, corrección de las manos a la hora de percutir. Acompañar a la gravedad y, posteriormente, corregirla para volver la baqueta a su lugar original, a unos centímetros de la caja. Parece que la mano derecha se desenvuelve bien, pero la izquierda está algo más perezosa, así que habrá que darle caña.
Pero lo mejor de todo, y lo más didáctico, ha sido lo del comer, pan y chocolate. Para explicar la diferencia de tiempos entre blancas, negras y corcheas, nada mejor que usar palabras de una, dos y cuatro sílabas para marcar el tiempo. Y así hemos estado probando un rato, además de con algún que otro ejercicio de calentamiento.
En fin, que ha sido muy interesante. Y me ha dado ánimos, dice que lo hago bien. Claro. Le he engañado un poco. No ha sido mi primer encuentro. Yo ya tenía mi propio maestro.
Sintaxis (pero con plaza de garaje)
jueves, 8 de diciembre de 2011
Aburrimiento y youtube
Que castigo tener que hacer exámenes y luego corregirlos. Si a mí lo que me gusta es dar clase...
miércoles, 7 de diciembre de 2011
La importancia del punto y aparte
martes, 6 de diciembre de 2011
Bancos
Veo la gente de la plaza. Antes la vi por la calle, paseand ocupada con bolsas de regalos. Las navidades se acercan y hay que pensar en el regalo para el otro, a veces querido, a veces convenido.
Veo la misma gente que en otros sitios, tan ajena a mi como siempre. Soy una cámara que los mira, que los analiza, no siempre con éxito. Hoy tengo ayuda. Pero no dejo de ser un esqueje, que caducara en unas horas, cuando vuelva a mi árbol, a mi bosque.
lunes, 5 de diciembre de 2011
domingo, 4 de diciembre de 2011
La judería II
Hace frío. No hay nadie por la calle, salvo mis acompañantes y algunas parejas que se apostan en las esquinas, atendiendo a sus obligaciones, que no entienden de horas, fríos y gente.
Camino un tanto exhausto, recordando viejos pasos por las calles de adoquines y muros de piedra. Calles de guerra para tiempos de paz. Imágenes de mi recuerdo asaltan mi espíritu en la noche, a las que intento dar forma. Pero el cansancio me lo impide.
Al doblar una esquina es el viento el que nos saluda, helando nuestras narices y entrando por las perneras de los pantalones. Es el mismo viento que arrastra los pequeños guijarros del pasado, desprendidos del suelo tras muchos años a él pegados y que, con su ruido, ahogan nuestros pasos en la noche.
Y también los furtivos besos en las esquinas.