sábado, 31 de diciembre de 2011
Pornósticos
Lo que no me dice si es de verdad o una cosa llamada ironía.
Seré conciso
De todas formas, si la van a celebrar, que lo pasen bien. De corazón.
PS: Y sin acritud.
PPS: Malegra no ser el único. Su reacción tiene una lógica imbatible: la alegría obligatoria es molestísima.
Gracias.
viernes, 30 de diciembre de 2011
Popurrí de antes de fin de año
o-o-o-o-o
Día tontísimo. Dolor de cabeza. Triste. Destemplado. Enfadado. Y lo peor de todo, sin motivo alguno.
o-o-o-o-o
Siempre me salva la guitarra.
Correctores ortográficos
logar(1).
(Del lat. locālis).
1. m. desus. lugar.
logar(2).
(Del lat. locāre).
1. tr. ant. alquilar (‖ dar en alquiler).
2. tr. ant. alquilar (‖ tomar de alguien algo mediante pago)
Gracias a la rae por este descubrimiento.
Supermercaderías
O eso o estaba intentando ligar conmigo.
Dolor de cabeza
o-o-o-o-o
Ahora recuerdo por qué dejé de oír ciertos discos. Me gustaban, pero me acababan cabreando.
jueves, 29 de diciembre de 2011
Sentido y sentidos
o-o-o-o-o
Esto de no fiarse de lo que los ojos te muestran, unido a lo anterior y a la santa virtud de pensar mal y acertarás (o quedarse corto en el mejor de los casos) mina la ya de por sí escasa fe que tengo en el mundo.
¡Ay si yo encontrara una orden de clausura que permitiera acceso a Internet!
miércoles, 28 de diciembre de 2011
La hermandad de la bufanda del Ideal
martes, 27 de diciembre de 2011
Burdeos
Mientras miraba por el objetivo de mi cámara, pensando en cómo obtener la fotografía de mi vida, mis oídos dieron un paseo por el ambiente de alrededor. Y se posaron en su voz.
Ya la había visto otras veces, con más voz y menos lágrimas en los ojos, quizá del frío que tenía en la calle o quizá del que albergaría en su interior. Apenas un hilo de voz en un mar de indiferencia, de gentes que pasean felices, orgullosas de sus hijos, sus parejas...
La observé por un momento. Intentaba sacar de ella una canción, quizá un villancico, pero tan pronto como se ponía el micrófono en la boca, lo tenía que alejar. Miró al suelo, giró la cara hacia la izquierda y se enjugó una lágrima que caía por su mejilla con su desnuda mano derecha. Y entonces lo volvió a intentar. Pero la suave música enlatada que salía de su amplificador seguía tapando su voz.
Decidí alejarme pero, justo cuando pasé por su lado, una señora le dejó en su platillo de plástico unas monedas. Por un instante quitó la vista del infinito al que miraba y, muy suavemente, le daba las gracias a su más reciente benefactora. Ella la miró y le sonrió. Y puede que, desde ese momento, comenzara a cantar un poquito más fuerte.
La hermandad de la cámara réflex
Me alegra no ser el único, a pesar de lo que me dicen...
Preguntas musicales
De hoy, bueno, de mañana, no pasa.
lunes, 26 de diciembre de 2011
Días de Navidad
Hoy me he acordado de uno de ellos y he pasado gran parte del día con él, así como con un amigo suyo que he hecho un poco mío y al que, según dice Manuel Q. me parezco. Pudiera ser, puesto que siempre he sostenido la teoría de la gente semejante en lugares distintos, lo que explicaría por qué en una capital tan chic encuentro gente tan sospechosamente parecida a la de mi pueblo adoptivo.
Tras preguntar por lo que se conoce y describir lo que se desconoce, hemos paseado, comido y bebido entre consejos, risas y reflexiones serias. Creo que ya soy capaz de renunciar a tratar de levantar acta cibernética de todo aquello que trato con mis amigos en este blog, porque creo que he aprendido la lección más importante: Lo que vale no son las palabras concretas, sino el poso que se queda cuando, de camino a casa, el frío apenas te importa. Esa sensación que queda en tu corazón, ese haber vivido plenamente unas horas de tu vida, horas que han sido irrepetibles y que hemos tenido la suerte de vivir.
Por ello, muchas gracias.
Cuento de Navidad II
Vinieron entonces a mi más imágenes de la noche anterior cuando, al sonar tu canción favorita, saliste de la pista a recogerme e instalarme en el centro de la misma, comiéndome con los ojos mientras aproximabas tus brazos sin llegar a tocarme. Me desconcertabas en la misma medida en que me volvías loco. Y con eso estábamos jugando.
En un momento de distracción me escabullí para tomarme algo. Hablé un rato con algunos de nuestros acompañantes, preguntando educada y desinteresadamente por su quehacer diario, por sus importantes hazañas en pro de la reparación de las cuitas ajenas. Resultaba bastante cómico gritar mientras no te oyen, pero la verdad es que no me importa, uno ya está acostumbrado.
El tiempo pasaba y mi límite estaba ya cercano. Te acercaste a mí exhausta, cansada, y me pediste que te acompañara a casa. "¿Por qué yo?" se preguntaba con ironía mi cabeza. Por la calle arriba te hiciste la bebida y amarraste mi brazo a tu cuello, fingiendo bastante mal por cierto, pues atinaste con las dos cerraduras a la primera. Me preguntaba si me invitarías a entrar.
Y así lo hiciste. Sin darme tiempo para responder cerraste la puerta y me llevaste al saloncito, cuidadosamente ordenado para la ocasión. Me serviste lo primero que se te ocurrió y acudiste a tu cuarto a ponerte cómoda. Me senté en el sofá como un niño bueno a esperarte. Nunca pensé que la comodidad fuera tan escueta.
De lo demás poco recuerdo. Supongo que debimos beber algo más y que, en algún momento, perdimos la verticalidad. Después de amarnos debí abrazarte. Y así amanecimos, hasta que me desperté.
No te lo tomes a mal, pero hubiera agradecido un "te quiero".
Cuento de Navidad
Mi primera idea fue levantarme a tapar el rayo de sol que estaba a punto de rasgarme el ojo, pero entonces mi mente se puso a recordar. Recordé tu mirada cómplice un par de días antes, cuando me prometías algo que yo no estaba seguro de querer, pero que por mi tradicional comodidad tampoco rehusé. Recordé el mensaje con la cita, la hora y el sitio, que respondí con un lacónico pero efectivo "ok". Recuerdo no encontrar taxi camino de tu casa y llegar tarde. Curiosamente no te importó, creo que por primera vez desde que nos conocemos.
La cena transcurrió sin incidentes dignos de mención, cada uno en una esquina, sin hacernos caso pero sin perdernos de vista, vigilando cada uno de nuestros predecibles movimientos, sabiendo de antemano que tu pedirías vino y yo cerveza. Ni siquiera te importó que la camarera me merodeara más de lo que aconsejan las relaciones cliente-restaurador. Desde ese momento pensé en dejar de creerte. Y casi lo consigo.
Tras la tradicional confusión con el cambio, el variopinto y homogéneo grupo se deslizó hacia el lugar de moda. Con nuestra entrada en la boca, como perrillos llevando el collar con el que desean ser paseados, fuimos entrando uno a uno en el local. No había demasiada gente, pero a pesar de ello la música atronaba. Pasé mis primeros instantes meditando sobre en ello y en qué beber para no quedar demasiado mal ni tampoco pasar por un snob. Justo cuando iba a pedir, te acercaste y pediste justo lo que quería. Me acercaste la copa y te fuiste a la pista a bailar, sin dejar de mirarme con cada uno de tus lujuriosos movimientos de cadera. Decidí sentarme con un señor borracho con una conversación de lo más entretenida, tramando una estrategia para salir de allí. Aquello se empezaba a llenar de gente de forma peligrosa.
Algo debí hacer mal, porque el señor borracho se hartó de mi conversación y pidió amablemente un taxi. Pensé en acompañarlo, pero hubiera sido una crueldad por mi parte. En ese momento apareciste otra vez y me pediste que te acompañara fuera. Camino de la puerta sentí todas las miradas del local clavarse en mí mientras tu sonreías de forma burlona.
Axioma XIX
domingo, 25 de diciembre de 2011
Buscando unas palabras, encontré otras palabras
Navidad
Mensajes
Querido Papá Noel
sábado, 24 de diciembre de 2011
Nochebuena X
PS: Ahora que lo pienso, eso de Nochebuena X no pega mucho... O quizá si, por aquello de Papá Noel entrando por las chimeneas. Por cierto, qué gran argumento para una Nochebuena... X.
El Niño del Polinomio - Ejercicio de Arpegios
Nochebuena IX
Un soldado romano apunta con su lanza a su perro, que está tan quieto como su amo, ante el asombro de los viandantes. De repente, una voz ininteligible quiebra su calma, al igual que la de los negritos que alfombran las calles. Es la Policía Local que, diplomáticamente, hace la vista gorda cambiando el paso y la acera de su paseo. Quizá todos tienen derecho a su Navidad.
Pienso en fotos para días posteriores, para una mañana tan soleada como esta. Tan solo el eterno problema, el cable cabrón que estorba sin compasión.
Encamino mis pasos hacia mi casa. Cuanto más cerca estoy, las tiendas se cierran y la gente se difumina, dejando paso a los turistas impenitentes, a los viandantes forzosos y al frío, que aumenta su cuota individual a pesar del sol. Me sorprende ver bolsas de Los Italianos en pleno mes de diciembre, en pleno día de nochebuena. Tentado estoy de preguntar, pero cierta timidez me lo impide.
En la plaza se despiden cinco adolescentes. Sonrisas y caras coloradas no precisamente por el frío. Uno de ellos, avanzados unos pasos, lanza con fuerza una bolsa al aire para recogerla instantes después. Un momento antes, alcanza la categoría de "mono" y provoca el rubor de una joven rubia a la que no pongo cara.
Y, como la Navidad es mágica, por fin atraigo la atención de un amable repartidor de publicidad, que me ofrece tapas y cerveza a precio especial, a pesar de ir solo y despistado, protegido tras mis gafas de sol. Me doy por satisfecho con este inesperado regalo y vuelvo a casa feliz.
Abro la puerta. He llegado a casa. Es el momento de quitarme las gafas.
Nochebuena VIII
Una vez traspasado el improvisado zoco, me sumerjo en la carrera de la Virgen, distorsionada por la estufa de una señora que ofrece castañas. Los negritos alfombran la calle con sus genuinas imitaciones. Echo en falta el Belén del Corte Inglés, también la tradicional cola para entrar en el parking.
La gente pasea. Parejas jóvenes con bolsas que pasean agarradas de sus manos envueltas en guantes, demostrando un amor que poco importa a los demás viandantes. Familias con niños. Jubilados que forman corrillos de dos y hablan de sus cosas. Una joven, con un teléfono rosa, parece feliz en la conversación que mantiene. Nadie pasea solo, salvo un señor que me precede y yo, que me escondo detrás de mis gafas e intento recordar todo para luego contarlo.
Llego al río, y veo que en sus riberas no hay demasiado lugar para la esperanza. Hay gente que duerme en los bancos, que beben cerveza barata al sol. Están sin afeitar. Mientras la gente corre afanosamente relativamente cerca, para ellos parece que se les ha parado el tiempo, que ya está todo hecho, que ya han llegado a la meta. Que el mundo de la prisa es para ellos una estructura paralela.
Nochebuena VII
Una vez cumplido el encargo, mis pies deciden que es hora de pasear, de empaparse de esta ciudad que únicamente disfruto en vacaciones. Bajo camino de las calles del centro, llenas de gente que pasea. Las tiendas están llenas y las bolsas pueblan las manos de los viandantes. La calle Mesones es, a lo lejos, una multitud de cabecitas oscuras, llenas de prisa, de teléfonos y de urgencias de última hora. Al final, entre el barullo de gente, la música se hace un hueco. La gente se arremolina alrededor de un cuarteto de cuerda, que llena de notas y aplausos la fría mañana de diciembre.
Un poco más adelante, al sol de Puerta Real, un gorila se mantiene en el aire. Llama la atención de los viandantes y de una lotera que me ofrece lotería del niño y exclama "¡Mira el goril-la, en presona!" El cómo se sujetará hace que las mentes de los niños que lo rodean echen humo.
Sigo avanzando. Otra mimo saluda a todos los niños, pide trabajo para ella y pan para su niño, sin borrar la amabilidad y la sonrisa de su cara. Los niños la saludan y los padres miran un poco hacia otro lado. Y, a lo lejos y vestida de blanco, Sierra Nevada me deslumbra, aun estando parapetado tras mis gafas de sol.
viernes, 23 de diciembre de 2011
Declaración de principios
que nadie lo toque
que lo dejen tranquilo
y no lo provoquen...
jueves, 22 de diciembre de 2011
Despedidas
Suerte
martes, 20 de diciembre de 2011
Cena "End of Term"
- Saladitos del día anterior sutilmente manidos.
- Última loncha de queso de cabra "Between the Pines" con los bordes ligeramente resecos.
- Barritas de pan con pipas tenuemente revenidos.
Plato principal (o Main curse)
- Caballa en aceite de girasol.
Postre
- Antepenúltima pera helada.
- Yogur de soja y frutas exóticas a punto de caducidad.
Bebidas
Agua natural pasada por la nevera para que no esté tan fría.
3 De
domingo, 18 de diciembre de 2011
Fines de semana
Aún recuerdo aquellos años de academia, cuando los sueños cabían en una carpeta verde y los temas pasaban de mis manos a mis neuronas pasando por mis ojos. Años de plomo, de esperanza por la esperanza. Años de agonía, que proyectaban un yo adolescente hacia un yo adulto, que se presentó una fría tarde de febrero, justo aquél domingo en el que me di cuenta que la cena no se haría sola. Tanto fue el cántaro a La Zubia que se acabó rompiendo, manando de sus trozos el agua del agradecimiento por lograr el ansiado sueño.
Pero los quehaceres diarios a veces nos alejan de nuestros afectos, que no de nuestros recuerdos. Por eso hemos retomado este sábado la costumbre de que tu me cuentes y que yo te oiga. Que me diagnostiques y que me regañes, aun a sabiendas de que no te haré caso, porque soy muy cabezón.
No pararé nunca de aprender de ti. Un privilegio que nunca sabré como agradecer.
Shhhh... no se lo digan a nadie
sábado, 17 de diciembre de 2011
¡Oye...!
Recuerdo aquellos tiempos en los que el tiempo apenas duraba un rato, no como ahora que te vas a fregar después de ver la región que te interesa y, cuando vuelves con la menta poleo, el señor del tiempo sigue allí, como esperándote, contando sus rollos del canal visible y las alertas amarillas.
Apenas daban dos o tres temperaturas. Yo esperaba con ansia que salieran las de mi ciudad, por aquello del protagonismo provinciano, pero ahora con las teles autonómicas, locales y vecinales ya conocemos hasta la temperatura en el rellano del cuarto y la cosa ha perdido su gracia.
Pero siempre había un invariable, el anticiclón de las Azores. Siempre estaba ahí, como los leones del Congreso o la primavera del Corte Inglés. Pero de un tiempo a esta parte lo echo de menos. Bien es cierto que no veo nada la tele, y menos el tiempo, pero cuando lo hago nadie se acuerda de él. Eso si, venga alertas amarillas y naranjas. Caen cuatro gotas y ya es alerta amarilla y es como si se acabara el mundo...
Si alguien sabe algo, por favor que me lo diga. Tan solo me queda de él esta foto, en la que lucha a brazo partido con una incauta borrasca por la derecha mientras otra la espera a la izquierda pensando "Ven aquí que te voy a dar lo tuyo y lo de la isobara".
viernes, 16 de diciembre de 2011
Adivinanzas II
Soy grande. Soy gris miedo. O blanca. Blanca drácula, porque hiere a la vista. A veces me pintan de colores y las hormiguitas se me quedan mirando, sobre todo las ociosas o aquellas que necesitan algo de mí. O aquellos que me observan, porque les doy paz.
A veces estoy preñada de agua, o simplemente de aire. Y dejo caer el fruto de mi vientre sobre las hormiguitas, que se tapan para no ahogarse, que corren a refugiarse en sus casas. Yo no tengo ese problema, nadie me puede mojar. Por eso no tengo casa.
El viento me mueve. Me gusta viajar por el mundo, viendo a las hormiguitas hacer sus cosas de hormiguita, mientras yo avanzo lentamente por el aire, sin mas destino que morir desangrada por el dolor de mi parto.
Hasta ser tan pequeña que apenas ya me harán caso las hormiguitas, porque ellas serán más grandes que yo.
Viajes II
¡Quién pudiera guardar esos momentos! Cuando alguna idea surge en mi cabeza y sale de ella sin que la pueda atrapar entre las yemas de mis dedos y el teclado de mi ordenador. Ni siquiera tengo un papel o un lápiz para garabatearla, para que quede cautiva, como aquellas mariposas atrapadas por el peso del rocía de la mañana.
Y es que hay cosas que no se pueden atrapar. Hay cosas que deben ser libres, que debemos dejar nacer y partir de nosotros hacia otros aires, hacia otras mentes. No se puede atrapar un pensamiento, al igual que no se puede guardar la luz de un atardecer de diciembre.
Interviús
- Pues yo, normalmente, opino mu mal porque en estas fiestas todo el mundo el que más y el que menos vamos de viaje y...
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Malos ratos
Cuando se vive al límite, porque no se puede o sabe vivir de otra forma, una brizna de viento te puede empujar al abismo. Entre lágrimas me veo obligado a soplarlo, a alejarlo de mí. Pero soy consciente de que, a pesar de la dureza de la caída, ésta servirá para fortalecer su frágil corazón para que, cuando sea realmente necesario, esté preparado.
Pero, de todas formas, no es fácil soplar. Aunque haya que hacerlo.
martes, 13 de diciembre de 2011
lunes, 12 de diciembre de 2011
Carta abierta
Por la presente le manifiesto la disponibilidad de mis servicios. Le ofrezco hacer el mismo ridículo por la mitad de precio.
Suyo affmo.
Juan Fco Romero.
domingo, 11 de diciembre de 2011
Estudiando Inglés
"Most things in life are moments of pleasure and al lifetime of embarassment; photography is a moment of embarassment and a lifetime of pleasure"
Tony Benn. Politician.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Sumiller
Lo primero de todo es elegir la denominación de origen. Este año automáticamente me han dicho que compre un Ribera del Duero, con lo cual se facilita mi trabajo enormemente y no tengo que hacer el habitual Pito Pito Gorgorito que tanto mosquea al comprador que habitualmente se acerca a mí y que hace que salga disparado de mi lado.
Una vez localizados los vinos, me paseo delante de ellos, despacio, como si supiera de qué va la cosa. Elijo el más caro y leo la etiqueta. Recuerdo que la primera vez que lo hice elegí uno que ponía "Contiene Sulfitos". Pensé "Vaya mierda de vino que tiene que ser" pero cuando comprobé que todos tenían sulfitos cambié mi opinión y le dejé de dar importancia a los sulfitos, que por otro lado, a saber lo que son y para lo que sirven...
El caso es que sigo mirando y remirando. Me dejo seducir por los nombres, busco algunos que me suenan y, si no los veo, entonces pongo cara de severidad y de saber de qué va el tema y cojo dos o tres más. Me retiro un poco las gafas de los ojos y leo por encima de ellas, como dándome importancia. Normalmente es en este momento cuando algún despistado comprador se te acerca y observa o pregunta algo y es cuando lo tengo más difícil para salir del paso, pero con la experiencia que tengo suelo salir victorioso ya que, afortunadamente, el pobre pardillo que me pregunta siempre sabe menos que yo del tema vinatero.
Y, por último y mientras mi acompañante espera mi veredicto, de dirijo hacia una botella cogida anteriormente y digo "¡Éste!" con cara de satisfacción y haciendo hincapié en la tilde. Normalmente lo acompaño con el mismo gesto de seguridad que empleo cuando sigo al GPS pero yo no tengo ni idea de dónde estoy y me preguntan si vamos bien, pero con un matiz de roble en boca.
Este año he elegido un vino que tiene que ser la leche. Vale algo menos de 4 euros pero tiene doce escudos heráldicos en la etiqueta, cosa que siempre viste mucho. Creo que se llama "Doce Insignias" o algo así. Y, en efecto, las he contado y allá que están las doce. Supongo que, cuando se acabe el vino, con la botella podremos hacer un reloj o algo porque, la verdad es que la etiqueta es un primor y me da pena tirarla, sinceramente.
Y así ha concluido mi arduo trabajo de sumiller, hasta el año que viene. Por cierto, que yo me he cogido para mí doce cervezas. Por si acaso...
viernes, 9 de diciembre de 2011
Fondo de neurona
Daremos algo de tiempo a la cosa.
Pan. Come. Chocolate.
Luego, corrección de las manos a la hora de percutir. Acompañar a la gravedad y, posteriormente, corregirla para volver la baqueta a su lugar original, a unos centímetros de la caja. Parece que la mano derecha se desenvuelve bien, pero la izquierda está algo más perezosa, así que habrá que darle caña.
Pero lo mejor de todo, y lo más didáctico, ha sido lo del comer, pan y chocolate. Para explicar la diferencia de tiempos entre blancas, negras y corcheas, nada mejor que usar palabras de una, dos y cuatro sílabas para marcar el tiempo. Y así hemos estado probando un rato, además de con algún que otro ejercicio de calentamiento.
En fin, que ha sido muy interesante. Y me ha dado ánimos, dice que lo hago bien. Claro. Le he engañado un poco. No ha sido mi primer encuentro. Yo ya tenía mi propio maestro.
Sintaxis (pero con plaza de garaje)
jueves, 8 de diciembre de 2011
Aburrimiento y youtube
Que castigo tener que hacer exámenes y luego corregirlos. Si a mí lo que me gusta es dar clase...
miércoles, 7 de diciembre de 2011
La importancia del punto y aparte
martes, 6 de diciembre de 2011
Bancos
Veo la gente de la plaza. Antes la vi por la calle, paseand ocupada con bolsas de regalos. Las navidades se acercan y hay que pensar en el regalo para el otro, a veces querido, a veces convenido.
Veo la misma gente que en otros sitios, tan ajena a mi como siempre. Soy una cámara que los mira, que los analiza, no siempre con éxito. Hoy tengo ayuda. Pero no dejo de ser un esqueje, que caducara en unas horas, cuando vuelva a mi árbol, a mi bosque.
lunes, 5 de diciembre de 2011
domingo, 4 de diciembre de 2011
La judería II
Hace frío. No hay nadie por la calle, salvo mis acompañantes y algunas parejas que se apostan en las esquinas, atendiendo a sus obligaciones, que no entienden de horas, fríos y gente.
Camino un tanto exhausto, recordando viejos pasos por las calles de adoquines y muros de piedra. Calles de guerra para tiempos de paz. Imágenes de mi recuerdo asaltan mi espíritu en la noche, a las que intento dar forma. Pero el cansancio me lo impide.
Al doblar una esquina es el viento el que nos saluda, helando nuestras narices y entrando por las perneras de los pantalones. Es el mismo viento que arrastra los pequeños guijarros del pasado, desprendidos del suelo tras muchos años a él pegados y que, con su ruido, ahogan nuestros pasos en la noche.
Y también los furtivos besos en las esquinas.
sábado, 3 de diciembre de 2011
viernes, 2 de diciembre de 2011
jueves, 1 de diciembre de 2011
Cosas que se oyen y uno que deduce
miércoles, 30 de noviembre de 2011
martes, 29 de noviembre de 2011
Pájaros de barro
que me lleva a tu casa,
ya no duerme mi perro
junto a tu candela
domingo, 27 de noviembre de 2011
Expresiones cursis
o-o-o-o-o
'Tengo sueño en el debe' por 'Estoy muy cansado'
Reflexiones on the road
o-o-o-o-o
La tranquilidad en la conducción no consiste en una carretera buena o en un buen coche. La verdadera tranquilidad te la da oír a Beethoven.
Ya para otra vez
PD: Hoy es el domingo de los turistas feos.
sábado, 26 de noviembre de 2011
Sutilezas telefónicas
Pasivamente: "El 3 será cogido"
PD: Que te narren cómo pierdes un autobús tiene su emoción, no crean.
La educación es una patata
Hoy he tenido que freír unas cuantas y, al ir por la materia prima, me he encontrado con dos bolsas perfectamente identificadas: las de freír y las de cocer. Como es natural, he elegido las de freír y he sacado unas cuantas de la bolsa. Pero como la curiosidad humana no tiene límites, he decidido sacar una de la bolsa para cocer y compararlas con las de la bolsa para freír. Y, por lo menos yo, diferencias apreciables no he encontrado.
Y ha sido en ese momento cuando se me ha venido a la mente una escuela de patatas, desde donde pequeñas van aprendiendo cosas hasta que, en un determinado momento y según las competencias desarrolladas, son evaluadas y clasificadas en patatas dignas de ser cocidas y en patatas propias para ser fritas. Una especie de dicotomía ciencias-letras en el ámbito tuberculoso.
He pensado en las asignaturas que tendrán. En si serán evaluadas en competencias o en conceptos / procedimientos / aptitudes. Si tendrán Religión o ATEDU. Si sus tutores llamarán a las plantas de donde vienen para darles las quejas por su bajo rendimiento en Matasmáticas. O si, en las evaluaciones iniciales, serán clasificadas en Francés o algún refuerzo, por ejemplo, Refuerzo de Freír, o Refuerzo de Cocer.
Tanto he pensado en ellas que casi se me queman. Pero no. Como han sido educadas para ser fritas apenas se han dorado un poco. Y, por cierto, me han salido buenísimas.
El sistema educativo patatero funciona. Deberíamos copiarlo.
Competencias básicas
Sábado mañana
No quisiera renunciar a ese sueño. Los demás no me importan, o me puedo apañar. A ese, no.
PD: Hoy el sol no me calienta, ni la ausencia de nubes me alegra.
La siesta
Desde ese momento los acontecimientos se sucedieron rápidamente. La señorita engañada se metió en su cama a llorar, por cierto completamente vestida, zapatos incluidos, no sabemos si presa del berrinche, del despiste o de ambas cosas. El macho engañador no tardó en enterarse del problema subyacente, por lo que, en un primer momento, se acercó a hablar con la gaznápira despechada. Para mostrar sus credenciales se presentó en su cuarto, un canto al orden y limpieza dicho sea de paso, con el torso desnudo y, tras la profundidad de las palabras de él pude apreciar que su facilidad de lenguaje era inversamente proporcional a los músculos que adornaban su mulato cuerpo. Tras una serie de palabras en las que dos de cada tres estaban censuradas por pitidos que, dicho sea de paso, son más molestos que la palabra en sí, el macho herido en su orgullo regresa a su cuarto, que quedó segundo en el anteriormente citado concurso al orden y limpieza en las habitaciones, a buscar su chorbiagenda.
Una vez encontrada, procedió a llamar a la primera chorbi que recordaba, que se alegró enormemente al oír la voz del gaznápiro herido. La conversación, de una altura intelectual a la que no llegaría ni un cohete de la NASA, versó sobre las necesidades del interlocutor macho, que mostró su satisfacción en ámbitos como el gimnasio y la música, pero que sentía incompletos otros. Por ejemplo, que no fo... desde hacía tiempo.
Tras una interviú por separado a cada uno de ellos donde mostraban lo desoladamente mal que se sentían, dieron paso a publicidad y yo me fui a preparar la maleta.
Y así estoy hoy, afectadísimo.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Paréntesis
Recuerdo la bandeja naranja con sus patas y con su agujero para el vaso, cosa que me parecía lo más de lo más en aquellos años 80 en los que tan moderno nos parecía todo. Recuerdo las visitas, más o menos frecuentes. Recuerdo la luz que dejaban aquellas cortinas blancas en mi habitación por la mañana, la siesta de por la tarde y la fiebre de por la noche. Recuerdo las noches iguales a los días y los días iguales a las noches. Recuerdo los juegos para distraer el tiempo infinito que pasaba ante mi. Recuerdo en pensar cómo sería el mundo tras mi ausencia. Recuerdo aquel coche movido por mis manos, recorriendo aquella colcha verde.
Recuerdo los días finales, en los que echaría de menos mi cama, que soñaba como un barco en el agua. Como una alfombra en el cielo
jueves, 24 de noviembre de 2011
Pero mientras...
Aunque sé que ya lloverá y saldrá el sol.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
martes, 22 de noviembre de 2011
La clave de la guitarra
Como con las fracciones, a veces hay que complicarlas para poderlas sumar.
lunes, 21 de noviembre de 2011
Circunloquios
domingo, 20 de noviembre de 2011
Regresos
Al pasar la puerta verde de la cuesta me he encontrado con la misma pared de cipreses, perennemente verdes, y con los mismos coches, aunque más modernos, aparcados enfrente. La estatua de la Inmaculada sigue cubierta por la misma hiedra que entonces y es de suponer que en la casa siga viviendo la misma persona que en mi época, pero con distinto nombre y rostro.
Camino rápido, sin pensar, y entro en la que fue mi última clase. Ya desaparecieron las bancas inclinadas, que tan incómodas eran, y han sido sustituidas por las típicas sillas y mesas verdes de colegio público, tan prácticas como impersonales. No me he fijado en la pizarra, aunque sí en la inscripción de la entrada, que ya no pone COU A, sino aula 13. Me alegro de no haber vivido ese cambio.
Entro y miro el que fue mi sitio, junto a mi ventana. Junto a esa ventana que me permitió ver como, poco a poco, te ibas marchando sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo. Hasta que desapareciste de mi vida siguiendo el camino de la tuya. Tantos años me ha costado aceptarlo...
Una vez cumplida mi obligación salgo a toda prisa del lugar, pero me detengo en los rostros y nombres del tablón de anuncios. Nada hay familiar. Nada hay conocido. Tan solo son las caras que se pueden encontrar hoy en día en cualquier otro sitio.
Al final eso es lo que queda, tan solo un rostro anónimo.
Fiesta de la democracia
Tal y como aparecía en la invitación, en caso de no comparecer allí a la hora indicada para la constitución de la mesa me enfrentaría a pena de cárcel y sería visto por mis semejantes como un delincuente, cosa que realmente ya soy dada mi condición de funcionario docente, que es como un pecado que ni con el Perdón de Dios se redime.
Tras desmontar el habitual despliegue despertadoril de las grandes citas, me he vestido y he puesto rumbo a mi antiguo cole. Nada más llegar diviso un grupo de variopintos ciudadanos que podía fácilmente ser dividido en dos. Por un lado, un grupo de sufridos ciudadanos con papelitos similares al mío en la mano y con cara de sueño. Por otro lado, una colección de ciudadanos con identificación política muy despiertos y emocionados, tanto que casi he llegado a pensar en las elecciones como un orgasmo tetraanual. Infrecuente pero intenso.
Tras identificar a mis compañeros de mesa, concretamente a mi presidente, y presentarme con profusión para que no hubiera dudas de mi compromiso con al democracia, he indicado mi rango en el escalafón electoral y he quedado a la espera de la llegada de mis superiores que, dicho sea de paso, eran todos. Tras un breve periodo de incertidumbre, aparecieron los otros dos vocales, aunque en realidad faltarían tres mas. Anecdóticamente son madre e hijo, de lo que se deduce que la familia que vocaliza unida permanece unida. Entrañable.
Tras preguntar reiteradamente y ante la presencia policial que si me podía ir, he retornado a mi cama plegable de fin de semana, feliz por haber contribuido de forma tan notable a la democracia en España. Y mis ojos se han cerrado, como si todo hubiera sido un sueño.
Poesía electoral
o bien por un sendero
no hay quien me quite
el madrugón dominguero.
sábado, 19 de noviembre de 2011
Para qué llamarse a engaño
viernes, 18 de noviembre de 2011
Sorpresas te da la vida...
Orígenes y evolución del Teorema de Rolle, por C. S. Alemán, de la U Gaditana.
Revisando los conceptos de máximo y mínimo a través de un libro de L'Hôpital. M. T. González, de la U. Salmantina.
Otra cosa de L'Hôpital, concretamente de la regla de la cadena, de Campistrous, López y Rizo, de Us de allende los mares.
jueves, 17 de noviembre de 2011
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Redes
martes, 15 de noviembre de 2011
Al blog
Preguntas educativas
lunes, 14 de noviembre de 2011
Crítica de cine
El flim, o pinicula, como sutedes perfieran, nos narra la angustia vital de un joven que empieza a tocar la batería. No lo hace mal, incluso aprende rápido a combinar la caja y el bombo, pero tiene un terrible problema que intenta ocultar pero que poco a poco sus compañeros descubren: No sabe llevar el ritmo y se acelera. Al principio todo el mundo le pone buena cara y clave de sol, pero llega un momento en el que el director está hasta los trombones de oírle y le encarga una difícil misión, debe comprarse un metrónomo.
Un tanto deprimido, el músico empieza a abusar de las corcheas y semicorcheas y se sumerge en las bajas líneas del pentagrama. Pero una chica se apiada de él y lucha porque sus notas graves se conviertan en agudas. El chico al principio la ve como una oportunidad para usar la trompa, pero poco a poco se va enamorando de ella hasta que se da cuenta de cuánto la quiere y la necesita. Es entonces cuando él se declara y ella acepta, no sin antes hacer un acuerdo prematrimonial, que la cosa está mu malita últimamente. Y al final acaban casados, felices y comiendo alitas de pollo, cosa muy comprensible por los motivos antes explicitados y que no creo que sea necesario repetir.
Les recomiendo que vean la película, no es la típica comedia romántica al uso. Además, las cinco horas y media que dura se les pasarán voladas.
Lo que no voy a hacer es fastidiar el final y no les diré si al final se acaba comprando o no el metrónomo.
Bomberadas
Momento II
domingo, 13 de noviembre de 2011
Matrioska
viernes, 11 de noviembre de 2011
Interruptus
Pienso en un quizá de compromiso a lo facebook, aunque el horario me parte un poco la tarde. Media vuelta y de nuevo en busca de Morfeo. Pero, sin apenas tiempo de buscar su cara entre la gente de la calle de mis sueños, otro megáfono vehicular me informa de que me sume al cambio. Y digo yo, ¿tiene que ser ahora o puedo dormir una breve siesta? Lamentablemente este coche es algo más persistente y llega incluso a cruzarse con su rival político, afortunadamente sin consecuencias ni parte al seguro. La calma vuelve a apoderarse de mi cuarto de estar.
Pero justo cuando el desperece empieza a retirarse y casi adivino su cara cerca de mi, Morfeo me abandona de nuevo en pos de una oferta de telefonía que no podré rechazar. Cojo el teléfono, pero no contesto. Es una gilipollez, pero eso es como no tener ni siquiera derecho al pataleo.
Y yo me pregunto, ¿es que no se puede dormir la siesta en el país que la inventó?
jueves, 10 de noviembre de 2011
Los pasos en el vacío
Aparcó de milagro y salió en busca de su acompañante, que la esperaba a la entrada, con un chupa-chups en la mano y un cigarrillo en la otra. Un breve saludo y entraron en el edificio, donde apenas había gente. Eligieron bien la tarde, ya que nadie les molestaría en su recorrido.
Pasaban las salas y las explicaciones la iban absorbiendo. Casi se sentía entrar en cada una de las obras de arte que se sucedían colgadas en la pared, apreciando matices nuevos en los que antes no había reparado.
Pero entonces, la voz de su acompañante se apagó. Deseaba ella ser capaz por si misma de encontrar la llave que daba entrada a los pequeños mundos de cada cuadro. Tan solo la desconcentraban los pasos en el silencio de las salas y el sonido de su respiración tranquila aquella tarde de noviembre.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
martes, 8 de noviembre de 2011
Crecer
Crecer es no aferrarse a las cosas, es dejarlas libres, que entren y salgan de tu vida. Si te pertenecen no se irán nunca.
Crecer es sentir dolor y luego ver cómo se cicatriza la herida, formando la costra que te protegerá de las heridas futuras.
Crecer es aceptar que no eres el centro y querer sin límite a aquellos que te han desplazado hacia el exterior.
Crecer es ser capaz de cambiar de planes en el último minuto y sin mayor problema.
Crecer es aceptar las cosas tal y como son. La lluvia de hoy hará germinar las plantas de mañana.
Poetry on the run
que me alegran la vida.
Sobrecitos en tu móvil
que salen del alma mía.
Frustraciones estudiantiles
lunes, 7 de noviembre de 2011
Impotencia
Citas célebres
domingo, 6 de noviembre de 2011
sábado, 5 de noviembre de 2011
El patio de mi casa
Al empezar a tocar aquello más que el patio de mi casa parecía el huerto de mi tía, porque la similitud de lo que yo estaba tocando con la archiconocida cancioncilla tendía a cero. Sin desanimarme, me he ido a otra pieza que ya conocía pues tenía su tablatura y he comprobado que mis rudimentos del solfeo son firmes: me equivoco en tres de cada cuatro notas, pero me doy cuenta del error en un tiempo razonablemente corto. Al ver que todo cuadraba he decidido dejar de preocuparme y que preguntaría a mi profesor en la próxima clase.
Pero navegando por el ciberespacio, me he encontrado con este blog que me ha sacado del apuro. Estaba tocando la segunda voz de la guitarra. Así que, por lo menos, he resuelto la duda y lo difícil no se me daba tan mal.
Bien está lo que bien acaba.
Ironías fotográficas
Ojos que miran
Me monto en la primera baja, sorteando a una señora repartidora de perfumes que, ni siquiera aquí, me considera digno de ser su potencial cliente. Me antecede una señora mayor con su bolso, que se parará en la primera planta y que seguro viene, como yo, a distraerse. Se aleja de mi y, cuando ya estoy en el segundo tramo, reparo en dos jóvenas elegantes y distinguidas retocándose mutuamente. Detrás, un joven algo mayor que yo, se mira al espejo mientras se despeina a conciencia. En ese momento me doy cuenta de que tengo frío en la cabeza y en que debería comprarme un gorro, lo cual no deja de ser curioso porque estoy bajo techo.
Llego a mi destino, curioseo sin mucho afán y sigo deambulando, sin fijarme mucho en nada en concreto. Busco caras conocidas, sin encontrarlas. Decido bajar al supermercado y veo a un joven con su blackberry y su padre, que a pesar de ser bastante menos útil que el aparato, por lo menos es practico y paga la ropa del muchacho. En la consigna un señor me observa y se cuela con poco disimulo y, justamente en la caja, me encuentro con Pablo, al que saludo afectuosamente.
Es tarde. Tengo que regresar a casa. Vaya paseo que le he dado al paraguas.
Conjetura nº 2
Usted vive en la localidad A. Conoce a la gente de ese sitio, sabe de su vida y milagros. Esta gente, a su vez, le conoce a usted. Hasta aquí todo normal.
Ahora suponga que le trasmutamos espacio-temporalmente de la localidad A a la localidad B. Usted no conoce a nadie y empieza a pasearse por dicha localidad. Pues seguro que, mirando las caras, se le sobresalta el corazón cuando cree ver a alguien igual a su vecino. Se acerca a saludarlo y... resulta que no, que no es la persona que usted busca.
Pues eso me pasa a mi algunas veces. Menos mal que uno es vergonzoso y no se acerca, que si no, pasaría por loco.
Bueno, por aún más loco.
viernes, 4 de noviembre de 2011
La tarde
He visto un trozo irregular de arcoiris cerca de lo que puede ser mi pueblo. He visto el reflejo del sol en la carretera, que me ha deslumbrado y que me ha hecho agarrar fuertemente el volante.
He sentido el cansancio de los viernes, el peso de la carretera y el viento en la rambla.
He visto montañas con sombrero blanco, montañas con rizos y hasta montañas con canas. He visto las primeras nieves del invierno y el frío exterior en el termómetro del coche.
He visto anochecer más temprano y he intentado evitarlo poniendo las largas, pensando quizá que el sol retrocedería en su camino. He visto gotas caer en mi parabrisas y he visto, de nuevo, mi calle iluminada por las farolas blancas del invierno.
Ahora, mientras me visto de invierno en la república de mi infancia, siento de nuevo la lluvia en el tejado, con el mismo sonido sordo de siempre.
Alegrías de la profesión
jueves, 3 de noviembre de 2011
Campañas
Proporcionalidad inversa
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Al revés
No se por qué, pero siempre me quedo con lo peor de las cosas sin ni siquiera disfrutarlas. Las caras oscuras me fascinan, me atrapan y no me dejan escapar. Es una curiosa tendencia a la autodestrucción bien entendida.
Curiosidades
martes, 1 de noviembre de 2011
Consejos por si, andando por el bosque, se encuentra uno una cabra montés
Segundo: Procure hablar bajo, pero no de forma que haga el tonto con sus acompañantes de sendero.
Tercero: Procure tener la cámara a mano. Si no, sáquesela (la cámara, se entiende) si hacer ruido.
Cuarto: Ande despacio. Con movimientos cortos y sin arrastrar los pies. Muéstrese firme, pero amable. Sin dar demasiada confianza. Recuerde que con tanto senderista, el encuentro cabra-hombre ha perdido mucho encanto.
Con un poco de suerte, podrá hacer fotos como esta:
Noticias que parecen mentira y sin embargo son ciertas como la vida misma XX
Según leo en la prensa local, las colonias de buitres han aumentado espectacularmente su tamaño en los últimos tiempos. Y ello se debe al aumento del número de senderistas que pueblan los montes de España. Las palabras del presidente del ABE (Asociación de Buitres de España) no pueden ser más entusiastas: "Estamos contentísimos. Antes no había manera de echarse nada a la boca, pero ahora nos sobra la comida. La verdad es que al principio veíamos con algo de reticencia que vinieran los senderistas, pero ahora nos hemos dado cuenta de lo equivocados que estábamos."
La alegría de los buitres tiene una razón clara: "La dificultad de acceso de nuestros montes unida a la patosez de algunos senderistas. El caso es que se ponen a sacar fotos donde se pueden caer y, con la emoción del momento, se resbalan y se la pegan. O bien se ponen a comer donde más peligro hay y allá que se resbalan. Y luego ya nos encargamos nosotros del resto" Es precisamente en este punto donde más contentos se ponen los buitres. "Antes, como llevaban ropas de camuflaje era más difícil localizarlos. Pero como ahora van todos vestidos del Decathlón pues es más fácil, porque como son colores chillones tan solo basta con fijarse un poco y dejarse caer"
Pero, como toda noticia, también hay su parte mala. Según los veterinarios y biólogos que siguen las distintas colonias de buitres se han detectado un importante incremento de buitres con colesterol. Atendiendo a las palabras del conservador jefe de un parque natural "Hay algunos que tienen las arterias hechas polvo de tanta grasa. Es una cosa tremenda. Les recomendamos verduritas y algún conejillo los domingos, pero como no dejan de aparecer senderistas, pues claro, se van a lo fácil y no nos hacen ni caso. Así que lo que vamos a hacer es poner a dieta a los senderistas, para que los buitres coman sano, porque es que algunos no se pueden ni levantar"
lunes, 31 de octubre de 2011
domingo, 30 de octubre de 2011
El parque
Ya cae la tarde, más aún por el cambio de hora. Las están en el parque, mientras los hijos juegan al fútbol. Llevan los tanteos de cuando éramos pequeños, mientras la pelota golpea una y otra vez las paredes de la casa.
Mientras, ellas hablan de sus cosas. Comentan la vida del pueblo, con sus ventajas y sus incovenientes. Me asomo y las veo sentadas en el banco, detrás de una arbusto, con un bebé cada una en sus brazos. Las niñas las miran, cerca de ellas, mientras meriendan.
Pronto caerá el sol, y el ritmo del pueblo desaparecerá hasta mañana. Las chimeneas empezarán a echar humo. El silencio se hace en casa. Estamos cansados.
Mientras, alguien escribe encima de un microondas. Los vicios, que son muy malos...
Viajes
Kilómetros
sábado, 29 de octubre de 2011
viernes, 28 de octubre de 2011
Descubrimientos que hace uno
jueves, 27 de octubre de 2011
Miscelánea
o-o-o-o-o
Qué mañanita con el router.
o-o-o-o-o
No se cómo se me dará el escribir a longitud acotada y a tema fijo, pero por probar no se pierde nada. Todo sea por ser rico y famoso.
miércoles, 26 de octubre de 2011
Prisas
martes, 25 de octubre de 2011
Ventanas
El instante antes, el día eterno
Entramos y nos situamos donde estábamos justo hace tres semanas. Y nos volvimos a presentar, a pesar de que nos conocemos de tiempo. Miré sus ojos marrones, su jersey fino de color rosa y su vaqueros de marca con un corte bastante novedoso. Y me fijé en sus manos, temblorosas.
Pensé que al menos su acento es bueno, aunque habla rápido y algo temerosamente, como si no estuviera segura. Y me reflejé en un pasado no tan lejano, cuando era yo el que tenía miedo, justo un segundo antes de comenzar la segunda parte de mi vida, cuando empecé de verdad mi camino en solitario. En aquél preciso día que no me cansaría de vivir.
lunes, 24 de octubre de 2011
Crema de champiñones
Picamos finito una cebolla. Ponemos aceite en una olla y pochamos (me encanta esa palabra) la cebolla.
Por otro lado, lavamos y picamos a trozos los champis. Cuando la cebolla esté bien pochadita los echamos en la olla y los freímos hasta que estén blanditos. Después, añadimos agua hasta cubrirlos y sal al gusto. Y se deja a fuego medio unos 15 minutos. Para espesar un poco se puede añadir algo de harina. Y, cuando esté casi a punto, un quesito.
Una vez bien cocida la cosa, se bate bien batido con la batidora (evidenmont) y se sirve. Y si se ha sido previsor, pues quedará para otra cena.
Más rápido de hacer de lo que pensaba. Y he descubierto que me encanta pelar champiñones.
El mar
Allí estaba el, tan grande, tan azul. Rompiendo olas en la arena sucia de la playa. Yo estaba enfrente, observándolo con la habitual dedicación con la que lo hago. Un barco anclado en la bahía rompía la monotonía, mientras buscaba el punto exacto en el que el verde cercano cambia a azul lejano.
El ruido del mar era inexplicablemente ensordecedor, pues las olas no eran muy grandes. Una y otra vez se repetía el mismo sonido, con distintos matices y duraciones. Me hubiera tumbado en el suelo y quedado allí, con aquel sonido una y otra vez acariciando mis tímpanos. En ese momento lo necesitaba. Me daba la calma que buscaba.
Algunas gotas querían estropear el día. Y entonces recordé cuánto me gustaba bañarme mientras llovía. Una sensación tan placentera como extraña.
domingo, 23 de octubre de 2011
Sopa de zanahoria
Como es natural siendo una sopa de zanahorias, necesitaremos las susodichas, una patata para que espese, agua, aceite y sal.
Cortamos las zanahorias en trozos, al igual que la patata. Ponemos en una olla con agua, aceite y sal y a cocer. Cuando la cosa esté más o menos cocida, metemos la batidora con entusiasmo hasta que quede un puré. Corregimos la sal y damos otra tocata de fuego para que esté bien calentita y nos haga buen cuerpo para la noche. Y ya está.
Más sencillo, imposible.
sábado, 22 de octubre de 2011
No es por aguar la fiesta, pero
2. Las armas, entregadas.
3. Las víctimas, honradas y vencedoras.
4. Pedir perdón.
5. Constatación de que no se haya pagado un precio político.
Entonces me lo empezaré a creer. Mientas, lo siento mucho, pero no.
viernes, 21 de octubre de 2011
SAC
La misma retahila de cosas de nuevo. Tras dos minutos, me pasan de nuevo con la misma teleoperadora de antes, que ya me saluda con familiaridad y me dice que vuelva a llamar, que tiene el ordenador roto. Pienso en que sentido tiene que me pasen con una persona que no me puede atender, pero ella se adelante y me pregunta si yo sabría como arreglárselo. El ordenador, se entiende. Yo digo que lo más cercano a un ordenador que conozco es una Underwood. Se ríe y dice que si le doy mi teléfono, que le gusta mi voz y que esta noche sale antes. Me siento halagado, pero le digo que ya estoy casado con mi profesión. De todas formas insiste en que me llamará cuando lo tenga todo en su sitio de nuevo. El ordenador, claro, qué si no.
Espero un rato y tras las pertinentes comprobaciones maquineras me pasan, gracias a Dios, con un operador al que le funciona el aparato. Al menos el cibernético. Me pregunta por el motivo de mi llamada, cosa de lo que apenas me acuerdo. El caso es que se lo digo, le expongo mis motivos, por eso ahora agradezco las preguntas que acababan con la frase "razona tu respuesta", y me dice que por ser tan buen cliente y tener una voz tan sexy me deja el producto gratis durante un año. La verdad es que al menos lo primero es cierto, pues les he dejado un cerro de duros durante mucho tiempo.
Yo pongo voz de no estar muy ilusionado mientras doy botes en el salón de casa acordándome de cierta canción de Queen. Y empieza a gestionar la oferta. Oigo como teclea mientras va diciendo lo que escribe en mi ficha de cliente y me pide disculpas un mol de veces por la tardanza en la verificación de la oferta. Yo le digo otro mol de veces que no se preocupe. Parece un partido de tenis, la verdad. Gracias a la rapidez de los sistemas y a que la oferta tarda 15 minutos en gestionarse, aprovechamos para consultarnos recetas de cocina, nos preguntamos por la familia y comentamos la actualidad internacional. Y nos despedimos deseándonos un feliz fin de semana. El me dice que mañana va a quedar con su chamaca y que lo mismo moja. Yo no le cuento mi plan de fin de semana para no darle envidia, porque tampoco es plan.
Si yo les contara...
La sopa está servida
Esta noche, mientras daba mi paseo, pensaba en la gran sopa que me comería. Así que he llegado a casa, me he duchado y me he puesto a ello. He leído las instrucciones: 1. Poner un litro de agua y verter el contenido del sobre; 2. Calentar durante 20 minutos; 3. Sacar una cuchara y a la sopa.
Obedientemente he procedido, pero restringiendo la cantidad de agua y la cantidad de verdura a echar, porque tampoco se va a cenar uno litro de sopa. He puesto el agua a calentar y he echado las verduras y me he puesto a preparar la súper velada de viernes noche que no les voy a contar para no darles envidia, que como saben es muy mala.
El caso es que el tiempo pasaba, aquello hervía y yo me las prometía muy felices. Pero mi gozo se ha ido directamente al fondo del pozo. Al echar la sopa en el bol pareciera como si el caldo y las verduras se hubieran peleado mortalmente. Las verduras estaban correctamente cocidas. El caldo había adquirido un color verde tipo menta poleo o té verde. Pero la cosa no casaba.
He procedido a ingerir el preparado, recordando entonces la importancia de la sal. Cada cucharada era una llamada perdida a la tierra del sabor. Así que, cuando se me acabó el saldo de tanto llamar, he acabado con la verdura y he tirado el caldo por el sumidero, prosiguiendo con la cena y su discurso habitual, con cara triste y pensando en qué hacer con el 70% restante de verduras que espera en la nevera con ilusión.
Menos mal que he comprado unos champiñones y unas zanahorias, a ver qué hago con ellas.