lunes, 30 de abril de 2012
Ordenanzas municipales que podrían ser de interés
No se sí han salido a pasear por una gran ciudad los días de lluvia, especialmente por sus calles más concurridas. Miles de criaturas con sus paragüicas de acá para allá, como almas en pena, intentando llegar a su destino.
Como algunos de ellos son gente amable, levantan el paraguas para que su enfrentado momentáneo y compañero de chubasco no se moje. El problema es que el objeto de la acción sea también un caballero del paraguas, con lo cual se acaba mojando todo el mundo, para gran regocijo del observador neutral que se está tomando un té en el bar y que, el muy cabrón, lo que está haciendo el mojarse por dentro.
Es por esto por lo que propongo a los alcaldes de España y, por qué no, del extranjero y de allende los mares y océanos, que se dejen de tanta rotonda y tanta zona azul y otras gilipolleces y elaboren una ordenanza para que la gente que lleve paraguas no se moje, sobre todo para evitar el consiguiente coraje que ello produce.
Se podría deproponer, por ejemplo, que los portadores en paraguas negros tuvieran que lavantarlo siempre, sin que ello deba tener otras connotaciones. También la misma regla según el tamaño del mismo. Del paraguas, se entiende.
Desde este espacio yo lanzo esta propuesta, a ver si algún alcalde se apiada de sus conciudadanos.
Como algunos de ellos son gente amable, levantan el paraguas para que su enfrentado momentáneo y compañero de chubasco no se moje. El problema es que el objeto de la acción sea también un caballero del paraguas, con lo cual se acaba mojando todo el mundo, para gran regocijo del observador neutral que se está tomando un té en el bar y que, el muy cabrón, lo que está haciendo el mojarse por dentro.
Es por esto por lo que propongo a los alcaldes de España y, por qué no, del extranjero y de allende los mares y océanos, que se dejen de tanta rotonda y tanta zona azul y otras gilipolleces y elaboren una ordenanza para que la gente que lleve paraguas no se moje, sobre todo para evitar el consiguiente coraje que ello produce.
Se podría deproponer, por ejemplo, que los portadores en paraguas negros tuvieran que lavantarlo siempre, sin que ello deba tener otras connotaciones. También la misma regla según el tamaño del mismo. Del paraguas, se entiende.
Desde este espacio yo lanzo esta propuesta, a ver si algún alcalde se apiada de sus conciudadanos.
Nuevas experiencias culinarias
Hoy he comido por primera vez en un vegetariano. La verdad es que era un vegetariano un poco traidor, porque tenían pollo de segundo. Eso sí, con tomillo, para disimular un poco.
Nunca se para uno a pensar en que se pueda hacer una comida sin carne, sin ni siquiera el mal menor del pescado. Pero hoy ha quedado demostrado que sí.
El primer plato ha resultado de lo más tradicional, pues eran judías pintas con verduras. Lástima de tuper de bacon y chorizo ausente. No obstante, muy ricas con las espinacas. Hubiera mejorado con arroz. Lo sugeriré a la salida, y no me refiero a la camarera.
Pero la verdadera sorpresa ha venido en el segundo. He decidido dejar de lado la opción segura de los espaguetis a la crema de champiñón o del pollo para sumergirme en una nueva experiencia gustativa basada el el tofu. Un poco receloso al principio, al probarlo no he quedado decepcionado. Posiblemente, la pregunta que se harán será aquella de ¿A qué saben las nubes... Digo, el tofu? Pues, sí les soy sincero, no lo se. Pareciera una especie de queso de burgos, pero con más consistencia. El caso es que me lo he comido y, dos horas después, aún sigo vivo. Con lo cual ya sé que ni es venenoso ni soy alérgico. El plato venía acompañado de otras verduras y cus-cus, lo que le daba un toque étnico a la cosa.
Pero bueno, que se lo recomiendo. Por cierto, un McDonalds ¿No sabrán ustedes por donde queda, no?
Nunca se para uno a pensar en que se pueda hacer una comida sin carne, sin ni siquiera el mal menor del pescado. Pero hoy ha quedado demostrado que sí.
El primer plato ha resultado de lo más tradicional, pues eran judías pintas con verduras. Lástima de tuper de bacon y chorizo ausente. No obstante, muy ricas con las espinacas. Hubiera mejorado con arroz. Lo sugeriré a la salida, y no me refiero a la camarera.
Pero la verdadera sorpresa ha venido en el segundo. He decidido dejar de lado la opción segura de los espaguetis a la crema de champiñón o del pollo para sumergirme en una nueva experiencia gustativa basada el el tofu. Un poco receloso al principio, al probarlo no he quedado decepcionado. Posiblemente, la pregunta que se harán será aquella de ¿A qué saben las nubes... Digo, el tofu? Pues, sí les soy sincero, no lo se. Pareciera una especie de queso de burgos, pero con más consistencia. El caso es que me lo he comido y, dos horas después, aún sigo vivo. Con lo cual ya sé que ni es venenoso ni soy alérgico. El plato venía acompañado de otras verduras y cus-cus, lo que le daba un toque étnico a la cosa.
Pero bueno, que se lo recomiendo. Por cierto, un McDonalds ¿No sabrán ustedes por donde queda, no?
domingo, 29 de abril de 2012
Cosas que uno hace sin darse importancia (aunque luego lo llamen despistado)
Entrar en Loewe a comprar un chupa-chups Kojac.
Cosas que uno hace sin darse importancia (y sin la teoría de la relatividad)
Viajar en el tiempo para ver un musical.
Cercanías
Lo bueno de las grandes ciudades es que el transporte público funciona muy bien. Al menos es lo que un visitante ocasional percibe, quizá habría que preguntar a los usuarios más frecuentes. Por lo menos hay variedad y es rápido, no como en mi ciudad, que aparte de caro es malo de solemnidad.
Uno de ellos es el cercanías. Trenes inmensos que llevan a tanta y tanta gente todos los días, de casa al trabajo o al cine. Que los cambia de sitio por unos momentos. Siempre pienso en la cursilada de las vidas paralelas que coinciden por unos minutos y esas cosas.
Pero luego hay gente que hace del tren su modo de vida. Gente que pide un momento de atención y nos cuenta la historia de su vida, desgarradora a veces o increíble en otras ocasiones. Cuentistas profesionales o gente que lo ha perdido todo y que se traga la vergüenza para salir al medio del vagón e intentar sobrevivir un día más.
La reacción suele ser siempre la misma: mirar al infinito. Los viajeros del cercanías miran al infinito siempre que viajan solos. Quizá si van acompañados se permiten hablar, más fuerte cuanto más numeroso es el grupo. Pero pareciera una regla no escrita el no hablar. Al igual que el evitar siempre cruzar los ojos con otro viajero. Que no te miren que miras.
Al final de la actuación o del sermón se hace el silencio. Un silencio que se me antoja bastante incómodo. Nadie parece hacer nada ante la tragedia. Si acaso unas monedas y luego, partir rumbo a otra parte del convoy, esperando algo más de suerte. Es cuando suena la música y una voz nos informa de que la próxima parada es la nuestra.
Uno de ellos es el cercanías. Trenes inmensos que llevan a tanta y tanta gente todos los días, de casa al trabajo o al cine. Que los cambia de sitio por unos momentos. Siempre pienso en la cursilada de las vidas paralelas que coinciden por unos minutos y esas cosas.
Pero luego hay gente que hace del tren su modo de vida. Gente que pide un momento de atención y nos cuenta la historia de su vida, desgarradora a veces o increíble en otras ocasiones. Cuentistas profesionales o gente que lo ha perdido todo y que se traga la vergüenza para salir al medio del vagón e intentar sobrevivir un día más.
La reacción suele ser siempre la misma: mirar al infinito. Los viajeros del cercanías miran al infinito siempre que viajan solos. Quizá si van acompañados se permiten hablar, más fuerte cuanto más numeroso es el grupo. Pero pareciera una regla no escrita el no hablar. Al igual que el evitar siempre cruzar los ojos con otro viajero. Que no te miren que miras.
Al final de la actuación o del sermón se hace el silencio. Un silencio que se me antoja bastante incómodo. Nadie parece hacer nada ante la tragedia. Si acaso unas monedas y luego, partir rumbo a otra parte del convoy, esperando algo más de suerte. Es cuando suena la música y una voz nos informa de que la próxima parada es la nuestra.
Famosos
Lo bueno de visitar una gran ciudad es que la probabilidad de encontrarse con un famoso se incrementa. Desde que estamos aquí, nos hemos encontrado uno cada día. No les diré quienes eran y qué hacían vayamos a que me demanden, que con el añito que llevo voy bien servido, pero sí les diré que estaban haciendo cosas de lo más cotidiano, como coger un taxi o tomarse un té con un amigo.
Según creo recordar, leí una vez que los famosos tenían guardias, de forma que se tenían que organizar para no dejar Madrid desprovisto de celebridades, para que el nivel de glamour no bajara.
Bueno, pues esperaremos con inquietud al famoso de hoy.
Según creo recordar, leí una vez que los famosos tenían guardias, de forma que se tenían que organizar para no dejar Madrid desprovisto de celebridades, para que el nivel de glamour no bajara.
Bueno, pues esperaremos con inquietud al famoso de hoy.
sábado, 28 de abril de 2012
Hechos constatables
Cada día es más difícil mear en los bares. Al menos en lo que a la identificación de la puerta se refiere.
Rayaner
Hoy he tenido mi primera experiencia ryanair. La cosa es que antes de salir, mientras compras los billetes, ya comienzas a experimentar intensas emociones, como el hecho de tener que pagar hasta por entrar en la web. Pero bueno, todo sea por el turismo a buen precio. Por no hablar del proceso de facturación. Si fuera por ellos, tendrías que meter la maleta por el puerto usb del ordenador.
Una vez que tienes las tarjetas de embarque y estas en el aeropuerto, toca dejar la maleta, previamente certificada con un peso reducido y dirigirte hacia el control de acceso, donde con suerte te pitará el escáner y te cachearán. La pena es que no te dejan elegir quién ni, en caso positivo, intercambiar teléfonos.
Esta compañía no te permite elegir asientos a no ser que los pagues. Afortunadamente eso hicimos y allá que nos los encontramos, custodiados por una azafata con moño a lo hermana gilda. Supongo que en ese preciso momento comprendí que esa sería la única vez que sabría lo que es la clase business. Aunque bien es cierto que yo tengo la iberia plus y siempre que viajo me saludan muy cariñosos.
Pero, sin duda, lo mejor estaba por llegar. Sacar un billete no es sólo poder volar, es asistir a una teletienda, más bien airetienda, que sólo se termina cuando el piloto atisba la pista de aterrizaje. Que si la prensa, que si las colonias, que si los rascas para los niños pobres... La cabina se convierte en un ir y venir de frenéticas azafatas. Y no hay manera de que se callen.
Pero afortunadamente el piloto anuncia en un inglés de fórmula 1 que nadie entiende ni interesa la llegada al destino. Y cuando el avión posa las arruedas en el suelo, una fanfarria anuncia que han vuelto a ser puntuales. Y el sobresalto te dura hasta que coges la maleta y recorres una distancia equivalente a la volada en busca del metro.
Una vez que tienes las tarjetas de embarque y estas en el aeropuerto, toca dejar la maleta, previamente certificada con un peso reducido y dirigirte hacia el control de acceso, donde con suerte te pitará el escáner y te cachearán. La pena es que no te dejan elegir quién ni, en caso positivo, intercambiar teléfonos.
Esta compañía no te permite elegir asientos a no ser que los pagues. Afortunadamente eso hicimos y allá que nos los encontramos, custodiados por una azafata con moño a lo hermana gilda. Supongo que en ese preciso momento comprendí que esa sería la única vez que sabría lo que es la clase business. Aunque bien es cierto que yo tengo la iberia plus y siempre que viajo me saludan muy cariñosos.
Pero, sin duda, lo mejor estaba por llegar. Sacar un billete no es sólo poder volar, es asistir a una teletienda, más bien airetienda, que sólo se termina cuando el piloto atisba la pista de aterrizaje. Que si la prensa, que si las colonias, que si los rascas para los niños pobres... La cabina se convierte en un ir y venir de frenéticas azafatas. Y no hay manera de que se callen.
Pero afortunadamente el piloto anuncia en un inglés de fórmula 1 que nadie entiende ni interesa la llegada al destino. Y cuando el avión posa las arruedas en el suelo, una fanfarria anuncia que han vuelto a ser puntuales. Y el sobresalto te dura hasta que coges la maleta y recorres una distancia equivalente a la volada en busca del metro.
viernes, 27 de abril de 2012
Madrid
Cuanto más grande, menos uniforme. Pasea uno por calles que le suenan de verlas siempre en la tele, edificios que ven en fotos de libros, calles que se ven vacías, pero que en realidad están llenas de vida, de gente que pasea. Gente distinta, uniformemente distinta, que no se sobresalta por ello. Rockeros, gente mona, parejas que salen a celebrar que ya es viernes, gente que compra compulsivamente y turistas que pasean con la cámara al cuello, como orgullosos de ir despistados por una ciudad que no es la suya, proclamando que no les importa que les señalen por ello.
Allá de donde vengo eso no sucede. Lo distinto se ve con otros ojos. Quizá con rechazo. A veces pienso que con miedo.
Pero también tienen las grandes ciudades sus miserias. Gente que habla sola por las calles, gente que es transparente, quizá en un submundo que pasa desapercibido para el resto de los mortales. Pero que están ahí. Quizá es que no es suficientemente grande.
Allá de donde vengo eso no sucede. Lo distinto se ve con otros ojos. Quizá con rechazo. A veces pienso que con miedo.
Pero también tienen las grandes ciudades sus miserias. Gente que habla sola por las calles, gente que es transparente, quizá en un submundo que pasa desapercibido para el resto de los mortales. Pero que están ahí. Quizá es que no es suficientemente grande.
Viajes
Siempre ligo en los aeropuertos. No se como me las apaño, pero siempre ligo. Quizá sean mis comentarios ingeniosos sobre el overbooking, o las imitaciones de las señoras del mostrador, o que se equivocan en las salidas y tienen que pasar el control otra vez. Habrá que viajar más...
o-o-o-o-o
Aeropuertos cartujos.
o-o-o-o-o
Aeropuertos cartujos.
Dos de hoy
Darse de tortas y luego irse de cubatas.
o-o-o-o-o
No me gusta que me adulen, me da un poco de vergüenza. Me hace sentir incómodo. Uno, que es tan poquita cosa...
o-o-o-o-o
No me gusta que me adulen, me da un poco de vergüenza. Me hace sentir incómodo. Uno, que es tan poquita cosa...
Pre
Esta tarde es especial. De hecho, estos momentos son especiales. Se trata de los momentos pre. Momentos en los que la rutina se olvida de mí por unos instantes y me adentro en el terreno de lo desconocido, de lo aún por escribir sin un guión previo.
Yo, que son tan predecible y rutino-dependiente. Y tan feliz por perder eso de vista.
Yo, que son tan predecible y rutino-dependiente. Y tan feliz por perder eso de vista.
jueves, 26 de abril de 2012
Jueves noche
El vapor se eleva hacia arriba. Al igual que las palabras.
PS: Lo que pasa es que el vapor trasciende. Las palabras, no siempre.
PS: Lo que pasa es que el vapor trasciende. Las palabras, no siempre.
miércoles, 25 de abril de 2012
El ensayo
Cogí la llave, pero no abría la puerta. Claro, me equivoqué. Pero tampoco hubiera pasado nada, porque ella no estaba allí. Estaba en la sala del ensayo. Me di cuenta cuando quise entrar al aula de percusión por la otra puerta.
Y el caso es que allí la descubrí, detrás de la columna. Como esperando que llegara alguien, esperando que esta tarde alguien por fin le hiciera caso, pues mucho me temo que llevaba toda la semana huérfana de notas. Y entonces, aparecí yo.
Estaba perfectamente ordenada. Como nunca. Tanto que me dio algo de cosa mover los charles un poco, ajustándola a mi gusto. Pero, ante todo, uno debe estar cómodo. Encendí las luces adecuadas, saqué la partitura y las baquetas, y empecé por el final, concretamente por los tombs. Y allá que me puse con mis baquetas, intentando no cruzarme y respetar el orden marcado. Y creo que, en los más sencillos, lo conseguí.
Tras un buen rato de movimiento, paré para descansar. Y, a pesar de que la columna me tapaba, creí ver una sala llena de gente, de músicos tocando sus partituras, llenando el aire de la gran sala de notas. Músicos experimentados, músicos jóvenes, haciendo saltar de la partitura las notas que fueron en ella colocadas.
Pensé en la suerte que tenía en poder estar allí, en disfrutar por un rato de la sala donde nace la música. En la sala en la que comienzan mis sueños.
Y el caso es que allí la descubrí, detrás de la columna. Como esperando que llegara alguien, esperando que esta tarde alguien por fin le hiciera caso, pues mucho me temo que llevaba toda la semana huérfana de notas. Y entonces, aparecí yo.
Estaba perfectamente ordenada. Como nunca. Tanto que me dio algo de cosa mover los charles un poco, ajustándola a mi gusto. Pero, ante todo, uno debe estar cómodo. Encendí las luces adecuadas, saqué la partitura y las baquetas, y empecé por el final, concretamente por los tombs. Y allá que me puse con mis baquetas, intentando no cruzarme y respetar el orden marcado. Y creo que, en los más sencillos, lo conseguí.
Tras un buen rato de movimiento, paré para descansar. Y, a pesar de que la columna me tapaba, creí ver una sala llena de gente, de músicos tocando sus partituras, llenando el aire de la gran sala de notas. Músicos experimentados, músicos jóvenes, haciendo saltar de la partitura las notas que fueron en ella colocadas.
Pensé en la suerte que tenía en poder estar allí, en disfrutar por un rato de la sala donde nace la música. En la sala en la que comienzan mis sueños.
Dos lágrimas
Desde siempre me hablaron de ella como una mujer muy mala, a la que había que evitar. No hay nada tan excitante para el ser humano que las prohibiciones que se le hacen, sobre todo las más tajantes, sobre todo las que se hacen con el gesto grave del amigo que te aconseja. De nada sirvió, por supuesto.
Claro que en aquel entonces yo era un joven ávido de experiencias y de remar contracorriente. No haría caso de los consejos de los demás. Sorprendentemente, era lo más fácil, lo más inmediato, lo que menos problemas me causaría. Y quedé con ella un día en el parque.
Paseamos en silencio. Durante un buen rato llené yo la conversación. Hice chistes, preguntas triviales, preguntas severas, abrí mi corazón. Pero solo obtuve el silencio por respuesta. Y, al mirara, unos hermosos ojos verdes, de los que querían brotar dos lágrimas, se me grabaron para siempre en mi recuerdo.
Nuestros encuentros se fueron haciendo más frecuentes. Yo sentía cada vez más curiosidad, pero ella era un muro de silencio. La desazón me fue invadiendo poco a poco. Pero ella debió notarlo aquella noche cuando, justo al despedirnos, me dijo: "No quiero nada más que tu corazón"
La frase retumbó en mi cabeza de camino a casa, mitad amenaza, mitad salvación. Mis sueños me trajeron extrañas noticias y pensé que al día siguiente me despertaría como si todo hubiera sido un mal sueño, una jugada del subconsciente. Comprendí entonces los consejos y sentí miedo y algo de arrepentimiento.
Pero al entrar el sol por la ventana, te iluminó. Estabas a mi lado, profundamente dormida. Miré tu cara, tus ojitos cerrados, y vi brotar esas dos lágrimas que siempre estaban en tus ojos. Recorrieron despacio tu suave cara y se posaron junto a mi en la almohada.
Entonces comprendí que siempre estarías conmigo. Que siempre sería la soledad mi compañera.
Claro que en aquel entonces yo era un joven ávido de experiencias y de remar contracorriente. No haría caso de los consejos de los demás. Sorprendentemente, era lo más fácil, lo más inmediato, lo que menos problemas me causaría. Y quedé con ella un día en el parque.
Paseamos en silencio. Durante un buen rato llené yo la conversación. Hice chistes, preguntas triviales, preguntas severas, abrí mi corazón. Pero solo obtuve el silencio por respuesta. Y, al mirara, unos hermosos ojos verdes, de los que querían brotar dos lágrimas, se me grabaron para siempre en mi recuerdo.
Nuestros encuentros se fueron haciendo más frecuentes. Yo sentía cada vez más curiosidad, pero ella era un muro de silencio. La desazón me fue invadiendo poco a poco. Pero ella debió notarlo aquella noche cuando, justo al despedirnos, me dijo: "No quiero nada más que tu corazón"
La frase retumbó en mi cabeza de camino a casa, mitad amenaza, mitad salvación. Mis sueños me trajeron extrañas noticias y pensé que al día siguiente me despertaría como si todo hubiera sido un mal sueño, una jugada del subconsciente. Comprendí entonces los consejos y sentí miedo y algo de arrepentimiento.
Pero al entrar el sol por la ventana, te iluminó. Estabas a mi lado, profundamente dormida. Miré tu cara, tus ojitos cerrados, y vi brotar esas dos lágrimas que siempre estaban en tus ojos. Recorrieron despacio tu suave cara y se posaron junto a mi en la almohada.
Entonces comprendí que siempre estarías conmigo. Que siempre sería la soledad mi compañera.
La pregunta que me hacen
Cada vez que conozco a alguien, y tras coger un poco de confianza, un día, y de sopetón, siempre me escupen la misma pregunta.
Yo, muchas veces, no sé qué responder. Pienso en la respuesta, en la respuesta sincera que llevo dentro. Pero, entonces, me acuerdo de la frase de mi tía Carmen que decía "Al que quiera saber, ¡Mentira con él!" No es que busque mentir a la gente, pero es que la respuesta es tan incomprensible para el resto de los mortales que, normalmente, siempre respondo con alguna evasiva.
Aunque eso no siempre fue así. Recuerdo la primera vez que me preguntaron que yo, inocente, fui sincero en la respuesta. A cada palabra emitía mi receptor ponía una cara bastante rara. De modo que cuando mis frases completaron su cara de sorpresa, añadí un "¡es broma!" para tranquilizar a mi interlocutor y, de camino, despejé la conversación llevando la pelota a otro terreno. Así que, desde entonces, siempre me invento algo según la ocasión, persona y contexto. Que tampoco es plan de pasar por más loco de lo que es uno.
Claro que a veces digo la verdad y me quedo tan ancho.
Yo, muchas veces, no sé qué responder. Pienso en la respuesta, en la respuesta sincera que llevo dentro. Pero, entonces, me acuerdo de la frase de mi tía Carmen que decía "Al que quiera saber, ¡Mentira con él!" No es que busque mentir a la gente, pero es que la respuesta es tan incomprensible para el resto de los mortales que, normalmente, siempre respondo con alguna evasiva.
Aunque eso no siempre fue así. Recuerdo la primera vez que me preguntaron que yo, inocente, fui sincero en la respuesta. A cada palabra emitía mi receptor ponía una cara bastante rara. De modo que cuando mis frases completaron su cara de sorpresa, añadí un "¡es broma!" para tranquilizar a mi interlocutor y, de camino, despejé la conversación llevando la pelota a otro terreno. Así que, desde entonces, siempre me invento algo según la ocasión, persona y contexto. Que tampoco es plan de pasar por más loco de lo que es uno.
Claro que a veces digo la verdad y me quedo tan ancho.
Límites
Supongo que crecer y madurar, en la medida de lo posible, es acostumbrarse. Cuando se es adolescente y luego joven se ve la vida como algo maravilloso, lleno de experiencias todas estupendas y excitantes, como algo que se debe vivir al límite. Cada día debe ser el último y, por tanto, el mejor.
Yo reconozco que siempre todo eso me ha parecido una estupidez. Debo mencionar que lo decía con la boca un poco pequeña y mirando de reojo las vidas de los demás, por si acaso me equivocaba. Y, en cierto modo, hubo quien me quitó la razón. Aunque no por mucho tiempo.
Ahora, con algo de perspectiva sobre mi vida y la de los demás, he descubierto que la vida al límite que muchos me proponían no me interesa nada. Básicamente, porque se reduce siempre a lo mismo y humildemente creo que repetirse es una ordinariez, aunque sea la base de mi trabajo. Y he aprendido que mi felicidad está en las pequeñas cosas. En poder escribir algo todos los días, aprender algo nuevo, disfrutar de los momentos en los que hago o me hacen reír. Buscar ese momento para hacer algo que me gusta y luego compartirlo con otras personas que me cuentan su algo que les gusta. Pequeños momentos que, sin llegar a ser límite, hacen que mi felicidad siga sumando.
Yo reconozco que siempre todo eso me ha parecido una estupidez. Debo mencionar que lo decía con la boca un poco pequeña y mirando de reojo las vidas de los demás, por si acaso me equivocaba. Y, en cierto modo, hubo quien me quitó la razón. Aunque no por mucho tiempo.
Ahora, con algo de perspectiva sobre mi vida y la de los demás, he descubierto que la vida al límite que muchos me proponían no me interesa nada. Básicamente, porque se reduce siempre a lo mismo y humildemente creo que repetirse es una ordinariez, aunque sea la base de mi trabajo. Y he aprendido que mi felicidad está en las pequeñas cosas. En poder escribir algo todos los días, aprender algo nuevo, disfrutar de los momentos en los que hago o me hacen reír. Buscar ese momento para hacer algo que me gusta y luego compartirlo con otras personas que me cuentan su algo que les gusta. Pequeños momentos que, sin llegar a ser límite, hacen que mi felicidad siga sumando.
Encuestas sorprendentes
De cada 10 alumnos, 9 prefieren suspender por sus propios méritos que aprobar sobornando a su profesor.
o-o-o-o-o
De cada 10 alumnos que se copian delante del profesor, 11 lo negarán.
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De cada 10 alumnos que se copian delante del profesor, 11 lo negarán.
martes, 24 de abril de 2012
Poesía on the run (en clave de sol once more)
Me'sá rompío la cuerda
¡que dispación!
Me'sá rompío la cuerda
en el guitarrón.
¡que dispación!
Me'sá rompío la cuerda
en el guitarrón.
lunes, 23 de abril de 2012
Oníria
Los sueños, sueños son. Pero desconciertan un montón.
Esta mañana me he acordado del sueño que he tenido esta noche. Normalmente no me acuerdo, quizá es que mis sueños son tan malos como la programación en la tele, pero el de hoy sí.
Resulta que yo iba andando por la calle de la localidad en la que vivo y trabajo, aunque me recordaba vagamente a la otra localidad donde viví y trabajé y, de repente, al pasar por una puerta, una gallina un tanto deforme y de un color verde como este aparecía saliendo de una ventana. Realmente, sabía que era una gallina porque en sueño me lo decía (mis sueños deben tener subtítulos, o voz en off o algo) puesto que tenía una forma un tanto rara, como de loro, pero agallinado. También me ayudaba el hecho de que la cosa verde cacareaba. Bueno, sigo andando por la calle y la gallina me sigue, haciendo lo típico que hace una gallina verde siguiendo a un tío en un sueño.
Esta mañana me he acordado del sueño que he tenido esta noche. Normalmente no me acuerdo, quizá es que mis sueños son tan malos como la programación en la tele, pero el de hoy sí.
Resulta que yo iba andando por la calle de la localidad en la que vivo y trabajo, aunque me recordaba vagamente a la otra localidad donde viví y trabajé y, de repente, al pasar por una puerta, una gallina un tanto deforme y de un color verde como este aparecía saliendo de una ventana. Realmente, sabía que era una gallina porque en sueño me lo decía (mis sueños deben tener subtítulos, o voz en off o algo) puesto que tenía una forma un tanto rara, como de loro, pero agallinado. También me ayudaba el hecho de que la cosa verde cacareaba. Bueno, sigo andando por la calle y la gallina me sigue, haciendo lo típico que hace una gallina verde siguiendo a un tío en un sueño.
El caso es que llego a casa y mi madre me preguntaba por el animal. Me preguntaba de dónde lo había sacado, y le respondí que estaba en la calle y que me había seguido hasta casa. Mi madre se mostraba bastante incrédula por la respuesta y me obligaba a que reintegrara la gallina a su Statu Quo, quizá agobiada por la presencia de dos gatos en casa, aunque bien es cierto que en el sueño nadie era consciente de la existencia de la pareja felina.
Mientras divagaba en cómo me desharía de la cacareante gallina verde algo debió pasar porque desapareció todo y creo que el sueño se interrumpió. Quizá me caducó el euro que eché o, simplemente, mis sueños no dan para más.
He usado a Mr Google para saber las posibilidades de la ensoñación gallinácea, pero no me aclaran mucho, más que nada porque no cuadra del todo, básicamente por el color.
En fin, espero tener más noticias de la gallina esta noche.
domingo, 22 de abril de 2012
Héroes
No es la primavera propicia para ser un héroe, cuando el calor del sol empieza a apretar y las horas de luz desafían al reloj.
Por fin comprendiste lo trasnochado de tu papel, lo imposible de tus aspiraciones. Comprendiste que luchar ya no te servía de nada, cuando la partida no se puede ganar. La sombra de esa gloria que se busca y que creíste ver cara a cara no fue más que el espejismo de tu propia capa.
Es por eso por lo que la primavera te trae malos recuerdos. La primavera de antes de aquél verano, en el que el sol iluminaba tus días y la luna te acompañaba en las noches. Aquél tiempo que fue feliz porque realmente lo fue, pero efímero como el agua que se evapora por acción del sol, de ese sol que te engatusaba.
Por eso ahora prefieres el invierno, con su frío y sus nubes. Con sus noches cortas en las que la luna no siempre se asoma a ver cómo estás, porque se siente culpable, porque no es tan orgullosa como el sol y sabe que te hizo mal. Prefieres el agua pura que cae del cielo, o la nieve que tapa tus recuerdos, que los vuelve blancos y permite que te olvides de ellos por unas horas.
Claro que el invierno tiene días de sol, pero son los menos. Y oyes cantos de sirena, aunque sea en otro azul. Pero sabes que son mentira, porque remueven tus recuerdos entre la nieve. Aun así te gusta recibir la caricia del sol, quizá para recordar mejores tiempos. Quizá para que nunca se te olvide la herida que te hicieron.
Por fin comprendiste lo trasnochado de tu papel, lo imposible de tus aspiraciones. Comprendiste que luchar ya no te servía de nada, cuando la partida no se puede ganar. La sombra de esa gloria que se busca y que creíste ver cara a cara no fue más que el espejismo de tu propia capa.
Es por eso por lo que la primavera te trae malos recuerdos. La primavera de antes de aquél verano, en el que el sol iluminaba tus días y la luna te acompañaba en las noches. Aquél tiempo que fue feliz porque realmente lo fue, pero efímero como el agua que se evapora por acción del sol, de ese sol que te engatusaba.
Por eso ahora prefieres el invierno, con su frío y sus nubes. Con sus noches cortas en las que la luna no siempre se asoma a ver cómo estás, porque se siente culpable, porque no es tan orgullosa como el sol y sabe que te hizo mal. Prefieres el agua pura que cae del cielo, o la nieve que tapa tus recuerdos, que los vuelve blancos y permite que te olvides de ellos por unas horas.
Claro que el invierno tiene días de sol, pero son los menos. Y oyes cantos de sirena, aunque sea en otro azul. Pero sabes que son mentira, porque remueven tus recuerdos entre la nieve. Aun así te gusta recibir la caricia del sol, quizá para recordar mejores tiempos. Quizá para que nunca se te olvide la herida que te hicieron.
Nubes
Grises por la base y blancas en su cumbre. Nubes que se confunden con las montañas, haciendo que éstas sean simétricas, contando sus secretos al aire. Secretos que el viento llevará lejos de ellas, tomando su misma forma.
Algunas nubes, no sé si portadoras de esos secretos, adoptan la forma de las montañas. Se quedan clavadas en el cielo, dejando ver que hay algo que ocultar, pero sin saber el qué. Haciendo recordar, a quienes las vemos desde el suelo, que todos somos montaña. Pero que no tenemos nube.
Algunas nubes, no sé si portadoras de esos secretos, adoptan la forma de las montañas. Se quedan clavadas en el cielo, dejando ver que hay algo que ocultar, pero sin saber el qué. Haciendo recordar, a quienes las vemos desde el suelo, que todos somos montaña. Pero que no tenemos nube.
¡Truco! ¡Truco!
¿Seguirá respetando blogger mis trampillas para pasar desapercibido?
El jueves, si me acuerdo, lo sabremos.
sábado, 21 de abril de 2012
Sábado tarde, casi noche
Hay veces que uno tiene sueños. Y parece que esos sueños se van a convertir en realidad. Son tan vívidas las sensaciones que los dedos casi las alcanzan. Pero, en algún momento, se desvanecen.
Las cosas surgen así. Los momentos llegan y se van y lo propicio en este instante se convierte en imposible en el siguiente. Es la vida la que decide, con su caprichosa varita, el por qué de las cosas. Y así lo tenemos que aceptar.
Las cosas surgen así. Los momentos llegan y se van y lo propicio en este instante se convierte en imposible en el siguiente. Es la vida la que decide, con su caprichosa varita, el por qué de las cosas. Y así lo tenemos que aceptar.
Sábado tarde, casi noche II
He de admitir que me equivoqué. Y, al final, todo ha cambiado para que siga igual. O peor.
El alambre se estrechó aún más, pero ahí sigue el equilibrista, con su vara y subido en su triciclo, haciendo los mismos juegos malabares de siempre. Se quiere convencer de que hay red, aunque sabe muy bien que no la hay. Tampoco le importa, sabe bien que no se caerá.
El alambre se estrechó aún más, pero ahí sigue el equilibrista, con su vara y subido en su triciclo, haciendo los mismos juegos malabares de siempre. Se quiere convencer de que hay red, aunque sabe muy bien que no la hay. Tampoco le importa, sabe bien que no se caerá.
Saturday afternoon, casi evening
Tras el poleo, se pone uno en situación de presiesta. Todavía no ha llegado el calor, y uno se puede permitir el lujo de subirse a la terraza a que el sol le acaricie con sus rayos primaverales. Se saca la hamaca, se busca un libro (sobre geometrías no euclídeas mismamén) y procede a relajarse.
Pero, de repente, un grito rajao llena el valle del Darro. Se trata de mis queridos vecinos de la terracilla, que están en cambio perenne, pero que mantienen tradiciones como la barbacoa sabatina, caracterizada por su falta de habilidad en el encendido de los carbones y el consiguiente atufe a la vecindad.
Al menos hoy están siendo algo más torpes con el carboncillo de la barbacoa, pues por lo visto no se aclaran. Además, me tienen un trajín con un saco de patatas que ciertamente me preocupa, pero como yo no tengo que subir ni bajar nada, me quedo más aliviado. Aunque una papa asada sí que me comía yo ahora. Con un poquito de sal y pimienta. O con ali-oli...
En fin, que les aproveche. Y luego me quiero yo comprar una casa con terraza.
Pero, de repente, un grito rajao llena el valle del Darro. Se trata de mis queridos vecinos de la terracilla, que están en cambio perenne, pero que mantienen tradiciones como la barbacoa sabatina, caracterizada por su falta de habilidad en el encendido de los carbones y el consiguiente atufe a la vecindad.
Al menos hoy están siendo algo más torpes con el carboncillo de la barbacoa, pues por lo visto no se aclaran. Además, me tienen un trajín con un saco de patatas que ciertamente me preocupa, pero como yo no tengo que subir ni bajar nada, me quedo más aliviado. Aunque una papa asada sí que me comía yo ahora. Con un poquito de sal y pimienta. O con ali-oli...
En fin, que les aproveche. Y luego me quiero yo comprar una casa con terraza.
Innovaciones
Ya nos han cambiado blogger. Ahora se tiene uno que hacer a la nueva situación, a no encontrar las cosas. Como si hubiéramos cambiado de supermercado, aunque eso es algo que uno hace conscientemente.
Que manía de cambiar las cosas...
viernes, 20 de abril de 2012
Cabeza de chorlito
Puedo entender que me reduzcan el sueldo. Puedo entender que tenga que pagar parte de mis medicamentos o una cuota simbólica por ir al médico. Puedo entender que tengo, tenemos, que hacer un esfuerzo para salir de una situación difícil.
Lo que no entiendo y nadie me explica, y me temo que me quedaré con las ganas, es cómo hemos llegado a esta situación. Y por qué no se juzga y condena a los culpables.
Lo que no entiendo y nadie me explica, y me temo que me quedaré con las ganas, es cómo hemos llegado a esta situación. Y por qué no se juzga y condena a los culpables.
Empatía
Leo en la prensa la suspensión de la convocatoria de oposiciones en Andalucía, apenas a dos meses de que se celebren los exámenes. Y lo primero que se me viene a la mente es que este es un país de pandereta.
Con tal de hacerse la puñeta, las distintas administraciones hacen lo que les conviene, para que les voten (o les dejen de votar) sin importarles el esfuerzo que tienen que hacer los aspirantes a una plaza. Gente que estudia de sol a sol o bien que trabaja por la mañana y por la tarde, después de recoger los cacharros, se pone a hincar los codos. Lo sé muy bien, porque hace no mucho yo estaba como ellos. Con nervios, tensión, incertidumbre por saber si podría o no seguir trabajando en lo que realmente me gusta.
Primero unos, sacando una oferta de empleo a sabiendas de que se estaban colando y luego otros que, si tenían pensado recurrir, debieron haberlo hecho mucho antes, pues no se debe jugar a ser Dios. Ni tampoco con el sacrificio de los aspirantes.
Y aquí estamos, corriendo delante de la tijera. Y rezando para que no nos pinche.
Con tal de hacerse la puñeta, las distintas administraciones hacen lo que les conviene, para que les voten (o les dejen de votar) sin importarles el esfuerzo que tienen que hacer los aspirantes a una plaza. Gente que estudia de sol a sol o bien que trabaja por la mañana y por la tarde, después de recoger los cacharros, se pone a hincar los codos. Lo sé muy bien, porque hace no mucho yo estaba como ellos. Con nervios, tensión, incertidumbre por saber si podría o no seguir trabajando en lo que realmente me gusta.
Primero unos, sacando una oferta de empleo a sabiendas de que se estaban colando y luego otros que, si tenían pensado recurrir, debieron haberlo hecho mucho antes, pues no se debe jugar a ser Dios. Ni tampoco con el sacrificio de los aspirantes.
Y aquí estamos, corriendo delante de la tijera. Y rezando para que no nos pinche.
Rituales de viernes tarde
Me duermo conduciendo. Un día de estos la tenemos.
o-o-o-o-o
La ironía y las redes sociales, enemigas íntimas.
o-o-o-o-o
La ironía y las redes sociales, enemigas íntimas.
jueves, 19 de abril de 2012
miércoles, 18 de abril de 2012
Espacio-tiempo
Si con algo tengo problemas es con mi ubicación espacio-temporal. Quizá en estos momentos yo no debiera estar en mi casa, no sé si la de verdad o la de mentira, delante de la pantalla de este portátil, sino lejos de aquí, conduciendo en una ciudad extraña o viendo la tele en una aséptica habitación de hotel, desenvolviendo el bocadillo de gasolinera previamente preparado o buscando por calles desconocidas un lugar donde comer si es que mi vergüenza me lo permitiera.
Pero aquí estoy, poniendo por escrito aquello que he pensado y no he dicho, pues son realmente mis manos las que hablan, ya que mi boca decidió no decir nada de interés hace mucho. Y mi cabeza, o lo que queda de ella, tan solo es el viejo almacén donde se pudren mis ideas y recuerdos, donde no hay nadie que las ordene o, simplemente las desempolve y las lea.
Quizá soy un cobarde. Quizá sea un cobarde porque soy un presuntuoso, porque creía que realmente estaba todo hecho con tan solo ir y decir un par de palabras en inglés. Posiblemente me equivocara, pero eso ya no lo sabré nunca. O quizá aplace un año la incógnita, siempre que no caiga en ese bucle en el que parece que llevo toda mi vida.
Pero ha vuelto a suceder. Vivo con miedo. Vivo en la mentira. Vivo en el pensamiento de una estabilidad que solo yo respeto y que solo yo entiendo. ¿Qué necesidad hay en cambiar lo que funciona, aunque sea a golpes? ¿Por qué cambiar mi cómoda vida? ¿Por qué empezar otra vez de cero sin necesidad?
Quizá porque haya que vivir. Ya es lo único que me queda.
Pero aquí estoy, poniendo por escrito aquello que he pensado y no he dicho, pues son realmente mis manos las que hablan, ya que mi boca decidió no decir nada de interés hace mucho. Y mi cabeza, o lo que queda de ella, tan solo es el viejo almacén donde se pudren mis ideas y recuerdos, donde no hay nadie que las ordene o, simplemente las desempolve y las lea.
Quizá soy un cobarde. Quizá sea un cobarde porque soy un presuntuoso, porque creía que realmente estaba todo hecho con tan solo ir y decir un par de palabras en inglés. Posiblemente me equivocara, pero eso ya no lo sabré nunca. O quizá aplace un año la incógnita, siempre que no caiga en ese bucle en el que parece que llevo toda mi vida.
Pero ha vuelto a suceder. Vivo con miedo. Vivo en la mentira. Vivo en el pensamiento de una estabilidad que solo yo respeto y que solo yo entiendo. ¿Qué necesidad hay en cambiar lo que funciona, aunque sea a golpes? ¿Por qué cambiar mi cómoda vida? ¿Por qué empezar otra vez de cero sin necesidad?
Quizá porque haya que vivir. Ya es lo único que me queda.
Reuniones
Hacía mucho tiempo que no asistía a una. Y, para compensar, hoy tengo tres. Debe ser una de las circunstancias de ser bonito.
En cierto modo, las reuniones son cíclicas, pues según la época del año las temáticas se repiten. Quizá es en estas fechas es cuando se ve que el final del túnel está cerca, que casi se toca, pero todavía queda un poco y no queda otra que seguir palpando a ciegas.
Por cierto, que según se nos informa, los resultados son malos por todas partes. ¡Sorpresa!
martes, 17 de abril de 2012
Vacío
Hubo un día en el que cada despertar tenía un sentido. Cada día era un eslabón de una cadena, que se sabía finita, pero muy larga. El sol salía y se ponía, dejando paso a la luna que, aunque fuera nueva, iluminaba mis noches con el sueño que perseguía. Sueño que surgió aquél preciso día que no recuerdo, aquél día en el que, con muy corta edad, planifiqué mis días sobre este mundo.
Los eslabones fueron cayendo, uno a uno. Algunos con más facilidad que otros. Pero todos se fueron desprendiendo, dejando ver al hombre libre que surgió de aquél niño que se encadenó a un sueño que a base de trabajo, sudor y muchas lágrimas, alcanzó una tarde de julio.
Luego surgieron otros horizontes, otras metas que lograr y que se alcanzaron. Y, entonces, ese hombre se sintió vacío. Un vacío tan grande que no es capaz de rellenar, por más que intente taparlo con electricidad y corcheas. Un vacío que desconocía y que le destruye. Un vacío tan aterrador contra el que no sabe cómo luchar.
Precisamente él, que no ha hecho otra cosa en su vida.
Los eslabones fueron cayendo, uno a uno. Algunos con más facilidad que otros. Pero todos se fueron desprendiendo, dejando ver al hombre libre que surgió de aquél niño que se encadenó a un sueño que a base de trabajo, sudor y muchas lágrimas, alcanzó una tarde de julio.
Luego surgieron otros horizontes, otras metas que lograr y que se alcanzaron. Y, entonces, ese hombre se sintió vacío. Un vacío tan grande que no es capaz de rellenar, por más que intente taparlo con electricidad y corcheas. Un vacío que desconocía y que le destruye. Un vacío tan aterrador contra el que no sabe cómo luchar.
Precisamente él, que no ha hecho otra cosa en su vida.
lunes, 16 de abril de 2012
Perspectivas II
Pinta la cosa negra, y no es una cuestión de longitud, sino de fondo.
Uno, que es bienintencionado, cree que hay que sacrificarse cuando las cosas no van bien. Pero me gustaría saber la verdadera hondura del fondo y si se justifican las medidas que se están tomando por el hecho de que no hay quien llene ese pozo negro. Porque el sacrificio culpable se puede aceptar, y hasta se agradece, pero no el sacrificio sobrevenido.
La otra cosa que me gustaría saber es cómo se ha llegado a esto. Y por qué no se procesa a los responsables.
Uno, que es bienintencionado, cree que hay que sacrificarse cuando las cosas no van bien. Pero me gustaría saber la verdadera hondura del fondo y si se justifican las medidas que se están tomando por el hecho de que no hay quien llene ese pozo negro. Porque el sacrificio culpable se puede aceptar, y hasta se agradece, pero no el sacrificio sobrevenido.
La otra cosa que me gustaría saber es cómo se ha llegado a esto. Y por qué no se procesa a los responsables.
domingo, 15 de abril de 2012
sábado, 14 de abril de 2012
Tardes de abril VI
A veces la primavera es como el outlet del invierno: lluvias rebajadas de última hora a buen precio que, sin duda, siempre vienen bien.
o-o-o-o-o
Me alegra pensar que el invierno siempre está ahí. Acercarme al cristal del balcón del salón, tocarlo, y darse cuenta de que ahí fuera hace frío. Adivinar la lluvia en los faros de los coches cuando la tarde está cayendo. Ver correr a la gente con los paraguas. Apagar la luz a acurrucarme en el sofá o la cama, oyendo caer la lluvia sobre la terraza de arriba o el alféizar de la ventana. Pensando en toda esa prisa que causa la lluvia mientras yo intento sumergirme en mi mundo de sueños.
o-o-o-o-o
A veces pienso que escribir la forma de expresión más económica en lo que se necesita, pero la mas exigente en lo que resulta.
o-o-o-o-o
Me alegra pensar que el invierno siempre está ahí. Acercarme al cristal del balcón del salón, tocarlo, y darse cuenta de que ahí fuera hace frío. Adivinar la lluvia en los faros de los coches cuando la tarde está cayendo. Ver correr a la gente con los paraguas. Apagar la luz a acurrucarme en el sofá o la cama, oyendo caer la lluvia sobre la terraza de arriba o el alféizar de la ventana. Pensando en toda esa prisa que causa la lluvia mientras yo intento sumergirme en mi mundo de sueños.
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A veces pienso que escribir la forma de expresión más económica en lo que se necesita, pero la mas exigente en lo que resulta.
14 de abril
Sinceramente, no veo la diferencia entre monarquía y república. Se supone que con la segunda es todo más democrático y más higiénico, amén de más exento de disparos y accidentes pero, a fin de cuentas, no deja de ser un señor que representa un país, su cabeza visible, su personalización.
¿Que mas dará que sea uno u otro? A fin de cuentas, desde el punto de vista del gasto, a todos nos (les) gusta vivir como reyes, por muy republicanos que sean.
¿Que mas dará que sea uno u otro? A fin de cuentas, desde el punto de vista del gasto, a todos nos (les) gusta vivir como reyes, por muy republicanos que sean.
Tardes de abril V
Cada generación tiene sus símbolos, que la diferencian de las demás e impide ser descubierta.
o-o-o-o-o
Tarde gris y de viento. Con nubes y algo de lluvia. Como si el tiempo se afanara en recuperar las lluvias del invierno. Como si se hubiera dado cuenta de que no se debe perder el tiempo por lo que pudiera pasar en el futuro.
o-o-o-o-o
¡Quién fuera borrasca!
o-o-o-o-o
A veces intento mirar atrás sin acritud. Y alguna vez hasta lo consigo.
o-o-o-o-o
Tarde gris y de viento. Con nubes y algo de lluvia. Como si el tiempo se afanara en recuperar las lluvias del invierno. Como si se hubiera dado cuenta de que no se debe perder el tiempo por lo que pudiera pasar en el futuro.
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¡Quién fuera borrasca!
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A veces intento mirar atrás sin acritud. Y alguna vez hasta lo consigo.
viernes, 13 de abril de 2012
jueves, 12 de abril de 2012
Tardes de abril III
Por mucho que se intente, no se puede borrar lo que está grabado a fuego en el corazón.
miércoles, 11 de abril de 2012
Las puertas del cielo
Esta tarde, cuando paseaba por el boulevard, o la rambla que queda más agreste y apropiado, he visto que se abrían las puertas del cielo. No ha sido nada espectacular, pues es una simple corredera que se desplaza primero a la izquierda y luego a la derecha.
Las puertas del cielo son a rayas, de madera y plateadas, aunque supongo que será acero inoxidable, pues no está el cielo para muchos gastos, que la crisis es global aunque con sus peculiaridades locales.
En la puerta del cielo esperaba una furgoneta que, una vez abierta de par en par, ha entrado sin prisa pero sin pausa. Y, apenas entró el culo, las puertas del cielo se volvieron a cerrar, dejando ver otro coche y otra furgoneta, metidos bajo un techo de hojalata.
Las puertas del cielo son a rayas, de madera y plateadas, aunque supongo que será acero inoxidable, pues no está el cielo para muchos gastos, que la crisis es global aunque con sus peculiaridades locales.
En la puerta del cielo esperaba una furgoneta que, una vez abierta de par en par, ha entrado sin prisa pero sin pausa. Y, apenas entró el culo, las puertas del cielo se volvieron a cerrar, dejando ver otro coche y otra furgoneta, metidos bajo un techo de hojalata.
Tardes de abril
Esta tarde he sido convocado a una faxcinante reunión sobre el plan de centro de las escuelas de idiomas, sector alumnos.
Debe ser que la burocracia me persigue.
Debe ser que la burocracia me persigue.
martes, 10 de abril de 2012
Límite
Va a ser menester, tal y como está la cosa, de buscarse un cortijo y dedicarse a cultivar el agro, porque aquí va a acabar en paro hasta el apuntador.
o-o-o-o-o
Lo peor no es la sensación de pesimismo, sino casi tener la certeza de que aquí no hay nadie con ganas o ideas de sacar esto adelante. O si hay alguien, está escondido en algún lugar, bajo un árbol, leyendo un libro.
o-o-o-o-o
Lo peor no es la sensación de pesimismo, sino casi tener la certeza de que aquí no hay nadie con ganas o ideas de sacar esto adelante. O si hay alguien, está escondido en algún lugar, bajo un árbol, leyendo un libro.
lunes, 9 de abril de 2012
domingo, 8 de abril de 2012
Lo que se llama tener ojo
De los 52 estados de la unión fui a elegir el único más endeudado que mi país.
Domingo de Resurrección
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
Jn 20, 1-9.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
Jn 20, 1-9.
sábado, 7 de abril de 2012
Si a mi, las procesiones no me gustan
pero ver pasar por la Puerta de la Justicia a este paso es impresionante. Lástima que no haya vídeo, a pesar de que una vez se pudo ver en televisión.
Correspondencia
Carta de Farkas Bolyai a su hijo Janos tras una discusión del primero con Gauss sobre el postulado de las paralelas:
Te ruego que no intentes tú también luchar contra la teoría de las líneas paralelas. Perderías el tiempo y sus teoremas quedarían sin demostrar. Estas impenetrables tierras pueden derribar mil torres como Newton. Nunca se aclarará en la Tierra, y el desdichado género humano nunca poseerá en el mundo nada completo, ni aún en la geometría. Esto constituye una grande y eterna herida en mi alma... Por amor de Dios te ruego, olvídalo. Témelo como a las pasiones sensuales, porque lo mismo que ellas, puede llegar a absorber todo tu tiempo y privarte de tu salud, de la paz del espíritu y de la felicidad en la vida...
Por supuesto, su hijo no le hizo caso y alumbró una nueva geometría.
Cuando las rectas se vuelven curvas. Joan Gómez. RBA.
Te ruego que no intentes tú también luchar contra la teoría de las líneas paralelas. Perderías el tiempo y sus teoremas quedarían sin demostrar. Estas impenetrables tierras pueden derribar mil torres como Newton. Nunca se aclarará en la Tierra, y el desdichado género humano nunca poseerá en el mundo nada completo, ni aún en la geometría. Esto constituye una grande y eterna herida en mi alma... Por amor de Dios te ruego, olvídalo. Témelo como a las pasiones sensuales, porque lo mismo que ellas, puede llegar a absorber todo tu tiempo y privarte de tu salud, de la paz del espíritu y de la felicidad en la vida...
Por supuesto, su hijo no le hizo caso y alumbró una nueva geometría.
Cuando las rectas se vuelven curvas. Joan Gómez. RBA.
Dar vueltas
Asalta dos comercios con un cuchillo de grandes dimensiones
Asalta un comercio con dos cuchillos de grandes dimensiones.
Asalta dos comercios de grandes dimensiones con un cuchillo resultón.
Asalta un cuchillo de grandes dimensiones con dos comercios, uno en cada mano.
Dos comercios de grandes dimensiones asaltan un cuchillo. No hay heridos.
Asalta un comercio con dos cuchillos de grandes dimensiones.
Asalta dos comercios de grandes dimensiones con un cuchillo resultón.
Asalta un cuchillo de grandes dimensiones con dos comercios, uno en cada mano.
Dos comercios de grandes dimensiones asaltan un cuchillo. No hay heridos.
viernes, 6 de abril de 2012
Saeta VII
¿Qué es retórica?
Me preguntas mientras clavas en mi pupila
tu pupila azul
¿Qué es retórica?
¿Y tú me lo preguntas?
Retórica, ¡Eres tú!
Me preguntas mientras clavas en mi pupila
tu pupila azul
¿Qué es retórica?
¿Y tú me lo preguntas?
Retórica, ¡Eres tú!
Saeta VI
¿Qué es desubicado?
Me preguntas mientras clavas en mi pupila
tu pupila azul
¿Qué es desubicado?
¿Y tú me lo preguntas?
Desubicado, ¡Eres tú!
Me preguntas mientras clavas en mi pupila
tu pupila azul
¿Qué es desubicado?
¿Y tú me lo preguntas?
Desubicado, ¡Eres tú!
Silencio
Son las doce de la noche cuando la luz de una linterna asoma debajo de las campanas, en la torre de San Pedro. Dos tañidos de campana y la luz se apaga. Tan sólo se oye el silencio y el ruido del agua del río Darro, cuando se abre la puerta de la iglesia.
Sale la cruz de guía y, justo detrás, el ronco tambor que acompañará al cortejo durante su recorrido y que no dejará de tocar la misma melodía hasta que regrese a su casa, en San Nicolás. Un desfile de penitentes de negro comienza a salir de la iglesia. Algunos van descalzos. Otros, con cadenas y cargando cruces de madera.
Cuatro sencillos ciriales portan velas que anuncian la salida del paso, con la cruz doblada para pasar por el estrecho arco que lleva al atrio. Una vez fuera, la cruz se va levantando poco a poco, mientras las velas proyectan la imagen en la fachada de la iglesia y del convento de Zafra. En ese momento es cuando resuena el sonido del llamaor en el valle del Darro. Suena por tres veces. Y es entonces cuando el paso se levanta y los costaleros lo llevan a la Carrera, camino de Granada.
Desde el puente se ven las sombras reflejadas en las casas de la Carrera. Sombras de penitentes que avanzan despacio, escoltando la canastilla que tallaran las mismas manos que con el mismo amor me cuidaron durante tantos años. Muy despacio, pasa ante mí y oigo las órdenes del capataz, el suave arrastrar de los pasos y el ligero crujir de la madera. Pasa ante mi y veo la luna sobre la Alcazaba, iluminando la noche y el paso y pienso que no puede haber foto más bonita en el mundo. Es una foto que tengo siempre viva en mi mente.
Y es entonces cuando el capataz levanta el paso y se pierde de mis ojos, justo tras la esquina de la casa, camino de Plaza Nueva. Tan solo queda el sonido de los militares que lo escoltan, con sus fusiles al hombro.
"Cristo de la Misericordia, Granada te espera"
jueves, 5 de abril de 2012
Etimologías
Creer, del latín credere, de la raíz indoeuropea kerd, relativo al corazón.
Crear, del latín creare, de la raíz indoeuropea ker, relativo a la cabeza.
Crear, del latín creare, de la raíz indoeuropea ker, relativo a la cabeza.
Existencia / Creencia / Creación
A veces me basta con saber que las cosas existen, aunque no las vea.
A veces me basta con saber que algo se puede hacer, aunque no lo haga. Pero, ¿qué es lo que me impulsa a hacerlo, aun sabiendo que es factible y que, por tanto, no necesito hacerlo?
¿Quizá es que a veces somos creadores, y, por ser creadores, creemos?
A veces me basta con saber que algo se puede hacer, aunque no lo haga. Pero, ¿qué es lo que me impulsa a hacerlo, aun sabiendo que es factible y que, por tanto, no necesito hacerlo?
¿Quizá es que a veces somos creadores, y, por ser creadores, creemos?
miércoles, 4 de abril de 2012
Un nuevo amigüito
Hoy, tras mucho insistir, he hecho un nuevo amigüito. Abajo lo pueden ustedes ver, entre el desorden de mi mesa.
Desde hace mucho tiempo me vienen hablando de él. Yo, que a veces soy reacio a las nuevas amistades, me resistía. Incluso una tarde quise pasar un rato con él, pero la cosa no prosperó. Total, que no volvimos a llamarnos.
Pero ayer, preparando una pieza que ya toqué hace tiempo y que olvidé porque no me gustaba nada, me di cuenta de que era necesario. El paso de negras a corcheas y viceversa no lo tengo todavía muy interiorizado, así que, con un poco de vergüenza, lo llamé. Y, como no es rencoroso y ni siquiera necesita pilas para funcionar, respondió a mi llamada y he pasado la tarde con él. Despacito me ha ido guiando y creo que ya le he cogido el tiempo a la pieza.
Así que, desde aquí, mi reconocimiento. ¡Gracias amigo!
Desde hace mucho tiempo me vienen hablando de él. Yo, que a veces soy reacio a las nuevas amistades, me resistía. Incluso una tarde quise pasar un rato con él, pero la cosa no prosperó. Total, que no volvimos a llamarnos.
Pero ayer, preparando una pieza que ya toqué hace tiempo y que olvidé porque no me gustaba nada, me di cuenta de que era necesario. El paso de negras a corcheas y viceversa no lo tengo todavía muy interiorizado, así que, con un poco de vergüenza, lo llamé. Y, como no es rencoroso y ni siquiera necesita pilas para funcionar, respondió a mi llamada y he pasado la tarde con él. Despacito me ha ido guiando y creo que ya le he cogido el tiempo a la pieza.
Así que, desde aquí, mi reconocimiento. ¡Gracias amigo!
Aquellos maravillosos años
Han venido a visitarme en forma de foto. No recuerdo exactamente el como, pero acabamos comiendo en el chambao de la Mari, cuando que quedaran adolescentes para comer juntos no era tan cotidiano.
Era la prórroga de un tiempo que se acababa, que nos obligaba a elegir caminos distintos, por duro e inaceptable que eso fuera para nosotros en esa época. En realidad supongo que sería duro solo para mí, que era el sentimental y aún lo sigo siendo. Pero cada cual lleva estas cosas a su manera.
La foto parece de los años 70. Pero no, es de junio de 1996. Algo ha llovido desde entonces. Y tan sólo mantengo a dos personas ubicadas hoy en día.
De espaldas, Vela. A su lado, Pedro. Luego, mi buen amigo Victoriano, con quien tuve la suerte de compartir tiempo en los años posteriores y toque todos los días. A su lado no se quién está, pensaba que era Vela, pero Facebook me saca de mi error. Luego está Antonio, un gran amigo sin quien resultaría difícil explicar parte de mi vida.
Aparece también la Mari, la madre del Tato. Fue en ese año cuando murió su marido, justamente en ese lugar y en esa misma época. Lo que no recuerdo bien es si fue antes o después de esa comida. Luego está Reina, Galindo, un servidor (sin gafas ni tiza tras la que esconderse), Sergio y Escobar. Porque en aquella época nos llamábamos por los apellidos, quizá porque éramos menos cercanos, o por extensión del trato que nos daban nuestros profesores.
Examino en mi memoria los recuerdos de aquél día, pero no hay nada. Supongo que estaría intentando que el agua no se escurriera por entre mis dedos focalizando, como siempre, en la inminente desgracia antes que en disfrutar del momento. He tardado muchos años en aprender que el agua se escapa, por mucho que uno junte o apriete. Seguro que acabas tropezando y se te va la poca agua que has sido capaz de retener.
Supongo que lo pasaría bien. A fin de cuentas teníamos 16 años y con 16 años en aquella época no se necesitaban grandes cosas para ser feliz. Yo siempre tenía algo de complejo, por aquello de tener un año menos, pero hay que reconocer que, en esas épocas, uno o dos años menos se notaban.
Ahora que lo pienso, yo debo tener algunas de esas fotos. Recuerdo una que nos hicimos justo al lado de la tienda, sentados en las escaleras. Debería buscarlas. Pero, al verlas, no siempre acuden buenos recuerdos. Debería intentar bloquearlos. Y quizá buscar a toda esa buena gente, aunque sea simplemente por preguntar qué tal todo.
Sería cuestión de intentarlo. Al fin y al cabo, una vez fui jefe de extraescolares.
PD: Mientras escribo acabo de recordar quién es el desconocido con gafas, aunque no recuerdo su nombre. Repetía COU y, posiblemente, fuera de Marchena.
Saeta IV
A veces me pregunto dónde irá el río que, manso, discurre debajo de mis pies. Ese río que sé de donde viene pero tan solo me imagino dónde va pues se pierde serpenteando tras las montañas.
martes, 3 de abril de 2012
Virtualizando
Estoy haciendo, dentro de este marasmo de cursos en el que me he sumergido, uno de servidores en Linux. La verdad es que para una vez que sale un curso chulo da cosilla no apuntarse, aunque luego haciéndolo se sufra un poco. Pero aprender es sufrir. Si no, que se lo digan a los sufridos alumnos de la ESO.
Primero había que hacer una máquina virtual con el VirtualBox, cosa que tampoco tiene mucha historia. Y, luego, instalar el sistema operativo en la máquina creada. Al principio usé una distribución pensada para 64 bits, pero el ordenador me dijo que no, que eso era mu moenno y que me buscar otra, y opté por la Ubuntu Server de 32 bits, que apenas me dio problemas de instalación.
Así que una vez hecho todo quedaba configurar la red, cosa completamente lógica si lo que se quiere montar un servidor. Y en ello estoy, porque el VirtualBox dice que la wifi no funciona aunque en realidad funciona perfectamente. Es mas, le pregunto al propio sistema sin virtualizar y no la detecta, pero yo bien que navego. Pero eso es lo de menos, basta con conectarse con cable y todo resuelto. Cosa que, si se va a usar un servidor, es lo más normal del mundo.
Pero sin tener en cuen este escollo, resulta por otra parte que las IPs están rebeldes. No tengo muy claro cuál debe estar en cada sitio. Y, por tanto, el servidor sirve para salir y no para entrar, que debería ser lo suyo. Realmente es un servidor bastante cómodo, pues no sirve. Pero habrá que ponerlo a trabajar. A pesar de estar en vacaciones de Semana Santa.
El que las tenga, claro.
Primero había que hacer una máquina virtual con el VirtualBox, cosa que tampoco tiene mucha historia. Y, luego, instalar el sistema operativo en la máquina creada. Al principio usé una distribución pensada para 64 bits, pero el ordenador me dijo que no, que eso era mu moenno y que me buscar otra, y opté por la Ubuntu Server de 32 bits, que apenas me dio problemas de instalación.
Así que una vez hecho todo quedaba configurar la red, cosa completamente lógica si lo que se quiere montar un servidor. Y en ello estoy, porque el VirtualBox dice que la wifi no funciona aunque en realidad funciona perfectamente. Es mas, le pregunto al propio sistema sin virtualizar y no la detecta, pero yo bien que navego. Pero eso es lo de menos, basta con conectarse con cable y todo resuelto. Cosa que, si se va a usar un servidor, es lo más normal del mundo.
Pero sin tener en cuen este escollo, resulta por otra parte que las IPs están rebeldes. No tengo muy claro cuál debe estar en cada sitio. Y, por tanto, el servidor sirve para salir y no para entrar, que debería ser lo suyo. Realmente es un servidor bastante cómodo, pues no sirve. Pero habrá que ponerlo a trabajar. A pesar de estar en vacaciones de Semana Santa.
El que las tenga, claro.
lunes, 2 de abril de 2012
Segunda onomástica II
Mi querido Paquito volaba por las calles granadinas hasta llegar a su destino. Hemos accedido a la vivienda, previa visita a la vecina afectada, cuya tranquilidad era, cuando menos, sospechosa. Nos ha dejado un cubo y con él nos hemos ido a la zona catastrófica. Lástima de no llevar un bañador y un patito, pues la cocina estaba completamente inundada. De no estar recuperándome de un ataque de nervios hasta le habría sacado una foto porque el espectáculo era hasta bonito. Claro, esto lo digo ahora después de haberme duchado y estando delante del ordenador, con el cuerpo todavía en tensión tras la trapisonda.
En vista de que con un cubo no era posible el desalojo piscinil, me he acercado a la primera gran superficie que he pillado para adquirir un cubo y una fregona. Como dispendio consumista del día, y eso que todavía no había encargado las gafas nuevas, me decanté por un cubo con ruedas. Afortunadamente, estuve fino y cogí también el finstro para restregar la fregona. Para redondear la compra, me cogí también una botella de agua mineral, en lo que podría considerarse el gesto irónico del día. A la salida le conté a la señora cajera lo malas que eran sus bolsas y mi peripecia anteojil, no por nada sino por desahogarme un poco. Y la señora cajera casi me vende un seguro.
De vuelta al piso-piscina seguimos recogiendo agua de la cocina y luego pasamos a otras habitaciones, no tan inundadas pero con algo de agua. Acabamos de la faena y volvimos a casa, previo regalo a la inundada señora de la fregona, como compensación por las molestias. También tuvimos la suerte de recibir la visita del encargado de la empresa del agua que, como contribución a la causa, nos ha puesto una nota al lado del contador con la contundente frase "Por favor, no abrir."
La tarde transcurrió entre la elección de gafas en la óptica y la colgadura de tres nuevas pancartas en sendos balcones. Con lo que me gustan las escaleras...
Y, para colmo, hoy es el santo de mi segundo nombre y nadie se ha acordado de felicitarme...
En vista de que con un cubo no era posible el desalojo piscinil, me he acercado a la primera gran superficie que he pillado para adquirir un cubo y una fregona. Como dispendio consumista del día, y eso que todavía no había encargado las gafas nuevas, me decanté por un cubo con ruedas. Afortunadamente, estuve fino y cogí también el finstro para restregar la fregona. Para redondear la compra, me cogí también una botella de agua mineral, en lo que podría considerarse el gesto irónico del día. A la salida le conté a la señora cajera lo malas que eran sus bolsas y mi peripecia anteojil, no por nada sino por desahogarme un poco. Y la señora cajera casi me vende un seguro.
De vuelta al piso-piscina seguimos recogiendo agua de la cocina y luego pasamos a otras habitaciones, no tan inundadas pero con algo de agua. Acabamos de la faena y volvimos a casa, previo regalo a la inundada señora de la fregona, como compensación por las molestias. También tuvimos la suerte de recibir la visita del encargado de la empresa del agua que, como contribución a la causa, nos ha puesto una nota al lado del contador con la contundente frase "Por favor, no abrir."
La tarde transcurrió entre la elección de gafas en la óptica y la colgadura de tres nuevas pancartas en sendos balcones. Con lo que me gustan las escaleras...
Y, para colmo, hoy es el santo de mi segundo nombre y nadie se ha acordado de felicitarme...
Segunda onomástica
Nada hacía presagiar, cuando eran las once y pico largas de la mañana y dormía plácidamente en mi cama, abrazándome a la almohada a falta de mejores cosas que abrazar (aunque visto lo visto, mejor ansí) que el día de hoy sería de coco y huevo. Son días que vienen amanecen en felicidad y que, casi sin pretenderlo, se llenan de nubarrones de desgracia.
Me levanté fingiendo culpabilidad por la hora, desayuné, y me fui a la calle a revisar ciertos asuntos. Pero, justo cuando estaba en la cola del banco, una mariposa en forma de fontanero debió aletear y desencadenó la tragedia. Un piso inundado con amenaza de derribo de techo ajeno llamaba a mi teléfono móvil que intentaba relajarme en ese momento. De repente, la cola del banco se ralentizó. Los nervios me comían. Al final, la amable banquera decidió retirar el cartelito de fuera de servicio y atenderme. Apenas un minuto después ya estaba camino de casa con el paquete, postal, sin poner. Al llegar a casa me encuentro con un panorama desolador. Nadie sabe donde están las llaves (matarilerilerile) ni tampoco la que lo podría saber (matarilerilerón) que presumo que estará repartiendo ostias (literalmente) por el barrio, cual sacerdotisa en prácticas. Pero al quitarme las gafas de sol, descubro que las gafas no están. El paquete, postal, ha debido arañar la bolsa y la funda de las gafas, con ellas dentro, debió caerse en algún punto indeterminado de mi camino. En ese momento, y sin saber bien por qué, me ha invadido un histérico ataque de histeria que me ha hecho recorrer el camino inverso al banco y el de vuelta a casa, con infructuoso resultado.
Al llegar a casa, la persona que podía saber donde estaban las llaves (matarilerilerile) no solo no tenía ni idea de dónde podían estar, sino que se interesaba más por saber si había subido la palma que le tenía reservada el párroco, previo pago de su importe en donativo económico. Justo en ese momento, y como los buenos terremotos, he sufrido un segundo histérico ataque de histeria con fuerte aparato salibar que se ha detenido al aparecer milagrosamente las llaves. Y entonces nos hemos puesto en camino.
Me levanté fingiendo culpabilidad por la hora, desayuné, y me fui a la calle a revisar ciertos asuntos. Pero, justo cuando estaba en la cola del banco, una mariposa en forma de fontanero debió aletear y desencadenó la tragedia. Un piso inundado con amenaza de derribo de techo ajeno llamaba a mi teléfono móvil que intentaba relajarme en ese momento. De repente, la cola del banco se ralentizó. Los nervios me comían. Al final, la amable banquera decidió retirar el cartelito de fuera de servicio y atenderme. Apenas un minuto después ya estaba camino de casa con el paquete, postal, sin poner. Al llegar a casa me encuentro con un panorama desolador. Nadie sabe donde están las llaves (matarilerilerile) ni tampoco la que lo podría saber (matarilerilerón) que presumo que estará repartiendo ostias (literalmente) por el barrio, cual sacerdotisa en prácticas. Pero al quitarme las gafas de sol, descubro que las gafas no están. El paquete, postal, ha debido arañar la bolsa y la funda de las gafas, con ellas dentro, debió caerse en algún punto indeterminado de mi camino. En ese momento, y sin saber bien por qué, me ha invadido un histérico ataque de histeria que me ha hecho recorrer el camino inverso al banco y el de vuelta a casa, con infructuoso resultado.
Al llegar a casa, la persona que podía saber donde estaban las llaves (matarilerilerile) no solo no tenía ni idea de dónde podían estar, sino que se interesaba más por saber si había subido la palma que le tenía reservada el párroco, previo pago de su importe en donativo económico. Justo en ese momento, y como los buenos terremotos, he sufrido un segundo histérico ataque de histeria con fuerte aparato salibar que se ha detenido al aparecer milagrosamente las llaves. Y entonces nos hemos puesto en camino.
Refranes contrarrecíprocos
Definitivamente, a quien no madruga no solamente no le ayuda Dios, sino que lo putea un poquito.
domingo, 1 de abril de 2012
Saeta
Lo malo de la Semana Santa no es que esté sitiado por las procesiones, sino que hay que oír a los retrasmisores de la tele repetir los mismos lugares comunes de siempre.
Dudas diacríticas
Este preocupante dolor de cabeza que no es dolor, sino presión... No sé sus causas, no sé el tratamiento. Y tampoco sé como se irá.
Ahí está y tendré que convivir con él.
Ahí está y tendré que convivir con él.
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