No sé el diagnóstico. Si lo supiera podría pensar en una solución. Quizá tenga una solución en mente, por lo que en parte podría conocer el diagnóstico. Quizá conozco el diagnóstico y no me atrevo a enfrentarme a él. Pero en el caso hipotético de que conociera el diagnóstico y tuviera la solución lo siguiente planteable es si lo aplicaría. Es de suponer que sí, porque para eso he hecho el esfuerzo. Aunque a veces una buena enfermedad siempre puede ser rentabilizada.
El caso es que me da que tengo la solución, la he aplicado pero no tengo ni idea del diagnóstico. Y claro, una solución para un diagnóstico desconocido puede tener efectos imprevisibles. Lo mismo sale bien que sale mal.
Eso sin dejar de lado los efectos secundarios y las alergias. Los efectos secundarios suelen tener efectos letales, por no hablar de las alergias, que son la leche. Te puedes ir para el otro barrio más pronto que nada. Precaución pues.
Mi diagnóstico, pues seguir enfermo. A ver si me curo solo. Lo que no mata engorda.
jueves, 31 de marzo de 2011
Recuerdos
Aún recuerdo la suavidad de tu cuerpo en las yemas de mis dedos. Aún recuerdo la primera vez que me miraste. Aún recuerdo tu primer beso en la mejilla, cuando dormiste junto a mí en aquél desvencijado sillón.
Sigo recordando la primera vez que paseamos juntos de la mano. ¡Qué distintas parecían las mismas calles de siempre! Aquél sucio café al que siempre acudíamos, por el simple placer de quejarnos, y en el que nunca había aquello que pedíamos.
Todavía recuerdo aquella noche en la que tu mirada habló más que tus labios. Esos ojos infinitos en los que apenas cabría el amor que te tengo me pidieron que te hiciera mía. Nos abrazamos, nos besamos. Te desnudaste lentamente y pude ver en tu cuerpo las cicatrices de otros amores, las heridas en el corazón.
Suspiraste levemente. Tus movimientos se acompasaron a los míos. Mis manos se perdieron en tu melena. Las tuyas acariciaban mi espalda, con esa suavidad con la que solo tu me acariciabas. Tus ojos se abrieron. Querían atrapar mi mirada traviesa. Se habían convertido en dos faros que me guiaban en el camino que recorría en ese momento. Tu cuerpo se tensaba cada vez más, hasta que noté que te dejaste vencer, justo cuando comenzó a llover.
El silencio de la noche, roto solamente por las finas gotas de lluvia repicando en el hierro del balcón, nos acunó. Te besé y dormimos abrazados.
Y el tiempo se paró por un buen rato.
Sigo recordando la primera vez que paseamos juntos de la mano. ¡Qué distintas parecían las mismas calles de siempre! Aquél sucio café al que siempre acudíamos, por el simple placer de quejarnos, y en el que nunca había aquello que pedíamos.
Todavía recuerdo aquella noche en la que tu mirada habló más que tus labios. Esos ojos infinitos en los que apenas cabría el amor que te tengo me pidieron que te hiciera mía. Nos abrazamos, nos besamos. Te desnudaste lentamente y pude ver en tu cuerpo las cicatrices de otros amores, las heridas en el corazón.
Suspiraste levemente. Tus movimientos se acompasaron a los míos. Mis manos se perdieron en tu melena. Las tuyas acariciaban mi espalda, con esa suavidad con la que solo tu me acariciabas. Tus ojos se abrieron. Querían atrapar mi mirada traviesa. Se habían convertido en dos faros que me guiaban en el camino que recorría en ese momento. Tu cuerpo se tensaba cada vez más, hasta que noté que te dejaste vencer, justo cuando comenzó a llover.
El silencio de la noche, roto solamente por las finas gotas de lluvia repicando en el hierro del balcón, nos acunó. Te besé y dormimos abrazados.
Y el tiempo se paró por un buen rato.
Sentencia
Los dos soldados me llevaban cogido de los brazos. Se abrieron dos inmensas puertas y entré en un edificio grande y frío. Había gente, porque veía sombras. No hablaban, no respiraban. Estaban ahí, quizá acechando, quizá durmiendo.
Los dos soldados se fueron y me quedé solo. Se oyó una sirena y las sombras se convirtieron en cuerpos. Cuerpos que se acercaban a mi. Me miraban con desprecio. Se veía el odio en sus miradas. Pero no decían nada.
Uno de ellos me llevó ante el capitán. Creí conocer su cara, incluso pensé en ser amable, pero mi prudencia me mantuvo con la boca cerrada. Hizo que me sentara. Un ayudante leyó la lista de cargos contra mí. Había sido conducido allí por traición. Me escapé y me refugié en un teatro. Al no ofrecer resistencia, mi condena se vería reducida.
Fui conducido a los calabozos. Me desnudaron. Me ducharon con agua fría. Me sentía como un animal. Sin duda debía serlo.
Y me encerraron en mi jaula, donde el tiempo pasaría despacio y donde podría pensar en mis faltas.
Los dos soldados se fueron y me quedé solo. Se oyó una sirena y las sombras se convirtieron en cuerpos. Cuerpos que se acercaban a mi. Me miraban con desprecio. Se veía el odio en sus miradas. Pero no decían nada.
Uno de ellos me llevó ante el capitán. Creí conocer su cara, incluso pensé en ser amable, pero mi prudencia me mantuvo con la boca cerrada. Hizo que me sentara. Un ayudante leyó la lista de cargos contra mí. Había sido conducido allí por traición. Me escapé y me refugié en un teatro. Al no ofrecer resistencia, mi condena se vería reducida.
Fui conducido a los calabozos. Me desnudaron. Me ducharon con agua fría. Me sentía como un animal. Sin duda debía serlo.
Y me encerraron en mi jaula, donde el tiempo pasaría despacio y donde podría pensar en mis faltas.
Comida poetífera
A pesar de que mis circunstancias vitales mejoran por momentos, o precisamente por ello, he sido invitado a almorzar en fechas próximas con uno o varios poetas. Creo que lo rechazaré, porque no creo que mis ocurrencias estén a su altura intelectual. Este humilde blog, que me ahorra una pasta en tratamientos mentales dicho sea de paso, es aún escaso.
De todas formas, ¿de qué podría hablar con un poeta? Habría que usar endecasílabos y cosas de esas tan raras que no domino. La poesía siempre me ha parecido algo cursi. Aunque necesaria.
De todas formas, ¿de qué podría hablar con un poeta? Habría que usar endecasílabos y cosas de esas tan raras que no domino. La poesía siempre me ha parecido algo cursi. Aunque necesaria.
miércoles, 30 de marzo de 2011
Existencialismo de andar por casa
Sabes que tu vida todavía tiene sentido cuando acabas cantando en un salón de actos vacío tras un día de perros.
martes, 29 de marzo de 2011
El poso del café
Ya ha caído la noche. He cumplido con mis múltiples obligaciones, tanto profesionales como personales y alimenticias. Y este es mi momento del día. El ratito antes de irme a la cama.
A veces me ahoga el silencio, solo roto por mis dedos sobre el teclado. A veces una tele lejana, o un niño llorando. Pero casi siempre el silencio me rompe mis oídos.
Intento buscar la lección de hoy, la imagen que permanecerá imborrable en mi mente con los guarismos de un día que se apaga. Mis ojos comienzan a cerrarse. Mi mente quiere relajarse, pero la obligo a un último esfuerzo. Quiero que se gane su descanso.
Mis pensamientos son granitos de arena flotando en el agua, buscando la orilla para descansar. Mi mente los lanza a tierra, pero algo los obliga a volver a casa, al mar del que salieron y del que, en el fondo, no quieren salir.
Si se secaran, morirían.
A veces me ahoga el silencio, solo roto por mis dedos sobre el teclado. A veces una tele lejana, o un niño llorando. Pero casi siempre el silencio me rompe mis oídos.
Intento buscar la lección de hoy, la imagen que permanecerá imborrable en mi mente con los guarismos de un día que se apaga. Mis ojos comienzan a cerrarse. Mi mente quiere relajarse, pero la obligo a un último esfuerzo. Quiero que se gane su descanso.
Mis pensamientos son granitos de arena flotando en el agua, buscando la orilla para descansar. Mi mente los lanza a tierra, pero algo los obliga a volver a casa, al mar del que salieron y del que, en el fondo, no quieren salir.
Si se secaran, morirían.
Un tercio de vuelta
Solo queda otro para cerrar el círculo otra vez. Un círculo que está sobre el mismo punto, pero que cada año es distinto. Sabemos cuándo empieza y cuándo acaba, pero nunca lo que sucede entre medias. A pesar de lo que tenemos que decir es algo sabido, el camino nunca es el mismo. Ni siquiera podemos prever los giros en la carretera.
Ya queda menos para no acabar nunca.
Ya queda menos para no acabar nunca.
Problemas con la discoteca del reproductor de música de un nokia 5230
Resulta que mi querido Nokia 5230 está peleado con la música clásica. No había manera de actualizar la biblioteca. Había seguido las indicaciones de páginas como esta, pero nada.
Solución, sincronizar la discoteca con Ovi Suite.
No hay nada como que un hermano mayor te llame al orden.
Solución, sincronizar la discoteca con Ovi Suite.
No hay nada como que un hermano mayor te llame al orden.
Desdichas tecnológicas y otras no tecnológicas
Por las tardes no me va la wifi.
No puedo recargar mi foráneo-móvil por Internet. Y, cuando lo hago, se traga todo el saldo.
Y yo que quería abrirte una puertecita a mi mundo porque me caías bien...
No puedo recargar mi foráneo-móvil por Internet. Y, cuando lo hago, se traga todo el saldo.
Y yo que quería abrirte una puertecita a mi mundo porque me caías bien...
Adjetivos
Me dicen tonto porque no entiendo lo que leo.
Me dicen loco porque no entienden lo que escribo.
Me dicen loco porque no entienden lo que escribo.
lunes, 28 de marzo de 2011
Boabdiladas
Aquí estoy, corrigiendo como una mujer lo que no he sabido explicar como un hombre...
PD: Estoy intentando o, mejor dicho, están intentando inventar el aprobado por agotamiento...
PD: Estoy intentando o, mejor dicho, están intentando inventar el aprobado por agotamiento...
domingo, 27 de marzo de 2011
Comodidad
Por ser cómodo me he llevado un berrinche.
No deja de ser curioso que el ser humano tienda a la comodidad de una manera tan dexagerada. Pero es así. El caso es que me he encontrado un objeto que no me gustaba dentro de un papel de aluminio. Tengo la casi absoluta seguridad que quien lo envolvió lo hizo sin mala fe, pero es que el objeto en cuestión, jamón serrano, no me gusta. A pesar de que soy pobre soy delicado y el jamón solo me gusta de cierta provincia y, concretamente, de cierta localidad serrana de dicha provincia. Cualquier otro me produce espanto. Prefiero chopped a un euro el paquete que comer cierto jamón. Y cuando se pueda, pues se compra.
Pero no, ahí que abro el papel y ahí que me lo encuentro. Si hubiera tenido carita me habría dicho "¡Sorpresa!" con una expresión burlona, seguido de un "¿No te alegras de verme?"
Aunque supongo que, en otra situación, lo echaría de menos.
Cosas del ser humano.
No deja de ser curioso que el ser humano tienda a la comodidad de una manera tan dexagerada. Pero es así. El caso es que me he encontrado un objeto que no me gustaba dentro de un papel de aluminio. Tengo la casi absoluta seguridad que quien lo envolvió lo hizo sin mala fe, pero es que el objeto en cuestión, jamón serrano, no me gusta. A pesar de que soy pobre soy delicado y el jamón solo me gusta de cierta provincia y, concretamente, de cierta localidad serrana de dicha provincia. Cualquier otro me produce espanto. Prefiero chopped a un euro el paquete que comer cierto jamón. Y cuando se pueda, pues se compra.
Pero no, ahí que abro el papel y ahí que me lo encuentro. Si hubiera tenido carita me habría dicho "¡Sorpresa!" con una expresión burlona, seguido de un "¿No te alegras de verme?"
Aunque supongo que, en otra situación, lo echaría de menos.
Cosas del ser humano.
sábado, 26 de marzo de 2011
Mañanas de espera
Me paro enfrente de una tienda esperando a mis acompañantes. Me sugieren que me vaya, que siga paseando. Les queda un rato. No me queda más remedio que practicar uno de mis más apreciados deportes, hacer tiempo.
Observo que el pequeño comercio muere y renace. Las tiendas de fotografía dejan paso a las tiendas de camisas. Otras tiendas, bastante decadentes, se convierten en pequeños imitadores de emporios parisinos. Hay que reinventarse en esta época de cambios y crisis.
La misma canción resuena en mi cabeza. A fin de cuentas, no soy más que un electricista, quizá con algún plomo fundido. De tanta sobrecarga he dejado de funcionar bien. Properly sería la palabra.
Recojo a mis acompañantes. Preestrenamos una calle, con sus maceteros, su pavimento nuevo y su placa por descubrir. Quedamos citados para la inauguración. Próximamente en su retina. Abortamos una cerveza y recogemos los paquetes tradicionales del sábado mañana.
Y a casa...
Observo que el pequeño comercio muere y renace. Las tiendas de fotografía dejan paso a las tiendas de camisas. Otras tiendas, bastante decadentes, se convierten en pequeños imitadores de emporios parisinos. Hay que reinventarse en esta época de cambios y crisis.
La misma canción resuena en mi cabeza. A fin de cuentas, no soy más que un electricista, quizá con algún plomo fundido. De tanta sobrecarga he dejado de funcionar bien. Properly sería la palabra.
Recojo a mis acompañantes. Preestrenamos una calle, con sus maceteros, su pavimento nuevo y su placa por descubrir. Quedamos citados para la inauguración. Próximamente en su retina. Abortamos una cerveza y recogemos los paquetes tradicionales del sábado mañana.
Y a casa...
Mañanas de paseo
Salgo de casa oculto tras mis gafas de sol y mis auriculares. No hace demasiado calor, pero tampoco demasiado frío. Esa temperatura antipática que hace que parado tengas frío y andando tengas calor.
Llego al centro. Mucha gente por la calle. Gente distinta. Peinados distintos. Gente que ofrece romero para una mano y busca la felicidad en la otra para pardillos con cámara fotográfica al cuello. Señoras mayores vestidas inapropiadamente, que hablan impunemente con sus móviles. Parejas mayores, de mediana edad, jóvenes. Con niños, con nietos, solas. Gente que se manifiesta, por los más variados motivos. Gente que grita. Gente callada. Gente. Jóvenes con bolso en el brazo. Jóvenes con bolsas. Gente sentada en los bares, esperando las caricias del sol de primavera. Despedidoras de soltera vestidas de Minnie Mouse, con orejitas y todo.
Paseo entre ellos en un cierto tono sepia. No soy como ellos. Me siento extraño en mi propia casa. Yo antes era como ellos, pero hubo un día en que los abandoné y no se seguro su algún día volveré con ellos. No espero que una de esas caras cambie al verme. Los observo con una cierta curiosidad. Veo a dos personas. No me conocen, pero yo a ellas sí.
Llego al centro. Mucha gente por la calle. Gente distinta. Peinados distintos. Gente que ofrece romero para una mano y busca la felicidad en la otra para pardillos con cámara fotográfica al cuello. Señoras mayores vestidas inapropiadamente, que hablan impunemente con sus móviles. Parejas mayores, de mediana edad, jóvenes. Con niños, con nietos, solas. Gente que se manifiesta, por los más variados motivos. Gente que grita. Gente callada. Gente. Jóvenes con bolso en el brazo. Jóvenes con bolsas. Gente sentada en los bares, esperando las caricias del sol de primavera. Despedidoras de soltera vestidas de Minnie Mouse, con orejitas y todo.
Paseo entre ellos en un cierto tono sepia. No soy como ellos. Me siento extraño en mi propia casa. Yo antes era como ellos, pero hubo un día en que los abandoné y no se seguro su algún día volveré con ellos. No espero que una de esas caras cambie al verme. Los observo con una cierta curiosidad. Veo a dos personas. No me conocen, pero yo a ellas sí.
viernes, 25 de marzo de 2011
Tarde de nubes
Salgo de casa con mi coche y me encuentro con nubes. Nubes con formas, nubes amorfas. Nubes que ocultan el sol...
Sigo absorto en mis pensamientos, aunque prefiero no pensar. Empiezo a decidir algunas cosas. Habrá que utilizar ciertas herramientas, pero espero que a la larga serán positivas.
Llego a casa otra vez. Cambio de coche. Quiero darme un capricho, pero se hace tarde. Esperaré a mañana.
Sigo absorto en mis pensamientos, aunque prefiero no pensar. Empiezo a decidir algunas cosas. Habrá que utilizar ciertas herramientas, pero espero que a la larga serán positivas.
Llego a casa otra vez. Cambio de coche. Quiero darme un capricho, pero se hace tarde. Esperaré a mañana.
Países
Vuelta a casa, a mi modesto cuarto donde no pueden convivir la silla y la cama a la vez. Mi pequeño refugio. Mi gran país. Ese país que forjé a base de imaginación, esfuerzo, sacrificio, esperanza e ilusión. Ese país donde las cosas son como deben ser, donde impera el sentido común.
En ese país no se renuncia a hacer bien las cosas, aunque no sea algo agradable. No se escatiman esfuerzos y nunca se arrepiente del bien que se hace. Porque eso queda para nosotros. Se hace lo que se tiene que hacer en cada momento.
En ese país el desánimo es un visitante ilegal, y se acogen con los brazos abiertos a las ganas de buscar las cosas positivas incluso cuando vienen mal dadas. Es un país que se crece en los malos momentos. En los momentos de desesperación. Ahí es donde sus ciudadanos demuestran su fuerza y su tesón.
Me siento orgulloso de mi pequeño país. Y creo que él también siente lo mismo por mí.
En ese país no se renuncia a hacer bien las cosas, aunque no sea algo agradable. No se escatiman esfuerzos y nunca se arrepiente del bien que se hace. Porque eso queda para nosotros. Se hace lo que se tiene que hacer en cada momento.
En ese país el desánimo es un visitante ilegal, y se acogen con los brazos abiertos a las ganas de buscar las cosas positivas incluso cuando vienen mal dadas. Es un país que se crece en los malos momentos. En los momentos de desesperación. Ahí es donde sus ciudadanos demuestran su fuerza y su tesón.
Me siento orgulloso de mi pequeño país. Y creo que él también siente lo mismo por mí.
jueves, 24 de marzo de 2011
miércoles, 23 de marzo de 2011
Lecturas recomendadas
Del Génesis, capítulos 18 y 19, sobre cierto par de ciudades llamadas Sodoma y Gomorra.
Se pueden extraer algunas conclusiones.
Aquí mismo.
Se pueden extraer algunas conclusiones.
Aquí mismo.
El día de la no marmota II
Ya es de noche. Y creo que siempre lo será.
Definitivamente, debo ser yo, porque no entiendo el mundo que me rodea. Debo partir de premisas falsas, o ser demasiado quisquilloso, o demasiado exigente o me debo mentir en exceso y creerme mis propias mentiras. Pero, definitivamente, no entiendo nada.
Mientras estoy de pie, miradas nada inocentes me torpedean. Resisto como puedo, con mis humildes armas, que se reducen a mi cuerpo y a mi mente, los envites del enemigo. Son gigantes con pies de barro. Y, como gigantes, no demasiado inteligentes.
Y me planteo si realmente merece la pena el esfuerzo. Si no sería mejor no hacer nada. Sin duda, sería más práctico y, a la larga, la lección sería más enriquecedora. Todo son ventajas. Pero, como pasó con Sodoma y Gomorra, si encuentro un hombre justo no destruiré la ciudad. Por ellos sí que merece la pena luchar.
Cambio de escenario y me encuentro con más de lo mismo. El sinsentido sigue reinando a mi alrededor. Hay muchas cosas que no entiendo, cada vez más. Por eso, debió existir un día en el que me perdí, un día que pasé de largo. Debió ser aquel día, sí. Cuando pasó aquello.
Llego a casa derrotado, si fuerzas siquiera para tumbarme en la cama y descansar. El espectáculo debe continuar. Esta especie de circo romano en el que me encuentro...
Definitivamente, debo ser yo, porque no entiendo el mundo que me rodea. Debo partir de premisas falsas, o ser demasiado quisquilloso, o demasiado exigente o me debo mentir en exceso y creerme mis propias mentiras. Pero, definitivamente, no entiendo nada.
Mientras estoy de pie, miradas nada inocentes me torpedean. Resisto como puedo, con mis humildes armas, que se reducen a mi cuerpo y a mi mente, los envites del enemigo. Son gigantes con pies de barro. Y, como gigantes, no demasiado inteligentes.
Y me planteo si realmente merece la pena el esfuerzo. Si no sería mejor no hacer nada. Sin duda, sería más práctico y, a la larga, la lección sería más enriquecedora. Todo son ventajas. Pero, como pasó con Sodoma y Gomorra, si encuentro un hombre justo no destruiré la ciudad. Por ellos sí que merece la pena luchar.
Cambio de escenario y me encuentro con más de lo mismo. El sinsentido sigue reinando a mi alrededor. Hay muchas cosas que no entiendo, cada vez más. Por eso, debió existir un día en el que me perdí, un día que pasé de largo. Debió ser aquel día, sí. Cuando pasó aquello.
Llego a casa derrotado, si fuerzas siquiera para tumbarme en la cama y descansar. El espectáculo debe continuar. Esta especie de circo romano en el que me encuentro...
Mittwoch Nacht
Novedades familiares. Atropellada por su coche, sin consecuencias, afortunadamente.
Llueve mansamente.
Hacía falta un rato de reír.
Por 25 pesetas, palabras que empiecen por a. Sólo se me ocurre arpía. (Sorprendente la definición de la RAE, por cierto)
Muy cansado. Mañana será otro día. Igual.
Llueve mansamente.
Hacía falta un rato de reír.
Por 25 pesetas, palabras que empiecen por a. Sólo se me ocurre arpía. (Sorprendente la definición de la RAE, por cierto)
Muy cansado. Mañana será otro día. Igual.
Versiones canallas
Una
¿Quién es ese hom, digo perro?
que me mira y me deprime?
Una fiera quieta
que me desespera
y me hace sentir mal...
Dos
¿Quién es ese alumno,
que me mira y me desquicia?
Una fiera inquieta
que me desespera
y me busca las vueltas
pero que al final suspenderá.
Mittwoch Nachmittag
Tarde de lluvia y de nombres. No tengo paraguas. Ni para la lluvia de fuera ni para la de dentro.
El día de la no marmota
Definitivamente, un día me quedé dormido y ahora no me entero de nada...
Otra explicación no hay...
Otra explicación no hay...
Mittwoch Morgen
Mal cuerpo. Malos exámenes.
Como en el anuncio, todavía no se ha acabado la mañana y queda toda la tarde.
Como en el anuncio, todavía no se ha acabado la mañana y queda toda la tarde.
martes, 22 de marzo de 2011
Dolor de cabeza
Las sillas de pala, otrora mis amigas, ya no se llevan bien conmigo. Más que conmigo, con mi espalda.
No consigo acabar de entender cómo puñetas voy a poder poner mapas para hacer senderismo en mis múltiples gps.
Paciencia.
Siguen mis malas ideas culinarias.
Me voy a dormir, mañana será otro día.
No consigo acabar de entender cómo puñetas voy a poder poner mapas para hacer senderismo en mis múltiples gps.
Paciencia.
Siguen mis malas ideas culinarias.
Me voy a dormir, mañana será otro día.
Tuesday morning
Frío. Cuello quemado. Exámenes atrasados. Apuntes por preparar. Exámenes por corregir. Notas por poner.
Y sin ganas de hacer nada.
Y sin ganas de hacer nada.
La flor de la tristeza
Estaba allí, bordeando una esquina. En una postura incómoda, porque no era su postura natural. Además, tampoco era su sitio. En más de un sentido. Quería huir de donde estaba, pero casi sin quererlo, porque huir no era lo suyo, porque rendirse no era su estilo. Su cara reflejaba la amargura, la tristeza, pero no el resentimiento. Mientras en la selva cercana gritaban los animales, muchas cosas pasaban por su pensamiento. ¿Qué hacer?
Habrá que seguir adelante, habrá que seguir luchando. Vendrán mejores tiempos. Siempre se decía eso. Pero los buenos tiempos nunca venían. Cada vez eran peores.
¿Qué hacer cuando las cosas van mal? ¿Que hacer cuando los problemas se enquistan? ¿Qué hacer cuando no se tiene un punto de apoyo que levante el mundo? ¿Qué hacer cuando las ganas de luchar han desaparecido?
No te rindas. No les des esa satisfacción. No se lo merecen.
Dales, danos, la lección que solo tú conoces.
Habrá que seguir adelante, habrá que seguir luchando. Vendrán mejores tiempos. Siempre se decía eso. Pero los buenos tiempos nunca venían. Cada vez eran peores.
¿Qué hacer cuando las cosas van mal? ¿Que hacer cuando los problemas se enquistan? ¿Qué hacer cuando no se tiene un punto de apoyo que levante el mundo? ¿Qué hacer cuando las ganas de luchar han desaparecido?
No te rindas. No les des esa satisfacción. No se lo merecen.
Dales, danos, la lección que solo tú conoces.
lunes, 21 de marzo de 2011
Lecciones
Hay quien da lecciones. Pero vacías de contenido.
Hay quien pide lecciones. Pero no le gusta luego recibirlas.
Hay quien no pide lecciones. Mejor no dárselas.
Hay a quien la vida le da lecciones, pero no saca nada en claro de ellas.
Normalmente se aprende más, o únicamente, de quien no da lecciones.
Hay quien pide lecciones. Pero no le gusta luego recibirlas.
Hay quien no pide lecciones. Mejor no dárselas.
Hay a quien la vida le da lecciones, pero no saca nada en claro de ellas.
Normalmente se aprende más, o únicamente, de quien no da lecciones.
Cosas de perros
Estaba llegando a la casa, casi al final de mi recorrido. Hoy veía solo a uno. Al ver que me acercaba se puso en pie. Pero faltaba su compañero. Volvió la cabeza para buscarlo, para intentar llamarlo, pero no estaba.
En ese momento llegaba a la casa. Sin saber qué hacer levantó la cabeza y se puso a ladrar hasta que pasé la casa. Fue un ladrido breve pero convincente.
Por lo menos él había cumplido a los ojos correspondientes...
En ese momento llegaba a la casa. Sin saber qué hacer levantó la cabeza y se puso a ladrar hasta que pasé la casa. Fue un ladrido breve pero convincente.
Por lo menos él había cumplido a los ojos correspondientes...
Batiburrillo
Cuando los bueyes no tiran mejor no bajarse a empujar. Te esfuerzas y con los bueyes delante no consigues nada, salvo cansarte.
La cabezonería no se cura con razonamientos. Posiblemente no se cure, pero es una hipótesis de trabajo.
Se anda muy bien con Häendel.
La irracionalidad, tanto matemática como la otra, no tiene remedio. Hay que asumirlo.
Prefiero evitar los "Lo siento".
La cabezonería no se cura con razonamientos. Posiblemente no se cure, pero es una hipótesis de trabajo.
Se anda muy bien con Häendel.
La irracionalidad, tanto matemática como la otra, no tiene remedio. Hay que asumirlo.
Prefiero evitar los "Lo siento".
Yo me acuso
Me acuso de ser culpable. No se de qué, pero seguro que lo soy. Todo el mundo me señala, así que lo seré.
Me acuso de mis evidentes carencias emocionales. Que, por supuesto, no faltan en otros sitios.
Me acuso de mi falta de profesionalidad. Afortunadamente, se ve compensada por el exceso de profesionalidad emanante de otros. Y que, sin duda, me pone aún más en evidencia.
Me acuso de no luchar por lo que creo mejor y justo. Para qué si los beneficiarios no lo necesitan por ser ya justos y buenos.
Me acuso de mis evidentes carencias personales. No acabaría nunca.
Me acuso de mis evidentes carencias emocionales. Que, por supuesto, no faltan en otros sitios.
Me acuso de mi falta de profesionalidad. Afortunadamente, se ve compensada por el exceso de profesionalidad emanante de otros. Y que, sin duda, me pone aún más en evidencia.
Me acuso de no luchar por lo que creo mejor y justo. Para qué si los beneficiarios no lo necesitan por ser ya justos y buenos.
Me acuso de mis evidentes carencias personales. No acabaría nunca.
Equivocado
He de admitir que me equivocaba. Mis ojos mandaban una información a mi cerebro que este no sabía, o quería, interpretar bien. Pero creo que ahora está todo claro. Mi voluntad de lucha no puede contra la voluntad, o mejor, la no voluntad del mundo que me rodea. Quizá quería emular a don Quijote o quizá me creía con poder suficiente para mover mi mundo, pero he comprendido que no puede ser. Al final me acabaron tomando por un loco, que es justamente lo que soy.
Me quise igual a los demás, cosa que no es cierta. Nunca he sido ni igual ni como nadie. Y nunca lo seré. Los malos teoremas parten de falsas hipótesis y yo soy justamente eso, una falsa hipótesis. Jamás debí salir de mi lugar. O quizá debí elegir bien. Pero al menos reconozco que eso no lo sé hacer. Menos da una piedra.
Y mientras el mundo gira, yo he decidido pararme. Dejaré de ser el burro que empuja y me iré con mi burrería a otra parte.
Me quise igual a los demás, cosa que no es cierta. Nunca he sido ni igual ni como nadie. Y nunca lo seré. Los malos teoremas parten de falsas hipótesis y yo soy justamente eso, una falsa hipótesis. Jamás debí salir de mi lugar. O quizá debí elegir bien. Pero al menos reconozco que eso no lo sé hacer. Menos da una piedra.
Y mientras el mundo gira, yo he decidido pararme. Dejaré de ser el burro que empuja y me iré con mi burrería a otra parte.
domingo, 20 de marzo de 2011
sábado, 19 de marzo de 2011
Recetas azuladas
Una:
Se pone un ajo cortadito en rodajas en un poco de aceite. Se fríen. Se echan las espinacas. Se rehogan un poco en el aceite y con los ajos. Se añade un poco de nata, se echa una lata atún y un poco de queso azul. Y a remover hasta que se hagan. Ligera y muy sabrosa.
Dos:
Cocemos espaguetis. En una sartén, freímos unos champiñones laminados. Una vez cocidos los espaguetis, los escurrimos bien y los echamos en la sartén donde hemos frito los champiñones. Los removemos un poquito y lo ponemos otra vez al fuego, no muy fuerte. Ponemos nata, ojo con pasarse, y otro poco de queso azul. Y, con paciencia, hasta que se vaya disolviendo el queso. Mejor poner trocitos pequeños, para que se disuelvan mejor.
Fácil, rápido y para toda la familia... o para uno solo.
Se pone un ajo cortadito en rodajas en un poco de aceite. Se fríen. Se echan las espinacas. Se rehogan un poco en el aceite y con los ajos. Se añade un poco de nata, se echa una lata atún y un poco de queso azul. Y a remover hasta que se hagan. Ligera y muy sabrosa.
Dos:
Cocemos espaguetis. En una sartén, freímos unos champiñones laminados. Una vez cocidos los espaguetis, los escurrimos bien y los echamos en la sartén donde hemos frito los champiñones. Los removemos un poquito y lo ponemos otra vez al fuego, no muy fuerte. Ponemos nata, ojo con pasarse, y otro poco de queso azul. Y, con paciencia, hasta que se vaya disolviendo el queso. Mejor poner trocitos pequeños, para que se disuelvan mejor.
Fácil, rápido y para toda la familia... o para uno solo.
Mañana de pisos
Resaca de palomitas de maíz al abrir los ojos. Toda mi casa huele a eso. Es imposible ventilar ese olor, ni abriendo ventanas y puertas. Nunca más.
Veo otro piso. Le falta terraza pero creo que le sobran posibilidades. Casi me he visto diseñado el salón. Hay que cambiar de nuevo la clasificación. Empiezo a pensar en quedarme como estoy. Me asustan los cambios.
Encuentro en rosa. Y calor, mucho calor.
Veo otro piso. Le falta terraza pero creo que le sobran posibilidades. Casi me he visto diseñado el salón. Hay que cambiar de nuevo la clasificación. Empiezo a pensar en quedarme como estoy. Me asustan los cambios.
Encuentro en rosa. Y calor, mucho calor.
viernes, 18 de marzo de 2011
El deleite de lo cotidiano
Hoy, en una discusión post-desayuno con mi rubia favorita, hemos estado hablando de las comodidades de vivir en ciertas zonas recónditas con distribuidoras de alimentación que van al grano y a la marca blanca. Si bien es cierto que aunque a veces hay quien le gusta un pequeño caprichito gastronómico, casi lo único que no te prohíben ya, no siempre este capricho se puede materializar. Y es entonces cuando hay que tirar de cantera, de imaginación y de rutina. Y nos vemos obligados a descubrir el encanto de las cosas que nos rodean y a las que apenas les hemos prestado atención. Como, por ejemplo, el queso azul, que está poniendo un toque de felicidad en mi vida que no esperaba a estas alturas.
Y es que siempre te sorprende aquello que menos te esperas.
PD: No se me puede deolvidar poner un par de recetillas con queso azul. Son recicladas, pero en esta época de control+c, control+v, quién sabe lo que es o no plagio...
Y es que siempre te sorprende aquello que menos te esperas.
PD: No se me puede deolvidar poner un par de recetillas con queso azul. Son recicladas, pero en esta época de control+c, control+v, quién sabe lo que es o no plagio...
Viernes tarde
Mis viernes tarde se dividen en dos tipos, a cual más relajante: viernes de conductor y viernes de chacha. Hoy ha tocado del segundo tipo.
Ataviado de mi fregona, de estreno para más señas, mi trapo para quitar el polvo y buena música, empiezo el proceso de limpieza. Primero quito el polvo. (Le ruego, amable lector, que no me malinterprete) Luego empiezo con el fregado. Salón, dormitorio, pasillos. Y, por último, y siempre lo mejor, el cuarto de baño.
Contrariamente a lo que pueda parecer, disfruto enormemente con la limpieza del baño. Especialmente si los sanitarios son blancos. No es por darme pisto, que perfectamente podría, pero dejo los cuartos de baño que durante los dos siguientes días a su limpieza al entrar se producen desgarros de retina de lo relucientes que se quedan. Es lo que tiene el frotar...
Y de postre, he hecho la lista de la compra para mañana.
Lo que se dice una tarde redonda.
Ataviado de mi fregona, de estreno para más señas, mi trapo para quitar el polvo y buena música, empiezo el proceso de limpieza. Primero quito el polvo. (Le ruego, amable lector, que no me malinterprete) Luego empiezo con el fregado. Salón, dormitorio, pasillos. Y, por último, y siempre lo mejor, el cuarto de baño.
Contrariamente a lo que pueda parecer, disfruto enormemente con la limpieza del baño. Especialmente si los sanitarios son blancos. No es por darme pisto, que perfectamente podría, pero dejo los cuartos de baño que durante los dos siguientes días a su limpieza al entrar se producen desgarros de retina de lo relucientes que se quedan. Es lo que tiene el frotar...
Y de postre, he hecho la lista de la compra para mañana.
Lo que se dice una tarde redonda.
Crítica televisiva
Me encanta el arranque de la sexta temporada de The Closer
Y, por supuesto, me encanta la protagonista.
Brenda, me tienes profundamente enamorado...
Y, por supuesto, me encanta la protagonista.
Brenda, me tienes profundamente enamorado...
jueves, 17 de marzo de 2011
¿Nos podemos saltar esto?
Para mantener los pies en el suelo y para que no se me suba a la cabeza la poca autoridad que me puede quedar, dos tardes a la semana voy a aprender un interesante idioma extranjero.
La enseñanza de idiomas extranjeros se basa en un método del que no recuerdo ahora el nombre pero que mi santa hermana me explicó una vez y que yo entendí como "aprender por ósmosis". Es decir, a partir de hacer el chorra un rato se supone que en 5 años ya sabes gramática y todas esas cosas.
El caso es que esta tarde para aprender algo de gramática teníamos que describir la cara que ponían unos actores. Pues parece como si un amigo le hubiera traicionado. Pues parece que es un policía que ha visto un coche lleno de adolescentes. Pues parece que es un policía esperando que un conductor le enseñe su carnet de conducir. Pues parece un niño que ha soltado un pájaro que había en una jaula... y esto ¿para qué me sirve a mi cuando vaya al extranjero? Cuando quiera recargar la Oyster en Londres, ¿le pongo cara al tío de recárgame la Oyster? ¿Qué expresión corporal he de poner? ¡Las dudas me corroen!
Pero lo peor estaba por llegar. Nos han puesto unos sonidos y teníamos que decir a qué se parecían. Sale un gato maullando. ¿A qué quieres que se parezca? ¡Pues a un gato maullando, Dios bendito!
No solo me toca padecer un sistema educativo infame con unos métodos pésimos como profe, sino también como alumno.
Es el sino de ser un pringaillo...
La enseñanza de idiomas extranjeros se basa en un método del que no recuerdo ahora el nombre pero que mi santa hermana me explicó una vez y que yo entendí como "aprender por ósmosis". Es decir, a partir de hacer el chorra un rato se supone que en 5 años ya sabes gramática y todas esas cosas.
El caso es que esta tarde para aprender algo de gramática teníamos que describir la cara que ponían unos actores. Pues parece como si un amigo le hubiera traicionado. Pues parece que es un policía que ha visto un coche lleno de adolescentes. Pues parece que es un policía esperando que un conductor le enseñe su carnet de conducir. Pues parece un niño que ha soltado un pájaro que había en una jaula... y esto ¿para qué me sirve a mi cuando vaya al extranjero? Cuando quiera recargar la Oyster en Londres, ¿le pongo cara al tío de recárgame la Oyster? ¿Qué expresión corporal he de poner? ¡Las dudas me corroen!
Pero lo peor estaba por llegar. Nos han puesto unos sonidos y teníamos que decir a qué se parecían. Sale un gato maullando. ¿A qué quieres que se parezca? ¡Pues a un gato maullando, Dios bendito!
No solo me toca padecer un sistema educativo infame con unos métodos pésimos como profe, sino también como alumno.
Es el sino de ser un pringaillo...
miércoles, 16 de marzo de 2011
Miércoles de reunión
Para al final no concretar nada.
Mañana de clases, madres y alumna. Tarde con más madres, y compañeros. Me he pasado medio día actualizando móviles con programas que luego no uso y amortizando la conexión a Internet. Una vez gastado el euro, hay que estirarlo como el chicle. No me entiendo en mi fiebre actualizadora. Mi síndrome de Diógenes tecnológico ya no me preocupa, lo mismo que mi adicción a Internet. Nos apañaremos como podamos.
Me siguen insistiendo en la estupidez. Creo que voy a ceder. A fin de cuentas, ¿qué mas da?
PD: Te echo de menos.
Mañana de clases, madres y alumna. Tarde con más madres, y compañeros. Me he pasado medio día actualizando móviles con programas que luego no uso y amortizando la conexión a Internet. Una vez gastado el euro, hay que estirarlo como el chicle. No me entiendo en mi fiebre actualizadora. Mi síndrome de Diógenes tecnológico ya no me preocupa, lo mismo que mi adicción a Internet. Nos apañaremos como podamos.
Me siguen insistiendo en la estupidez. Creo que voy a ceder. A fin de cuentas, ¿qué mas da?
PD: Te echo de menos.
Se oye un niño llorar
y no se de dónde viene.
Otra noche más sopla el viento.
Y me pregunto por qué no me sale nada trascendente de mi atribulada cabeza. O, más bien, por qué no soy capaz de darle forma.
Otra noche más sopla el viento.
Y me pregunto por qué no me sale nada trascendente de mi atribulada cabeza. O, más bien, por qué no soy capaz de darle forma.
martes, 15 de marzo de 2011
Perdon
Soy malo.
Lo sabes.
Lo sé.
Aun así estás ahí.
No te mueves.
No me lo merezco.
Perdóname. Pero no ahora.
Y procura que nunca lo sepa.
Lo sabes.
Lo sé.
Aun así estás ahí.
No te mueves.
No me lo merezco.
Perdóname. Pero no ahora.
Y procura que nunca lo sepa.
A mas a menos
Cuando era más joven de lo que soy siempre pensé que todos mis problemas se resolverían. Así, sin más. Pensaba que cuando fuera adulto o, al menos, menos joven, mi vida sería tranquila, sosegada, sin preocupaciones...
Por supuesto no pensaba yo que la cosa iba a ir así. Cuanto más avanzo menos resultado saco. Tanto luchar por la comodidad y resultó que cada día que pasa estoy más en la cuerda floja, menos seguro de mí y con más frentes abiertos. Apenas se cierra una pequeña batalla se abre otra un poco más grande.
Quizá debiera simplificar las cosas y dejar que sucedan siguiendo ese natural orden fingido que parece rodearme desde siempre. Y no hacer caso de nada, salvo del sol que salga cada mañana y de la luna que ilumine el cielo cada noche. Dejar de ponerme plazos absurdos, fechas que no significan nada y otras loro-chocolatadas.
Tomarme la vida con un poco de pasotismo, de indolencia. Tampoco mucho, claro.
A ver cuánto tardo en arrepentirme...
Por supuesto no pensaba yo que la cosa iba a ir así. Cuanto más avanzo menos resultado saco. Tanto luchar por la comodidad y resultó que cada día que pasa estoy más en la cuerda floja, menos seguro de mí y con más frentes abiertos. Apenas se cierra una pequeña batalla se abre otra un poco más grande.
Quizá debiera simplificar las cosas y dejar que sucedan siguiendo ese natural orden fingido que parece rodearme desde siempre. Y no hacer caso de nada, salvo del sol que salga cada mañana y de la luna que ilumine el cielo cada noche. Dejar de ponerme plazos absurdos, fechas que no significan nada y otras loro-chocolatadas.
Tomarme la vida con un poco de pasotismo, de indolencia. Tampoco mucho, claro.
A ver cuánto tardo en arrepentirme...
Dos cosas
Una: No se pueden tener planes secretos.
Dos: Me ha jodido el plantón de hoy. Se le puede buscar la vuelta, claro...
y otra de propina: no me gusta ver a la gente llorar, especialmente si no puedo hacer nada para remediarlo.
Dos: Me ha jodido el plantón de hoy. Se le puede buscar la vuelta, claro...
y otra de propina: no me gusta ver a la gente llorar, especialmente si no puedo hacer nada para remediarlo.
Inmovilizado
Yendo a ver un inmueble, me han dejado idem...
PS: El mundo es muy pequeño. Y ciertas comarcas, más.
PS: El mundo es muy pequeño. Y ciertas comarcas, más.
lunes, 14 de marzo de 2011
Llamadas perdidas II
Hoy me has vuelto a llamar. No te lo he querido coger. Sabes que, en el fondo, me necesitas, pero tienes tu orgullo. Yo, en cambio, puedo vivir sin ti. Lo llevo haciendo hace mucho tiempo.
Además, otros me ofrecen lo mismo por menos. Incluso me sale más rentable. Mañana iré cerca de donde estás. Tu me verás y te preguntarás por qué no respondo tus llamadas...
En el fondo algo de ti sí que quiero. Te quiero dar unos poquitos de celos.
Amores inmobiliarios. Y yo que pensaba que eran distintos de los otros...
Además, otros me ofrecen lo mismo por menos. Incluso me sale más rentable. Mañana iré cerca de donde estás. Tu me verás y te preguntarás por qué no respondo tus llamadas...
En el fondo algo de ti sí que quiero. Te quiero dar unos poquitos de celos.
Amores inmobiliarios. Y yo que pensaba que eran distintos de los otros...
domingo, 13 de marzo de 2011
Perversidades
Segunda planta. Grandes almacenes. Dos ipads libres. Conexión a Internet gratuita.
No me he podido de contener...
PD: Lo que se resisten las puñeteras derivadas. (Mejor echarle la culpa a otro...)
No me he podido de contener...
PD: Lo que se resisten las puñeteras derivadas. (Mejor echarle la culpa a otro...)
sábado, 12 de marzo de 2011
Llamadas perdidas...
...que me obligan a pensar una estrategia.
Si estamos en el baile, habrá que bailar.
Si estamos en el baile, habrá que bailar.
Sábado gelatinoso
Mañana ajetreada. Compras para los demás y gente que me saca de mi mundo, me pregunta cosas y me lo agradece después profusamente.
Pescado para comer.
Tarde de guitarra.
Gelatina para merendar. Hacía siglos que no merendaba.
Gata en falda por sorpresa. Incomprensible este animal triple: gata, araña y vaca. Su hermano decide tomarse la noche libre de sus obligaciones gatunas.
Gelatina para cenar. Malos recuerdos.
Ducha. Internet. Evito empezar a preparar el tema de derivadas. Ayer fue el plan de convivencia. Lujuriosa la vida del profesor de secundaria.
Un vaso de agua y empezaré a la tarea.
Pescado para comer.
Tarde de guitarra.
Gelatina para merendar. Hacía siglos que no merendaba.
Gata en falda por sorpresa. Incomprensible este animal triple: gata, araña y vaca. Su hermano decide tomarse la noche libre de sus obligaciones gatunas.
Gelatina para cenar. Malos recuerdos.
Ducha. Internet. Evito empezar a preparar el tema de derivadas. Ayer fue el plan de convivencia. Lujuriosa la vida del profesor de secundaria.
Un vaso de agua y empezaré a la tarea.
viernes, 11 de marzo de 2011
Veredicto II
El juez analizó las pruebas que los abogados le presentaron. El fiscal lo acusó de ser en algunas ocasiones y de no ser en otras. El acusado intentó defenderse, pero su abogado se lo impidió. Se declaró culpable.
Los testigos fueron subiendo al estrado. Uno a uno fueron desgranando ante su señoría las atroces naderías cometidas por un acusado cada vez más cabizbajo. El abogado callaba y el pobre acusado se resignó a una suerte ya decidida de antemano. Su conciencia estaba tranquila. Él, pobre, no había hecho nada malo, tan solo había sido él mismo durante todo ese tiempo.
Recordaba pasados más felices, pero no supo identificar en qué momento pasó de ciudadano a condenado. Debió ser ese momento en que dejó de comprender aquello que le rodeaba. Ese preciso instante en el que el mundo, su mundo, empezó a girar demasiado rápido, a deslumbrarse. Y cometió el error de sentarse a intentarlo comprender. ¡Pobre idiota! ¡Intentando comprender lo incomprensible! Lo que eran dulces palabras se convirtieron en desprecio e indiferencia.
Vistas todas las pruebas, oídos todos los testimonios, el juez condenó a quien no tenía ningún tipo de culpa. La cárcel le esperaba.
Pero lo que todos ignoraban es que él ya había estado allí antes. Justo en ese momento lo recordó. La cárcel era su casa. Porque allí era donde, en vez de estar condenado, estaría a salvo...
Los testigos fueron subiendo al estrado. Uno a uno fueron desgranando ante su señoría las atroces naderías cometidas por un acusado cada vez más cabizbajo. El abogado callaba y el pobre acusado se resignó a una suerte ya decidida de antemano. Su conciencia estaba tranquila. Él, pobre, no había hecho nada malo, tan solo había sido él mismo durante todo ese tiempo.
Recordaba pasados más felices, pero no supo identificar en qué momento pasó de ciudadano a condenado. Debió ser ese momento en que dejó de comprender aquello que le rodeaba. Ese preciso instante en el que el mundo, su mundo, empezó a girar demasiado rápido, a deslumbrarse. Y cometió el error de sentarse a intentarlo comprender. ¡Pobre idiota! ¡Intentando comprender lo incomprensible! Lo que eran dulces palabras se convirtieron en desprecio e indiferencia.
Vistas todas las pruebas, oídos todos los testimonios, el juez condenó a quien no tenía ningún tipo de culpa. La cárcel le esperaba.
Pero lo que todos ignoraban es que él ya había estado allí antes. Justo en ese momento lo recordó. La cárcel era su casa. Porque allí era donde, en vez de estar condenado, estaría a salvo...
Deportes que deberían ser olímpicos: El basuring
El basuring es un deporte practicado desde siempre por la humanidad, especialmente por los más jóvenes, que siempre han tenido en él una forma de sacarse unos eurillos.
Dicho deporte consiste en el lanzamiento de una bolsa de basura y conseguir colocarla dentro del contenedor, a modo de baloncesto.
Esto, que pudiera parecer una gilipollez, no lo es, puesto que se debe levantar la tapa y, sin sujetarla, lanzar la bolsa de basura sin que la tapa del contenedor haga un tapón a lo NBA requiere de técnica. Calcular la abertura precisa para que la tapa antes de caer deje tiempo suficiente para que colemos la bolsa exige amplios conocimientos matemáticos, así como físicos.
Otro aspecto a no despreciar es el tipo de cierre de la bolsa de basura. Un incorrecto cerrado puede provocar una apertura de la misma y, por tanto, un esparcimiento o revoleo de la basura contenida en la misma, entrando en contradicción con el espíritu de civismo que, en nuestros días, invade los pueblos y ciudades de nuestra querida piel de toro. Hay incluso maestros que hacen un tipo de cierre que permite ser aprovechado para la apertura de la tapa del contenedor sin mancharse de los malignos microbios que pueblan los contenedores de mi querida España, esta España mía, esta España nuestra...
Dentro del basuring hay diversas categorías, ordenadas según la distancia de lanzamiento. La distancia más corta es de 1 metro, apta para aquellos que se quieren iniciar en este bello y saludable deporte. Hay campeones que han llegado a la cumbre de su carrera lanzando desde los 5 metros.
Desde aquí, les pido su apoyo para que este bello y práctico deporte llegue a las próximas olimpiadas. (Me ahorraré el juego de palabras ya que ha tenido usted, amable lector, la paciencia de llegar hasta aquí)
Dicho deporte consiste en el lanzamiento de una bolsa de basura y conseguir colocarla dentro del contenedor, a modo de baloncesto.
Esto, que pudiera parecer una gilipollez, no lo es, puesto que se debe levantar la tapa y, sin sujetarla, lanzar la bolsa de basura sin que la tapa del contenedor haga un tapón a lo NBA requiere de técnica. Calcular la abertura precisa para que la tapa antes de caer deje tiempo suficiente para que colemos la bolsa exige amplios conocimientos matemáticos, así como físicos.
Otro aspecto a no despreciar es el tipo de cierre de la bolsa de basura. Un incorrecto cerrado puede provocar una apertura de la misma y, por tanto, un esparcimiento o revoleo de la basura contenida en la misma, entrando en contradicción con el espíritu de civismo que, en nuestros días, invade los pueblos y ciudades de nuestra querida piel de toro. Hay incluso maestros que hacen un tipo de cierre que permite ser aprovechado para la apertura de la tapa del contenedor sin mancharse de los malignos microbios que pueblan los contenedores de mi querida España, esta España mía, esta España nuestra...
Dentro del basuring hay diversas categorías, ordenadas según la distancia de lanzamiento. La distancia más corta es de 1 metro, apta para aquellos que se quieren iniciar en este bello y saludable deporte. Hay campeones que han llegado a la cumbre de su carrera lanzando desde los 5 metros.
Desde aquí, les pido su apoyo para que este bello y práctico deporte llegue a las próximas olimpiadas. (Me ahorraré el juego de palabras ya que ha tenido usted, amable lector, la paciencia de llegar hasta aquí)
Leyes
Iba yo por la vida, siendo legal, y me dio el muermo. Me lo sacudí y empecé a saltarme leyes, absurdas, a la torera.
Me lo tomaré como un vicio. El último que me queda.
PD: Cómo es esto de la inspiración. Barca llena, barca vacía...
Me lo tomaré como un vicio. El último que me queda.
PD: Cómo es esto de la inspiración. Barca llena, barca vacía...
Pienso de que
Es una metáfora de pedir información para uno mismo sobre uno mismo. La estupidez va implícita y se hace explícita.
Veredicto
Después de mirar a mi alrededor, he llegado a la conclusión de que soy culpable. Porque la condena ya la tengo, vamos...
jueves, 10 de marzo de 2011
Experiencias orientales
Aparco el coche. Cruzo una puerta que me transporta miles de kilómetros al este, cerca del sol naciente. La tienda es espaciosa, con múltiples secciones.
Primera parada, sección textil. Hay un curioso olor, entre fertilizante y de pastilla de encender chimenea que salta a mis fosas nasales. Pienso en verme vestido con un chandal y, automáticamente, salir ardiendo. Al pasar por la sección de ropa interior el pensamiento anterior me hace salir huyendo.
Segunda parada, sección menaje del hogar. Aquí la cosa parece más normal, pero las marcas de los productos tienen letras equivocadas. Podemos comprar una genuina cristalería de bobiera, que deben ser unos alemanes muy tontos. Tampoco busco nada aquí.
Tercera parada, sección decoración. Me tienta sacar el móvil y hacer una foto. Una auténtica alianza de civilizaciones convive en la estantería. Budas, belenes, vírgenes y crucifijos se dan la mano con gatos que mueven la patita de arriba a abajo. Seguiría mi camino hacia otra sección, pero el estupor me paraliza. Ni siquiera me acerco a mi sección talismán, la de electrónica. Una auténica radio Sonya por tan solo 15 leuros es algo difícil de rechazar.
Cuando por fin me recupero, pienso en darme un capricho, una agendita para apuntar cosas para el blog, ya que siempre se me olvidan. Pero la idea de llevar otro chisme más encima me disuade.
Y el caso es que no recuerdo por qué he entrado...
Primera parada, sección textil. Hay un curioso olor, entre fertilizante y de pastilla de encender chimenea que salta a mis fosas nasales. Pienso en verme vestido con un chandal y, automáticamente, salir ardiendo. Al pasar por la sección de ropa interior el pensamiento anterior me hace salir huyendo.
Segunda parada, sección menaje del hogar. Aquí la cosa parece más normal, pero las marcas de los productos tienen letras equivocadas. Podemos comprar una genuina cristalería de bobiera, que deben ser unos alemanes muy tontos. Tampoco busco nada aquí.
Tercera parada, sección decoración. Me tienta sacar el móvil y hacer una foto. Una auténtica alianza de civilizaciones convive en la estantería. Budas, belenes, vírgenes y crucifijos se dan la mano con gatos que mueven la patita de arriba a abajo. Seguiría mi camino hacia otra sección, pero el estupor me paraliza. Ni siquiera me acerco a mi sección talismán, la de electrónica. Una auténica radio Sonya por tan solo 15 leuros es algo difícil de rechazar.
Cuando por fin me recupero, pienso en darme un capricho, una agendita para apuntar cosas para el blog, ya que siempre se me olvidan. Pero la idea de llevar otro chisme más encima me disuade.
Y el caso es que no recuerdo por qué he entrado...
Teclas
Sobraba tiempo y tenía una idea en mente. Esa combinación de factores que nunca se da. Lástima de boleto de lotería ausente.
El lugar estaba desierto. Encendió la luz y el ordenador. El teclado estaba roto. Cada pulsación hacía vibrar el teclado tanto como sus ideas su mente. Cada golpe, seco, típico, era un pensamiento en su cabeza.
La soledad del sitio magnificaba la (poca) importancia de lo que escribía. Y no dejaba de ser una continuación de lo vivido anteriormente.
Como una ola gigante que amenaza con envolverte...
El lugar estaba desierto. Encendió la luz y el ordenador. El teclado estaba roto. Cada pulsación hacía vibrar el teclado tanto como sus ideas su mente. Cada golpe, seco, típico, era un pensamiento en su cabeza.
La soledad del sitio magnificaba la (poca) importancia de lo que escribía. Y no dejaba de ser una continuación de lo vivido anteriormente.
Como una ola gigante que amenaza con envolverte...
La búsqueda
Llegamos cinco minutos más tarde de la hora acordada. Busco caras entre la gente, aunque la verdad es que no hay mucho donde elegir. Con este frío no hay nadie en la calle. Veo una señora moviendo una llave. Nos acercamos. Nos presentamos. La señora (o señor o lo que toque en ese momento) me enseña el camino. Amablemente nos abre las puertas, llama al ascensor y subimos.
Un olor a cañería inunda la escalera. Convenimos en echarle la culpa a la lluvia. Se abre la puerta y, como en los chistes, empieza la diversión. Poco a poco, vamos invadiendo intimidades ya pasadas, personas que vivieron y que algo dejaron impregnado en esas paredes. Me recomiendan que pinte, pero eso ya lo decidiré yo. Mejor dejar para mañana aquello que no te apetezca hacer frente hoy.
Tras andar un rato a paso de museo, mirando y mirando y buscando y buscando, llegamos a la terraza. Impresionantes vistas al cementerio de la localidad, junto a la piscina, el polideportivo y las pistas de padel. El deporte mata, sería la conclusión.
Otro dormitorio más y, por fin, la cocina, auténtico cuarto de estar de la familia. Justamente donde se habla de todo lo importante. Haciendo honor a esa ancestral costumbre, pregunto el precio. Obtengo la respuesta y las condiciones. Un paseo más para despejar dudas y una persiana rebelde que no quiere contribuir a la venta.
Bajamos a la plaza de garaje y el trastero. Suelo cementoso y señales en amarillo. No me gusta tanto como la combinación de blanco en pared, plazas en amarillo y las tradicionales dos líneas rojas de garaje, pero es que en la variedad está el gusto. Rampa cómoda. Un punto a favor.
Me empeño en bajar por la escalera. Dejo a mi guía un poco en ridículo con una puerta rebelde, pero un vecino acude raudo a rescatarnos. Carro de la compra comunitario. Por experiencia sé lo práctico que es. Seguimos sumando.
Nos despedimos. Una última loa. Sonreímos. Mañana será otro piso.
Un olor a cañería inunda la escalera. Convenimos en echarle la culpa a la lluvia. Se abre la puerta y, como en los chistes, empieza la diversión. Poco a poco, vamos invadiendo intimidades ya pasadas, personas que vivieron y que algo dejaron impregnado en esas paredes. Me recomiendan que pinte, pero eso ya lo decidiré yo. Mejor dejar para mañana aquello que no te apetezca hacer frente hoy.
Tras andar un rato a paso de museo, mirando y mirando y buscando y buscando, llegamos a la terraza. Impresionantes vistas al cementerio de la localidad, junto a la piscina, el polideportivo y las pistas de padel. El deporte mata, sería la conclusión.
Otro dormitorio más y, por fin, la cocina, auténtico cuarto de estar de la familia. Justamente donde se habla de todo lo importante. Haciendo honor a esa ancestral costumbre, pregunto el precio. Obtengo la respuesta y las condiciones. Un paseo más para despejar dudas y una persiana rebelde que no quiere contribuir a la venta.
Bajamos a la plaza de garaje y el trastero. Suelo cementoso y señales en amarillo. No me gusta tanto como la combinación de blanco en pared, plazas en amarillo y las tradicionales dos líneas rojas de garaje, pero es que en la variedad está el gusto. Rampa cómoda. Un punto a favor.
Me empeño en bajar por la escalera. Dejo a mi guía un poco en ridículo con una puerta rebelde, pero un vecino acude raudo a rescatarnos. Carro de la compra comunitario. Por experiencia sé lo práctico que es. Seguimos sumando.
Nos despedimos. Una última loa. Sonreímos. Mañana será otro piso.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Caen las gotas
Llueve ahí fuera. A pesar de que el invierno ya se bate en retirada, algunas gotas quedan todavía por caer. Es una lluvia ligera, pero el sonido de las gotas caer rompe el silencio de la noche.
Oigo las gotas que martillean el suelo. Caen de una en una, con tranquilidad. Pensando que tienen todo el tiempo del mundo para caer. Son como pequeños trocitos de cielo que van cayendo, como las decisiones que se toman y que resultan equivocadas, o como los deseos que no se nos cumplen. Como morir un poquito cada día.
Lo cual me recuerda...
Oigo las gotas que martillean el suelo. Caen de una en una, con tranquilidad. Pensando que tienen todo el tiempo del mundo para caer. Son como pequeños trocitos de cielo que van cayendo, como las decisiones que se toman y que resultan equivocadas, o como los deseos que no se nos cumplen. Como morir un poquito cada día.
Lo cual me recuerda...
Última hora
Me llegan preocupantes noticias sobre una crisis textil en Brasil. Les seguiré informando...
Con un poco de picardía
Lo que parece un inconveniente en realidad puede ser una ventaja. Hay que tener picardía.
martes, 8 de marzo de 2011
Dos cosas que no debería escribir
Una:
El no creerse nada está pasando de ventaja a problema.
Dos:
¿Por qué no me creo cuando me dicen que me quieren?
El no creerse nada está pasando de ventaja a problema.
Dos:
¿Por qué no me creo cuando me dicen que me quieren?
Decepción (es)
Los mitos es lo que tienen, se caen. De tanto repetirme una cosa muchas veces me la acabé creyendo y creerte a ti mismo es tan peligroso como creer a lo que te rodea. El caso es que un día sospechas que tus creencias están equivocadas. Por supuesto, no dices nada, porque no es plan de ponerte en tu contra. Pero te sientes sucio contigo mismo. Te has contado una mentira a sabiendas de que es mentira y encima te la has creído. Bueno, qué se le va a hacer.
-o-o-o-o-o-o-
Había quedado esta tarde. Yo me esperaba una cosa, pero me encontré con otra. Bueno, es igual. Pensé en extraer algo positivo, pero resulta que no, que no hay nada positivo que extraer. Por primera vez me dan ganas de salir pitando, inmobiliariamente hablando, porque de otras cosas también me han dado ganas de salir pitando. Mantendremos la compostura, si es que eso fuera posible a estas alturas, claro.
-o-o-o-o-o-o-
Cada vez veo menos motivos. Es lo que tiene el amor, que se nos rompió de tanto usarlo. Me da algo de cosica, que dicen los clásicos, pero esto ya no hay nadie que lo arregle. Me echaré la culpa. Total, una vez mas nadie lo va a notar. Pero el caso es que se me hace muy duro. Bueno, ya he aprendido para otra vez.
-o-o-o-o-o-o-
Había quedado esta tarde. Yo me esperaba una cosa, pero me encontré con otra. Bueno, es igual. Pensé en extraer algo positivo, pero resulta que no, que no hay nada positivo que extraer. Por primera vez me dan ganas de salir pitando, inmobiliariamente hablando, porque de otras cosas también me han dado ganas de salir pitando. Mantendremos la compostura, si es que eso fuera posible a estas alturas, claro.
-o-o-o-o-o-o-
Cada vez veo menos motivos. Es lo que tiene el amor, que se nos rompió de tanto usarlo. Me da algo de cosica, que dicen los clásicos, pero esto ya no hay nadie que lo arregle. Me echaré la culpa. Total, una vez mas nadie lo va a notar. Pero el caso es que se me hace muy duro. Bueno, ya he aprendido para otra vez.
lunes, 7 de marzo de 2011
La eterna pregunta
Siempre me he preguntado qué sucedería cuando sucediera algo.
Y, cuando sucede, me pregunto que por qué me lo preguntaría.
Y, cuando sucede, me pregunto que por qué me lo preguntaría.
Cuarteles de invierno.
Entro en un teatro. Está todo oscuro. Estoy solo. Me siento en mi localidad y se abre el telón.
Empiezan a salir actores. No paran de hablar en un lenguaje incomprensible, no dejan de dar vueltas sobre sí mismos. Se acercan a mi. Me intimidan con sus miradas de loco. Hablan y hablan sin parar. Ahora comienzo a entender lo que dicen, pero sus palabras son incompletas, inconexas... No comprendo el mensaje que me intentan transmitir. Me siento incómodo, quiero huir, pero no puedo. Algo me lo impide.
Se acerca uno. Parece que tiene prisa, está nervioso. Pide ayuda, pero no puedo hacer nada porque no se hacer lo que me pide. Se enfada y me desprecia con un gesto de prepotencia. En el fondo ignora que nadie puede ayudarle, o al menos eso creo. Pero, en cuanto ese pensamiento se me asoma por la cabeza, se vuelve hacia mi y me recuerda que estoy cojo. Miro hacia abajo y... mis piernas han desaparecido. Pero no me sobresalto. De alguna manera ya lo sabía. Se despide de mi diciéndome que yo soy peor que él.
Se acerca ahora un grupo. No paran de hablar. Les pido si me ayudarían a salir, pero no me hacen caso. Simplemente, se burlan de mi, de mi condición de cojo. Y hablan de lo afortunados que son y de lo bien que les va a ir en la vida. Balbuceo un tímido "Disculpen" pero elevan la voz. Y se marchan entre risotadas.
Humillado, sigo viendo cómo los actores que quedan siguen hablando, gritando y dando vueltas. Veo sus intenciones, pero no puedo ayudarles. El camino que seguí se ha cerrado, y aun abierto dudo que lo quieran seguir. Acabarán como yo, impotente y cojo en un viejo teatro viendo locuras. La pregunta es si yo sigo siendo yo o me han conseguido cambiar.
Se abren las desvencijadas puertas del teatro y entran dos soldados. Preguntan por mi. Los actores siguen dando vueltas y más vueltas y apenas hacen caso. Los soldados se acercan y me miran.
"Debes regresar a los cuarteles de invierno."
Empiezan a salir actores. No paran de hablar en un lenguaje incomprensible, no dejan de dar vueltas sobre sí mismos. Se acercan a mi. Me intimidan con sus miradas de loco. Hablan y hablan sin parar. Ahora comienzo a entender lo que dicen, pero sus palabras son incompletas, inconexas... No comprendo el mensaje que me intentan transmitir. Me siento incómodo, quiero huir, pero no puedo. Algo me lo impide.
Se acerca uno. Parece que tiene prisa, está nervioso. Pide ayuda, pero no puedo hacer nada porque no se hacer lo que me pide. Se enfada y me desprecia con un gesto de prepotencia. En el fondo ignora que nadie puede ayudarle, o al menos eso creo. Pero, en cuanto ese pensamiento se me asoma por la cabeza, se vuelve hacia mi y me recuerda que estoy cojo. Miro hacia abajo y... mis piernas han desaparecido. Pero no me sobresalto. De alguna manera ya lo sabía. Se despide de mi diciéndome que yo soy peor que él.
Se acerca ahora un grupo. No paran de hablar. Les pido si me ayudarían a salir, pero no me hacen caso. Simplemente, se burlan de mi, de mi condición de cojo. Y hablan de lo afortunados que son y de lo bien que les va a ir en la vida. Balbuceo un tímido "Disculpen" pero elevan la voz. Y se marchan entre risotadas.
Humillado, sigo viendo cómo los actores que quedan siguen hablando, gritando y dando vueltas. Veo sus intenciones, pero no puedo ayudarles. El camino que seguí se ha cerrado, y aun abierto dudo que lo quieran seguir. Acabarán como yo, impotente y cojo en un viejo teatro viendo locuras. La pregunta es si yo sigo siendo yo o me han conseguido cambiar.
Se abren las desvencijadas puertas del teatro y entran dos soldados. Preguntan por mi. Los actores siguen dando vueltas y más vueltas y apenas hacen caso. Los soldados se acercan y me miran.
"Debes regresar a los cuarteles de invierno."
domingo, 6 de marzo de 2011
Adiós, amiga
Si soy sincero, no recuerdo la primera vez que te vi. Siempre me habían hablado de ti, pero nunca te había visto en persona. Tan alta, tan importante, tan amenazadora... Eras todo un símbolo, un mito. Algo inalcanzable para mi.
Poco a poco empecé a verte más. Como en aquella canción, nos empezamos a conocer y sabíamos que nuestra relación se haría más duradera. Pero, como pasa siempre, empecé a abusar de tu confianza. Tu me advertías, pero no te hacía caso. Más de una vez me llevé un susto por no hacerte caso. Nos peleábamos, pero sabíamos que, en el fondo, nada iba a cambiar. Nuestra relación era así.
Cuando supe que dejaría de verte, sentí que algo se moría en mí. ¡Tanto mal te he hecho y tanta gratitud he recibido por tu parte! Me sentí un estúpido, un egoísta, un ser despreciable.
Siento dejar de verte. Te echaré de menos.
Poco a poco empecé a verte más. Como en aquella canción, nos empezamos a conocer y sabíamos que nuestra relación se haría más duradera. Pero, como pasa siempre, empecé a abusar de tu confianza. Tu me advertías, pero no te hacía caso. Más de una vez me llevé un susto por no hacerte caso. Nos peleábamos, pero sabíamos que, en el fondo, nada iba a cambiar. Nuestra relación era así.
Cuando supe que dejaría de verte, sentí que algo se moría en mí. ¡Tanto mal te he hecho y tanta gratitud he recibido por tu parte! Me sentí un estúpido, un egoísta, un ser despreciable.
Siento dejar de verte. Te echaré de menos.
Recuerdos digitales
Ahora, casi no recuerdo. Tengo mucha música digitalizada, en parte propia y en parte... también propia. Sigo experimentando una especie de síndrome de Diógenes musical, colecciono todo aquello que suene que llegue a mi alcance. Pero ya no es lo mismo. No hay libretos, con ese característico olor a tinta. Ya no busco entre los papeles las letras de las canciones. Ahora está todo a un solo click de distancia. Ya no tiene emoción intentar recordar en tu mente una canción hasta que consigues encontrarla entre la marabunta de soportes que tengo, basta con mirar en Youtube. La inquietud de buscar, buscar y la alegría de encontrar ya no tiene sentido. Está todo ahí, solo basta con cogerlo.
Por eso nos hemos convertido en una especie de consentidos, huéspedes de la vida fácil, desanimados ante cualquier problema. Porque tenemos todo lo que queremos, incluido lo que más queremos, al alcance de la mano.
Aunque no siempre podamos verlo...
Por eso nos hemos convertido en una especie de consentidos, huéspedes de la vida fácil, desanimados ante cualquier problema. Porque tenemos todo lo que queremos, incluido lo que más queremos, al alcance de la mano.
Aunque no siempre podamos verlo...
Recuerdos redondos
No se me olvidará cuando me compré mi primera radio con CD, 26 de septiembre de 1994. Todavía se compraba en Continentes. Y el primer cd que me compré: Turn It Upside Down, de Spin Doctors. Por ello está el segundo en mi estantería. El primero me lo regaló mi tío.
Siempre, al final de cada trimestre, me premiaba con los discos que más me gustaban. Todavía recuerdo ir al Corte Inglés, dudar qué me llevaba, hasta que por fin me decidía. Llegar a casa, elegir el momento adecuado, y meterlo en la radio. Y disfrutar... Me encantaba, según el grosor del libreto, adivinar si traería las letras o no. A veces se cumplía mi apuesta. E intentaba descifrar lo que me trasmitía esa música porque, a ser sinceros, las palabras me importaban más bien poco.
Con el paso del tiempo me hice una colección bastante importante. Intercambiaba discos con mis amigos, se los grababa, me los grababan... Las cintas todavía eran importantes, pero recuerdo la tranquilidad que sentía cuando conseguía un disco en CD. Ya es mío para siempre. Esas notas, esas canciones, esos sentimientos están a buen recaudo. Nadie nunca me los va a quitar.
No contaba con que los discos se rallaban...
Siempre, al final de cada trimestre, me premiaba con los discos que más me gustaban. Todavía recuerdo ir al Corte Inglés, dudar qué me llevaba, hasta que por fin me decidía. Llegar a casa, elegir el momento adecuado, y meterlo en la radio. Y disfrutar... Me encantaba, según el grosor del libreto, adivinar si traería las letras o no. A veces se cumplía mi apuesta. E intentaba descifrar lo que me trasmitía esa música porque, a ser sinceros, las palabras me importaban más bien poco.
Con el paso del tiempo me hice una colección bastante importante. Intercambiaba discos con mis amigos, se los grababa, me los grababan... Las cintas todavía eran importantes, pero recuerdo la tranquilidad que sentía cuando conseguía un disco en CD. Ya es mío para siempre. Esas notas, esas canciones, esos sentimientos están a buen recaudo. Nadie nunca me los va a quitar.
No contaba con que los discos se rallaban...
Recuerdos de dos caras
Mientras tocaba un poco la guitarra ha saltado a mi mente una canción de Michael Jackson, de su posiblemente peor disco. En fin, uno a veces que tiene esos saltos mentales. Me ha dado por oírla, pero debido a que mi conexión a Internet no pasa por sus mejores momentos y que tampoco tengo cerca mi disco duro repleto de canciones que esperan entrar por mis oídos he tenido que recurrir a mis viejas cintas. Hasta, curiosamente, tenía la original. Me la regaló mi primo.
Me ha venido a la memoria cuando yo tenía la edad del pavo. Bueno, la otra edad del pavo. Cuando la única forma de tener las canciones que querías era oír la radio y estar preparado para cazar las canciones que te gustaban, con el rec y el play puestos y la pause preparada, para no perder ni un segundo. Y me ha dado por repasar las cintas de cassete que tengo grabadas. Desde música moderna a música clásica. Alguna original. Pero, sin duda, las que mejor recuerdo son las que grababa de la radio, los tesoros que había podido rescatar de las ondas. Recuerdo lo feliz que me hacía sacar el corte limpio, sin publicidad y sin la voz del locutor. Recuerdo los especiales de Cadena 100 los fines de año, con la música que había sonado ese año. Algún que otro grupo descubrí así...
Me ha venido a la memoria cuando yo tenía la edad del pavo. Bueno, la otra edad del pavo. Cuando la única forma de tener las canciones que querías era oír la radio y estar preparado para cazar las canciones que te gustaban, con el rec y el play puestos y la pause preparada, para no perder ni un segundo. Y me ha dado por repasar las cintas de cassete que tengo grabadas. Desde música moderna a música clásica. Alguna original. Pero, sin duda, las que mejor recuerdo son las que grababa de la radio, los tesoros que había podido rescatar de las ondas. Recuerdo lo feliz que me hacía sacar el corte limpio, sin publicidad y sin la voz del locutor. Recuerdo los especiales de Cadena 100 los fines de año, con la música que había sonado ese año. Algún que otro grupo descubrí así...
sábado, 5 de marzo de 2011
Leyendas urbanas
Una vez se dijo que unos alumnos llegaron tarde, dos minutos, a unas prácticas de laboratorio en cierta universidad playera. Me contaron que los alumnos pidieron disculpas por el retraso al profesor. Naturalmente, este punto no me lo creo. Por eso es una leyenda urbana...
Me han sorprendido...
... diciéndome que soy irónico. Bueno, en realidad, creo que me han dicho que me deje de ironías.
¡Cómo en la vida me lo iba a imaginar!
¡Cómo en la vida me lo iba a imaginar!
Me he sorprendido...
...abriendo las presentaciones de power point que me mandan al correo. ¿Habrá programa más dañino para el tráfico de datos por Internet?
viernes, 4 de marzo de 2011
Incomprendido / Ordenado
Lo bueno del negocio este de los blogs es que uno va por un sentido y nadie le intercepta.
-o-o-o-o-
No hay nada como que de buena mañana se te pongan a dar órdenes para hacer cosas que no tienes por qué hacer, ni son tu responsabilidad y ni te van ni te vienen. Aunque lo mejor es la cara con la que te lo piden
-o-o-o-o-
No hay nada como que de buena mañana se te pongan a dar órdenes para hacer cosas que no tienes por qué hacer, ni son tu responsabilidad y ni te van ni te vienen. Aunque lo mejor es la cara con la que te lo piden
jueves, 3 de marzo de 2011
Esperas
Durante mucho tiempo llevo esperando muchas cosas. He esperado tanto que ya no se qué espero y, si cuando acabe de esperar, lo reconoceré. Pero ahí seguimos, esperando apoyado en la pared. Se hace de noche y una farola ilumina ténuemente la calle. Empieza a hacer frío y sigo solo, esperando. Como siempre.
Me digo a mi mismo que cuando llegue lo reconoceré. Pasó una persona, la miré y la desprecié. Al cabo del rato me di cuenta de que era ella. Me volvería a pasar, una y mil veces.
Estaba seguro de que, al verla, sabría que era lo que esperaba. Faltaría mas...
Me digo a mi mismo que cuando llegue lo reconoceré. Pasó una persona, la miré y la desprecié. Al cabo del rato me di cuenta de que era ella. Me volvería a pasar, una y mil veces.
Estaba seguro de que, al verla, sabría que era lo que esperaba. Faltaría mas...
Orgullo y prejuicio
Es lo que daba hoy el día. He tenido que hacer ímprobos esfuerzos para no dormirme. Y encima ponte a escribir de tema. Total, un horror.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Ahora en serio
Lo de los 110 km/h, ¿va en serio? Es que como no veo la tele como que no me entero de nada...
PD: Según mis primeras investigaciones, la felicidad debe ser no hacer caso de los medios de comunicación. Y podría completarse con...
PD: Según mis primeras investigaciones, la felicidad debe ser no hacer caso de los medios de comunicación. Y podría completarse con...
Primeras aproximaciones
Me pongo un tope, y a partir de ahí empezamos a buscar. El viaje va a ser largo y no exento de dificultades...
martes, 1 de marzo de 2011
La dulce tristeza que dejan las despedidas
No se cuando las cosas empezaron a cambiar. Supongo que no sería de la noche a la mañana, pero evidentemente en algún momento habrá tenido que ser. Éramos una contradicción, un error, pero lo hemos dejado de ser.
Tengo la sensación de que algo ha cambiado y, sinceramente, creo que no es mi culpa. Te lo he dado todo sin pedir nada a cambio. Todo lo has tenido gratis, sin apenas esforzarte. Te veo recrearte en tu falsa superioridad, en esa soberbia que te caracteriza, en esa suficiencia tan propia de ti que he llegado a la conclusión de la que me venían todos advirtiendo: No me mereces. No mereces todas las molestias que me he tomado. Me duele ver como te destruyes, como te has creído las mentiras con las que has engañado a tu entorno, a la gente que se supone quieres y respetas.
Lo siento, pero no puedo seguirte. Ya no. Así no. Aunque te seguiré viendo todos los días ya no será la imagen de la pureza de cuando te conocí. Ya no sentiré lo mismo al ver tu cara, cada vez mas consumida por tu propia egolatría. Será una herida que poco a poco irá sanando, hasta que desaparezca.
Y, entonces, seremos solo dos extraños que se cruzarán por la calle y no se dirán nada.
Tengo la sensación de que algo ha cambiado y, sinceramente, creo que no es mi culpa. Te lo he dado todo sin pedir nada a cambio. Todo lo has tenido gratis, sin apenas esforzarte. Te veo recrearte en tu falsa superioridad, en esa soberbia que te caracteriza, en esa suficiencia tan propia de ti que he llegado a la conclusión de la que me venían todos advirtiendo: No me mereces. No mereces todas las molestias que me he tomado. Me duele ver como te destruyes, como te has creído las mentiras con las que has engañado a tu entorno, a la gente que se supone quieres y respetas.
Lo siento, pero no puedo seguirte. Ya no. Así no. Aunque te seguiré viendo todos los días ya no será la imagen de la pureza de cuando te conocí. Ya no sentiré lo mismo al ver tu cara, cada vez mas consumida por tu propia egolatría. Será una herida que poco a poco irá sanando, hasta que desaparezca.
Y, entonces, seremos solo dos extraños que se cruzarán por la calle y no se dirán nada.
El camino
Mientras suenan canciones de fondo, que ahogan los ruidos de la naturaleza, el cansancio empieza a aparecer. Cuando estamos tan cerca de la meta siempre surge la misma pregunta, ¿qué hago yo aquí?
El camino casi se acaba y me doy cuenta de que lo realmente importante no es llegar, sino haber hecho el camino y que realmente nunca se va a acabar porque nunca se acaba de llegar a ningún sitio. Tantos viajes de fin de semana para salir de A y llegar a B y, al final, es todo un pequeño engaño.
Es en el camino donde surgen las preguntas, las confidencias, donde las almas se buscan y, a veces, sólo a veces, se encuentran. Es en el camino donde realmente se vive, se sueña, se ama. Es el camino lo realmente importante y el llegar es solo pensar hacia donde se va a seguir, tan solo una parada en nuestro recorrido.
El viento sopla suavemente en mis oídos, el agua juguetea entre las piedras y cae tranquila siguiendo su curso. El sol se encarama en mi espalda. Me paro y sus rayos juegan con los pelos de mi barba y siento que me acarician.
Como siempre, no deseo que el camino se acabe.
El camino casi se acaba y me doy cuenta de que lo realmente importante no es llegar, sino haber hecho el camino y que realmente nunca se va a acabar porque nunca se acaba de llegar a ningún sitio. Tantos viajes de fin de semana para salir de A y llegar a B y, al final, es todo un pequeño engaño.
Es en el camino donde surgen las preguntas, las confidencias, donde las almas se buscan y, a veces, sólo a veces, se encuentran. Es en el camino donde realmente se vive, se sueña, se ama. Es el camino lo realmente importante y el llegar es solo pensar hacia donde se va a seguir, tan solo una parada en nuestro recorrido.
El viento sopla suavemente en mis oídos, el agua juguetea entre las piedras y cae tranquila siguiendo su curso. El sol se encarama en mi espalda. Me paro y sus rayos juegan con los pelos de mi barba y siento que me acarician.
Como siempre, no deseo que el camino se acabe.
Erre que erre
A pesar de lo que digan, ¿no es absolutamente maravilloso, amen de sublime, poder resolver problemas reales con cosas que no existen?
De vuelta
Doctorado en el arte de alargar viajes cortos.
Pensamientos en la cabeza: el camino.
Me reciben en mi cabeza mis autoenfados al exterior y dos lavadoras, una blanca y otra de color.
PD: ¡Ah!, el dulce atractivo del gprs...
Pensamientos en la cabeza: el camino.
Me reciben en mi cabeza mis autoenfados al exterior y dos lavadoras, una blanca y otra de color.
PD: ¡Ah!, el dulce atractivo del gprs...
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