domingo, 31 de julio de 2011

Benita XIII

No había nadie en la biblioteca. Cosa lógica por otro lado, porque era la hora de comer. Ni siquiera la chica responsable de la misma. Todo estaba apagado.

Dulce entró en la sala. Afortunadamente, el ordenador estaba encendido. Se colocó sus gafas, abrió el programa para editar textos y se puso a escribir, respondiendo una por una a las preguntas que le escribieron en aquella carta que recibió cierto tiempo atrás.

La repasó con mimo y la imprimió. Dobló la hoja cuidadosamente y la metió en un sobre. Disimuladamente salió de la biblioteca, dejándolo todo tal y como estaba antes de entrar, y se dirigió a la puerta de la residencia. En ese momento, Adela consultaba con el director el libro de visitas de esa semana. Al verla salir, se miraron y no dijeron nada. Quizá para evitar una respuesta desagradable. Quizá porque sabían el motivo.

- Esta vez ha tardado más en responder - dijo el director.
- Sí, la encargada de la biblioteca sospechaba -repuso Adela. Me ha costado mucho trabajo que dejara la biblioteca a la hora de comer para que pudiera entrar.
- No entiendo qué gana con eso.
- Yo tampoco, pero ya sabes cómo es.

Mientras, Dulce ya había llegado al buzón de la calle. Besó la carta, la introdujo dentro, y se fue a la pastelería, a tomarse un café con un merengue, como siempre que echaba una carta.

Caminos

A pesar de tu dolor, deberás hacer el camino solo. Nadie te puede ayudar en la tarea de descubrir lo que ya sabes por los demás. Solamente aprenderás cuando recorras el camino, sin más equipaje que tu mismo y más ayuda que al de tus cansadas piernas y agrietadas manos.

Entonces, y solo entonces, quedarán las enseñanzas grabadas a fuego en un cabeza. Y tu corazón se hará un poco más duro.

Nada volverá a ser como era. Maldecirás el orden natural. Y no te quedará otra que la resignación.

sábado, 30 de julio de 2011

Noticias

Gracias a los modernos medios de comunicación que tenemos, sabemos lo que pasa en cualquier parte del mundo, menos lo que sucede al alcance de nuestra mano.

¿Por qué?

No se cómo se puede llegar a esa situación. A tener que dormir en la calle, a perder tu familia y amigos. A perder tu trabajo, a ser parte del submundo. A ser objeto de burla y entretenimiento de los demás. A ser un saco que se puede golpear y rajar al antojo del primer impresentable al que se le crucen los cables.

Habrá quién, de alguna manera, esté predestinado a ello, habrá quien tenga mala suerte. Pero son cosas que pasan. Y, a veces, no se sabe por qué.

Quizá era un inmigrante que vino en busca de mejores condiciones de trabajo y, al final, se quedó en la cuneta por la crisis. Quizá era un buen hijo, pero un revés de la vida lo dejó durmiendo en un colchón a unos metros de donde yo maldigo a Vodafone por dejarme sin internet un día, mientras él se alegra de poder pasar una noche más a cubierto sobre un colchón lleno de mugre. Quizá tan solo es algo temporal, una mala racha. Es algo más joven que yo. ¿Por qué somos tan distintos? ¿Qué ha hecho mal? ¿Con qué culpa debe cargar?

A veces observo a la gente que vende pañuelos en los semáforos. Veo en sus caras sufrimiento, dolor, indiferencia, odio, resignación. ¿Por qué han acabado ahí? ¿Por qué ellos están fuera, pasando frío, mientras yo estoy en mi coche, camino de cualquier estupidez? ¿Qué pecado han cometido?

La angustia de no saber qué será de ellos al día siguiente, de buscar algo que comer, un sitio donde dormir. No te puedes fiar de nadie. Nadie ayuda a nadie, tan solo estás tú para apañarte y buscarte la vida. Todos los demás son tus enemigos.

Siempre me surge la misma pregunta: ¿Por qué?

Sigo dando vueltas...

...a lo sucedido esta noche. He buceado por la prensa local y no he visto nada, ni en papel ni en Internet. Según me han contado, los aburridos jóvenes localizaron a este chaval durmiendo en un colchón dentro de la casa, le tiraron papeles ardiendo y cerraron la puerta. ¡Qué gran ejemplo para nuestra raza! Menos mal que había gente que se dio cuenta y tiraron la puerta a patadas.

Me planteo varias cosas. La primera es cómo se puede tener la mala sangre de hacer daño de forma tan gratuita a una persona que no te ha hecho nada y que ha salvado de morir abrasado la casualidad de que otras personas estuvieran despiertas a esa hora. ¿Qué clase de rata abyecta, miserable y ruin hace daño a otra persona de una forma tan gratuita, cercana al homicidio? Gente como esa debería ser exterminada sin compasión, a ser posible de la misma forma en la que hacen sus "gracias".

Hemos preguntado por el chaval, pero no sabemos nada, salvo que suponemos que está en un hospital. ¿Cómo ha llegado a esta situación? ¿Por qué vive en esas condiciones? Lo único que yo sabía es que encontró cobijo en esas habitaciones desde hace algún tiempo. Alguna vez pasé delante de la puerta por la noche, pero nunca lo vi. Posiblemente habrá perdido todo lo que tuviera, mucho o poco, almacenado en la casa. No solo podía haber perdido la vida, sino que ha perdido aquello que allí tuviera.

Todavía tengo grabados en mis oídos sus gritos de auxilio. Gritos desgarradores, que te rompían el alma, que salían de lo más profundo de las entrañas. Eran como pedir ayuda sabiendo que nadie puede ayudarte, que nadie puede salvarte, que en el fondo estás condenado y no se puede hacer nada para evitarlo.

viernes, 29 de julio de 2011

Benita XII

La hora de la comida siempre era la hora de las confidencias.

- ¿Oye Benita? - dijo María - ¿Quién ha venido a verte? ¿Tu hija?
- No, es una vecina -respondió- La verdad es que la quiero como a mi hija. Bueno, en realidad, más.
- No digas eso - se sorprendió María- A los hijos hay que quererlos siempre.
- Los hijos son un atraso - terció Dulce - Esa suerte he tenido, que no he tenido ninguno. Tuve un marido y menos mal que lo perdí de vista.

María y Benita la miraron con cierto asombro. Toñi, que sabía de que iba la historia, seguía degustando la sopa sin preocuparse demasiado por la conversación. Tenía la excusa de su sordera.

- Bueno, los hijos no siempre salen bien - señaló María - Hay quien tiene suerte y quien no. Mírame a mí, yo no me puedo quejar, pero los tengo tan lejos que casi es como si no tuviera. Es como un empate que no sirve para nada y con el que bajan los dos equipos a la vez.

- Desde luego, María, me tienes unos ejemplos que me sientan de culo. ¿Desde cuando eres tú futbolera? - preguntó burlonamente Dulce.

- Desde que tú eres una cascarrabias.

Dulce torció el gesto. Benita miró a Toñi pero esta ya había pasado al filete con patatas, totalmente ajena a la conversación. Benita quiso en poner paz, pero pensó que sería mejor en otra ocasión.

- Yo creo que es normal que los hijos, cuando se casen, se olviden de sus padres - sentenció Benita - pero lo bueno es que tengo otra gente que también me cuida y me quiere y eso es lo importante. Las cosas no son siempre como uno quiere.

Dulce y María asintieron. Toñi ya estaba con la fruta cuando sus otras tres compañeras llegaron a ese acuerdo. Ventajas de la sordera.

¡Ayuda!

Serían las cinco de la mañana. Se oía una especie de forcejeo y a continuación un grito desesperado de ayuda. Al oír el nombre de uno de mis vecinos me asomé al balcón a ver qué sucedía. Un joven gritaba de dolor. En principio creí que le habían atracado, pero decía que algo le quemaba. Un taxista que pasaba por aquí se paró y empezó a tranquilizarlo.

Todos los vecinos poco a poco se fueron, nos fuimos, asomando. Llamadas a la Policía y Ambulancia. Primero llegan los policías locales, luego los nacionales. En principio hay algo de confusión entre ellos, pero desalojan los taxis y dejan sitio libre. Atienden al accidentado. Parece ser que está quemado. Sigue gritando. Exclama "¡Mis papeles! ¡Están dentro!" Una policía lo tranquiliza.

Una vecina chilla sin cesar. Sale fuego de la habitación donde dormía el joven, en una casa abandonada, muy cerca de la suya. Los bomberos están en camino. Un vecino aparece un con extintor.

Intentan aliviar al joven con agua para las quemaduras. Los vecinos forman una cadena y van llevando agua para apagar el fuego, que apenas se adivina salvo por una intensa humareda. El joven sigue gritando sin cesar. Debe tener el cuerpo quemado. Llegan los bomberos. Tranquilidad por una parte. Pero la ambulancia no aparece. Nos piden una sábana para el accidentado, bajo a entregarla y es entonces cuando se lo llevan. Tiene la cara quemada y la carne viva en la espalda. Sugieren que no se use la sábana y se llevan al accidentado a la ambulancia, que se queda en la entrada de la calle ante la imposibilidad de llegar a la misma puerta de la casa. La causa, el camión de bomberos se ha quedado atascado por culpa de un coche mal aparcado. Afortunadamente, no ha hecho falta su intervención.

Aprovecho para preguntar que ha pasado. Los vecinos de al lado me dicen que oyeron ruido y gritos. Por lo visto, mientras dormía en su improvisado refugio prestado desde hace tiempo, unos amables jóvenes que venían de divertirse pensaron que una agradable forma de acabar la noche sería echar algo ardiendo al hogar de este joven. Y eso hicieron. Afortunadamente ellos estaban despiertos y se dieron cuenta antes que nadie de lo que sucedía. Espero que los ideólogos de esta forma tan estupenda de acabar la noche tengan algún día una experiencia similar. O, por lo menos, una muerte lenta y dolorosa, acorde a lo cabrones que son.

Busco en la prensa noticia del suceso, pero no sale nada. Espero que el joven esté bien y se recupere pronto. Se lo deseo desde aquí.

Como en toda tragedia que se precie, siempre hay una gota de humor. Mientras todo esto sucede, uno de los salvadores no para de hablar por teléfono. No se a quién llamará a las 5 y pico de la mañana de la mañana, pero el interlocutor/a parece animado/a. Quizá para notificar algo relativo a un juego que se traían entre manos. Por lo visto, nosequién besó a nosequién, que es natural de Burgos. Seguiremos informando.

Noticias que parecen mentira y sin embargo son ciertas como la vida misma III

Leo hoy el periódico mientras se acaba de preparar la comida, puesto que el café ha sido esta mañana de efecto inmediato y me encuentro con una curiosa noticia.

Según leo, parece ser que en una ciudad de cuyo nombre no me acuerdo pero que seguro que no empieza por T se ha prohibido que las motos de color rosa vayan a más de 20 km/h, 10 km/h si la calle por la que se circula es estrecha. La medida aparece dentro de la ordenanza de tráfico que ha sido aprobada recientemente y con un largo e interesante debate entre gobierno municipal y oposición por un lado y el colectivo AMOR por otro.

Según el concejal de tráfico, Prudenci Empiés: "Un día vimos a un señor con una moto negra a toda leche por la calle y nos quedamos un poco embobados, pero detrás venía otro con una moto rosa, también a toda leche, y nos pareció algo impropio. Alguien que se compra una moto rosa no debe tener prisa, y por eso hemos limitado la velocidad a este tipo de vehículos. Afortunadamente, hemos encontrado el respaldo de la oposición, con lo cual esta iniciativa no se nos ha caído de espaldas"

Por otro lado aparece también el testimonio de la asociación AMOR, Asociación de Moteros Rosas, que manifestó que "Se trata de una fragante violación de nuestros derechos constitucionales que no estamos dispuestos a permitir. Lucharemos, las motos rosas también tienen espinas" señaló desafiante. Reunidos en asamblea ayer tarde deshojaban la posibilidad de manifestarse a una velocidad aún más reducida por las calles del centro de la ciudad.

En fin, esperemos que no tengan un pinchazo...

Cine de verano

Ayer vi "El Ángel Exterminador" de Buñuel.

Aunque ya me dijeron que soy tonto lo confirmé, el surrealismo no es para mí.

jueves, 28 de julio de 2011

El niño del polinomio: Para Elisa

¿ Quién se apunta...

...a ir a Noruega y robar algo?

Con algo de suerte, acabamos en la cárcel.

Mirando espero

Miro y remiro la suerte del día. Hay quien se queda cerca, hay quien se va lejos, hay sorpresas y cambios y hay continuidades más o menos esperadas.

Busco posibilidades para el futuro, todas igualmente tentadoras. Seguir siendo yo o pasar a un segundo plano más discreto, empezar otra vez quizá haciendo mejor las cosas aunque, conociéndome como me conozco, todo seguiría igual.

En la primera posibilidad el tiempo apremia, a pesar de las rebajas. He aumentado la base, tan sólo me hace falta el lugar idóneo.

Para la segunda posibilidad aún quedan dos años. Habrá que ver si es posible ir a donde se quiere o se piensa, si es que realmente se quiere o se piensa ir a esos lugares, cosa que habrá que decidir. En tan solo unos días, por supuesto.

miércoles, 27 de julio de 2011

Benita XI

El día de visita solía ser bastante triste para Benita. Su familia normalmente huía de la ciudad los fines de semana, que es precisamente cuando los residentes recibían a sus familias. Tampoco era nada nuevo. Mientras su familia se iba al recién comprado apartamento en la playa, ella se quedaba en casa, como un perro guardián, regando las cuatro macetas que le servían de coartada para quedarse.

Por eso se extrañó que, de repente, sonara el teléfono de su cuarto anunciando visita. Se arregló rápidamente y, al llegar a la entrada, divisó un cuerpo diminuto. Se trataba de su vecina Gracia.

Gracia era una chica argentina, que se vino a vivir a España huyendo de su país y de un novio demasiado celoso. Encontró trabajo de teleoperadora, pero un buen día se arrepintió de despertar a la gente de la siesta para ofrecerles cambiarse de compañía. Así que comenzó a hacer un curso de administrativa y consiguió trabajo en un banco. Tenía un contrato de prácticas, pero esperaba poder renovarlo. El caso es que ya encontraría algo.

Ambas amigas se conocieron una mañana. A Benita se le rompió una bolsa en el supermercado y Gracia impidió que un bote de espárragos de cristal se hiciera añicos contra el suelo. Se ofreció a acompañar a Benita a casa y acabaron tomando un café todos los fines de semana, aprovechando la soledad de Benita.

Se querían casi como madre e hija.

Música III

Recuerdo que el tiempo se medía en veranos. No recuerdo exactamente qué año, pero quizá fuera 1994. O 1995. Pero de lo que estoy realmente seguro es que era septiembre. La había estado viendo desde hacía bastante tiempo y esa sería la tarde apropiada. Acudía casi todos los días en peregrinación desde mi casa hasta el Continente para admirar sus líneas. Era una radio con dos pletinas y cd. No me podía creer que por fin pudiera comprarme una radio con cd. Y que pudiera copiar cintas. Y copiar cedés. Yo, con una radio con cd...

Así que me lancé con mi madre y allá que me la traje, en el autobús de la línea 10 hasta el Hipercor, donde me compré mi primer cd. "Turn It Upside Down" de Spin Doctors. Me encantaba aquél disco.

Llegué a casa y le hice un hueco en mi estantería. Sería la reina de mi cuarto, que cada vez era más pequeño por la cantidad de chismes que iba acumulando y porque su habitante humano seguía creciendo, pero que milagrosamente todavía cabe en una cama plegable de 80. No recuerdo las veces que oí el disco por primera vez.

Luego llegaron otros. Recuerdo un programa de Cadena 100, donde entrevistaban al cantante o compositor y podías oír gran parte de su disco. Eso sí que era publicidad. El siguiente fue "Songs of a Distant Earth" de Mike Oldfield. Recuerdo ir a comprar el disco a la tienda, pagarlo en pesetas, llegar a casa escondiéndolo para no ser censurado en los gustos musicales y abrir el papel transparente con el que venía envuelto. Abrir la caja por primera vez, oler el aroma de la tinta del libreto, ojear lo que traía. Sacar el disco con el mayor de los mimos y ponerlo en la pletina y dejarse llevar. Por supuesto con los auriculares, para no molestar y no ser censurado. Y así una y otra vez. Aún hoy en día me acuerdo de un disco y lo recorro de principio a fin, paladeándolo como los vinos viejos.

Fueron llegando más y más, descubrí lo que me gustaba y lo que no y siempre sentí pena por no ser capaz de hacer brotar de mi esa música. Aprendí a conformarme con disfrutarla sin fin, a ser un poco huérfano y a sentirme un poco mutilado musicalmente hablando.

Recuerdo las canciones talismán antes de los exámenes. Recuerdo los miles de cintas que grabé para mí y para los demás. Recuerdo aquellas canciones que sonaron en mis oídos por primera vez, que fueron como el primer beso, ése que dicen que nunca se olvida, y que me hicieron distinto a como era en el instante anterior de apretar la tecla en mi vieja radio.

Ahora lo recuerdo con claridad. Tenía 15 años.

Música II

Aquí.

Música I

Escucho música todo el día, no la escuche por años, cuando me pongo irresponsable lo hago compulsivamente, y este es un momento irresponsable, siempre han sido los mejores momentos de mi vida. Me acuerdo que el año 95 quizás mi año mas irresponsable, fue el año que escuche mas música, no tenía techo y tomando en cuenta que no existía internet masivo ni rápido que hoy te baja todo mediante un click, conocía bastante. En ese tiempo para la música había que caminar mucho, regrabar, robar cassette a tus amigos o en fiestas , comprar revistas underground , todo valía. Supongo que todo eso era igual a una especie de click del mouse pero más costoso. Como que todo en la vida se amaba más, ya que un cassette se dejaba en una repisa especial y no sólo se escuchaba se le miraba , aunque sé que la nostalgia es la morfina de los que no han sabido recibir su adultez con estoicismo, se debe reconocer que la nostalgia del futuro será más plástica . (Si la música venía en un LP aún mejor, pero no tenía tocadiscos, ¡Sí! ya sé , estos suenan incomparables pero además de encontrarlos pedantes mi fetichismo tenia límites : mi bolsillo)

Paisajes: Ordesa

martes, 26 de julio de 2011

Paisajes: Selva de Irati

Cosas que me cabrean mucho: la ITV

Es como una enfermedad anual que hay que pasar. Mi querido Paquito, mi fiel Ford Fiesta blanco, tiene que pasar la revisión. A pesar de su edad está prácticamente nuevo y hecho un chaval. Es casi como el vino, mejora con los años. Pero la pérfida administración automovilística me obliga a que lo revise anualmente, cosa que me parece bien, pero no de la forma que se hace.

El proceso es el siguiente. Recibes una carta de una señora que te dice que según sus archivos tu coche tiene que pasar de nuevo la ITV y amablemente te indica que pidas cita o por teléfono o por el internet, que es lo moderno. Cuando por fin encuentro un hueco en mi apretada agenda veraniega reservo la cita y procedo a llamar a mi mecánico, de quien me fío mucho más que de la itv, para concertar una cita y llevarle el coche.

Naturalmente los mecánicos, como especie aparte, tienen unos horarios de apertura inhumanos, concretamente las 8 y media de la mañana, por lo que me va a tocar un madrugón veraniego nada desdeñable para llevar el coche a revisar. Una puesta a punto y la luz de la marcha atrás, que ha decidido que deja de funcionar.

Una vez hecho eso, queda la segunda parte, que es llevar el coche a la revisión propiamente dicha. Es como unas oposiciones, que preparas con mimo y esmero y que, ya en el día del examen, esperas aprobar con nota.

El caso es que esperas a que te citen y, cuando oyes tu matrícula por el altavoz, ten diriges raudo a la línea que ten indican. Una vez allí, conoces a tu examinador, generalmente jóvenes, que te indican lo que tienes que hacer en cada momento. Se necesita especial destreza en atender a las instrucciones que te dan, especialmente cuando tienes que poner luces, intermitentes, limpiaparabrisas, claxon, etc, dada la velocidad a la que te las dicen. Además, siempre en el momento más inoportuno se te cala el coche, provocando la sonrisa del mecánico que te atiende, o directamente la carcajada si eres mujer porque, lamentablemente, el mundo de la automoción todavía no es coeducativo.

Luego te ponen en unos rodillos y empiezan a darle unos meneos al coche que no son ni normales. Sinceramente, no se qué puñetas ganan dándole tantos meneos al coche, pero bueno, si la Junta dice que son procedentes para la seguridad y la democracia, pues digo yo que estarán justificados y me someteré a ellos como ciudadano cumplidor que soy, o al menos que intento ser.

Una vez superados todos los meneos, te dicen que aparques y esperes el veredicto final. Éste es el peor momento, donde surgen las dudas y tribulaciones, cuando ves al empleado teclear con desdén y arrogancia en la terminal del final de la línea donde te has examinado. Y cuando ves que se dirige a la caja de las etiquetas del color correspondiente al año que viene sientes la alegría en tu interior. Has aprobado. Ya tan sólo queda oír la frase "Muy bien, todo correcto. Hasta el año que viene" y pagar los treinta y pico leros que te cuesta la broma. Porque no sé si se habrán dado cuenta, pero esto de la ITV es un negocio perfecto. Llegas, te dan cuatro meneos, pones dos intermitentes, vacías tus bolsillos y te vas.

Pues yo, qué quieren que les diga. Sinceramente, me fío más de mi mecánico.

Noticias que parecen mentira y sin embargo son ciertas como la vida misma II

Sigo leyendo el periódico, que no fomentando la lectura. La verdad es que uno no gana para sustos. Se trata de otra detención.

El sujeto en cuestión está acusado de robar aires acondicionados, pero de una forma un tanto peculiar. Por lo visto este caballero, cuyo nombre omitiré por caridad, se dedicaba a entrar en las tiendas durante el verano a marear a los dependientes con el propósito de disfrutar de forma gratuita del aire acondicionado de los comercios.

Según el mismo confiesa, y copio literalmente sus declaraciones, "Yo es que paseaba un día por la calle y veía que todas las tiendas tenían aire acondicionado. Como las puertas estaban abiertas, pues me ponía un rato en ellas a hacer como que miraba el escaparate, pero la verdad es que me llegaba poco fresco. Así es como se me ocurrió lo de entrar en las tiendas" dice esta auténtica mente criminal del siglo XXI.

Si seguimos leyendo, podemos ver que "Primero iba a grandes superficies, pero los guardias de seguridad se creían que iba a robar, por lo que tuve que dejar de ir, y me especialicé en el pequeño comercio, que es más cercano y amable"

En el juicio rápido, que tuvo lugar la semana pasada testificó una vendedora de "De Fon Jaus", de baja desde el verano pasado. Ésta atendió al condenado durante casi una hora. "Primero me dijo que quería contratar un pincho usb para el Internet, cosa que no me extrañó, pero al ver que cada vez preguntaba más y más y al hacerme repetir por tercera vez toda la retahila de tarifas de todas las compañías comencé a sospechar, por lo que activé el botón del cliente coñazo y se cursó aviso a la Policía, pero en un momento de distracción salió corriendo calle abajo y lo perdí de vista"

El juez ha impuesto una pena de dos veranos abanicando a los empleados y clientes de todas las tiendas donde haya actuado el acusado, para resarcirlos de los daños económicos y morales causados. El acusado, tras constatar que tanto el despacho de su abogado como los juzgados disponen de aire acondicionado, se ha mostrado contrario a la sentencia, ha comunicado mediante su abogado que la impugnará y anunció a los numerosos medios de comunicación allí congregados que: "Pienso llegar hasta septiembre, como mínimo".

Veremos qué desenlace tiene este curioso caso...

lunes, 25 de julio de 2011

Noticias que parecen mentira y sin embargo son ciertas como la vida misma

Leo la prensa esta mañana, justo despues de desayunar, y me encuentro con una noticia realmente curiosa. Por lo visto han detenido a un peligroso elemento, que se dedicaba a reventar las fotos de los turistas. Por lo visto, el tal señor merodeaba cerca de los futuros inmortalizados y, justo cuando veía que el índice apretaba el botón y el click se asomaba al tímpano del fotógrafo, se colaba tras el sujeto de la fotografía poniendo cara burlona y haciendo con ambas manos el gesto de la victoria. En ese momento y aprovechando el susto en el cuerpo del fotografiado/a, huía riéndose de sus víctimas.

Según leía más adelante, las reacciones de los inmortalizados eran variadas. Algunos, los menos, no le daban mayor importancia. Otros maldecían el por qué había tenido que arruinar una foto tan bonita. Pero hay quien se lo tomaba más a pecho. Me refiero los turistas orientales, que viajan por y para hacer fotos, y más ahora con eso de las cámaras digitales. Este despreciable sujeto causó más de una crisis de ansiedad en los visitantes del lejano oriente, especialmente en los más jóvenes, que no comprendían que pudiera existir semejante alimaña suelta en nuestras calles.

Con su detención todos podemos estar mucho más tranquilos. Yo, al menos, respiro aliviado.

Telecos

¡Qué maravillosas que son las telecos de España, que te cambian las condiciones de la tarifa como a ellas les da la gana y sin avisar! Menos mal que todavía hay competencia. Habrá que quitarse el vestido de rojo y ponerse uno de azul.

PD: Habrá que racionarse el Internet. ¡Dios mío, qué horror

Paisajes

Vengo del norte, donde todo es verde, donde las montañas se levantan imponentes y donde la nieve parece perpetua pero no lo es.
He descubierto paisajes llenos de vida, de agua, de animales de los que me hablaron los libros y que he podido ver de cerca, de tan cerca como ellos mismos te dejan.

Recorrí a pie caminos que antes pisaron mil botas, cansadas, alegres, pensativas. Botas que ya no están, botas que se rompieron, botas que aún no se han fabricado.

Recorrí en coche caminos que me han llevado a sitios lejanos, a sitios que nunca imaginé, pero que ya no escaparán de mi mente.

Volví a mi casa, seca, calurosa, dejando todo lo verde atrás. Me reencontré con el árbol seco y muerto de mi jardín, que me recuerda que lo que algún día fue vivo, hoy se yergue triste y solo en un jardín arrasado.

domingo, 24 de julio de 2011

Dolor de rodillas

Me duelen las rodillas, supongo que para celebrar la vuelta.

sábado, 23 de julio de 2011

Sábado

Este sábado de julio parece domingo de diciembre.

Cosas de las ubicaciones.

La palabra del día

Exento.
Este/a tío/a es un/a exento/a.

jueves, 21 de julio de 2011

miércoles, 20 de julio de 2011

Problemas estomakales

Tengo indigestionoak de letras k.
Endeluego esta gente ke raroak ke es.

martes, 19 de julio de 2011

Sofá

Estoy tumbado en un sofá. La orientación es distinta a la habitual, al igual que el sofá. Estoy a casi mil kilómetros del sofá, de mi sofá.

He pasado frío durante todo el día. No me acostumbro al norte, y eso que llevo pasando un par de años por aquí cierto tiempo y nunca acierta uno con la ropa.

Paramos a comer en el camino. Un restaurante regentado por una familia. Una señora de cierta edad nos prepara unas migas impresionantes, unas habichuelas que parecen mantequilla y un ternasco delicioso. Y de postre, cuajada.

Llegamos a nuestro destino. Nos recibe la lluvia y un cierto color gris. Hotel coqueto. Ampliamos vocabulario.

Me tumbo en la cama y en plena sierra navarra pongo una emisora de country por Internet. Todo me parece un poco extraño.

Doy un paseo, compro chocolate, descubro un frontón. Ducha, cena ligera y a dormir.

La palabra del día

Arratsaldez.
Esto me parece una arratsaldez.

Silencio

Son las siete de la tarde y sólo se oye silencio. Y una máquina a lo lejos que yo diría que es un tractor, pero tampoco lo aseguraria. Hay tres plantas en este hotel y en ninguna pasa nada.
La habitación es coqueta. Dos camas con colchas de pique. La ventana no tiene cortina, tan sólo dos contraventanas por fuera. Un balcón y una jardinera colgando por fuera. Con geranios que parecen del premio. O al menos eso creo.
El reloj da con una prisa impropia las siete. Me voy a explorar.

Hopper

Traduzca usted

Segunda parte

Salimos de nuestro primer destino. Esperamos lluvia pero el cielo está despejado, a ver que depara el día.
Banda musical de macaco. Poesía y rimas en estado puro. Pelos como escarpias. Emoción máxima. Gran sentimiento.

lunes, 18 de julio de 2011

domingo, 17 de julio de 2011

La palabra del día

Arremangarse.
Arremangate, que hace calor.

sábado, 16 de julio de 2011

La mala educación

Que estúpidas las series que, de niño, te dicen que todos somos buenos y todos somos amigos.
Quizá los estúpidos somos nosotros que nos lo creemos.
Como lo de la paz mundial...

Rodando

La cosa es sencilla. Hay guijarros en el sendero. Me resbalo. Intento equilibrar. El pie me baila dentro de la bota. El dedo gordo me choca con la parte delantera de la bota. La uña se me clava en la carne. Y veo las estrellas.

Mañana nublada

Segundo día. Vamos camino de nuestro segundo destino. Ayer fue tarde de reencuentros y cena en restaurante de señora un poco pesada. No me gusta que cuando ceno me den la tabarra con como está la comida, pero que se le va a hacer.
Tengo sueño. El dolor de cabeza va y viene. Y la gente habla raro en la radio. No parecen buenas perspectivas.

La palabra del día

Cazoletero.
Ese tío es un cazoletero. Siempre se está metiendo en todo.

viernes, 15 de julio de 2011

El día después

Llegamos tras un viaje infinito, pinchazo incluido. Cosas que pasan hasta en las furgonetas de estreno. Cena de tapas y a dormir. El piloto azul de la tele me relaja.
Desayuno y madrugón. Va a ser mentira eso de que las vacaciones son para descansar.
Esperando reencuentros. Tengo la inspiración al lado.

jueves, 14 de julio de 2011

Si es que van provocando...

Vas por la carretera, de viaje, para olvidarte de todo y...

Destinatarios concretos II

Paja, paja, paja y mil veces paja.
Enhorabuena, campeona.

La palabra del día

Saquito.
Que saquito mas bonico te has comprado.

miércoles, 13 de julio de 2011

Benita X

Mientras Toñi intentaba entenderse con la recepcionista sobre los tintes de pelo, se cruzó Dulce por el hall. Al verla, Adela la llamó. Había una carta para ella.

Su tradicional cara de pocos amigos cambió por un momento. Una sonrisa se asomó por un instante a su boca. La cogió, dio las gracias y se fue corriendo a su habitación, olvidando el paseo que pensaba dar en soledad.

Al llegar a su cuarto abrió el sobre, apretó los papeles contra su pecho y se dispuso a leer lo que con letra un tanto insegura allí ponía.

La batidora

Debido a mi reciente interés en las sopas veraniegas, he decidido adquirir una batidora de vaso para tal fin. Además, con ella también quiero hacer batidos, porque últimamente tengo una obsesión por hacer un batido de plátano que no es ni normal.

Total, que cojo mi coche y me acerco a un establecimiento de la capital, de nombre María Márquez, a ver qué me ofrecen. Aparco, paso la puerta y un montón de ruidos invaden mi cabeza. Le pido al guardia de seguridad que me indique dónde quedan las batidoras, momento de despiste que aprovecha un señor para mangarse indisimuladamente una tele de 42''. Cuando el vigilante se da cuenta, el afortunado poseedor de una tele gratuíta ya está en Sebastopol. Cuando se vuelve para dirigirme una mirada fulminadora yo estoy ya dirigiéndome a la zona en cuestión.

Al llegar repaso los precios e, instintivamente, me fijo en la más cara. Parece que le sale una pantalla de televisión que canta las bondades del aparato. ¡Qué maravilla! me digo a mi mismo con cara de asombro. Pero me doy cuenta después que la pantalla sale del expositor, no del aparato en cuestión, cosa que me causa una relativa decepción.

Un tanto desanimado y sin saber qué hacer decido, cosa rara en un hombre, pedir consejo a un vendedor/a. Me acerco al punto de información y me encuentro a una pareja de vendedores. El repasa el albarán y ella se lo come con la mirada. Le acaricia el cuello mientras él se hace el duro, muy en su papel de chico indiferente y frío. Y, en ese momento, viene a mi mente la imagen de la pareja de vendedores montándoselo en la línea de cajas, donde ella transforma sus gemidos en bips, como si cada arremetida de él fuera un código de barras pasado por el lector.

Interrumpo la escena de cortejo para pedir ayuda y ambos me fulminan con la mirada. Ya van tres con el segurata. Tras echarme a suertes indisimuladamente me acompaña el joven, mientras ella se va tras el vendedor de informática, con su perilla y su aire de romántico del siglo XIX. Al llegar delante de los aparatos en cuestión el vendedor me interroga sobre los usos futuros del aparato. Viene a mi mente una escena de La Guerra de las Galaxias, donde cada droide se pelea porque lo compren. Pareciera que toman vida, que salen bracitos implorantes de cada batidora. Pobres diablos...

Me muestra la importancia de las hélices de acero inoxidable. Asimismo, y para una correcta limpieza, me recomienda que elija una en la que el vaso sea extraíble, puesto que nunca se sabe cuando una bacteria rebelde se va a quedar en el vaso de la batidora, o incluso resguardado en la puntita de la hélice. Asiento con cara de preocupación y casi exclamo "Puñeteras bacterias... idos al infierno", pero una fuerza hace que me contenga. Y, por último, me indica que debo elegir una con versatilidad en las revoluciones, puesto que no se pueden batir a la misma velocidad todos los alimentos, para lo que me regala una guía explicativa y un imán-resumen para la nevera. Después de algunas cuestiones por mi parte y viendo que la vendedora no ha tenido suerte en la sección de informática, elijo uno de los modelos más caros para resarcir de las molestias al vendedor y me dirijo, feliz, a la línea de caja.

Desde luego, ¡qué bonito es consumir!

Complejos

No me entiendo en esos complejos que me dan de vez en cuando. Si, a fin de cuentas, tampoco somos tan distintos.

O quizá es que nos ocultamos.

Yo solamente voy a decir una cosa...

... que el Señor nos pille confesados.

martes, 12 de julio de 2011

Anuncios por palabras

Señor limpio y aseado busca señora aseada y limpia para hacer cosas capicúas.

Interesados llamar al...

o-o-o-o-o-o-o

Joven más bien poca cosa, paradito y feo busca chica para amistad o lo que surja.

o-o-o-o-o-o-o

Senderista dotado de buen palo busca chica para encontrar el sendero del mal.

Benita IX

Paseaba tan tranquilamente por el pasillo de la segunda planta cuando una voz la llamaba con insistencia. Era Toñi.

- Benita, hija, menos mal que te encuentro. ¡Que se me ha faratado la tele! Es que no se qué he hecho. Y ahora va a salir ese presentador tan guapo de las noticias y me lo voy a perder...

- Bueno, tranquila, no te preocupes. Yo lo intento, pero tampoco te fíes de mí. Venga, dame el mando.

Benita manipuló el mando con ilusión, pero aquello no hacia nada.

- Quizá que sea el cacharrillo chico negro, toma el mando hija - dijo Toñi dando una pista.

Benita siguió apretando botones, pero aquello parecía no inmutarse. Cuando, de repente, apareció algo en la pantalla.

- A ver -leyó benita ajustándose las gafas- grabar... radio... menú... ajustes...
- ¡Dale a menú a ver si sale qué comemos hoy! Desde luego, hija, como adelantamos con la tedete esa que ya se puede ver lo que se come y todo. Claro, con tanto Internet, ¡Ay, quién fuera joven y entendiera todas esas cosas!
- No, Toñi, yo creo que eso del menú es otra cosa. De todas formas le voy a dar.

La pantalla se tiñó de azul y la tele preguntaba ahora más cosas, como un detective ávido de saber la verdad.

- ¡Huy! Pues esto yo no sé lo que es. Pone ajustes iniciales ¿Sí o no? Y que le de a la tecla verde. Benita estaba cada vez más liada
- Pues tú dale, a ver qué pasa - dijo Toñi con espíritu aventurero.

La pantalla volvió al negro inicial. La cosa empeoraba por momentos y el tiempo para el informativo se escurría entre los mandos de la tele.

- Bueno -dijo Benita con ánimo constructivo - vamos a darle otra vez a menú, que parece que salen cosas ahí. A ver, a ver... configuración inicial hemos dicho que no... a ver esto de programación automática. Voy a darle a ver.

Entonces la pantalla se llenó de números y letras. Una barra aparecía y desaparecía. Benita y Toñi se miraron sin decirse nada, respirando al unísono durante unos minutos. Y, al cabo del rato, todo volvió a la calma. El ídolo de Toñi apareció en pantalla dando las noticias como si tal cosa.

Las dos amigas se abrazaron. Y, juntas, vieron las noticias, que les parecieron menos malas que de costumbre.

Destinatario concreto

PAJA

Deudas

Me está resultando difícil pagar mi encargo...

A quien corresponda

Ahora que parece que todo marcha según lo previsto es cuando lo puedo decir.

Desde hace un tiempo te vengo observando. Primero con curiosidad, luego con interés y, desde hace algún tiempo, simplemente te observo, que no es poco. Tú sabrás encontrar el adverbio que le falta.

Nos hemos odiado a conciencia, o al menos lo hemos intentado y creo que también nos lo hemos pasado bastante bien. Pero sobre todo hemos sido un apoyo mutuo, desde ni se sabe cuando. Yo, que soy muy de acordarme de fechas y detalles, no recuerdo el momento exacto ni las palabras exactas. Y lo mejor es que creo que a estas alturas poco importa.

Sabes que siempre me ha preocupado esa oscuridad intrínseca tuya, ese afán por la tristeza. No sé si es algo que nace de ti o algo impuesto por el entorno. Lo he intentado averiguar de muchas maneras y he fracasado.

Sí, he fracasado estrepitosamente en muchos aspectos sobre ti. Créeme que lo siento, pero es así. No se si de forma intencionada, o porque quizá me has conducido a ello. Pero tampoco creo que lo que importe sea el camino, sino el resultado.

Sí, en el fondo me has derrotado en esa lucha particular que desarrollamos desde hace tiempo. Al menos lo intenté. Pero eso es lo de menos. Es una derrota que no tiene ningún tipo de interés, puesto que a ti no te ha aportado nada y a mi me ha enseñado mucho más de lo que puedas imaginar. En cierto modo ya no soy el mismo.

Pero eso no es lo que me interesa. Me interesa tu tristeza, en la que sigues no se muy bien por qué. A veces tiendo a pensar que por comodidad, a veces tiendo a pensar que porque te gusta la imagen melancólica que gracias a ella proyectas. Pero de lo que todavía no te has dado cuenta es que dentro de poco tu mundo cambiará y no será el mismo. Las paredes de tu habitación caerán y te verás inmerso en una habitación casi infinita, donde muchas personas te observarán o te obviarán, donde tropezarás con los adoquines de la calle, donde los autobuses pasarán con cierta frecuencia y donde la lluvia te mojará de forma distinta. Y entonces te darás cuenta de que aquel poster que todas las noches veías acurrucado desde tu cama con el corazón triste y la pena en tu mirada y que reflejaba la imagen de tus anhelos y que te quitaba el sueño habrá desaparecido. Y se habrá convertido en una figura de carne y hueso que te amará con todas tus fuerzas justo hasta el momento en el que te arranque el corazón del pecho. Y cuando esto pase, a pesar de todo, no te importará. Porque ya no hay ni pared ni poster al que mirar. Ya no tienes habitación donde quepa tu tristeza.

Ojalá que caigan pronto las paredes de tu habitación. Pero, antes de ello, llénalas de las fotos de lo que te estorbe, que se pierdan cuando estallen los muros.

Empieza sin equipaje. No te va a hacer falta.

lunes, 11 de julio de 2011

Consejos para tocar la guitarra

Si le cuesta trabajo poner la cejilla, intente que le pique un mosquito, o cualquier otro insecto o animal que cause hinchazón, en la base del dedo índice.

Verá que bien.

Acordes II

Una vez que tienes construidos los acordes mayores y menores no queda más que construir los mayores con séptima mayor y menor para cada uno de ellos. Estos acordes añaden una nota más sobre los demás. Son una especie de agonías, como unos nacionalistas periféricos de la música que no se conforman con lo mismo que tienen los demás.

Para construirlos lo único que hay que hacer es añadir una nueva nota, un semitono menos para los séptima mayores o un tono menos para los séptima menores. La verdad es que encontrados y sabidos los mayores y menores es ir jugando. Y sabiéndose la posición de las notas en el mástil.

El caso es que ya he empezado a comprender por qué mi profesor ponía un acorde y no tocaba todas las cuerdas. Tocaba las que correspondían a las notas de cada acorde. Yo le preguntaba y no me respondía. Y ello me provocaba un estado de tensión que se me acumulaba en la espalda y luego me metía en la cama y no podía dormir. El caso es que ya lo he entendido. ¡Qué pillín! ¡Qué callado se lo tenía...!

Y así he pasado la tarde. Al fresco con los acordes. Y sin gastar un lero, que estamos en crisis.

Acordes

Si me dicen que esto de la música es tan entretenido no me lo pienso y me hago músico. La verdad es que es un entretenimiento perfecto para un verano en crisis. Estoy en mi sótano, al fresco, con mi guitarra, toda la tarde aprendiendo cosas. Que me pongo a las cinco y me dan las ocho y media y hasta se me pasa la hora de la horchata y no me doy cuenta.

Y barato, porque la guitarra la tenía muerta de risa en casa.

Hoy me he estudiado los acordes. Ya me sabía los mayores y menores. Por lo visto, son tres notas. La tónica, la tercera y la quinta. Si es mayor, la tercera está a dos tonos de la tónica y la quinta a tono y medio de la tercera, o a tres y medio de la tónica, ya como guste cada uno. Por ejemplo, si la tonica es Do (no voy a hacer el chiste fácil de que la tónica es chueppes) pues la tercera es Mi ya quinta Sol. Obviamente hay que saber que de cada nota a la siguiente hay un tono, menos de Mi a Fa y de Si a Do, que hay medio.

Si es un acorde menor, la cosa varía, pues la tercera está a tono y medio y la quinta a tres tonos y medio de la inicial, o a dos tonos de la tercera. Total, un lío.

Las cosas modernas

Dicen por ahí que todas las cosas ya existían desde siempre. Tan solo esperaban el momento adecuado tras una montaña.

Estaciones II

Ya siento que es tarde para según que cosas, pero es que mi estado de ánimo no da para mucho más.

Y es que tanto va el cántaro a la fuente, que acaba no creyendo nada, ni siquiera en uno mismo. La realidad que ven mis ojos no deja de ser una interpretación, una obra de teatro donde los actores van pasando y contando su personaje, mientras yo los observo con cada vez menos atención.

Ya he visto a muchos. Algunos han sido muy buenos, otros no tanto, pero al final más o menos acabas sabiendo que esto no es más que una inmensa representación donde cada uno juega su papel.

Lo mejor es huir de las tablas. Lo que no se es hacia donde...

domingo, 10 de julio de 2011

Estaciones

Me llaman desde la primavera. No saben qué hacer. Y yo, en mi papel de sesudo analista, intento dar respuestas. Ilusos...

La primavera transcurrió rápida e indiferente para mi. No me gustan las flores y el polen del campo me da alergia. Deseaba que llegara el verano, con la playa, la arena, los baños en el mar, tumbarme en la arena y sentir que la brisa del mar me habla, la tranquilidad del dolce far niente... pero he descubierto que centrarse en el futuro implica alejarse del presente.

Conozco otros casos de personas alejadas del presente, que pasaron por la primavera de muy distintas maneras. Y, ahora en verano, han debido adaptarse al calor de la estación. Todos lo hemos hecho como mejor hemos podido, pero luchar contra las estaciones pasadas no es fácil. Pero ya no se puede hacer nada y estudiar con el calor del verano es difícil. Pero no imposible.

A veces me arrepiento de mi apatía primaveral, pero supongo que las cosas no tienen por qué ser uniformes. Si así lo fueran no se sentirían tan especiales aquellos que se abandonaron a la primavera y ahora en verano cumplen sus faltas. Porque si algo tiene el verano es que es justo, cobra sus deudas por igual a todos. Sean del tipo que sean.

No queda otra que examinarse en septiembre. En vísperas del otoño...

No te lo pierdas

Yo dando consejos sobre ...

PS: Y que, por supuesto, no me aplico.

sábado, 9 de julio de 2011

Benita VIII

Se enteró bajando en el ascensor. Se lo dijo María.

- ¿Vas a venir al concierto?
- No sabía que hubiera un concierto. ¿Dónde es?
- Justo al lado. Anímate y vente. Vamos muchas de la resi. Después de desayunar, en la entrada.

A la hora acordada las cuatro compañeras salieron por la puerta verde de la residencia camino del teatro. El día era soleado, cosa importante pues era un concierto al aire libre. Un plan perfecto para un sábado por la mañana.

Pero, a pesar de todo, algunos nubarrones aparecieron en la mañana. Cometieron el error de sentarse justo al lado de una pareja joven con su hijo de corta edad. El niño resultó bastante inquieto y los padres, que estaban de fin de semana, se dedicaron a comer pipas con total desinhibición. Justo cuando comenzaba la tercera pieza, Dulce comenzó a refunfuñar en voz baja:

- Condenación de crío, la madre que te...

El niño seguía a lo suyo. Los padres, también. El enfado de Dulce seguía en aumento, cosa que manifestaba moviendo nerviosamente la pierna izquierda, la más cercana a los distrayentes, y con unos refunfuñamientos que tomaban cada vez más espesor y fuerza. María, que se dio cuenta, sugirió a Benita acercarse a ver a una amiga suya que había localizado en el otro extremo del anfiteatro. Y, agarrando a Toñi del brazo, desaparecieron sigilosamente.

En ese momento, cuando la orquesta más a gusto estaba con la interpretación y el director se agitaba sin parar a punto de alcanzar el climax musical, una voz paralizó al público y ejecutantes, que se quedaron sorprendidos y sin saber cómo seguir.

- La madre que te parió, niñico. ¿Es que no te han enseñado a comportarte? ¡Claro! ¿Cómo van a enseñar a comportarte si tienes esta calamidad de padres que se ponen a comer pipas en un concierto? ¡Vayanse a la porra y quédense allí! ¡Cenutrios! ¡Qué pena de abortos que se perdió su madre!

Durante los segundos posteriores a su regañina el niño miró a sus padres y luego a Dulce. Su cara estaba roja. Los ojos parecían salírseles de las cuencas. El niño dudaba qué hacer. Miró de nuevo a sus padres y al público en general. Al final, y tras una última mirada a la cara de Dulce, el niño decidió que lo que procedía era una hábil estratagema de retirada y comenzó a berrear. Sus padres, rojos como tomates, comprendieron la idea, lo cogieron en volandas y desaparecieron ante la mirada atónita de todo el mundo, incluidos los músicos, que lo único que hicieron fue levantarse, saludar con la más rápida de sus reverencias, y un tanto temerosos, salir por piernas de aquel lugar.

- Bueno, María, ¿y tu amiga?
- Me parece que me he confundido. Las cataratas me juegan muy malas pasadas.
Y con un guiño de ojo todo estuvo dicho.

Desvalido

No puedo vivir sin ti. Hoy lo he comprobado. Y ha sido hoy cuando has impuesto tu terrible tiranía sobre mí.

Has estado toda la tarde jugando conmigo, como un muñeco de trapo, como lo que te gustaría que fuera. Un ser inanimado, como tú. Al menos, no tendré nunca tu frialdad y crueldad.

Me dominas. Gobiernas mis manos. Me obligas a ir rápido y a cometer errores. Cada golpe tuyo sobre mis oídos es una tentación para alejarme de ti, para romper cada uno de los eslabones que me atan a ti. Pero no puedo. Te necesito. Y lo sabes.

Nunca te enamores de un metrónomo. Te romperá el corazón. Y las muñecas...

Escalas III

Sigo con mis desventuras solfeísticas. Hoy con piano incluido. El tema de las escalas está completamente aclarado, gracias a mi hermana y al piano. Y el tema del metrónomo, que me tenía muy preocupado.

Ha sido una breve introducción teórica al mismo, pero ha sido muy productiva. He cogido prestado su metrónomo, lo he puesto en 120 y a cada clack del mismo, una nota dentro de los ejercicios de coordinación que encontré en Internet y que me están siendo muy útiles. No se si estará bien, pero por lo menos mucho no meto la pata. Y supongo que lo que queda será repetir y repetir y repetir.

Paciencia. A fin de cuentas, en algo hay que entretenerse. Por lo menos, espero que me sirva para algo...

Lo que queda después

En cuanto a la admiración de tales discípulos hacia sus maestros no sólo no decrece a lo largo de su vida, sino que se acrecienta en ellos con los años, incluso cuando esos alumnos llegan a superar a sus maestros en saber o en la consideración de las gentes, y jamás se olvidan de citarlos con un hondo sentimiento de afecto, aun cuando el nombre y la obra de esos maestros apenas signifique ya nada para nadie.

Vía

¿Aforismo? ¡Este mismo!

Los seudónimos son como los cuernos. Solo los entiende quien (se) los pone.

viernes, 8 de julio de 2011

Benita VII

Benita salió, como cada mañana, a comprar los encargos al mercado. Pensó en preparar un estofado de carne, de esos que le salían tan buenos. Tan solo esperaba tener suerte y comprar un buen trozo de carne para tal menester.

Al llegar a su carnicero se encontró justamente con lo que quería. Pero tendría que esperar. Había mucha gente.

Poco a poco los clientes se fueron y quedó la carnicería para ella sola. Pero al ir a pagar se encontró que no tenía dinero. Al decírselo al carnicero, le arrancó la bolsa de las manos con muy mal gesto.

Un tanto extrañada, pues era su carnicero de toda la vida, volvió a casa por dinero. Pero la llave no abría. Probó con todas, pero ninguna era. Llamó a su vecina, pero no le abrió.

Muy nerviosa y sin saber qué hacer decidió buscar a su hija. Cuando salió a la calle vio como salía de un coche. Corrió a su encuentro, pero no se dio cuenta de que otro coche salía del aparcamiento del bloque.

Todo transcurrió en una milésima de segundo. El coche la levantó unos metros y cayó al suelo. Sobre su cuerpo inmóvil su hija lloraba y se lamentaba.

Fue entonces cuando se despertó.

Sí y no

Realmente esto de escribir es una liberación

o-o-o-o-o-o

Realmente esto de escribir es una esclavitud.

o-o-o-o-o-o

Realmente esto de escribir es como la cocina. Lo peor no es escribir. Lo peor es pensar sobre qué escribir.

o-o-o-o-o-o

Realmente esto de escribir es como confesarse, pero sin sacerdote. Aunque no se si tendrá la misma validez.

o-o-o-o-o-o

Realmente esto de hacer una serie...

Escalas II

Esta tarde he hecho un descubrimiento guitarrástico sin precedentes en la historia de la Música. Y no digo esto para darme pisto, que también, sino porque he descubierto yo solito, y sin ayuda de nadie, la escala en do mayor en la guitarra española. Hecho este que ha sucedido cinco segundos antes de que me diera cuenta que la tenía apuntada en mi desordenada libreta de apuntes guitarrísticos.

Pero el caso es que he sabido, a partir de mis conocimientos de solfeo, sacar la posición de las notas e ir haciendo la escala. Ayer me busqué unos apuntes por internet con la escala de do en varias posiciones, pero la relativa a los primeros cuatro trastes no me gustaba. Así que con las notas de la guitarra y sabiendo que detrás del do viene el re y así sucesivamente he construido yo mismo la escala. Pero como he dicho antes, la tenía apuntada dentro de una escala en la menor. Con lo cual la emoción me ha durado poco. Qué rápido se pasa la alegría en la casa del pobre.

De todas formas ya voy empezando a cogerle la forma a esto de la guitarra. Para irme afianzando me he aprendido una regla memotécnica con las notas de las cuerdas de la guitarra pulsadas al aire. A saber: MI LA RE SOL SI MI. MI LA, de la famosa presentadora. RE SOL donde echo gasolina y SI MI de sí, mi amor, para ir practicando para futuras coyunturas.

Luego me he puesto con las escalas. La de do no tiene problema, pero la de la menor... empiezas en la y de ahí para arriba hasta que acabes. Pero al intentar hacer la escala al revés diciendo las notas... se hace uno un poco de lío. Y digo yo, ¿no se podrían haber puesto las notas por números? ¿No quedaría mejor, un poner, un tres mayor que un mi mayor? Yo es que pienso en mi y pienso en algo pequeño. Musicalmente hablando, claro, no se vayan a pensar otra cosa. Sería mucho más fácil, 1-2-3-4-5-6-7-8-7-6-5-4-3-2-1. Y escala hecha sin más chorradas.

Lo que yo les diga. Ganas de complicar...

Mentiras y gordas

Lo de los animales de compañía. No están para que te acompañen, tú estás para acompañarlos a ellos.

jueves, 7 de julio de 2011

Benita VI

Después de comer no le apeteció encerrarse en su habitación. Buscó la biblioteca y se encontró con un periódico del día. Lo cogió ávidamente, aunque sin saber por qué. No sabía nada de política, ni nada de economía, ni de cultura. Si acaso algo de fútbol. Y de Nadal. Estaba enamoradita de Rafa Nadal. Más de una noche soñó en que era su nieto y venía a casa a cenar con su novia. Y ella le preparaba croquetas. Lo que daría por prepararle a Rafa Nadal una fuente de croquetas...

Buscó una mesa para sentarse y encontró una al lado de la ventana. Las nubes se habían levantado y el sol invitaba a salir al jardín. Preguntó si podía sacar el periódico y, con él debajo del brazo, salió buscándo la pérgola del jardín.

Los bancos estaban ocupados, pero encontró una silla plegable que colocó al lado de una señora que no parecía enterarse de nada. Tenía los ojos cerrados y la boca abierta, una expresión un tanto cómica que hacía sonreír a todos los que pasaba.

Se remangó un poco la falda, para que el sol calentara sus medias, y empezó a pasar páginas, poniendo caras de sorpresa y preocupación y meneando la cabeza con con energía para que pareciera que la cosa le importaba. Pero, al llegar a la página 35 su corazón dio un brinco. Allí estaba él, a todo color, luciendo un reloj y con cara de felicidad. Y, como si fuera una adolescente, decidió cortar la página y llevársela a su cuarto. No sabía dónde lo pondría, pero esa tarde Rafa Nadal era suyo. Comenzó a arrancar la página del diario con mucho cuidado pero, a pesar del ligero ruido, su compañera de pérgola se sobresaltó. Benita se sonrojó y guardó el periódico al lado contrario de su molesta compañera. So volvió disimuladamente y comprobó que estaba dormida. Entonces probó a doblar la página y mojar la doblez con saliva, tal y como le enseñaron las monjas de pequeña, y prosiguió el corte con la mayor de las discreciones.

Cuando acabó, dobló con cuidado la hoja de papel, la guardó en su bolsillo y salió corriendo a devolver el periódico. Lo dejó sobre la mesa de la prensa y subió a su habitación, no sin antes pedir algo de fixo.

Su cara reflejaba la mayor de las felicidades cuando entró en el ascensor pero, al salir, se encontró con el director. Con un gesto serio le dijo:

- Benita, no hace falta que robes las hojas de los periódicos. Si lo quieres, basta con que lo pidas en la biblioteca al día siguiente y te lo quedas.

La felicidad se convirtió en vergüenza. No sabía dónde meterse y salió corriendo a su habitación, dejando al pobre director un tanto sorprendido.

Una vez dentro se asomó a la ventana y vio que desde esa parte del edificio se veía la pérgola, incluida la señora que seguía durmiendo ajena al robo que se acababa de cometer. Entonces comprendió que el director la habría visto desde a ventana del pasillo.

Sacó a Nadal del bolsillo, lo puso encima de la mesa, planchó la hoja con delicadeza y la colocó en la pared de su habitación. Y, en ese momento, le entró un ataque de risa que escandalizó a toda la planta tercera de la residencia.

Paseo inesperado

Después de hablar con mi asesora bancaria, de la que estoy profundamente enamorado, he improvisado un paseo. La verdad es que no me apetecía mucho, pero en algo hay que gastar el tiempo.

El caso es que he revisitado uno de los lugares de mi niñez, preñado de recuerdos amables, de domingos de incienso y tapa en el bar.

Y, al volver a casa y sentarme delante del ordenador, me he preguntado por qué me ha visitado ese sentimiento de vacío.

Habrá que seguir revisitando.

PS: Nieve en la Sierra todavía. Unbelievable

Frases de interior

"No hay mayor señor que el que sabe servir"

Animales urbanos

miércoles, 6 de julio de 2011

Benita V

El día amaneció nublado detrás de las cortinas de la habitación. Un poco de remoloneo en la cama y a desayunar. Tostadas con café. Sus compañeras de mesa debían haber desayunado ya. Las tazas usadas así parecían decirlo.

Al volver a su habitación se encontró con María. Se saludaron:
- Buenos días vecina - dijo María.
- Buenos días. ¿Vecina? ¿Cuál es tu habitación?
- La 308, dos puertas más arriba. Por cierto, ¿qué plan tienes?
- Pues no se. ¿Qué se puede hacer aquí?
- Hoy hay mercado. Yo siempre voy porque me gusta tener algo de fruta en la habitación. Si me quieres acompañar te digo dónde es.
- Cojo el abrigo y nos vamos.

Salieron del portón verde y pusieron rumbo al mercadillo semanal. Había puestos de todo, desde ropa hasta comida. Sobre todo fruta y verdura. Tras dar algunas vueltas se pararon delante de una furgoneta blanca. Allí, y tras un gigantesco expositor de verduras, un señor con un imponente bigote se dirigió a ellas.

- María, cada vez te buscas amigas más jóvenes. ¿Qué te vas a llevar hoy?
- ¡Que sinvergüenza que eres! Pues lo de siempre. Ponme unas naranjas, medio kilo de kiwis y manzanas de esas que me gustan.
- Ahora mismo.

Mientras pesaba la fruta, a lo lejos se oía una discusión que les resultó familiar.

- ¡Para qué querrás tú esa pamela!
- ¿Que para qué la voy a querer? ¡Pues para lucirla! Que sea vieja no significa que tenga que ir como una abejorro, vestida de negro.
- ¡Que no tienes ya edad de presumir!
- ¿Quién ha dicho que no? ¡Si cada día está más guapa! -terció un frutero deseoso de sacar rendimiento a sus piropos.
- ¡Ves, Dulce, como tengo razón! Este hombre es un sol. Anda, ponme unas manzanitas de esas que me gustan, pero que no sean muy grandes, que si no me empacho.
- Los piropos sí que los oyes a la primera. No sabes tú nada...

Reunidas las cuatro compañeras pasearon un rato más por aquel lugar. Y Benita pensó en que ya había olvidado en encanto de un mercadillo. Las compras en los hipermercados con su hija habían borrado ese recuerdo.

Veranadas II

Tengo la sensación de haber estado perdiendo el tiempo. No un rato suelto, sino muchos años. Ignoro si, en el futuro, el resultado de la pérdida de tiempo me compensará, pero me temo que no.

Lo peor es que ya no se puede hacer nada para evitarlo. Pero soy consciente de ello. Habrá que comenzar a construir una nueva realidad. Desde el principio.

Veranadas

El discreto encanto de hacerlo todo mal con la mejor de las intenciones.

Reflexiones sobre la soledad II

A veces llega a estar uno tan a gusto con su soledad que hasta las visitas que se alargan lo ponen a uno nervioso.

A veces llega a estar uno tan a gusto con su soledad que hasta lo más cercano le sobra.

A veces llega a estar uno tan a gusto con su soledad que hasta uno mismo se molesta.

Cosas de las que se da uno cuenta

Después de todo lo vivido, he llegado a un momento en el cual no me encuentro demasiado a disgusto conmigo mismo.

Escalas

Esta tarde me he puesto a repasar de nuevo mis apuntes de guitarra. Para un curso la verdad es que es poco lo hecho, pero para no saber hacer nada y el poco tiempo que le he dedicado la verdad es que me siento bastante orgulloso.

El caso es que he estado repasando las escalas. La pentatónica en la y otras en la también. Y digo yo, ¿no habrá otras escalas? Y ahí que me he puesto en el internete a mirar y remirar por ahí.

Primero he encontrado una en do, por aquello de que es la primera nota musical y uno es fan de las jerarquías. La primera sugerencia del Google estaba en pentagramés, idioma que desgraciadamente no domino pero que intentaré descifrar solfeándome este verano (me pondré protección para no quemarme) Luego he encontrado en tablatura, idioma que conozco mejor y que he descargado para estudiármela con calma mañana con mi guitarra y el ordenador apagado, que el twitter tira mucho.

El caso es que ya le voy viendo la equivalencia a la tablatura y el pentagramés, pero queda todavía mucha corchea que interpretar.

martes, 5 de julio de 2011

Benita IV

Al fin estaba todo ordenado. Cada cosa en su sitio. Las cajas se amontonaban en la entrada, lo único que quedaba era doblarlas y decidir qué hacer con ellas. Y entonces apareció un sentimiento en ella que no había experimentado hasta entonces. Sintió pena de ella misma, pues todo lo que tenía tras tantos años de vida cabía en aquella minúscula pero acogedora habitación. Una tímida lágrima se asomó por su ojo derecho.

Aún quedaba un último detalle, elegir el lugar donde pondría el marco de plata con la foto del día de su boda. Aquella pareja en color sepia que comenzó una vida que acabó cuarenta años después en una habitación de hospital. Aquél hombre que significó tanto en su vida, aquél hombre que todos los días echa de menos y del que cada vez se siente más cerca porque, a fin de cuentas, ella estaba llegando también a la meta.

Mientras sujetaba fuertemente el retrato por sus lados, aquella lágrima que asomaba furtivamente por su ojo derecho saltó sobre el cristal del marco. Y decidió ponerlo donde más lo necesitaba, en la mesita de noche. Así sería lo último que vería antes de dormir y lo primero que iluminarían los rayos del sol cada mañana al despertarse.

Se tumbó en la cama y, acurrucada en la almohada, pasó su primera noche en aquél lugar.

A veces el tiempo pasa muy despacio

Modas

A pesar de que el otro día me lo dijeron, hoy lo he vuelto a hacer. He abierto mi armario, no había nadie dentro, y he cogido una camiseta a rayas. Muy bonita, por cierto, rayas anchas de color azul pastel y gris claro. Y luego me he puesto los pantalones.

Cuando han procedido a pasarme revista, me han hecho ver el terrible error que había cometido y del que yo era un completo ignorante. Me había puesto mi estupenda camiseta a rayas con un pantalón a cuadros. Y eso, sencillamente, no se podía tolerar.

Ante tal aberración estilística, y sobre todo ante la cara que me han puesto, he decidido ponerme una socorrida y discreta camiseta blanca, tan sencilla como insulsa, en aras de no herir la sensibilidad de los viandantes que se pudieran cruzar conmigo.

Y yo me pregunto, eso de que las rayas no vayan con los cuadros ¿A quién se le ha ocurrido? Hacen un contraste muy mono e interesante. Pero si se dice que no, pues nada. ¿Quién soy yo para discutir los muy sensatos parámetros sobre los que se asienta la moda de hombre?

Lo cual me plantea otra incógnita, ¿dónde se aprende qué camiseta va con qué pantalón? ¿hay algún tipo de centro docente que cubra esa necesidad vital del ser humano, o tendremos que vivir expuestos a esa tremenda tensión durante todas nuestras vidas? Me parecería muy injusto que así fuera, la verdad. Los poco estilosos como yo deberíamos poder acceder a algún tipo de beca o subvención por parte de la Unión Europea, puesto que nos encontramos en inferioridad textil, y si me apuran inferioridad moral, con respecto a los demás. Sin ánimo de dramatizar, somos unos parias de la sociedad.

Les dejo estas incógnitas y pensamientos para que reflexionen sobre ellas. Porque, lo que es a mi, me roban el sueño.

lunes, 4 de julio de 2011

Paseos por Granada. La Alhambra. V

Llego a la Puerta de la Justicia, ante el altar donde los Reyes Católicos recibieron las llaves de la ciudad de un Boabdil a punto de la lágrima.



El altar dicen que es precioso, dicen que es de la Virgen de la Antigua y dicen que se abre no se qué día del año. Son las cosas de esta ciudad, se tienen cerradas para que no se estropeen.







Recorro la puerta en silencio y bajo a la fuente de Carlos V, justo debajo de la Puerta de la Justicia.



Es hora de regresar. El camino es ahora más silencioso y descubro la Puerta de Bibrambla, descansando entre los árboles.



El ruído del agua me acompaña cuesta abajo.



Paso de nuevo por la Puerta de las Granadas y el espíritu de la Alhambra me acompaña unos metros más. Inundan la calle el sonido de los lutiers, de la guitarra recién construída y que unas expertas manos están haciendo sonar por primera vez. Un cajón la acompaña unas tiendas más abajo. Y, conforme me acerco a Granada de nuevo, se pierde el sonido de la tranquilidad y ahogado el jaleo de la ciudad, con sus coches, sus turistas, su gente que parece ocupada y que va y viene.

Me merezco un premio. Helado de los Italianos. Y a casa.

Paseos por Granada. La Alhambra. IV

Entro en el palacio, preparado para los festivales y deambulo por las afueras haciendo algunas fotos más. Me siento afortunado de tener esto tan cerca.









Paso por la Puerta del Vino, buscando regresar a casa, y una multitud de turistas armados con audioguías me arrolla. Si el turista normal es peligroso, no les digo nada del turista equipado con audioguía.

Paseos por Granada. La Alhambra. III

Es realmente bonito el cementerio de Granada. La gente pasea en silencio, con enseres prestados y flores efímeras, buscando sus seres queridos. Hago mi ruta habitual, primero en la bóveda familiar, luego en el ascensor y busco la vista panorámica de la Sierra. Aún hay nieve, y eso que es julio.



Paso por otros lugares y busco recuerdos de personas imposibles de olvidar y vuelvo al mundo de los vivos, camino de la Alhambra otra vez.

Bajo por el aparcamiento, donde turistas un tanto despistados en turismos con matrículas remotas buscan un lugar a la sombra donde cobijarse. Sorteo a unas gitanas armadas con romero, aunque si me lo ofrecieran y me cogieran la mano para leerla quizá me lo regalaran y, apenadas me dieran incluso la recaudación del día. Me acerco a La Mimbre y veo que la Cuesta de los Chinos está cerrada también por arriba, pero al menos puede hacer una foto del puente que une los Palacios Nazaríes con el Generalife.



Busco la explanada del palacio de Carlos V. Una foránea mira con curiosidad un aspersor, que en un gesto de altivez la baña completamente. Nunca hay que fiarse de ellos.



Sigo mi recorrido por la sombra. Me sorprende una cascada





y llego a la explanada, donde un crisol de lenguas invaden mis oídos.

Paseos por Granada. La Alhambra. II



Al final de la cuesta me espera la Puerta de las Granadas, que da paso al mundo mágico de la Alhambra. Todo está en silencio, solo roto por el hipnótico ruido de los aspersores que riegan el impresionanta bosque alhambreño.



Hay una neblina por la calle por la que ando que da un aspecto todavía más mágico al paseo, a pesar de ser mediodía. El rumor del agua por los laterales del paseo y los pájaros que cantan saludando al mediodía completan la terna de sonidos del jardín.



Llego a la primera encrucijada de caminos. A la derecha, el Carmen de los Mártires. A la izquierda, los palacios Nazaríes. Pero hoy mis pasos me encaminan al cementerio, donde debo hacer una visita. Sigo caminando, saludo a Ganivet



y bordeo la muralla de la Alhambra por la acera del Washington Irving, donde un mirlo acaba de capturar un piscolabis. Aquí los árboles y la acera se acaban y echo de menos una gorra que, por supuesto, he pensado coger pero que he olvidado en casa.



Un inglés tiene problemas para salir del aparcamiento con su moto y se pelea a distancia en un inglés ligeramente macarrónico con un empleado que a saber dónde estará. Cruzo una rotonda y llego al cementerio.

Paseos por Granada. La Alhambra.

Me levanto y desayuno. Me doy una vuelta por Internet y, como cada cosa está en su sitio, decido ir a dar una vuelta, a hacer algo de ejercicio. Habrá que inventarse una rutina veraniega.



Salgo de casa y llego al Paseo de los Tristes. Me saluda una vieja amiga, que me invita a recordarla y voy buscándola por la Cuesta de los Chinos, que exige un gran esfuerzo pero que premia con lugares muy hermosos. Pero por estas fiebres renovadoras que tienen los alcaldes me la encuentro cerrada. Rescataré su recuerdo con fotos del año pasado.



Bordeo el Darro, con sus puentes, por su carrera, buscando la Plaza Nueva, arranque del embobedado y fin de la justicia, pues en ella se encuentra el más alto tribunal de la región, el antiguo edificio de la Audiencia, de granito y mármol de Sierra Elvira.





Improviso subir por la Cuesta Gomérez. La subida es más amable y tiene un encanto que no tiene la otra. Son muy distintas, cada una en su estilo. Mientras que en la otra te acompaña el ruido del agua, en esta se pueden ver las muchas tiendas de recuerdos, especialmente las de taracea. Hay también tiendas donde se fabrican guitarras, desde tiempos casi inmemoriales.

Benita III

Le pareció algo increíble ver todas sus cajas metidas en su nueva habitación. Claro que la cosa sería aún más increíble cuando estuviera todo colocado en su sitio. Pero, a fin de cuentas, tendría toda la tarde para hacerlo.

Miró la hora. Había que ir a comer. Adela entró para recordárselo.

- Beni ¿Te has instalado ya?
- Sí, Adela, gracias.
- Pues es hora de ir a comer. ¿Sabes cuál es tu mesa?
- No, la verdad es que no.
- No te preocupes, que te acompaño.

Salieron de la habitación en busca del ascensor. Las escaleras eran cómodas, pero no le apetecían hoy. Entraron en el habitáculo y bajaron a la planta baja. Cruzaron el hall y pasaron la puerta de cristales esmerilados. Y ante ellas se abrió una gran sala llena de mesas y de gente en ellas con el rancho del día. Adela parecía andar con dudas pero, una vez que identificó la mesa, se dirigió a ella con rapidez.

- Bueno, Beni. Aquí te dejo con tus compañeras de mesa. Son Dulce, Toñi y María.
- ¡Hola a todas! - dijo Beni.
- ¡Hola Puri! - dijo Toñi.
- ¡Que no se llama Puri, que se llama Beni! - dijo Dulce - ¡Que no estás más sorda porque no eres más vieja!
- A ver, haya paz - dijo una diplomática María - Discúlpalas. Es que son así.
- ¡Y eso que se llama Dulce! - dijo Toñi con guasa - En fin, ya la conocerás. Venga, Encarni, siéntate que se enfría la sopa.
- ¡Beni! ¡Que se llama Beni! - El grito de Dulce fue de tal magnitud que se oyó en todo el comedor. Hasta alguien tiró un plato por el susto.

Un tanto sorprendida, Benita se sentó a comer. Primero, sopa de cocido. Luego, filete empanado con patatas. Aunque ella no era una gourmet, la comida le pareció estupenda. Hasta la sandía del postre estaba dulce.

En esta primera comida apenas intercambió palabras con sus compañeras de mesa. Se dedicó a observar a su alrededor, viendo el montón de historias que tenía por descubrir, pensando en los motivos por los cuales cada una de aquellas personas se encontraba en esa sala.

Al final de la comida, se quedaron María y ella solas.

- Estás muy pensativa.
- Sí. Tengo que ver cómo coloco tanta cosa en mi habitación.
- Es complicado, pero una vez que lo logras te sientes muy feliz. ¿Qué tal si nos vamos? Yo necesito ya mi siesta.

Se levantaron y decidieron subir por las escaleras, por aquello de bajar la comida. Charlaron de temas intrascendentes y se despidieron en el rellano de la escalera.

Ahora a colocar cosas, se dijo Benita. Y, sin saber por qué, en ese momento se dio cuenta de que hacía mucho tiempo que nadie la llamaba Beni...

domingo, 3 de julio de 2011

Salmorejo

Hoy he aprendido a hacer salmorejo, con la inestimable ayuda de mi señora madre. Más o menos el procedimiento es este:

Cogemos un poco de pan, lo partimos en cuadraditos y lo ponemos en un bol. Lo mojamos un poco.

Buscamos ahora un colador, lo ponemos encima del pan y empezamos con el tema tomatoso. Con kilo de tomates de pera para cuatro personas humanas será suficiente. Partimos los tomates en dos. La pulpa la ponemos en el colador, para que vaya mojando el pan. Los tomates los pelamos y cortamos a trozos y los ponemos encima del pan. Cuando estén todos cortados, acabamos de colar la pulpa y con todo eso nos vamos a la batidora. De esas de vaso.

Lo batimos todo muy bien. Cuando esté batido echamos sal al gusto, un ajo, vinagre rácanamente y aceite como si no costara. Y seguimos batiendo. Probamos y, cuando esté al gusto, a la nevera.

Ya se sabe que se puede acompañar de forma fantasiosa con trocitos de jamón, huevo, picatostes...

El truco del chef: Es conveniente poner algo mas de pan por si en la primera tanda de batidos se nos queda demasiado claro, ya que el salmorejo debe ser espeso. O si no, con pepino y pimiento hacemos gazpacho.

Lo que me recuerda que próximamente tengo que aprender a hacerlo...

Benita II

La entrevista con el director fue bien. Le parecía aquél hijo que siempre quiso tener, o que en realidad sí tenía pero que estaba tan lejos que casi nunca lo veía. Le enseñaron su habitación y le pareció pequeña, pero preciosa. Había una gran ventana por la que entraba aquel sol de invierno. Tenía hasta una tele que podría ver desde la cama. Y su propio cuarto de baño. Ya quería instalarse.

Volvió a casa muy feliz y empezó a ordenar las cosas. Tenía que ocupar ya la habitación. Pero quedaba un último "escollo". Había que hablar con la familia. No creía que le dijeran que no. Cada vez la miraban más como un bicho raro. Así que durante la comida se armó de valor.

- Tengo que daros una noticia. Me voy a una residencia.
- Mamá, no digas tonterías - respondió su hija.
- Sí, abuela, no diga tonterías - dijo su yerno sin ninguna convicción.
- No, no digo tonterías. Me voy a ir. Quiero tener más intimidad, quiero tener gente con la que hablar. Me paso casi todo el día sola, aburrida. Así que me voy. Mañana van a venir a ayudarme a llevarme mis cosas y estaré toda la tarde empaquetando.

Y con mucha dignidad, se levantó de la mesa y se fue a la habitación haciendo algo que jamás hubiera pensado: dejó su plato vacío encima de la mesa.

Reflexiones sobre la soledad

Aquí.

sábado, 2 de julio de 2011

Peticiones

El otro día me hicieron una petición. Y yo, que soy muy obediente, aparte de otras cosas que dejo a su imaginación, pues aquí que la cumplo.

Benita

Se levantó como cada mañana. Estaba sola. Sus nietos ya se habían ido al instituto. Su hija y su yerno estaban trabajando.

Desayunó tal y como a ella le gustaba, con bata y con la radio a todo volumen, cantando las coplas de cuando era joven y aún tenía ganas de bailar. Luego vinieron su marido, sus hijos y una vida para cuidarlos a todos. Y ahora que ella necesitaba algo de ayuda y cariño, se sentía como un parche en aquella casa que jamás le gustó y a la que se mudó por aquello de las vueltas que da la vida.

Pero todo eso iba a cambiar. Ayer recibió una carta. Una carta que la iba a salvar de su monotonía y su desesperanza. Por fin encontró un sitio para ella.

Se arregló con su mejor vestido y salió a la calle. Pensó en ir en taxi, pero le pareció un dispendio para una pobre jubilada con pensión de viudedad como ella, así que se fue a la parada del autobús. La emoción le hacía la espera interminable.

Unas cuantas paradas y llegó a su destino. Atravesó la puerta verde y entró a un bonito jardín. Se fue parando en oler las flores que jalonaban el camino hacia el edificio. Subió las escaleras, se abrió la puerta automática y preguntó a la recepcionista si podía hablar con el director, pues estaba citada esa mañana con él.

- Un momento, por favor. Puede esperar en la sala de espera que tiene a su derecha. Usted debe ser Benita, ¿verdad?.
- Sí, soy Benita.
- Encantada, yo soy Adela, la recepcionista.

Entró en el saloncito y se sentó en un sofá. No conseguía recordar desde cuando no estaba tan nerviosa.

Personajes

Siempre está detrás del mostrador. Bueno, no siempre. Hay veces en las que sale a la calle a recoger algunas piezas de fruta para sus clientes.

Bromea, cuando no se mete abiertamente, con sus clientes. Atiende en un orden mezcla del "¿Quién da la vez?" y "Es que llevo prisa". La mezcla resulta un tanto irritante, pero es, sin duda, uno de los encantos de comprar fruta allí. Puedes ir al puesto de su mujer. La fruta es la misma, el trato es el mismo, es más eficiente... pero en el fondo algo te falta si no le compras la fruta a él.

Posiblemente le pidas algo y no te lo ponga. A veces porque no quiere, a veces porque se distrae y se le olvida. Repasa la cuenta con cautela a ver si va todo.

Su hijo le acompaña en el puesto. Le echa un cable mientras se prepara unas oposiciones. Se llama igual que él.

Siempre que bajo al mercado miro a ver si tiene gente. Si hay mucha, sé que tardaré en comprar, pero si no tiene a nadie, tardaré todavía más, porque hay algo que te incita a quedarte un ratito más. Quizá para pedir fresas de Cartaya.

Éste es mi frutero. Y no lo cambiaría por otro.

Embalajes modernos

Nunca se es capaz de colocar todo otra vez tal y como estaba, de forma que encaje y que la caja quede exactamente igual a como estaba.

Misterios de la vida.