En algunas ocasiones me invade una sensación de desazón contra la que no se bien cómo luchar. Como una ola que se acerca hacia mi contra la que no puedo hacer nada. Como una naranja a punto de ser exprimida.
Quizá me quejo de vicio. Quizá no sepa cómo enfrentarme.
o-o-o-o-o
Es un hecho. En las vueltas en coche, me duermo.
o-o-o-o-o
Lo que tú me ofreces, ya lo tengo. Lo que eres, no lo quiero, pues sé que no me conviene.
o-o-o-o-o
Ahora te toca a ti. Te espero.
viernes, 30 de noviembre de 2012
El outlet
Esta tarde he ido a un outlet, que es donde gente de mi condición espera pillar una ganga de una buena marca a un precio irrisorio. Es como una lotería, pero que te la puedes probar. Aparte de que, como decía Mecano, comprar barato da una extraña excitación. Aunque, tal y como está la cosa, nuestra vida se aproxima a un outlet, en todos los sentidos.
Una de mis acompañantes iba con la idea de comprar un abrigo largo porque, según me han informado, este año los abrigos se llevan cortos, por lo que no hay tienda donde le sirvan uno. Y en el trabajo le hablaron de esta tienda, como una especie de maná de productos old-fashioned, así que decidimos probar suerte.
A la salida del parking nos esperaba la rampa. Un poco más y me mato, pues había un resalte en el suelo que no estaba bien indicado, pero afortunadamente no pasó nada. Y, justamente enfrente de la salida, la tienda, ese arca de Noé de moda desfasada y tallas extremas.
Rápidamente nos pusimos manos a la obra, buceando en la sección de señora. Al poco rato decidí levantar la vista y descubrí que había una sección de caballero, así que abandoné a mis acompañantes surcando otros océanos textiles. Me encontré con la sección de trajes, donde pude comprobar los extremos de los tallajes. Me fascinó un traje negro de la talla 60 y pensé que, con esto de la crisis, podrían comprarlo dos personas y usarlo a la vez, compartiendo gastos. Me interesé por un par de americanas, pero había tal apretuje en el perchero que desistí. Y esa es precisamente una de las virtudes que debe tener un cliente de outlet, la paciencia. El saber bucear entre tanto trapo.
Después me dirigí hacia la ropa de deporte. Vi chándales muy aparentes a buen precio, pero la oferta no me llenaba. Cualquier cosa comprada en un outlet debe llenar al comprador, como si de una aparición bíblica se tratara. Recalé en la zona de los polares y chaquetas de senderismo. Alguna mona había, pero se repetía la sensación del chándal. Así que me di un garbeo por la zona de hogar donde me encontré a una de mis acompañantes, interesándose por una sartén de 24 cm de diámetro y una fuente rectangular para el microondas.
Y, entonces, apareció ella. Era una camisa a cuadros de marca aparente tirando a semi-lujo, cosa importante pues hasta en los outlet hay marca blanca, como summun del canallerío. La citada camisa tenía un 70% de descuento, casi que ni los contenidos de cualquier asignatura de la secundaria española. Pero, lamentablemente, no era mi talla. El caso es que decidí probármela, junto con dos pantalones de pana de la talla 42. Curiosamente ninguno me estaba bien, uno por exceso y otro por defecto. Pero la camisa sí que estaba en su punto. Así que decidí comprarla. Pero, hasta llegar al mágico momento del paso por caja, queda algo muy importante por sortear, puesto que siempre puede haber alguna panda de señoras organizadas que te la roben mientras te distraen, preguntándote por el precio de cualquier otro producto con la excusa de unas oportunas e inexistentes cataratas. Así que decidí agarrarla con fuerza mientras otra de mis acompañantes se probaba con gran entusiasmo pantalones de pana, que en estas tiendas son de pena, por aquello de los descuentos.
Finalizada la probatura, la principal interesada no compró nada y yo, que iba de acompañante, me acabé comprando la camisa. Como aquella vez que fui a una audición para un musical y cogieron a mi acompañante en vez de a mí.
Por fin el karma me tiene en cuenta. Muy agradecido.
Una de mis acompañantes iba con la idea de comprar un abrigo largo porque, según me han informado, este año los abrigos se llevan cortos, por lo que no hay tienda donde le sirvan uno. Y en el trabajo le hablaron de esta tienda, como una especie de maná de productos old-fashioned, así que decidimos probar suerte.
A la salida del parking nos esperaba la rampa. Un poco más y me mato, pues había un resalte en el suelo que no estaba bien indicado, pero afortunadamente no pasó nada. Y, justamente enfrente de la salida, la tienda, ese arca de Noé de moda desfasada y tallas extremas.
Rápidamente nos pusimos manos a la obra, buceando en la sección de señora. Al poco rato decidí levantar la vista y descubrí que había una sección de caballero, así que abandoné a mis acompañantes surcando otros océanos textiles. Me encontré con la sección de trajes, donde pude comprobar los extremos de los tallajes. Me fascinó un traje negro de la talla 60 y pensé que, con esto de la crisis, podrían comprarlo dos personas y usarlo a la vez, compartiendo gastos. Me interesé por un par de americanas, pero había tal apretuje en el perchero que desistí. Y esa es precisamente una de las virtudes que debe tener un cliente de outlet, la paciencia. El saber bucear entre tanto trapo.
Después me dirigí hacia la ropa de deporte. Vi chándales muy aparentes a buen precio, pero la oferta no me llenaba. Cualquier cosa comprada en un outlet debe llenar al comprador, como si de una aparición bíblica se tratara. Recalé en la zona de los polares y chaquetas de senderismo. Alguna mona había, pero se repetía la sensación del chándal. Así que me di un garbeo por la zona de hogar donde me encontré a una de mis acompañantes, interesándose por una sartén de 24 cm de diámetro y una fuente rectangular para el microondas.
Y, entonces, apareció ella. Era una camisa a cuadros de marca aparente tirando a semi-lujo, cosa importante pues hasta en los outlet hay marca blanca, como summun del canallerío. La citada camisa tenía un 70% de descuento, casi que ni los contenidos de cualquier asignatura de la secundaria española. Pero, lamentablemente, no era mi talla. El caso es que decidí probármela, junto con dos pantalones de pana de la talla 42. Curiosamente ninguno me estaba bien, uno por exceso y otro por defecto. Pero la camisa sí que estaba en su punto. Así que decidí comprarla. Pero, hasta llegar al mágico momento del paso por caja, queda algo muy importante por sortear, puesto que siempre puede haber alguna panda de señoras organizadas que te la roben mientras te distraen, preguntándote por el precio de cualquier otro producto con la excusa de unas oportunas e inexistentes cataratas. Así que decidí agarrarla con fuerza mientras otra de mis acompañantes se probaba con gran entusiasmo pantalones de pana, que en estas tiendas son de pena, por aquello de los descuentos.
Finalizada la probatura, la principal interesada no compró nada y yo, que iba de acompañante, me acabé comprando la camisa. Como aquella vez que fui a una audición para un musical y cogieron a mi acompañante en vez de a mí.
Por fin el karma me tiene en cuenta. Muy agradecido.
jueves, 29 de noviembre de 2012
miércoles, 28 de noviembre de 2012
El juego de la oca
- Ahora pasamos la palabra a nuestra compañera, que por estar afónica, la vuelve a pasar.
lunes, 26 de noviembre de 2012
Emeférides
Ahora que me acuerdo, hace hoy catorce años que me saqué el carnet de conducir. Lo único útil que le veo a la mayoría de edad.
domingo, 25 de noviembre de 2012
sábado, 24 de noviembre de 2012
Sábado II
Quizá sea el hecho de limpiar para nada, de cocinar para mi mismo, de no haber salido de casa, o de estar aprendiendo una triste canción. Pero la realidad es tozuda, mientras el infernillo me quema el pie derecho. No me importa, porque voy a seguir teniendo frío por mucho que me arrime. Ese frío que se mete entre los dedos y que sólo se va cuando el agua caliente se infiltra.
Me lamento de no tener nada en casa convertible en sopa. Hoy la comida no me llena la barriga ni la guitarra el alma. Hasta me afeitaría por puro aburrimiento. Recuerdo canciones de épocas pasadas, cuando el fin no se veía. Nos bastaba saber que existía, como el infinito. Aquello que nadie ve, pero que nos rodea.
En silencio percibo los ruidos del bloque. La puerta que se abre, el ascensor que sube y se queda en el segundo. Unas palabras imperceptibles por el eco y, de nuevo, el silencio.
O sea, uno mismo.
Me lamento de no tener nada en casa convertible en sopa. Hoy la comida no me llena la barriga ni la guitarra el alma. Hasta me afeitaría por puro aburrimiento. Recuerdo canciones de épocas pasadas, cuando el fin no se veía. Nos bastaba saber que existía, como el infinito. Aquello que nadie ve, pero que nos rodea.
En silencio percibo los ruidos del bloque. La puerta que se abre, el ascensor que sube y se queda en el segundo. Unas palabras imperceptibles por el eco y, de nuevo, el silencio.
O sea, uno mismo.
Sábado I
Mi corazón conseguirá olvidarte cuando el último de tus cabellos haya desaparecido de mi casa.
viernes, 23 de noviembre de 2012
Transitiva
Mis aconsejadoras me aconsejan. Mis aconsejadores me aconsejan que no me deje aconsejar.
Y, así, pasamos el rato.
Y, así, pasamos el rato.
jueves, 22 de noviembre de 2012
miércoles, 21 de noviembre de 2012
Así, sin darte cuenta
Desde pequeños nos hacen tener miedo. Miedo de fantasmas que castigarán nuestros días con sus penas. Que nos harán nuestro paso por el mundo un suplicio.
Y nos sentimos inseguros. Nos vemos frágiles ante un futuro incierto. Pequeños.
Pero luego vamos creciendo y algunos fantasmas no parecen tan grandes como antes. Otros dan menos miedo. Y hay otros que se avienen a pactos, que son sobornables o que tampoco estorban tanto. Te das cuenta de que te han mentido para hacerte crecer mas feliz y al final te convierten en un esclavo de esos temores que nunca llegan, porque los has esquivado o porque te has unido a ellos y te has hecho más fuerte.
Y nos sentimos inseguros. Nos vemos frágiles ante un futuro incierto. Pequeños.
Pero luego vamos creciendo y algunos fantasmas no parecen tan grandes como antes. Otros dan menos miedo. Y hay otros que se avienen a pactos, que son sobornables o que tampoco estorban tanto. Te das cuenta de que te han mentido para hacerte crecer mas feliz y al final te convierten en un esclavo de esos temores que nunca llegan, porque los has esquivado o porque te has unido a ellos y te has hecho más fuerte.
Penitencias culinarias
Tómense unas champiñones ligeramente pasados de fecha. Hágase con ellos una sopa sosa. Divídase en dos. Cénese en dos noches consecutivas.
Literaria
Nada hay tan heroico y, por tanto, tan romántico, como seguir siempre la misma equivocada política.
Poemillas departamentales
Dame el portátil, mujer
que no hay en la vida nada
como la pena de tener
la gestión de arranque escacharrada.
que no hay en la vida nada
como la pena de tener
la gestión de arranque escacharrada.
martes, 20 de noviembre de 2012
lunes, 19 de noviembre de 2012
Lunes noche
Las cosas que tiene uno que hacer por ser el director de producción de un canal de televisión.
o-o-o-o-o
Pienso que pago muy caros mis pecados anteriores. También pienso que no merezco la suerte (buena) que tengo. El problema fundamental es que no me coordino, que no me pongo de acuerdo.
o-o-o-o-o
Seguimos adelante. Sin mucho, pero tampoco sin dejarlo. Andar el camino ya andado y sin nunca llegar a ningún sitio, que andar es lo realmente importante. Aunque luego los senderistas no piensen lo mismo.
o-o-o-o-o
No se pierde nada, porque o bien se sigue con esta contrastada existencia, o bien se parte hacia el maná prometido, que vaya usted a saber si está repleto de leche y miel.
o-o-o-o-o
Pienso que pago muy caros mis pecados anteriores. También pienso que no merezco la suerte (buena) que tengo. El problema fundamental es que no me coordino, que no me pongo de acuerdo.
o-o-o-o-o
Seguimos adelante. Sin mucho, pero tampoco sin dejarlo. Andar el camino ya andado y sin nunca llegar a ningún sitio, que andar es lo realmente importante. Aunque luego los senderistas no piensen lo mismo.
o-o-o-o-o
No se pierde nada, porque o bien se sigue con esta contrastada existencia, o bien se parte hacia el maná prometido, que vaya usted a saber si está repleto de leche y miel.
domingo, 18 de noviembre de 2012
El día de la suerte III
Pasando por el pueblo de los semáforos traviesos se me cruzó un gato negro. Pensé que mi suerte podría estar de partida y en cierto modo no lo lamenté, pues no tenía nada más que comprar hoy. Además, uno es progato y el color negro me parece un color elegantísimo. Seguí avanzando por la carretera, solo, viendo un coche a lo lejos, con sus luces rojas, trazando el camino que poco después yo tendría que hacer, y recordando ese primer viaje que no hace tanto empecé por estas mismas carreteras y en el que todavía sigo, a veces por el desierto, a veces en el oasis.
Llegué a casa con mis paquetes, el inseparable y los otros. Dejé la guitarra en su sitio. Encendí la regleta y el router me saludó guiñando sus luces. Llevé la bolsa de la comida a la cocina y la maleta al dormitorio. Al pasar delante de la tele recordé que se rompió el viernes, pues la encendía y no se estremeció. Tan solo parpadeaba el led cada cierto tiempo.
Reconozco que no soy muy de ver la tele, pero me sentí contrariado, pues me recomendaron vivamente un programa que emiten los domingos. Tiene un nombre un tanto curioso, Gandía Shore. Y, según me han comentado, se trata de catedráticos de universidad, intelectuales varios y personajes de reconocido prestigio hablando de los temas más variados: filosofía, antropología, ciencia, humanidades. La semana pasada, por lo visto, estuvieron discutiendo sobre la muerte de Sócrates y sobre la Teoría de la Relatividad Especial. Quisieron hablar de la política actual, sobre si rescate sí o rescate no, pero no les dio tiempo. Aunque lo mismo es censura. Afortunadamente, para que no sea tan soso, a veces acompañan las tertulias con algún refresco o anisete rebajado con agua. Sería una lástima perderse tal evento televisivo por una simple avería, pero el universo del caos tiene sus reglas y no se las puede contrariar.
Con poca fe, activé el tdt y apreté el botón de la tele. E hizo sus cosas de tele antes de empezar. Y, mágicamente, los protones, neutrones o bosones, brotaron de su tubo catódico, formándose la imagen en la negra pantalla de tele de piso de alquiler. Y no lo digo en sentido despectivo, pues es un aparato de reputada marca, pero ya entrado en años, aunque gracias a ser una 16:9 aguanta bastante bien el devenir de los tiempos. Y, al no ser plana, se le puede poner un toro o una gitana vestida de faralaes encima sin temor a que se precipite al suelo.
Y he podido ver el citado programa, que ha resultado tan fascinante como me prometieron. La cosa es que ahora que ha arrancado, no se si apagarla o no.
Llegué a casa con mis paquetes, el inseparable y los otros. Dejé la guitarra en su sitio. Encendí la regleta y el router me saludó guiñando sus luces. Llevé la bolsa de la comida a la cocina y la maleta al dormitorio. Al pasar delante de la tele recordé que se rompió el viernes, pues la encendía y no se estremeció. Tan solo parpadeaba el led cada cierto tiempo.
Reconozco que no soy muy de ver la tele, pero me sentí contrariado, pues me recomendaron vivamente un programa que emiten los domingos. Tiene un nombre un tanto curioso, Gandía Shore. Y, según me han comentado, se trata de catedráticos de universidad, intelectuales varios y personajes de reconocido prestigio hablando de los temas más variados: filosofía, antropología, ciencia, humanidades. La semana pasada, por lo visto, estuvieron discutiendo sobre la muerte de Sócrates y sobre la Teoría de la Relatividad Especial. Quisieron hablar de la política actual, sobre si rescate sí o rescate no, pero no les dio tiempo. Aunque lo mismo es censura. Afortunadamente, para que no sea tan soso, a veces acompañan las tertulias con algún refresco o anisete rebajado con agua. Sería una lástima perderse tal evento televisivo por una simple avería, pero el universo del caos tiene sus reglas y no se las puede contrariar.
Con poca fe, activé el tdt y apreté el botón de la tele. E hizo sus cosas de tele antes de empezar. Y, mágicamente, los protones, neutrones o bosones, brotaron de su tubo catódico, formándose la imagen en la negra pantalla de tele de piso de alquiler. Y no lo digo en sentido despectivo, pues es un aparato de reputada marca, pero ya entrado en años, aunque gracias a ser una 16:9 aguanta bastante bien el devenir de los tiempos. Y, al no ser plana, se le puede poner un toro o una gitana vestida de faralaes encima sin temor a que se precipite al suelo.
Y he podido ver el citado programa, que ha resultado tan fascinante como me prometieron. La cosa es que ahora que ha arrancado, no se si apagarla o no.
El día de la suerte II
Ya caída la tarde dije que saldría de culo, pero al final salí de cara. Mi hermana asumió mi incoherencia con total normalidad, supongo que ya estará acostumbrada. Al poco rato ya estaba en la autovía, no sin antes decidir parar en al gasolinera a repostar.
Siempre suelo repostar cuando queda un cuarto. Básicamente, para evitar que los posos del combustible pasen al motor y para que el palo a la tarjeta sea más disimulado. Así que puse el intermitente y dejé que Nicolás se parara, como de costumbre, amorosamente al lado del surtidor número uno. Apagué la radio, el climatizador, las luces y me puse el guante protector. Apuré bastante la manguera, que todas las gotitas las paga uno, y acudí a pagar armado de mi DNI, mi tarjeta y la Iberia Plus, que me hace acumular unos puntos que no quiero para nada y que no voy a usar, pero que me hace ilusión coleccionar.
Había cola. Es raro, pero había cola. Un chaval que iba a pagar la gasolina y, de camino, comprar unas patatas y un cropán. Hay que estar muy desesperado para comprar las cosas en las gasolineras, más que nada porque han copiado el modelo imperante en los aeropuertos, cosas que en el súper puedes comprar a su precio normal pero que en este tipo de comercios pagas a un precio digno de economía basada en el ladrillo. El caso es que la cajera no tenía su mejor día y se hizo un lío. Mientras se desliaba, el chico de la parejita que me seguía en el orden de pago jugueteaba con una minibotella de Red Bull que al final decidió no comprar. Su compra, por fin, consistió en más cropanes, agua y patatas fritas. 5,25€. No había comunicación entre la chica y el chico a la hora de repartirse el pago de la compra. Al final ella sacó un billete de 5 y él pagó los céntimos restantes. Y por fin me tocó a mi.
Yo soy un cliente de poca monta, he de admitirlo. Reposto, pago y me voy, aunque reconozco que miro con deseo aquellos productos que me ofrecen. Alguna vez, como dispendio mayúsculo, he comprado chicles de menta, pero después de un reciente trauma he dejado de comerlos y, por tanto, de adquirirlos.
Al pagar, el chisme lector de tarjetas, llamado TPV, comenzó a hacer ruidos extraños. Al ver la cara de confianza de la cajera, no me preocupé. Pero al devolverme la tarjeta me comunicó que había sido agraciado con un lavado gratis. "No para ti, para el coche" se apresuró a puntualizar. A mi imaginación no le dio tiempo a activarse. Eché de menos la fanfarria y el despliegue de globos, confeti y renos matutino, pero el escaso valor del premio lo justificaba. Así que dí las gracias y me metí en el coche, comunicándole nuestra suerte y volviendo a poner a cero todos los contadores, tal y como mandan los cánones de la conducción.
Siempre suelo repostar cuando queda un cuarto. Básicamente, para evitar que los posos del combustible pasen al motor y para que el palo a la tarjeta sea más disimulado. Así que puse el intermitente y dejé que Nicolás se parara, como de costumbre, amorosamente al lado del surtidor número uno. Apagué la radio, el climatizador, las luces y me puse el guante protector. Apuré bastante la manguera, que todas las gotitas las paga uno, y acudí a pagar armado de mi DNI, mi tarjeta y la Iberia Plus, que me hace acumular unos puntos que no quiero para nada y que no voy a usar, pero que me hace ilusión coleccionar.
Había cola. Es raro, pero había cola. Un chaval que iba a pagar la gasolina y, de camino, comprar unas patatas y un cropán. Hay que estar muy desesperado para comprar las cosas en las gasolineras, más que nada porque han copiado el modelo imperante en los aeropuertos, cosas que en el súper puedes comprar a su precio normal pero que en este tipo de comercios pagas a un precio digno de economía basada en el ladrillo. El caso es que la cajera no tenía su mejor día y se hizo un lío. Mientras se desliaba, el chico de la parejita que me seguía en el orden de pago jugueteaba con una minibotella de Red Bull que al final decidió no comprar. Su compra, por fin, consistió en más cropanes, agua y patatas fritas. 5,25€. No había comunicación entre la chica y el chico a la hora de repartirse el pago de la compra. Al final ella sacó un billete de 5 y él pagó los céntimos restantes. Y por fin me tocó a mi.
Yo soy un cliente de poca monta, he de admitirlo. Reposto, pago y me voy, aunque reconozco que miro con deseo aquellos productos que me ofrecen. Alguna vez, como dispendio mayúsculo, he comprado chicles de menta, pero después de un reciente trauma he dejado de comerlos y, por tanto, de adquirirlos.
Al pagar, el chisme lector de tarjetas, llamado TPV, comenzó a hacer ruidos extraños. Al ver la cara de confianza de la cajera, no me preocupé. Pero al devolverme la tarjeta me comunicó que había sido agraciado con un lavado gratis. "No para ti, para el coche" se apresuró a puntualizar. A mi imaginación no le dio tiempo a activarse. Eché de menos la fanfarria y el despliegue de globos, confeti y renos matutino, pero el escaso valor del premio lo justificaba. Así que dí las gracias y me metí en el coche, comunicándole nuestra suerte y volviendo a poner a cero todos los contadores, tal y como mandan los cánones de la conducción.
El día de la suerte
Hoy ha sido un domingo peculiar. Los domingos son siempre sinónimo de despedidas, de prisa, de viaje, de dar vueltas mientras se conduce, más que nada por la mala leche de algunas canciones.
El caso es que este domingo comenzó como siempre. Salvo que después del desayuno me dirigí a por dulces de navidad al Albaycin. La cuesta es importante, pero no lo recordaba. Al llegar a media altura recordé aquello de subirlas como viejo para llegar como joven, pero sin pensarlo llegué a las Tomasas y la pendiente se suavizó. Balcones llenos de geranios me saludaban y me recuerdan que tengo que subir a hacer fotos, que mi barrio lo merece.
Llegué al despacho, bonita palabra para referirse al lugar donde se despachan cosas, que no asuntos, y no había nadie, salvo la dependienta de todos los años. Le trasmití mi encargo y lo cumplió con eficacia y la rapidez que permitía la exigencia del mismo, pero como ninguno de los dos teníamos prisa disfrutábamos del momento en silencio. Al rato entraron los típicos que suben al barrio una vez al año y se pasman de la belleza del mismo, sin tener en cuenta los inconvenientes de la misma. La tendera anuncia que con qué deseo pagar y desenfundo mi tarjeta. Me cobra y, al ir a sacar el ticket de la caja, una música navideña comienza a sonar, miles de globos salen del techo y cae confeti con profusión. Hasta el reno de luces que tienen en una esquina parece unirse a la fiesta. La dependienta me anuncia con solemnidad el motivo de tanta algarabía:
- "Pos ta tocao la compra gratis"
Un "¡Pues qué suerte!" aparece sigiloso por los labios de mis compañeros de compras, expresando así su envidia y admiración por tan magno acontecimiento. A continuación, emocinado, doy las gracias y la tendera me informa del proceso del regalo, así que firmo varias veces y saca de la caja la cantidad que le había pagado antes. Hubiera preferido un reintegro en la tarjeta, pero tampoco era plan de ponerse gilipollas. Además, eso es como si hubiera sacado dinero.
Como decía mi abuela "Dichoso dinero que a casa vuelve".
El caso es que este domingo comenzó como siempre. Salvo que después del desayuno me dirigí a por dulces de navidad al Albaycin. La cuesta es importante, pero no lo recordaba. Al llegar a media altura recordé aquello de subirlas como viejo para llegar como joven, pero sin pensarlo llegué a las Tomasas y la pendiente se suavizó. Balcones llenos de geranios me saludaban y me recuerdan que tengo que subir a hacer fotos, que mi barrio lo merece.
Llegué al despacho, bonita palabra para referirse al lugar donde se despachan cosas, que no asuntos, y no había nadie, salvo la dependienta de todos los años. Le trasmití mi encargo y lo cumplió con eficacia y la rapidez que permitía la exigencia del mismo, pero como ninguno de los dos teníamos prisa disfrutábamos del momento en silencio. Al rato entraron los típicos que suben al barrio una vez al año y se pasman de la belleza del mismo, sin tener en cuenta los inconvenientes de la misma. La tendera anuncia que con qué deseo pagar y desenfundo mi tarjeta. Me cobra y, al ir a sacar el ticket de la caja, una música navideña comienza a sonar, miles de globos salen del techo y cae confeti con profusión. Hasta el reno de luces que tienen en una esquina parece unirse a la fiesta. La dependienta me anuncia con solemnidad el motivo de tanta algarabía:
- "Pos ta tocao la compra gratis"
Un "¡Pues qué suerte!" aparece sigiloso por los labios de mis compañeros de compras, expresando así su envidia y admiración por tan magno acontecimiento. A continuación, emocinado, doy las gracias y la tendera me informa del proceso del regalo, así que firmo varias veces y saca de la caja la cantidad que le había pagado antes. Hubiera preferido un reintegro en la tarjeta, pero tampoco era plan de ponerse gilipollas. Además, eso es como si hubiera sacado dinero.
Como decía mi abuela "Dichoso dinero que a casa vuelve".
Para los que les guste el cacharreo
Ya está disponible una versión de prueba del sistema operativo Firefox OS, que es otro sistema operativo basado en linux y pensado para móviles.
Basta ir aquí, instalarlo y probarlo. Para entrar, basta con ir a Herramientas > Desarrollador Web > Firefox OS Simulator.
Habría que ver cuando a cada móvil se le puede poner el S.O. que se quiera. Daría mucha libertad al mercado.
Mas información, aquí y aquí.
Basta ir aquí, instalarlo y probarlo. Para entrar, basta con ir a Herramientas > Desarrollador Web > Firefox OS Simulator.
Habría que ver cuando a cada móvil se le puede poner el S.O. que se quiera. Daría mucha libertad al mercado.
Mas información, aquí y aquí.
sábado, 17 de noviembre de 2012
Tiempo al tiempo
La suave lluvia se convirtió en tromba y me acabé mojando más de lo deseable. La mañana de compras fue un desastre en lo personal pero muy productiva en lo profesional.
o-o-o-o-o
Creo que he cruzado la línea, al menos la primera. Solo falta un empujón más.
o-o-o-o-o
Tarde de sábado. La tarde apriorísticamente más aburrida de la semana. Sé que no debería decirlo, pero es así. Suerte que me salva mi guitarra.
o-o-o-o-o
Creo que he cruzado la línea, al menos la primera. Solo falta un empujón más.
o-o-o-o-o
Tarde de sábado. La tarde apriorísticamente más aburrida de la semana. Sé que no debería decirlo, pero es así. Suerte que me salva mi guitarra.
viernes, 16 de noviembre de 2012
Existencialismos
¿Dónde acaba la valentía y empieza el masoquismo?
o-o-o-o-o
El ser como objeto utilizable.
o-o-o-o-o
El ser como objeto utilizable.
Lógica
Hacer algo es el contrario de no hacer nada. El hecho de no hacer nada supone pasividad, desinterés, comodidad. Aunque no sea así.
Quizá el no hacer nada sea miedo, temor a lo desconocido, prudencia. Pero sabemos que la prudencia no es una virtud apreciada hoy día. Incluso el ser presuroso se va haciendo más necesario en nuestras vidas, más cuanto más pasan los años, cuanto más se nos escapa la vida de entre las manos, una encima de otra, como agua.
El hacer algo es poco exigente, pues con un pequeño gesto se rompe el ser estático. El permanecer inmóvil, paradójicamente, implica mayor exigencia, pues requiere esforzarse en no hacer nada. La firmeza no es una actitud gratuita. Desgasta mucho. El ser generoso sí podría serlo, aunque requiere esfuerzos de otro tipo que pueden verse escasamente recompensados o colmar nuestra dicha. No hay término medio.
No se debe jugar a la suma cero cuando se hace algo, pues normalmente se acaba perdiendo.El cálculo y el hacer suelen dar malos resultados, pues no son cosas compatibles. No obstante, siempre existe la tentación.
El problema fundamental es saber qué hacer. Hay quien exige acertar en la acción. Y hay quien se conforma con el simple hecho de haber hecho algo. Un pecado lleva aparejada su penitencia reparadora, que podrá o no podrá cumplirse, pero que limpia tu alma y la memoria. Y, a veces, hasta tu vida.
Pero la inacción se castiga con la indiferencia primero y el rencor después. Hasta que acaba diluyéndose con el paso de los años, con nuevas heridas y viejas curas.
Quizá el no hacer nada sea miedo, temor a lo desconocido, prudencia. Pero sabemos que la prudencia no es una virtud apreciada hoy día. Incluso el ser presuroso se va haciendo más necesario en nuestras vidas, más cuanto más pasan los años, cuanto más se nos escapa la vida de entre las manos, una encima de otra, como agua.
El hacer algo es poco exigente, pues con un pequeño gesto se rompe el ser estático. El permanecer inmóvil, paradójicamente, implica mayor exigencia, pues requiere esforzarse en no hacer nada. La firmeza no es una actitud gratuita. Desgasta mucho. El ser generoso sí podría serlo, aunque requiere esfuerzos de otro tipo que pueden verse escasamente recompensados o colmar nuestra dicha. No hay término medio.
No se debe jugar a la suma cero cuando se hace algo, pues normalmente se acaba perdiendo.El cálculo y el hacer suelen dar malos resultados, pues no son cosas compatibles. No obstante, siempre existe la tentación.
El problema fundamental es saber qué hacer. Hay quien exige acertar en la acción. Y hay quien se conforma con el simple hecho de haber hecho algo. Un pecado lleva aparejada su penitencia reparadora, que podrá o no podrá cumplirse, pero que limpia tu alma y la memoria. Y, a veces, hasta tu vida.
Pero la inacción se castiga con la indiferencia primero y el rencor después. Hasta que acaba diluyéndose con el paso de los años, con nuevas heridas y viejas curas.
Cursos de formación
Natación y guardado de ropa.
o-o-o-o-o
Fingimiento de cualidades contrarias a las mostradas.
o-o-o-o-o
Fingimiento de cualidades contrarias a las mostradas.
jueves, 15 de noviembre de 2012
Dos de jueves
La integridad la dejo para las grandes cifras, que a mí me gusta ser un corrupto de poca monta.
o-o-o-o-o
Hacer algo, como contrario de no hacer nada.
o-o-o-o-o
Hacer algo, como contrario de no hacer nada.
Agujero negro
No recuerdo exactamente como sucedió, pero de repente me vi atrapado entre dos fuegos, sin saber por cual decantarme. Me sentí volar entre dos mares, pero tan quieto que apenas me movía. Pudiera ser efecto de alguna droga, pero ahí estaba. Entumecido. Mirando alrededor. En ese lugar al que nadie quiere ir pero que yo visito tan a menudo y en el que me siento tan a gusto. Era difícil mantenerse en ese equilibrio, pero creo que lo conseguí durante largo rato. Volando entre la nada. Un bosón entre campos magnéticos que me empujan hacia el infinito.
De repente, dos luces me atrajeron y me llevaron de nuevo al mundo del que creí haberme evadido. Tome tierra, pero intenté volver de nuevo. No es fácil. Hay que estar bien entrenado en el arte de volar con los pies en el suelo. Y, aunque creo que lo intenté, al final volví a él.
De repente, dos luces me atrajeron y me llevaron de nuevo al mundo del que creí haberme evadido. Tome tierra, pero intenté volver de nuevo. No es fácil. Hay que estar bien entrenado en el arte de volar con los pies en el suelo. Y, aunque creo que lo intenté, al final volví a él.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Hoy II
Otra jornada de huelga general.
La verdad es que no me gusta hablar de estas cosas, pero con tantas protestas, no entro a decir si válidas o no, porque eso es otro debate, se está perdiendo el sentido de excepcionalidad de las mismas. Se protesta cuando se está harto, cuando no se puede aguantar más. Posiblemente hayamos llegado ya a ese punto. Pero creo que tanta protesta no se debe a la excepcionalidad de la situación en la que nos encontramos, sino a la necesidad que tienen los defensores de los trabajadores a justificar el sueldo que cobran por trabajar durante las huelgas. Cosa que no deja de ser irónica.
Veo por la tele la actuación de los piquetes. Se supone que un piquete informativo está para informar. Pero yo lo único que veo es gente tirando petardos, amenazando, insultando a aquellos que van a trabajar. Porque la huelga es un derecho, no una obligación. Las reivindicaciones que puedan justificar una huelga creo que pierden cualquier tipo de legitimidad con la actuación de estos señores. Me resulta muy extraño ver a esta patulea hablando de libertades y derechos.
Por otro lado está la guerra de cifras. No deja de tener gracia que unos digan que el seguimiento es del 90%, otros del 10%. Y luego nos digan que el consumo de luz no ha sido mucho más bajo de lo normal, de lo que se deduce que la huelga no ha sido un éxito sin haber sido un fracaso. Supongo que es como todo, dependerá del lugar, las circunstancias y las necesidades.
Bueno, pues hasta la próxima.
La verdad es que no me gusta hablar de estas cosas, pero con tantas protestas, no entro a decir si válidas o no, porque eso es otro debate, se está perdiendo el sentido de excepcionalidad de las mismas. Se protesta cuando se está harto, cuando no se puede aguantar más. Posiblemente hayamos llegado ya a ese punto. Pero creo que tanta protesta no se debe a la excepcionalidad de la situación en la que nos encontramos, sino a la necesidad que tienen los defensores de los trabajadores a justificar el sueldo que cobran por trabajar durante las huelgas. Cosa que no deja de ser irónica.
Veo por la tele la actuación de los piquetes. Se supone que un piquete informativo está para informar. Pero yo lo único que veo es gente tirando petardos, amenazando, insultando a aquellos que van a trabajar. Porque la huelga es un derecho, no una obligación. Las reivindicaciones que puedan justificar una huelga creo que pierden cualquier tipo de legitimidad con la actuación de estos señores. Me resulta muy extraño ver a esta patulea hablando de libertades y derechos.
Por otro lado está la guerra de cifras. No deja de tener gracia que unos digan que el seguimiento es del 90%, otros del 10%. Y luego nos digan que el consumo de luz no ha sido mucho más bajo de lo normal, de lo que se deduce que la huelga no ha sido un éxito sin haber sido un fracaso. Supongo que es como todo, dependerá del lugar, las circunstancias y las necesidades.
Bueno, pues hasta la próxima.
martes, 13 de noviembre de 2012
Buenas noches
Y te despediste de mi, dándome un beso, dejándome un poco más solo en mi sofá y un poco más reconfortado en mi corazón.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Pubercracia
Hoy hemos celebrado la fiesta de la democracia, aunque supongo que sin cafeína, en un intento de mostrar a nuestros pupilos el camino para que unos cuantos se perpetúen en sus beneficios. Alguno de ellos se ha dado cuenta y se ha hecho el remolón a la hora de votar. Luego está la elección por descarte. Y la elección por hacer la puñeta, aunque curiosamente es el candidato perdedor el que más tiene que ganar.
Luego, a la tarde, hemos votado los niños grandes. Me he sentido bastante decepcionado, pues se han frustrado por defecto mis previsiones electorales. Pero creo que podré superarlo.
Definitivamente, me gusta más que me odien que que me quieran. Uno, que es así.
o-o-o-o-o
Pues aquí estamos, a la espera.
Luego, a la tarde, hemos votado los niños grandes. Me he sentido bastante decepcionado, pues se han frustrado por defecto mis previsiones electorales. Pero creo que podré superarlo.
Definitivamente, me gusta más que me odien que que me quieran. Uno, que es así.
o-o-o-o-o
Pues aquí estamos, a la espera.
domingo, 11 de noviembre de 2012
Crema de espárragos
Lo primero ha sido la limpieza de los espárragos enmanojados, cosa que no tiene mucho misterio. Luego ha venido la limpieza del puerro, que ha resultado un poco más complicada. Tras una consulta en Internet y viendo que ya venían prácticamente limpio, lo he troceado y añadido a la olla donde tenía puesta una poquita de cebolla pochándose. Cuando el puerro se ha pochado también, he añadido los espárragos y la patata, he dado un revuelto con el aceite y he añadido agua y sal. Muy poca sal porque uno es muy soso cocinando, aunque luego lo compensa de otras formas.
La cosa se ha ido cociendo tranquilamente y al final he añadido un quesito de la vaca que se pitorrea, dejando la cosa hervir un ratillo más. Bien es cierto que, al dar por finalizada la cocción, el contenido de la olla no tenía un aspecto muy prometedor, aunque olía bastante bien. Así que he procedido a batirlo y es entonces cuando la cosa ha cogido una poca de color, aunque menos verde de lo prometido. A ver si la solución de los problemas de la vida es batirlos.
Luego he añadido unos trocitos de jamón para darle un poco de ilusión a la cosa y he procedido a su ingesta. Ya han transcurrido unos 20 minutos y, como sigo vivo, es de suponer que la receta puede darse por comestible. Esperaremos a posibles secuelas en las próximas horas.
Si ya lo decía mi abuela, si las cosas están hechas con buenos alimentos, el resultado no tiene más remedio que estar bien. Y si las compra uno de oferta, pues ya ni les cuento.
viernes, 9 de noviembre de 2012
Intendencia
Esta tarde, después de dar unos cuantos golpes, he ido de compras. Ir de compras donde vivo no tiene ninguna emoción, porque lo único que se puede comprar es comida y, dentro de ella, tampoco hay mucha variedad. Bien es cierto que en otros sitios la lista de la compra puede prohijar alguna frivolité que en los días no laborables son más apetecibles, pero no es el caso.
En esta tienda nunca cojo carrito o cesta, pues siempre compro cosas concretas, pero hoy llevaba más demanda en mi lista, escrita en la parte de atrás de un ticket anterior. Mi problema a la hora de comprar es que hablo solo. Bueno, en realidad hablo siempre solo, pero en este caso sí es un poco más vergonzoso pues suele haber gente alrededor. Lo he intentado disimular llevando un manos libres para el móvil, pero el esfuerzo no ha mejorado la percepción de mis compañeros de compras.
He comenzado por el principio, es decir, por la fruta. En este súper a la escueta variedad hay que añadirle un cierto retraso en la frescura, aunque a veces se encuentran gangas. He comprado unos caquis y unas peras. Y como ayer vi una receta de crema de espárragos que me gustó, he comprado la materia prima. Estoy bastante emocionado, porque es la primera vez que compro espárragos y puerro y, la verdad, me ha hecho mucha ilusión. Como cada vez que expando mis horizontes. El caso es que no sé cómo voy a hacer lo de la olla express, así que tendré que consultar al oráculo llamado mamá.
También he comprado patatas. El caso es que las patatas que quería las había solo en formato de 5 kg, cosa que representa un inconveniente en el transporte de la misma los días de lluvia y otro en su consumo, hasta el punto que me veo desayunando el citado tubérculo durante tres meses para proceder a su erradicación. Así que he optado por una resultona bolsa de papas colorás de tan solo dos kilos de peso. He tenido la precaución de coger una que estaba disimuladamente abierta, en parte para resarcir al comerciante y en parte para que se acaben antes.
Después he partido rumbo a los quesos y embutidos, parando brevemente en la leche. La elección de los embutidos ha sido complicada, pues no encontraba lo que quería. Afortunadamente eso se ha debido a una incorrecta colocación del jamón york deseado. El problema ha sido la elección de queso, pues el embalaje y la presentación invitaban a salir corriendo. Al final he aplicado la táctica de la democracia láctea y he recurrido al menos malo.
Pero me seguían faltando dos cosas. En los yogures he dudado un poco, pero me he optado por dos paquetes de 4, packs según me informan, de sabores tan sugerentes como el kiwi y el higo. Y luego he buscado algo para el desayuno, momento este en el que se ha repetido la historia del queso. Al final, me he decidido por un paquete de galletas denominado "Galletas con relieve". No tengo ni idea de qué son ni de qué están hechas, ni de si son integrales o diferenciales. Me ha seducido lo de "Galletas con relieve". Eso es lo bueno de las marcas blancas. Son como los medicamentos genéricos, pero entendiendo lo que compras.
Y, al final, he puesto rumbo a la caja, cargado mis bolsas y dirigido mis pasos a casa, con la satisfacción del deber cumplido.
En esta tienda nunca cojo carrito o cesta, pues siempre compro cosas concretas, pero hoy llevaba más demanda en mi lista, escrita en la parte de atrás de un ticket anterior. Mi problema a la hora de comprar es que hablo solo. Bueno, en realidad hablo siempre solo, pero en este caso sí es un poco más vergonzoso pues suele haber gente alrededor. Lo he intentado disimular llevando un manos libres para el móvil, pero el esfuerzo no ha mejorado la percepción de mis compañeros de compras.
He comenzado por el principio, es decir, por la fruta. En este súper a la escueta variedad hay que añadirle un cierto retraso en la frescura, aunque a veces se encuentran gangas. He comprado unos caquis y unas peras. Y como ayer vi una receta de crema de espárragos que me gustó, he comprado la materia prima. Estoy bastante emocionado, porque es la primera vez que compro espárragos y puerro y, la verdad, me ha hecho mucha ilusión. Como cada vez que expando mis horizontes. El caso es que no sé cómo voy a hacer lo de la olla express, así que tendré que consultar al oráculo llamado mamá.
También he comprado patatas. El caso es que las patatas que quería las había solo en formato de 5 kg, cosa que representa un inconveniente en el transporte de la misma los días de lluvia y otro en su consumo, hasta el punto que me veo desayunando el citado tubérculo durante tres meses para proceder a su erradicación. Así que he optado por una resultona bolsa de papas colorás de tan solo dos kilos de peso. He tenido la precaución de coger una que estaba disimuladamente abierta, en parte para resarcir al comerciante y en parte para que se acaben antes.
Después he partido rumbo a los quesos y embutidos, parando brevemente en la leche. La elección de los embutidos ha sido complicada, pues no encontraba lo que quería. Afortunadamente eso se ha debido a una incorrecta colocación del jamón york deseado. El problema ha sido la elección de queso, pues el embalaje y la presentación invitaban a salir corriendo. Al final he aplicado la táctica de la democracia láctea y he recurrido al menos malo.
Pero me seguían faltando dos cosas. En los yogures he dudado un poco, pero me he optado por dos paquetes de 4, packs según me informan, de sabores tan sugerentes como el kiwi y el higo. Y luego he buscado algo para el desayuno, momento este en el que se ha repetido la historia del queso. Al final, me he decidido por un paquete de galletas denominado "Galletas con relieve". No tengo ni idea de qué son ni de qué están hechas, ni de si son integrales o diferenciales. Me ha seducido lo de "Galletas con relieve". Eso es lo bueno de las marcas blancas. Son como los medicamentos genéricos, pero entendiendo lo que compras.
Y, al final, he puesto rumbo a la caja, cargado mis bolsas y dirigido mis pasos a casa, con la satisfacción del deber cumplido.
jueves, 8 de noviembre de 2012
Dos de jueves
Con este ajetreo se me olvida que estoy en campaña. Y, como prometer es gratis, prometo un portátil, con función de ignición automática y una mijita malafollá.
o-o-o-o-o
El webstats, como sustituto de la viagra.
o-o-o-o-o
El webstats, como sustituto de la viagra.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
El tiempo
Llevamos ya un par de días con una niebla pesada no deja ver mucho más allá del día que vivimos. Es una niebla blanca, pero no limpia. Nos envuelve como en un misterio que nadie quiere. No nos deja ver el horizonte, ni el cielo, ni siquiera las montañas tan cercanas.
Y es raro. Porque por aquí solo se ven lluvias de compromiso, de poco tiempo. Lluvias que arrasan. Lluvias que cumplen, pero que no trascienden.
Es como sentirse encerrado, sabiendo que no lo estás. La niebla te encoge el alma, te hace sentir inseguro, vulnerable. Hace que el miedo brote de tu corazón. Pero el miedo no tiene origen. Es un miedo extraño, difuso.
No recordamos brillar el sol. No obstante sabemos que sigue ahí fuera, porque sale y lo tiñe todo de blanco, color del miedo por una vez.
Y es raro. Porque por aquí solo se ven lluvias de compromiso, de poco tiempo. Lluvias que arrasan. Lluvias que cumplen, pero que no trascienden.
Es como sentirse encerrado, sabiendo que no lo estás. La niebla te encoge el alma, te hace sentir inseguro, vulnerable. Hace que el miedo brote de tu corazón. Pero el miedo no tiene origen. Es un miedo extraño, difuso.
No recordamos brillar el sol. No obstante sabemos que sigue ahí fuera, porque sale y lo tiñe todo de blanco, color del miedo por una vez.
Despierto
Salgo a comprar el pan, pues por la mañana me pilló cerrada la panadería. Hay niebla, tanta que no se ve más allá de la roca omnipresente.
A pesar de que voy equipado con paraguas, la lluvia es tan fina que me envuelve, como un éter. Es imposible escaparse.
Pasan los coches con cuidado de no mojar y me pregunto si vivo en el futuro que yo quería. Si la vida tranquila que tanto deseaba me sigue llenando como cuando comencé a tejerla. Si quizá ya todo sea un campo quemado del que haya que partir, buscando horizontes más halagüeños que acaben desiertos en un futuro medio.
Paso por delante de una puerta que refleja la calle. Y yo no estoy en ella.
A pesar de que voy equipado con paraguas, la lluvia es tan fina que me envuelve, como un éter. Es imposible escaparse.
Pasan los coches con cuidado de no mojar y me pregunto si vivo en el futuro que yo quería. Si la vida tranquila que tanto deseaba me sigue llenando como cuando comencé a tejerla. Si quizá ya todo sea un campo quemado del que haya que partir, buscando horizontes más halagüeños que acaben desiertos en un futuro medio.
Paso por delante de una puerta que refleja la calle. Y yo no estoy en ella.
Presuntas identidades
No por mucho repetir una mentira, ésta se convierte en verdad. No por mucho desear una cosa, ésta se cumple.
¿Tendrán algo en común los sueños y las mentiras?
¿Tendrán algo en común los sueños y las mentiras?
martes, 6 de noviembre de 2012
Zeorema
La felicidad del alumno de 2º de Bach es inversamente proporcional a las calificaciones que obtiene.
lunes, 5 de noviembre de 2012
domingo, 4 de noviembre de 2012
Domingo tarde
Sofá de casa, pero con volante. Las nubes pasan por encima, señoriales. Le gente me adelanta, pero no me importa. Ya no.
La noche cae. La música hace juego.
o-o-o-o-o
Pienso que está todo decidido. Como siempre. Al menos esta vez no me pilla de sorpresa. Al fin, he aprendido.
La noche cae. La música hace juego.
o-o-o-o-o
Pienso que está todo decidido. Como siempre. Al menos esta vez no me pilla de sorpresa. Al fin, he aprendido.
Versiones apócrifas.
Dale proverbio, mujer,
que no hay en la vida nada
como la pena
de quedarse desnoviada.
que no hay en la vida nada
como la pena
de quedarse desnoviada.
sábado, 3 de noviembre de 2012
Sábado mañana
Se hace imprescindible pasear por G. ataviado con gafas de sol y auriculares. Sobre todo por lo segundo. Más que nada porque en cualquier esquina te puede saltar alguien vendiéndote algo. O, si no, condenando tu alma por no querer comprarles.
o-o-o-o-o
Feria del libro. Al menos 10 casetas, con permutaciones de los mismos libros. Un desafío a la combinatoria. Libros con taras, en plan outlet, con importantes descuentos, de hasta el 80%. Los mismos restos editoriales de los temas más variados, desde pegatinas de gatos a Constituciones del 31, pasando por los imprescindibles libros de autoayuda, que inevitablemente conducen al psiquiatra, pues profundizan en nuestras heridas si leídos con susceptibilidad. Que es como se leen estos libros.
Tampoco faltan los manuales de informática debidamente obsoletos. Manuales de guitarra con 10.000 acordes de canciones. Coleccionables de periódicos con aquel material menos apetecible. Hasta vinilos de Dire Straits.
Pienso en la cantidad de cosas que se publican y en lo poco interesantes que deben ser, pues diría yo que cada año son los mismos libros los que me saludan.
o-o-o-o-o
Me estoy convirtiendo en un artista consumando de hacer tiempo. Todo por esperar a los consabidos pasteles. Me paseo por el Salón y veo una exposición de esculturas que ha venido a la ciudad. Me disuade de continuar la arena encharcada, casi barro, del suelo. Y, tal como reza el título de la exposición, me siento rodeado.
o-o-o-o-o
Compro yogures para comprar una bolsa para meter la cazadora.
o-o-o-o-o
¿Humor? Como el día. Bochornoso, nublado, gris de otoño. Dejemos de lado la idea de volver a pasar por lo mismo. No hace falta.
o-o-o-o-o
Feria del libro. Al menos 10 casetas, con permutaciones de los mismos libros. Un desafío a la combinatoria. Libros con taras, en plan outlet, con importantes descuentos, de hasta el 80%. Los mismos restos editoriales de los temas más variados, desde pegatinas de gatos a Constituciones del 31, pasando por los imprescindibles libros de autoayuda, que inevitablemente conducen al psiquiatra, pues profundizan en nuestras heridas si leídos con susceptibilidad. Que es como se leen estos libros.
Tampoco faltan los manuales de informática debidamente obsoletos. Manuales de guitarra con 10.000 acordes de canciones. Coleccionables de periódicos con aquel material menos apetecible. Hasta vinilos de Dire Straits.
Pienso en la cantidad de cosas que se publican y en lo poco interesantes que deben ser, pues diría yo que cada año son los mismos libros los que me saludan.
o-o-o-o-o
Me estoy convirtiendo en un artista consumando de hacer tiempo. Todo por esperar a los consabidos pasteles. Me paseo por el Salón y veo una exposición de esculturas que ha venido a la ciudad. Me disuade de continuar la arena encharcada, casi barro, del suelo. Y, tal como reza el título de la exposición, me siento rodeado.
o-o-o-o-o
Compro yogures para comprar una bolsa para meter la cazadora.
o-o-o-o-o
¿Humor? Como el día. Bochornoso, nublado, gris de otoño. Dejemos de lado la idea de volver a pasar por lo mismo. No hace falta.
jueves, 1 de noviembre de 2012
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