jueves, 30 de junio de 2011

Suicida

Esta extraña tendencia contranatura, tan fascinante como peligrosa...

Culpas y condenas

Como hombre soy sospechoso y casi culpable sin necesidad de juicio. El error está presente en mi vida sin ningún tipo de pudor, y se debe cargar con la culpa con la mayor de las indignidades y el mayor de los silencios.

Pero, a pesar de todo, hay cosas de las que no soy culpable. Y, puesto que no soy culpable, no merezco tal condena. No soy culpable de la realidad de las cosas, no soy culpable de aquello que he advertido que no quiero ser puesto que no estoy obligado a ello.

No es lícito jugar con las culpas y las condenas. Son armas peligrosas.

A veces hay que aceptar los veredictos de inocencia. Son ellos los que se encargan de reflejar a los culpables.

miércoles, 29 de junio de 2011

Deseos

Quiero mi propio reality chow. Y lo quiero ya.

Indignados que en un futuro se indignarán con ellos mismos

"¡Pero si yo estoy pagando un alquiler para tener un techo y encima pago también la hipoteca, y ella no paga desde hace diez meses! ¡Aquí la víctima soy yo!", le decía a los indignados, algunos de los cuales admitían tener sus dudas: "Probablemente en este caso el indignado sea más él que ella, quién sabe si dentro de cuatro meses no puede pagar la hipoteca y tiene que recurrir a nosotros...".

Visto aquí.

Infidelidades

Hasta los malos observadores convendrían en que me ahogo, cuanto más los buenos. Aquellos que callan, observan, meditan y un día, a las primeras de cambio, te dicen lo que justamente piensas sobre ti pero que ni tu mismo te atreves a imaginar, por esas cosas que tenemos los humanos consistentes en engañarnos a nosotros mismos.

La cuestión es tener la fuerza y las ganas para admitir el diagnóstico y aceptar el tratamiento. Con todas las consecuencias.

Fidelidades

Yo, que elegí el camino difícil, resulté ser un tonto por ello.

Por mantener lealtad a lo que significamos y no traspasar la línea que separa los dos mundos de la vida me dijeron que nunca sería nada. Lo aseguran con cara seria mientras me regañan, mientras pienso que qué culpa tengo yo de haber nacido como soy. No creo que sea bueno cambiar por una fugaz risotada la sincera sonrisa de toda una vida.

Quizá debería usar los ojos nuevos para apreciar los matices que se me escapan, pero necesitaría un corazón nuevo para que gobernara esos nuevos ojos. El mio esta viejo y no se adaptaría.

Posiblemente ya no todo sea igual, no se puede detener el tiempo al igual que no se puede parar una ola que va a chocar a las rocas del acantilado. El mundo habrá girado de nuevo, lo que pasa es que esta vez no nos hemos dado cuenta.

Aun a pesar de todo me mantendré fiel a mis convicciones. Es lo único que nos redime a los desdichados como yo.

Vendedores

Mientras dormía la siesta llamaron a la puerta. Con cierta mala leche, me levanté a ver quien era, cosa rara en mí. Llegué a la entrada de casa, giré la manivela y me encontré un señor con un maletín.

- Buenas tardes. Soy un vendedor a domicilio.

Y con un ágil salto se coló en mi casa. Acudió a la cocina, cogió un vaso de agua y me invitó a sentarme en mi propia mesa camilla.

Un tanto sorprendido, le dije que no quería nada pero no me sentí con fuerzas para expresarlo contundentemente.

- Lo dudo. Le ofrezco algo que no podrá rechazar. Le ofrezco unos ojos nuevos. Justamente cuando le vi en la puerta pensé que lo que necesitaba usted son unos ojos nuevos. ¿A que con los ojos que usted tiene no ve bien?

- Bueno, soy miope, pero tengo gafas que me solucionan ese problema.

- No se trata de gafas. Se trata de cambiar su forma de ver las cosas. Usted tiene una forma muy literal de ver las cosas. Muy final, orientada a una consecuencia final, ¿verdad?

No supe qué responder a ello, y le obsequié con una cara mezcla entre sorprendido y enfadado.

- Con estos nuevos ojos usted disfrutará más de la vida, todo lo verá de una forma nueva que le hará sufrir menos. Quédeselos, los prueba y me cuenta. Me pasaré la semana que viene. Si me disculpa me voy, que tengo que seguir la ruta. Muy amable.

El vendedor apuró el vaso de agua, se levantó, me hizo una pequeña reverencia y se fue por la puerta, con la misma cabriola con la que me sorteó cuando entró en casa.

Actualización de estado

Catatónico

martes, 28 de junio de 2011

Rituales de fin de curso

Limpiar el piso con mayor o menor profundidad, incluyendo zonas ignotas para el estropajo.

Recoger papeles, escondiéndolos en cajones todavía libres.

Súper-limpieza a fondo de la cocina.

Cena.

Me quedo agotado todo.

Tomates al billar

Véalos aquí mismo.

lunes, 27 de junio de 2011

La playa

Llegamos a la playa con todos nuestros bártulos tras un viaje de una hora más o menos. Lo malo que tienen las playas es que con esto del urbanismo y que uno no es muy aficionado a parecerse a una croqueta te cambian todos los años la entrada.

Una vez desembarcados debemos luchar por elegir un sitio. Miramos y remiramos y elegimos en un lugar cercano a la orilla pero alejado de otras sombrillas. Ponemos el puesto, buscamos la altura idónea para la sombrilla y dejamos las cosas. Me acerco al agua a probarla, no sin antes quemarme las plantas de los pies. Resulta una forma de caminar un tanto cómica mientras te diriges a la orilla con tu autoimpuesta misión de informador.

Me siento y me pongo la crema. La que antes fuera crema blanca ha devenido en una especie de crema amarilla, de donde se deduce que está caducadísima y, por ende, mañana apareceré quemado, como siempre tras el primer día de playa. Pienso que mejor crema caducada que ninguna y procedo a su aplicación.

Miro a mi alrededor. Un señor de color, de color negro concretamente, toma el sol, lo hace que me asalten muchas preguntas. Sigo mirando y descubro muchas tonalidades, desde el blanco nuclear hasta los morenos más elegantes, pasando por todas las tonalidades del rojo gamba, cortesía de los hijos de la Gran Bretaña que nos rodean. Detrás de nosotros tenemos a tres parejas. Beben vino en copas de plástico, a las cinco de la tarde, con un sol de justicia. Ellos son más discretos. A ellas les faltan unas enaguas y florero.

Sigo mirando. Descubro a los chuloplayas de guardia. Miran, pero no ven nada interesante. A mi derecha niños jugando, pero sin demasiado entusiasmo. A mi izquierda un señor se muestra muy interesado en que su pareja se tueste los cachetes, y arremete con verdadero fervor y cariño la parte baja del bikini por la ranura de los gluteos, dejando un ligeramente celulítico culo a merced de los rayos del astro rey.

Decido bañarme. Me acerco al agua y observo con desagrado un trozo de alga. Recuerdo entonces lo coñaza que es la playa y lo delicado que soy. Intento entrar al agua, pero el agua me causa una ligera molestia, llamada comúnmente impresión, que me obliga a mantener unas posturas bastante raras e infructuosas, pues no me evitan el mal trago de meterme en el agua. Nado un poco hacia allá. Hay pompas. Hado otro poco hacia acá. Hay algas. Me decido por quedarme donde estoy y manoteo un rato.

Salgo y me recuesto en la sobra. Duermo y me despiertan con la propuesta de una partida de palas. Récord absoluto: dos palazos. Orgullosísimo de mi mismo. Granizada de limón y un baño como recompensa.

Es hora de volver. La gente lo atestigua vaciando la playa. Nuestros vecinos persisten en el alcoholismo en copas de plástico. Debe ser el british equivalent al "arreglá pero informal". Con el sótano bien despejado, volvemos a casa.

Con tierra por todas partes, por supuesto.

Soplidos en un ojo

Ni eso, oiga, ni eso.

Preguntas

Hacerse daño a uno mismo ¿es onanismo masoquista?

domingo, 26 de junio de 2011

Democracia y justicia.

Tiene implícita la democracia una justicia, mezcla entre poética e irónica, que a veces me resulta difícil de comprender.

Guerras IV

En la batalla del agotamiento solo puede haber perdedores.

Resúmenes

Hoy es como si fuera la víspera de Navidad. Quizá necesitáramos una víspera de Navidad en verano, pues es ahora cuando se acaba mi vida, cuando entro en una hibernación calurosa de relleno de informes absurdos y papeleo variado. Y en apenas una semana pasaré de soltero libertino a hijo ejemplar.

Ha sido un año muy raro. Completamente opuesto a mis previsiones, pero la verdad es que esto no me extraña. Comencé sumido en una crisis de la que no he salido, pero que en el fondo ha dejado de preocuparme. Ahora sé que no es tan importante como pensaba, que a fin de cuentas cada día sigue saliendo el sol y no hay nada que podamos hacer para evitarlo. A no ser que haya nubes, claro.

Escribo cosas sabiendo que se me entiende, pero la verdad es que me da igual. A fin de cuentas soy yo el que se muestra aquí y no deseo censurarme. Tampoco hay muchas más explicaciones que dar. Me aburre dar explicaciones.

El año que viene asumiremos nuevas labores, nuevos retos. Acabaremos proyectos que ya se están eternizando. Y será el momento de lograr una verdadera independencia, por fin. Tan solo necesito un milagro. O una quiebra. No deja de ser triste que tu alegría sea la desgracia de los demás, pero es que esto está montado así. Qué se le va a hacer.

En septiembre, todo cambiará para seguir siendo lo mismo. Un año más...

sábado, 25 de junio de 2011

Los Italianos



Sin duda, una de las mejores cosas para hacer en verano es difrutar de un buen helado. Y como ya se huelen las vacaciones y he bajado a pelarme esta mañana, antes de volver a casa me he pasado por Los Italianos.

Para los que nos gusta el dulce en general y los helados en particular, Los Italianos no son una heladería más, son como una religión que nos abre las puertas del paraíso por San José y nos dejan huérfanos para el Día del Pilar. Es uno de los establecimientos con más solera de toda Granada y no he encontrado helados tan buenos en ningún otro sitio de España. Ni siquiera en Italia.

Oriundos de este país, abrieron la heladería por 1936 y desde entonces llevan endulzando con amor y cariño las vidas de los aborígenes y visitantes de esta ciudad. Recuerdo a Cecilia y sobre todo a Benita, que ya no se encuentra entre nosotros, que siempre que me veía me regalaba o un helado o un topolino.

Si vienen este verano a Granada, no se olviden de probar estos helados. En la Gran Vía, enfrente del Santander y muy cerquita de donde Colón le hace la rosca a Isabel la Católica.

Repetirán. Sin duda.

Indignation reloaded

Va uno a sacar dinero al cajero y se encuentra con esto:

viernes, 24 de junio de 2011

Ahora ya sé

Ahora ya sé qué eres para mi.
Ahora ya sé que si algún día me faltas no voy a morirme.
Ahora ya sé que tu desprecio es mi salvación.
Ahora ya sé que cuando cierras una puerta se abre una ventana que deja salir el aire viciado que has dejado en la habitación.
Ahora ya sé que mi vida es valiosa por mí, no por ti.
Ahora ya sé hasta donde puedo llegar.
Ahora ya sé todo lo que debía saber.
Ahora te tocará aprender a ti.

Preguntas entre el calor

¿No estás de viaje? Pues viaja, disfruta y no des la tabarra, coño.

Ya nos apañaremos los demás.

Menú

- Buenos días.
- Buenos días, señores. ¿Qué desean tomar?
- Pues la verdad es que no lo sabemos. ¿Me deja la carta?
- Claro que sí. Aquí la tiene.

o-o-o-o-o

- ¿Saben los señores ya lo que tomarán?
- Sí, creo que sí. A ver, de entrante queremos para el centro dos raciones de "Toma muy en cuenta las indicaciones" y "No reflexiona sus respuestas".
- Me temo que no me quedan "No reflexiona sus respuestas". Hemos tenido hoy un grupo y las han agotado. Si me permiten, les puedo recomendar "Falta de base en aprendizajes básicos" o "No trae el material con frecuencia".
- La segunda opción nos gusta, pero que no le pongan mucho vinagre.
- Correcto, tomo nota.
- Nos va a poner también una competencia básica de Aprender a aprender para todos también.
- De acuerdo. Seguro que les gusta, porque es especialidad de la casa.
- Hombre, no tenía ni idea... Bueno, pues me alegro. Nos la pone al punto, por favor. Entre adecuada y buena. Pero excelente no, que se nos agarra a la garganta.
- Así se hará. ¿De plato principal que tomarán?
- Pues nos va a poner dos refuerzos educativos con patatas, una ampliación, pero que se quede un poco cruda y para mí una adaptación curricular, que llevo dentadura postiza y me cuesta un montón comer,
- Muy bien. ¿Desean algo de guarnición?
- Sí, yo creo que de guarnición nos va a poner materiales complementarios para todos. El postre, ¿se le pide ahora o luego?
- Si lo desean, los pedimos ahora y se los reservamos. Tenemos, que sean caseros, un "No excusarse en los otros", "Ejercitar la lectura", "Buscar causas o consecuencias de los hechos", "Aprovechar el tiempo en clase", "Trabajar diariamente en clase"...
- Suenan bastante apetecibles. Helado, ¿tienen?
- Sí, los tenemos de varios sabores. Por ejemplo de "Sacar conclusiones y justificarlas razonadamente", "Habituarse a pensar las respuestas antes de contestar irreflexivamente"...
- ¿Eso es "Pensar antes de hablar"?
- Sí, ya sabe que a veces cambian los nombres.
- ¿Y de fruta?
- Pues tenemos unos cuadros sinópticos que están buenísimos y la mar de dulcecicos.
- Mire, pues eso vamos a tomar.
- Muy bien señor, gracias.
- A usted.

jueves, 23 de junio de 2011

Autocheking

Discutía acaloradamente esta tarde con una amiga mientras realizábamos nuestra ascensión diaria sobre la utilidad o no del autocheking.

Mi interlocutora decía que es más rápido y barato pues no hace falta personal para atender a los volantes que acuden con su maleta a cuestas. Yo le rebatí que se seguía necesitando una señorita/o en el mostrador para recibir la maleta y comprobar los datos del carnet y que, en realidad, lo podían hacer ellas todo pues se seguía necesitando su concurso.

Acto seguido le conté mi experiencia autochekingera. Llegamos un servidor y su hermana a los mostradores de Iberia de la T4 de Barajas, con la sana intención de facturar las maletas, o más correctamente y propiamente expresado, efectuar el checking. Pero, a diferencia de otros aeropuertos más pequeños y acogedores no te vas directamente a facturar, sino que te tienes que enfrentar a la máquina del autocheking, que es como un monolito Kubrickoso de color rojo, con colorines y con la palabra autocheking bien grande en el lateral. Total, que te acercas a uno que funcione y lo primero que te pide es el localizador. Sacas tus billetes un tanto nervioso pues te está observando el ejecutivo que está harto de volar en el puente aéreo y tiene tanta práctica que se sabe su localizador de memoria. Te mira con tal desdén que te trabucas y se te cae todo y apenas aciertas a recogerlo.

El caso es que cuando localizas el localizador y lo tecleas en la máquina de autochecking, te dice que no existe y te manda a freír monas con gran diligencia. Desesperado, vuelves a enfrentarte a la máquina, normalmente cambiando de puesto, y te das cuenta que puedes sacar los billetes con el DNI. Aquí siempre surge la eterna pregunta, ¿con letra o sin letra? Decides teclearlo sin letra y amablemente te manda a la porra por segunda vez. Daría igual que lo teclearas con letra. Yo creo que estas máquinas están preparadas para joder un rato antes de ayudarte definitivamente.

Una vez que entras al programa, das gracias a Dios mirando al cielo y le pones cara de superioridad al ejecutivo que tienes a tu lado con cara de "Esto lo hago yo todos los días", toca elegir asiento. El programa está diseñado de tal forma que el asiento que parece que está libre en realidad está ocupado. Cuando te coscas del tema, empiezas a elegir uno libre y llega el punto culminante de toda la operación, la pregunta "¿Lleva usted maleta?"

En ese momento, todo tu universo se viene abajo. Porque te planteas para qué puñetas tienes que hacer esto si luego tienes que hacer cola otra vez para entregar la maleta en otro sitio, puesto que la maquinita de marras no parece muy proclive a quedarse con tu equipaje, más que nada porque hay maletas más grandes que la maquinita. Pero bueno, empiezas a ver la luz a través de las tinieblas del proceso del autocheking. El caso es que te preguntan cuántas maletas tienes. Naturalmente, dices que una, puesto que son dos billetes y es una maleta por persona. Pues no, la máquina te devuelve dos tarjetas de embarque y una sola etiqueta para la maleta, porque entiende que es una maleta por localizador. Y lo mejor es la cara de gilipollas que se te queda, puesto que no le puedes decir a una pantalla que ya pasa de ti que necesitas otra etiqueta, porque no has entendido su pregunta. Total, que te tienes que poner a peregrinar en busca de un amable empleado/a que te resuelva el entuerto/a y que te deje su hombro para llorar las desgracias del autocheking.

Escrito está

Lo escrito queda ahí. Si lo escribiste fue porque creíste que era así, porque lo sentiste en tu alma, porque la rabia inundaba tu corazón y salió como un torrente de lava, quemándolo todo.

Aunque, luego, al paso de la lava, todo queda arrasado. Elimina todo rastro de vida, de esperanza, de ilusión.

Si lo escribiste así fue porque lo sentiste. Porque tu corazón quiso arrancarse del pecho y mostrar su dolor.

Pero al igual que la lava quema todo a su paso y lo convierte todo en ceniza, el agua que baña la tierra la llena de vida. Y entre los escombros surgen los brotes de los árboles, cuya semilla estaba bien arraigada en el suelo. Siempre hay una palabra que da como fruto otra palabra más fuerte, que es la palabra primera que habitaba en la tierra.

Seis letras

Seis letras que me regalan, seis letras que acepto.

No se bien por qué, pero he estado esperando esas seis letras desde hace tiempo.

En un mar de aguas revueltas he navegado durante mucho tiempo. Más de una vez naufragué pero luego conseguí salir a flote. Y cada vez que lo hago me pregunto si realmente ha merecido la pena, si no debería dejarme hundir para siempre y que el mar borre de su recuerdo mi nombre, para ser un náufrago más, otra muesca en el revolver de las olas.

Acabo de llegar a la orilla. Debería sentirme feliz, pero no lo estoy. Tan solo siento en mi cabeza los remordimientos de mi conciencia. El haberme traicionado una vez más, el sentirme mal conmigo mismo. A fin de cuentas nadé sin descanso no porque me cayera, sino porque me empujaste.

Seis letras que me regalan, seis letras que acepto. A fin de cuentas...

Despertares

Me levanté esta mañana sin la sensación que acompaña a días como este. Me miré en el espejo mientras estaba tirado en la cama y no vi lo que quería. Tan solo un cuerpo extraño reflejarse en un espejo. Me levanté y fui a la nevera. El pan de supermercado recocido estaba duro. Adiós a mi desayuno favorito.

Me desayuné mis habituales galletas de la prisa y me vestí. Hay que ir a trabajar y tengo que dar explicaciones sobre lo que en algún caso es evidente. Altera mi rutina la alegría de pasar de curso en la Escuela de Idiomas y la pena de perder a una buena profesora. Comento las notas con mis compañeros y vuelvo al trabajo.

Saludos, felicitaciones, regalos. Me alegro de tener la gente que me rodea. Todavía dura la resaca del concierto. Fotos y vídeo. Rolling stone.

Nunca me ha gustado la alegría a fecha fija. Es difícil prever mi estado de ánimo en fechas clave. Hoy me apetece estar tranquilo y que la suave brisa del aire acondicionado acaricie mis oídos y me ayude a dormir la siesta.

miércoles, 22 de junio de 2011

Caminos



Caminos que se pierden en el horizonte. Caminos que son rectos pero se tuercen. Caminos que llevan a muchos sitios o al lugar que queremos. Caminos de perdición. Caminos de encuentro.

A todos los que hoy empiezan a andar su camino. Suerte.

Cosas que parecen una gilipollez pero que, realmente, no lo son

Qué fresquito se está con el aire acondicionado.

Vísperas III

Con tanta víspera pareciera que se pasa uno la vida esperando, aunque eso no sea así. Aún quedan unos días para que todo acabe y me ponga a hacer balance de todo lo que ha pasado durante este tiempo.

El caso es que mañana será un día capicúa, se mire por donde se mire. Además, será mi único día capicúa. Supongo que debería celebrarlo como si fuera una especie de eclipse, de fin del mundo, pero he de reconocer que no soy de esos. Si tuviera constancia de que mañana se acabara el mundo no me iría a hacer ninguna locura. Soy tan rutinario que seguiría haciendo lo mismo. Por una especie de responsabilidad chulesca, un poco por decir, "Aquí no pasa nada y, aunque pase, no se le saluda."

También mañana es un dia par. Muy par. Tan par que es potencia de dos, fijense. Posiblemente sea mi penúltima potencia de dos, porque espero llegar a la siguiente. O al menos acercarme todo lo que pueda. Pero, claro, esas cosas nunca se saben. Diremos como en el deporte, lo importante es participar.

Momentos

Hay momentos que, cuando se viven, acumulan tal cantidad de energía positiva que con unos cuantos te basta para poder resistir una vida entera.

Hoy tengo las pilas bien cargadas.

martes, 21 de junio de 2011

La palabra del día

Gustoso.

El club de los cinco



Ahí están. Son cinco. Esperan que los toquen para liberar al genio que llevan dentro. Tan solo hacen falta unas manos que los sepan acariciar. Que sepan poner en orden toda la energía que llevan dentro. Que sepan canalizar el torrente de emociones que son capaces de mover.

Manos que llevan practicando meses, que los reconocen sin necesidad de mirar. Manos que presionan sabiamente las cuerdas que corresponden, que percuten en el lugar adecuado, para hacer brotar la música.

Comienza el espectáculo. Hay nervios, hay ganas de hacerlo bien. Las manos comienzan a hacer su trabajo, comienzan a recorrer los caminos ya trillados de la música. Pero cada interpretación es un nuevo inicio, un nuevo amanecer. Saldrá bien o mal, pero es un nuevo capítulo.

El concierto va avanzando, todo va según lo previsto. Las canciones se van desgranando una a una, se trasmite la emoción al público, que corea y agita sus brazos. Hay alegría. El genio ha salido de la lámpara musical. Nos invade a todos durante unos minutos.

Al acabar felicitaciones, alegría. Ha salido todo perfecto. No ha habido ningún problema. Nos sentimos orgullosos. Pero, en cambio, ellos vuelven a estar tristes. Han vuelto a su funda. El genio ha vuelto al interior. Está triste. No sabe cuando volverá a inundar con su magia a los que le rodeen.

PD: Dedicado a mis cuatro compañeros de grupo. Gracias por haber compartido este tiempo. Nos vemos en el próximo concierto.

Evaluación individualizada

Te lo estás currando. Sigue así.

lunes, 20 de junio de 2011

Fuego

El estaba apoyado en una columna, con un vaso en su mano que temblaba por el ensordecedor volumen de la música del altavoz que tenía a la derecha. Ella estaba hablando en la pista con una amiga. Pero de repente cambió la música y sus miradas se cruzaron.

Algo pasó por sus cabezas, pero ella dejó colgada a su amiga y el olvidó su gin-tonic en el primer lugar que se le ocurrió. Se dirigieron hacia el centro de la pista y, a cada paso que daban, la gente que la ocupaba empezó a desaparecer. Cuando se alcanzaron, sus ojos se engancharon para no separarse. El comenzó a contonear su cuerpo y ella le siguió. No miraban otra cosa que no fuera el fuego infinito tras sus pupilas. El la agarró por sus caderas y ella se revolvió para soltarse, lanzándole una mirada que quemaría al mismísimo fuego. Había incumplido la primera regla del juego que ellos mismos inventaron en ese momento. Alrededor se arremolinaban aquellos que hace un rato habían desaparecido, mientras cuerpos bailaban en el centro totalmente entregados al fuego que había surgido entre ellos.

La música atronaba los altavoces. Nadie osaría parar el frenético ritual de la pista de baile, tan solo observaban, entre sorprendidos y envidiosos, el movimiento de dos cuerpos que no necesitaban hablar para entenderse.

De repente, cesó la música. Se apagaron las luces. Y se iluminó la pista con la pasión de los dos bailarines.

Ruídos

De camino a la ascensión oía ruidos. Ruidos variopintos. Como el agua moverse dentro de la cantimplora. Formando pequeñas olas que rompían en el metal de la misma. Se oían pájaros trinar o, los más modestos o menos presuntuosos, píar mientras cae la tarde. Y en esto que me pregunto sobre otros ruidos.

Otros ruidos que a veces se oyen y despiertan nuestra curiosidad. Imagino el estar en el silencio de la noche. O en el silencio del día, que a veces de día hay también silencio. Y de repente oír ciertos ruidos, como de muelles. Un onomatopéyico "ñiguiñiguiñigui". Golpes rítmicos, como de una pieza de madera, sobre la pared compartida. Respiraciones entrecortadas. Pequeños gemidos. Y de repente todo cesa, tras un último golpe del cabecero en la pared.

Alivio. Descarga.

Ascensiones

De una forma un tanto inesperada hemos comenzado las ascensiones de junio. Más tarde vendrán las de septiembre, justo cuando los días se recortan. A pesar de que tenía otras obligaciones, me ha producido mucha alegría la primera curva y comenzar la ascensión. El completar las rutinas año tras año es lo que tiene...

Hemos empezado un pelín tarde. Los fallos del primer día. No hemos previsto que con esa distancia luego se nos iba a hacer de noche e íbamos a cenar a las tantas, pero bueno, lo hecho, hecho está. Nos queda la alegría del esfuerzo y conseguir a la primera lo que antes nos costó unos cuantos días de entrenamiento.

Campeones, que somos unos campeones...

Vísperas II

Mañana es el día. Quizá soy una atrevido. Me faltan muchísimos kilómetros, me sobran errores, pero hay que intentarlo. Le pondremos lo poco que sabemos para estorbar lo menos posible a los que realmente lo hacen bien.

Mañana es el día. Mucha mierda.

Días perdidos VI

La rosa de los vientos nos señala que es hora volver a casa. No obstante, nos queda un último cometido, buscar cerezas y recoger algo de vino. Las cerezas se muestran esquivas, pero para compensar y redondear lo que está siendo un auténtico día perdido se nos regala el majestuoso vuelo de un águila, que hace que alguna lágrima de emoción se asome a nuestros incrédulos ojos y el andar divertido de las perdices que nuestro coche espanta del carril, que ponen una sonrisa en nuestra ya cansada cara.



Y nos espera el vino, en nuestro lugar talismán, en nuestra sede senderista. El vino, que hace que fermenten las amistades, que hace que los días sean perdidos, que hace que nos alegremos de que, por propia voluntad, por error, o por simple capricho divino, cuatro almas hayan tenido la suerte de conocerse y de pasar juntos un día que quedará marcado por siempre en sus finitas memorias.

Gracias por perder un día tan maravilloso.

Días perdidos V

En las alturas las cosas a veces tienen otro punto de vista. Basta con comparar estas dos estrellas de los vientos.





También encontramos aquí los vértices geodésicos, esa especie de monolito redondo más útil pero menos filosófico que el de Kubrick. Nos recuerda que una vez la ciencia era más artesanal y menos fría que ahora. A fin de cuentas, no vemos los satélites, pero sabemos que están ahí. Como las células. Como la sensación del día. Tan placentera como refrescante.



domingo, 19 de junio de 2011

Días perdidos IV

Salimos hacia la cumbre de la montaña. Más de una vez he querido explorarla y hoy va a ser el día. El motor de nuestro coche ruge ante el esfuerzo de las cuestas que tiene que subir, hasta que llegamos a la bifurcación y comienza una estrecha carretera hacia nuestro destino final. Nos saludan con la misma amabilidad las antenas y la flora endémica, cada una con la belleza característica propia de su especie. Me asaltan los viejos deseos. Ya es tarde, me digo.







Vistas impresionantes que el vigilante disfruta a diario. Nos acoge con amabilidad y nos enseña cómo trabaja. La verdad es que debería tener unas mejores condiciones en su puesto de trabajo. Alguien que protege unos montes tan bellos contra el fuego lo merece.



Días perdidos III

De la fuente a reponer fuerzas a un perdido pueblo. Perdido pero acogedor. Perdido pero que, afortunadamente, nos queda muy a mano, a pesar de ser el fin de una traumática excursión no mucho tiempo atrás. Unas brasas y carne nos esperan para ayudarnos a lo que será el momento culminante del día, en apenas un par de horas. Agradable comida, agradable conversación. La vida pasa ante nosotros, sentimos como nos envuelve. Nos dejamos abrazar. Hasta tomo un poco de vino. Definitivamente, hoy no soy yo...

Acabamos la comida y decidimos dar una vuelta por el pueblo. Descubrimos su Iglesia y sus calles recientemente remozadas. Vamos al lavadero, al parque, los lugares cotidianos de cada pueblo, con sus historias secretas.



Al final, tan solo nos queda emprender la última ascensión del día.





Días perdidos II

Salimos de la explotación minera camino de nuestro siguiente destino, un paraje con una fuente de incierta ubicación. Camino de ese lugar, y dado que hablamos de agua, me pregunto por el paradero de mi llave usb. El caso es que sospecho que la he lavado con los pantalones y que lo he hecho adrede, pues no lo comprobé antes de poner la lavadora. Ya con eso hubiera tenido un motivo para el enfado conmigo mismo durante bastante rato. Si a eso le unimos que nos hemos perdido durante un rato antes de llegar a nuestro destino, el cabreo hubiera sido morrocotudo. Pero, sorprendentemente, no ha sido así. Me ha dado exactamente igual. Quizá es que ya estoy mayor.



Llegamos a la fuente en cuestión, el agua toma el relevo del viento y nos ofrece su mejor melodía, cayendo a borbotones por el frontal de un estanque rebosante. Agua fresca que calma la sed de unos aburguesados caminantes, que hoy han decidido ser senderistas sedentarios. Me vuelvo y en mi cabeza aparecen nombres de película.





La Luna de Emdor aparece de improviso en mi mente. Lo único que falta son Jedis acechando la entrada de las impresionantes cúpulas que aparecen ante nosotros, cúpulas que sirven de base al estudio de la galaxia. Me siento en ese mundo que reviso con tanta frecuencia y me dejo invadir por una sensación que me aleja de mis compañeros por unos instantes. Hasta que aterrizo para descubrir que los olmos no dan peras, pero sí lo que aparece en esta foto.

Días perdidos

Eran las once y cuarto de la mañana. Seguía en una plácida duermevela que empezó a las siete, cuando el chorizo de la barbacoa vespertina comenzó a pedir agua. El caso es que sonó el teléfono. Había que decidir. Y lo hice. Tendí la lavadora, preparé el desayuno y acudí a la cita. Se disipaban las nubes que me obligaban a pasar un domingo encerrado en casa.

Pusimos rumbo a una antigua explotación minera, abierta hasta hace relativamente no mucho. Un riachuelo que surge de una antigua mina ya cerrada. Su agua es cristalina y fría, y es tan refrescante que una sola gota sirve para calmar la sed provocada por un sol que empieza a apretar. El agua sobrante caracolea entre el barro y forma una preciosa poza, donde hay que resistir la tentación de darse un chapuzón.



Cerca de allí, una antigua galería nos sugiere que la exploremos. Apenas nos hemos aventurado unos metros un murciélago sale a saludarnos. La temperatura es tan agradable que hace preguntarnos si nuestro improvisado huésped nos invitaría a comer si se lo preguntamos.



Salimos de la cueva y nos acercamos al núcleo del poblado. Pasamos por una tolva donde se vertía el mineral y nos acercamos por la serpenteante carretera para ver la Iglesia del poblado. No deja de ser curioso ver una Iglesia Anglicana perdida por una sierra del sur de España.







De camino, vemos un puente del que partían las vagonetas que llevaban el mineral a la vía del tren.


El viento sopla y agita las ramas de los pinos. Es un gran intérprete, con una melodía que rompe el silencio del valle.

Frases de azucarillo

La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas.
Aristóteles

Tablas

Andábamos en tropel por la pista. La noche ya había caído y la luna aún se estaba acabando de arreglar para salir igual de guapa que todas las noches, a pesar de que la dieta que estaba empezando no le sentaba nada bien. Caminaba en silencio, quizá hablando de algo sin demasiada trascendencia. Me apretaba el frontal y, no se por qué, miré hacia arriba. Entonces las vi.

Grité a mis compañeros más cercanos que miraran al cielo y, un tanto instintivamente apagué la luz del frontal. En ese momento, el murmullo de las conversaciones que nos acompañaban desde hace rato me empezó a sobrar. Apenas podía oírlas.

El caso es que al levantar la vista al cielo descubrí que todas las estrellas estaban vestidas con sus mejores galas. Con su hipnótico titilar casi daban ganas de unirse al vals que estaban representando para nosotros. Sentí ganas de dejar pasar la turba que me seguía, tumbarme en un lado del sendero y observar su lenta y periódica danza sobre las tablas del cielo, antes de que la luna llena de junio reclamara su sitio en el escenario.

Incluso las estrellas más timidas, que huyen de las luces de las ciudades, se adivinaban por los lados del escenario, como asomando sus traviesas cabecillas por algún lugar del telón que ya se había alzado.

Aún disfrutamos un rato más del espectáculo, hasta que llegamos a nuestro destino y la Luna, soprano del cielo, comenzó a entonar su aria de cada noche.

Pen(es) Drive(s)

Me da un poco de vergüenza escribir esto, pero una estrella mediática como yo tiene a veces ciertos momentos de necedad. O más bien un necio como yo tiene ciertos momentos de estrella mediática.

El caso es que puse una lavadora y no me acordé de mirar en los bolsillos. Bueno, sí que me acordé pero no miré. Puse la lavadora por la noche para aprovechar mi super-tarifa eléctrica y me fui a dormir. Esta mañana tendí la ropa y me olvidé de todo. Cuando estaba por ahí me acordé del pen drive. Y me asaltó la sospecha. Afortunadamente no se llevó nada de valor, pero me dejó con la duda. Y cuando llegué a casa, la duda y yo nos encontramos perfectamente limpio, suavizado, desinfectado y con un penetrante olor a jabón de Marsella a mi querido pen drive azul de ocho gigas. ¡Sorpresa! me pareció oírle decir cuando lo sacaba. Por lo menos se le han quitado las marcas de los contactos de metal. Debería escribir a la marca de mi detergente para darles un nuevo motivo de promoción. Puede con todas las manchas, incluso con la de los contactos de los puertos usb...

El caso es que, antes de hacer nada, pediré consejo a mis informáticos de cabecera. Me han dado esperanzas con un móvil que se dio un baño en la lavadora y llamó después a todas las vecinas para contar que su detergente lavaba más blanco.

En fin, esperaremos a ver...

Me van ustedes a disculpar

sábado, 18 de junio de 2011

Palabras que te sugieren un que se yo que yo que sé

Paja.

PS: Dedicado a una opositora que mañana encontrará su plaza en un pajar. Lo del pajar no literalmente, claro.

Calor

Leo sobre la dificultad de la escritura diaria. Busco una excusa convincente para engañarme, pero no lo consigo. Quizá la más socorrida por las fechas sea la del calor que hace, ya sea de día o de noche, pero es tan manida que no yo mismo me la creo. Claro que tampoco me apetece pensar otra.

o-o-o-o-o

Soy tan penoso y patético que hasta quien está lejos de mi me conoce mejor que yo mismo y me radiografía en alta definición todas mis debilidades y problemas. Y me dicen cobarde, por no tener la valentía suficiente para resolver esos problemas. No creo yo que sea cobarde, sino quizá excesivamente prudente. El calor.

o-o-o-o-o

Me voy a poner a tocar la eléctrica. Tengo que ensayar, que si no me regañan. Es lo que tiene hacer las cosas a destiempo, que hay que aprender más rápidamente. Me han prometido libros de música para el verano. Me prometeré yo las ganas. Quizá me las regale por mi cumpleaños.

o-o-o-o-o

A pesar de todo, creo que no soy el rey de las oportunidades perdidas.

o-o-o-o-o

Cómo te digo para que me entiendas...

viernes, 17 de junio de 2011

Sueño(s)

Hoy tengo sueño. Una barbaridad de sueño. Las obligaciones sociales y laborales me obligan a ello, pero por una noche no pasa nada.

o-o-o-o-o

La cosa va sonando cada vez mejor y si tuviera tiempo para practicar más creo que sonaría aún mejor. Y digo yo, ¿y si resulta que me he equivocado con mi vida? Habrá que permanecer atento, pues.

o-o-o-o-o

Dicen que lo mejor de las peleas son las reconciliaciones.

Sí pero no

Todavía queda el último, habrá que esperar un poco más.

jueves, 16 de junio de 2011

miércoles, 15 de junio de 2011

Discursos

Debería escribir un discurso, por si acaso. Pero no tengo tiempo. Las cosas se me han concentrado en una semana y todo sucede a la vez, para variar. Esto es así, o me aburro un montón o me pasa todo a la vez. Se está convirtiendo en algo realmente rutinario y lo mismo hasta me acostumbro. El caso es que en parte estoy contento porque dejo mis responsabilidades actuales para coger unas nuevas, posiblemente peores, pero la cosa va a seguir igual.

El caso es que debería escribir un discurso. Quizá para nada, porque no hay tiempo en el horario previsto y si la cosa se alarga me matan, pero debería escribirlo. Llevo un año escribiendo en un blog, incluso más de una vez al día, y no se me ocurre nada para esta ocasión.

Lo llevo pensado un montón de tiempo, pero tengo millones de inicios y ni una sola manera de continuar. Quizá debiera hilarlo por ahí, pero es que no se me ocurre cómo hacerlo.

Quizá esta noche, al acostarme, se me aparezca una musa que me diga qué decir. Sin necesidad de escribirlo. Quién sabe...
Mientras me atraganto corrigiendo los últimos exámenes, en otra habitación comienza lo bueno, comienza el principio del fin. Toca ahora hacer números y decidir sobre el futuro de las criaturas que tenemos en nuestras manos.

Una compañera hizo una reflexión sobre el poder que tenemos, para lo bueno y para lo malo. Y me hizo pensar bastante sobre arbitrariedades que se pueden cometer y sobre las injusticias de las que somos responsables. Pero también sobre lo bueno que se puede hacer para con la materia prima con la que trabajamos.

La historia es acertar. O, al menos, intentarlo.

Aprovecharemos esta ligera brisa...

... para irnos a dormir.

martes, 14 de junio de 2011

Vísperas

En las vísperas es cuando vienen los recuerdos, las lamentaciones, los llantos, la mala conciencia. Es en las vísperas cuando nos damos cuenta de lo que tenemos y de lo que podemos perder. Es en las vísperas cuando crecemos como seres humanos. O más bien, creemos crecer.

Es en las vísperas cuando hacemos las promesas inquebrantables. Es en las vísperas cuando decimos "Nunca más".

Por eso no me gustan las vísperas. Porque pasadas, se olvida todo.

Posibilidades

Si me pego contra la pared mil veces y me duele es culpa de la pared. Si me pego contra la pared mil y una veces, entonces empezaré a pensar que es culpa mía.

PS: Demostraría mi idiotez por inducción.

lunes, 13 de junio de 2011

Guerras III

La extraña sensación tras la batalla.

Ojos

Lo que daría por tener los ojos de antes, aun sabiendo que me estaban engañando.

Pontífices

No hay nada que no sepa. No hay nada que se aleje de su basto conocimiento. Sabe de todo. Cosa que está bien. Pero lo peor es demostrarlo, dejando además un espacio muy reducido a la duda.

Que conste que no me opongo a la sabiduría, pero no me gusta la sabiduría demostrada. Prefiero aquella sabiduría humilde que se aparece fugazmente cuando se la necesita, retirándose a su morada instantes después y dejando la duda de si realmente nos ha visitado.

La sabiduría está reñida con la presunción. Una sabiduría que habla con voz engolada y se para para que los demás la escuchen y sentirse importante no es sabiduría. ¡Dios nos libre de ella! La sabiduría no regaña por nimiedades, las disculpa y las corrige con el cariño con el que un maestro corrige a su alumno, con una sonrisa y una tierna caricia en la mejilla, no con sequedad y seriedad, o siendo desconsiderada y bruta.

La sabiduría pontificad. Sentada en su barroco sillón, con un báculo en una mano y con gesto de seriedad. Siempre por delante pero, en realidad, siempre atrasada.

Que ya no me engañas...

Poesía de andar por casa

En un momento de esos
que hacen época y afición
he quitado la mantita
de lo alto del colchón.

Quizá he sido temerario
o un loco sin remisión
pero es que si sigo con la manta
fijo que me da un sofocón.

Manta mía te abandono
hasta mejor ocasión
pero sabes que no te engaño
con tu amigo el edredón.

Adiós, mantita, adiós
permanecerás en el armario
hasta que la hoja caiga
y se renueve el calendario.

Sueños rotos

Me desperté por la noche sobresaltado, como cuando te recuperas de una pesadilla. Acerté como pude a encender la luz de la mesita de noche y miré al vacío de la habitación. Me llevé la mano a la frente y no estaba sudando, tal y como esperaba, sino extrañamente seco. Me incorporé y me senté en la cama. Mis ojos estaban como platos, abiertos. Mis pupilas completamente dilatadas. El sueño se había ido. Mi pobre sueño...

domingo, 12 de junio de 2011

Descripciones

Palabras que me hacen llorar: Cierto nombre de cierta cordillera montañosa que separa ciertos países.

Es oír su nombre y brotarme lagrimones de los ojos como las gotas de una tormenta de agosto.

Contenedores

Ella bajaba la escalera dando trompicones, cargada con cientos de periódicos viejos que llevaba a reciclar. "Nunca más lo dejaré tanto", pensaba, sabiendo su incapacidad de cumplir una promesa tan profunda.

Abrió la puerta del bloque como pudo y se dirigió al contenedor más cercano. Los viandantes huían de la acera en pos de que los atropellara un coche al ver una bola de periódicos de trayectoria un tanto errante dirigirse hacia ellos.

Al llegar al contenedor pisó el pedal, lanzó con todas sus fuerzas la gigantesca ola de información atrasada, pero resbaló y se deslizó su tembloroso pie hacia el hueco vacío que deja el contenedor azul con la gris acera. Reaccionó tapándose con sus manos la cabeza, para protegerse del oleaje de vuelta de las letras ya pasadas al impactar con la siempre traviesa tapa del contenedor pero tan solo recibió la caricia del aire desalojado al depositar suavemente el papel dentro.

Un tanto extrañada, se quitó las manos de la cabeza y miró alrededor. Ahí estaba él, con cara divertida, mirando a la todavía asustada lectora de prensa y sujetando con su pié el pedal del contenedor, que en silencio era testigo de las miradas que ambos se dirigían.

Entonces, él soltó el pie, la tapa cayó suavemente como confeti del cielo y le ofreció la mano a una todavía atribulada lectora de periódicos, que apenas acertó a musitar un suave "¡Mi héroe!" mientras se desmayaba en sus brazos, víctima de tan vertiginosos momentos.

Y fueron felices y reciclaron la prensa con semanal precisión.

Guerras II

Siempre hay dos bandos.

Tengo la suerte de elegir indefectiblemente a los que pierden.

Billetes

Una vez me ofrecieron un viaje y compré un billete a ese lugar. Estuve un tiempo y decidí quedarme allí. Aparentemente era feliz en ese lugar, pero en ocasiones me veía obligado a regresar a mi casa, al sitio de donde partí. Y entonces descubrí lo distinto que me ha hecho viajar a ese lugar de los apátridas que me acoge desde hace tanto.

Desde entonces, nunca vuelves a ver nada igual. Las cosas parecen tan distintas a antes... Mis ojos ya no son los mismos y mi corazón se ha endurecido, se ha vuelto indiferente a ese mundo al que me obligan de vez en cuando a regresar.

Mientras estoy sentado en una plaza observo a personas que antes conocía pasar de un lado a otro, ajetreadas con lo cotidiano y lo extraordinario de sus vidas. Las veo hablar entre ellas y siento que son como un gigantesco escaparate, como preparado para mi diversión, sin saber que ellas me miran de refilón y, en cierto modo, se compadecen por haberme ido. Por estar en el rincón de los apátridas. Algunas se sienten un tanto incómodas por tenerme cerca, otras me regañan y me culpan y otras me ofrecen que regrese. Pero yo se que eso ya es imposible.

En cierto modo me siento culpable por haber abandonado mi rincón por unas horas, porque pareciera que suplico volver a ese sitio donde una vez estuve pero de donde me fui porque nadie quería echarme. Quizá para implorar perdón, aun sabiendo que no lo voy a obtener.

Bodas

Gente que llega a la Iglesia. Gente que se saluda. Gente que se conoce por primera vez. Gente que se reconoce. Sonríes sin parar, aunque a la mitad de la gente no la conozcas.

Gente emperifollada. Vestidos imposibles. Peinados hiperbólicos. Las palabras de rigor. Los gestos tradicionales. Sigues sonriendo.

Llegas al banquete. Te miras en una lista, como si te examinaras de unas oposiciones. Pasas a la copa de bienvenida. Luchas a brazo partido por el canapé y la cerveza, surtiendo a tus compañeros de fatiga, abalanzándote sobre el camarero si es que ello fuera necesario. Sonríes por si alguno de los sonreídos es tu compañero de menú.

Buscas tu mesa con cara de perdido. Sigues sonriendo a personas que no conoces y que tampoco te interesa conocer. Al fin la encuentras. Saludas y te presentas. Sigues sonriendo.

Transcurre la noche. Pasan los platos, pasa la velada. Te sirven agua. Con suerte, algo alcohólico. Esperas al postre. Esperas la tarta. Te la comes. Sonríes.

Llega el baile. Te tomas una copa. O media. O ninguna. Coges un taxi. Llegas a casa. Le sonríes al taxista, el único que se lo merece, pues te ha traído a casa sin poner pegas. Una novedad, por otro lado. Giras la llave. Te desnudas. Te quitas las lentillas. Dejas de sonreír.

Te pellizcas los mofletes, colorados y en tensión. Están sobrecargados de tanto sonreír.

Momentos pitorreicos

Supóngase un señor de pueblo y con una sólida formación matemática entrando en un hotel. Supóngase a ese mismo señor entrando en una habitación de un hotel, donde no dormirá, a goler. Supóngase de nuevo a ese mismo señor entrando en el cuarto de baño de dicha habitación y enfrentándose a un inodoro electrónico, consistente en una taza propiamente dicha con unos botones a la izquierda, derecha si se usa para aguas mayores.

La curiosidad, que siempre ha caracterizado al supuesto señor, le impulsa a apretar el botón DRY y observa, entusiasmado, que sale calorcillo del inodoro. Pero ahí no acaba su espíritu de descubrimiento y decide pulsar otro botón. En ese momento observa un tanto atónito como un pitorrillo de color carne surge de la trasera de la taza en dirección hacia el centro de la misma. La longitud del pitorro es bastante considerable una vez desarrollado. Pero lo peor estaba aún por llegar. En ese momento, el supuesto señor descubre en el pitorro una oquedad de la que empieza a manar agua, que le impacta en la cara y en la solapa del traje. Sin saber cómo reaccionar y ante la carcajada general del público asistente, el agua sigue manando sin control.

En un momento de máxima lucidez, de esos que tiene uno cada lustro, decide pulsar el botón "Stop" y el agua deja de manar. Entonces, el pitorro extensible exhibe una sonrisa burlona y comienza a replegarse hacia su cavidad inicial, satisfecho por haber demostrado que el usuario más reciente es un completo gilipollas.

Post

No se cuándo me convertí en lo que soy, pero me he dado cuenta de que es irreversible.

o-o-o-o-o-o-o

Me aburren las bodas

o-o-o-o-o-o-o

Qué alegría llegar a casa y quitarte las lentillas.

viernes, 10 de junio de 2011

Guerras

Conocí una vez un general que se lanzó a una guerra que sabía que iba a perder...

Dos apuntes de tarde-noche

Primero: Vocaliza.

Segundo: Últimas noticias: Ya se ha inventado el taxi.

Y otro de propina: Esperemos un fin de semana rico, cargado de materia prima.

A toda esa gente, que sin duda son legión...

Primera parte

Un tanto decepcionante. Como un guisado de patatas con pescado tras un largo viaje. O mediano viaje.

Supongo que lo bueno se hace esperar.

o-o-o-o-o-o

A veces no hay por qué saberlo todo. Basta con saber lo necesario.

jueves, 9 de junio de 2011

En este momento

En este momento voy a olvidar de ciertas cosas.
En este momento voy a pasar olímpicamente de las publicaciones ridículas.
En este momento voy a obviar los comentarios a las publicaciones ridículas.
En este momento voy a enterrar de los planes de futuro que nunca debieron haber existido.
En este momento voy a dejar de responder a las preguntas.
En este momento mis neuronas se olvidarán de los escritos ininteligibles que hablan siempre de lo mismo y cuyas palabras no dicen nada, por mucho que te hayan intentado vender lo contrario.
En este momento dejarán de existir los jugadores de ventaja.
En este momento las lenguas de fuego que se convirtieron en inocentes bengalas no hablarán más y me dejarán oír el vacío de sus contradicciones.
En este momento me dejará de importar si mi cara está agrietada o si mis gafas están sucias, porque mi verdadera cara nunca la verán quienes me miren con las gafas limpias.
En este momento los que no son nada se convertirán en aire.
En este momento no existirá más vehículo que mi coche ni mas destino que el que tengo fijado.
Durante un par de días me voy a dedicar a aquello que han estado planeando durante largo tiempo y que tendrá lugar este fin de semana.
Y no me voy a preocupar por nada más que por ser feliz. Aunque solo sea por un par de días.
Y el lunes... será otro momento.

Click

No sé que me impide hacer click. Es bastante fácil, basta con poner un nombre y hacer click, pero no me atrevo. De hecho, ya lo he intentado. Escribo el nombre, pincho, pero no me acabo de decidir a hacer click.

El caso es que aparezco, de otra forma, pero aparezco. Estoy ahí, aquella mañana de invierno. O primavera, supongo. Estábamos en el patio, y nos hicieron la foto. Y ahí estamos. Sonrientes y adolescentes. 1994. Casi ná.

Aún recuerdo las absurdeces de aquella época. No recuerdo por qué hice tantas cosas de las que luego no me arrepentí. Quizá tuvieron un sentido y ahora no lo tienen. No se qué haría si me encontrara por la calle esas cosas que con tanta determinación adolescente hice. Posiblemente me reconciliara con ellas. A fin de cuentas, me acabé saliendo con la mía. Y ya, ¿qué mas dan ciertas cosas?

El caso es que ahí está la foto. Y ahí estoy yo. Y ahí estás tu. Pienso en romper mi promesa, pero es que soy tan cabezón con las cosas que me prometo...

Y ahora que han vuelto las tornas, me pregunto cuál será tu reacción. Y, lo que me da mas miedo, cuál será la mía. Casi que mejor te la ahorro. Tanto la buena como la mala. Y tampoco sé si esas cosas me sabrán perdonar. Supongo que sí. A fin de cuentas, el que no sabe perdonar soy yo.

Vuelvo a escribir. Vuelvo a pinchar. Vuelvo a ver las fotos. Y sigo sin decidirme.
En resumidas cuentas, que me da miedo hacer click.

Miscelánea

Ya he digerido mis nuevos poderes. Habrá que saberlos administrar y usarlos con responsabilidad, porque si no, las consecuencias podrían ser funestas. O no. A fin de cuentas, si hay algo que afortunadamente no podemos evitar es que salga el Sol cada mañana.

o-o-o-o-o-o

Despedida. Mi profe de inglés se nos va. Y hemos tenido tres este año. La verdad es que quitando la primera, los otros dos son excelentes profesionales. Esperemos que tengan mucha suerte y dentro de poco los volvamos a ver con nosotros. O, por lo menos trabajando.

o-o-o-o-o-o

Ambiente de boda.

Feel da pogüer

Hoy me han traspasado el poder. Ya puedo hacer y deshacer a mi antojo. Al principio no he notado nada en especial, pero por si acaso he ido corriendo al cuarto de baño a medírmela. No ha habido variaciones. Como cuando con los calzoncillos de marca.

Un tanto decepcionado, he vuelto a mi despacho. Me he puesto a goler en mis nuevos poderes. Pensé que entonces me sentiría maravillado por ellos, una especie de Supermán, pero tampoco. Yo que pensaba ser admirado por ellos y ser por fin admitido en los círculos cool que me rodean. Pero la verdad es que me he topado con la misma indiferencia de antes.

No obstante, y para demostrar mi poder, he decidido tomar la iniciativa y he tomado una medida drástica para esta noche. Y mañana seguro que todos me dedican cánticos de admiración y loas varias y caen rendidos a mis pies.

Porque mañana, ¡Ay mañana...!

miércoles, 8 de junio de 2011

Simultáneo

Nuevas obligaciones se ciernen sobre mi. Lo mejor de todo es que tengo que simultanear mi pasado con mi futuro sin olvidar mi presente. Total, un lío.

Nos lo tomaremos con filosofía, pero separando el grano de la paja. Hay que saber qué es lo prioritario y qué lo urgente.

Maravillosas ideas

Siempre hay gente que piensa. Pensar está bien. Vamos, que no tengo nada en contra. De hecho, me paso gran parte de mi tiempo intentando que la gente piense. O aprenda a pensar.

Pero a veces hay quien piensa de más. Es como todo. Comer en exceso es malo. Beber en exceso es malo. Pues pensar en exceso también es malo.

Les pondré un ejemplo. Alguien tiene una idea. A otra persona le parece bien y la intenta redondear. Una tercera persona completa la idea inicial. Y una cuarta le pone la guinda. Pero no satisfecho con ello, al primer pensador se le ocurre otra cosa para mejorarla aún más, cambiándole la guinda de color. Y entonces hay una tormenta de nuevas ideas para mejorar que lo que hacen es convertir una interesante idea inicial en una putada colectiva de difícil solución. Y al final, como la idea era buena, pues te da cosa desecharla.

En fin, que pensar mucho es malo. Así que les animo a pensar en su justa medida.

Novedades TIC

Me voy a morir. Directamente.

martes, 7 de junio de 2011

Parchazos...

... que te alegran el día.

Axfixia

Me ahogo. Me siento preso en una habitación pequeña de la que no puedo salir. Siento que me hundo en unas aguas revueltas y, por mucho que lo intento, no consigo respirar el aire de la superficie.

Intento luchar el día a día, intentar alcanzar la cima de la montaña, conseguir las metas que me propongo, pero hay veces en las que el fin no se alcanza nunca. Quizá la culpa sea mía, por tener más frentes abiertos de los que puedo soportar, pero siento que hay muchas cosas que me apetece hacer y que no quiero perderme. Me siento culpable cuando me comprometo a algo y luego otra cosa me impide atender ese compromiso. Esa elección fatídica.

Me comparo con otros de existencia más plácida y me pregunto por qué yo. En qué error de la naturaleza me he convertido.

Y me invaden los problemas, los problemas absurdos, los problemas estúpidos, causados no se sabe para qué y con qué finalidad. Que manía absurda del ser humano de complicar las cosas.

Pero poco a poco las cosas se van resolviendo. Y, como es de seres humanos aprender de los errores, no vamos a tener más remedio que poner en práctica los planes que tengo en mente. Ya son inaplazables. Amen de sanos y muy necesarios. Habrá que tener el valor de hacerlos. Y tener algo de suerte, claro.

Definitivamente...

... no puedo más.

Pero supongo que podré aguantar.

PS: Nada mejor que esta canción para estos momentos.

lunes, 6 de junio de 2011

Flores II

Conocí una vez una flor en un jardín que estaba algo mustia. El caso es que me asombró su belleza en otro tiempo, pero ese brillo se había perdido.

Aunque esta flor mantenía gran parte de sus cualidades, había otras que la ahogaban. Claramente un buen jardinero habría distinguido estas malas hierbas, pero su floración era tan llamativa que incluso los expertos más reputados dudaban unos instantes.

Un día, un jardinero llevó la flor lejos de ese jardín, en otro donde las flores eran flores. A pesar de los temores del jardinero, la flor volvió a su ser inicial. Y convirtiéndose en una más de las bellas flores que formaban ese jardín.

Y, aunque la flor recordaba las malas artes de las hierbas, no les albergaba rencor alguno. Puesto que gracias a ellas el buen jardinero se fijó en ella y la trasplantó donde debía estar.

Eso mismo te ha pasado a ti. De lo que me alegro enormemente.

Estar orgulloso de ti es poco. Habría que inventarse una nueva palabra.

Tormentas lejanas

Mientras el capitán del barco apuraba las últimas gotas del café de la mañana y revisaba el plan del viaje para el día que acababa de comenzar, una tormenta se desarrollaba muy lejos de allí. El espectáculo era precioso, pensó el viejo lobo de mar mientras dejaba la taza sobre su mesa.

Se acercó a los vigías. Les observaba quedamente, sin molestarles, pues conocía la importancia de su labor. Quisiera que vieran ese fenómeno de la naturaleza que se desarrollaba tan relativamente cerca de ellos, pero no podía molestarles. Incluso si se lo ordenara no lo harían.

Se sentó en su sillón y decidió esperar a la comida. Apenas había nada nuevo que hacer, puesto que aún tenían que navegar miles de millas por ese mar azul en calma, en el que no se movía nada, para llegar a ningún sitio, pues en los puertos apenas paraban unas horas y seguían su camino sin pausa.

Y pensó en su eterno viaje, siempre de camino, siempre desarraigado. Y, aunque conocedor de su desgracia, dio gracias al cielo por ello, puesto que lo único que necesitaba era su taza de café por la mañana y un espectáculo tan sencillo como el de unas humildes gotas llover sobre el mojado de la olas de la mar.

domingo, 5 de junio de 2011

Cosas que me cabrean mucho

Que una entrada te salga por la culata. Aunque tampoco ha quedado mal.

Aciertos

Hoy no hemos acertado. Qué se le va a hacer. No se puede acertar siempre...

El caso es que hoy tocaba senderismo en una "oraria" localidad cercana. Te levantas con ilusión, desayunas, despistas los nubarrones en el horizonte y llegas, con ellos sin despejar, a la localidad en cuestión.

Saludas a tus compañeros senderistas, que son los mismos de casi siempre, y dejas de preguntarte por qué eres tan gilipollas y te levantas un domingo a las 7 y media de la mañana, en mi caso más temprano que un día de diario, mientras te hacen un perfil de la ruta al que, normalmente, no le haces caso.

Total, que empiezas a andar alrededor del pueblo, te paras un rato a desayunar, te pones a andar otra vez. Te paras a hidratarte. Te subes una cuesta que no es ni cu y acabas en el inicio otra vez y no tienes ni hambre.

Es igual que cuando pides un postre guiándote por el nombre o por la experiencia en otros restaurantes y, al final, chasco total. Qué rabia que me da perder de una forma tan tonta un postre.

Claro, que aciertos y fallos se tienen con todo. Tu piensas que has acertado hasta que un día te das cuenta de que...

Y es que, en el fondo, aunque no aciertes... pues siempre aciertas.

PS: Una foto del no acierto

Pues habrá que joderse...

... y hacer el informe individualizado para tercero de la ESO.

Crueldades

¿Por qué no me llamas para que te haga una oferta y caigas rendido?

¡Si no vas a sacar más de lo que yo te doy!

Enseñanzas de mi Tía Carmen

Al que quiera saber, mentira con él.

(o ella)

Flores

Me encantan los jardines. Me perdería en ellos y no saldría nunca. Los del Generalife, los Reales Alcázares. Me relaja oír el ruido del agua, si hay acequia o una fuente. Si algún día me convierto en español de verdad, es decir, en un ser hipotecado, me gustaría poner una fuente, aunque sea en el cuarto de estar.

El caso es que en los jardines, aparte de árboles, suele haber flores. Siempre me he imaginado una guerra secreta entre dos de ellas, las rosas y los claveles. Las rosas siempre me han parecido más bonitas, pero muy traicioneras. Escudadas en su belleza y en su abundancia petalera esconden dos cosas que no me gustan nada. Son efímeras, y lo sabemos, y tienen pinchos.

Nos dejamos engañar por lo efímero de la rosa, por su presunta belleza, y nos acaban pinchando no solo con sus espinas, que es el dolor físico sino por su brevedad, que es el dolor psíquico. Son especialistas en el engaño. Sabemos que morirán pronto y nos esmeramos en su cuidado. Las protegemos de mil y una formas, pero acaban muriendo y nos sentimos un poco mal cuando sucede. Nos hacen sentir culpables, sin serlo nosotros, pobres esclavos de su belleza.

En cambio los claveles yo los considero honestos. No son especialmente bonitos, pero son resistentes. No te engañan, son como son. No necesitan espinas para llamar la atención porque, de alguna manera, se saben derrotados. Y, precisamente por eso, no duran tan poco, no necesitan crear unos pinchos que duelan. En el fondo, no quieren hacerte daño, tan solo alegrarte la vida con lo que son, que no es mucho, pero suficiente. Son dignos, no hay rencor en ellos.

Por eso forman el Calvario rojo de la Semana Santa. Porque, gracias a ellos, es menos Calvario.

Llamadas

Sonó el teléfono cuando tenía las manos llenas de jabón y me dedicaba a la nada filosófica tarea de fregar los platos de todo el día. Esperaba la monotonía y me asaltó un punto de inflexión. He recibido la llamada de un amigo.

Hemos hablado durante media hora de muchas cosas. Le he contado, me ha contado, y todo como si hubiéramos hablado ayer mismo.

Lamento no tenerlo más a menudo cerca, para darle un abrazo y felicitarlo por sus recientes logros o para intentar ayudarle cuando pueda necesitarme. Al menos estar ahí, aunque no sirva para nada, porque reconozco que en esos momentos no soy muy bueno, pero en fin...

Qué feliz me hace a veces el teléfono.

Sábado

Día de compras, sol, paseos, pizza y conversaciones. Y olvido de prensa.

Esto ya me lo esperaba yo.

Que bien me sientan ciertas llamadas telefónicas.

viernes, 3 de junio de 2011

Cosas que pasan

Aquí.

Cosas que no se entienden

Si las escribo, entonces se entienden...

Decisiones

En la vida hay que tomar decisiones. Hasta aquí nada nuevo. Pero en algunas ocasiones las decisiones tienen consecuencias imprevisibles. Pueden ocasionar reacciones en cadena y causar destrozos incalculables. O ser un auténtico revulsivo.

En las últimas horas me he enfrentado a una decisión difícil. Ser juez e intentar ser justo no es para mi, al menos me he dado cuenta de eso. Sobre todo porque tus decisiones pueden influir en las de los demás.

No me gusta que se me planteen estos dilemas. Es cierto que a veces tomo precauciones, pero esta vez no las creí necesarias. Y me vi en un apuro de difícil solución. Tras consultarlo, decidí tomar la decisión que me sugirieron. No sin darle muchas vueltas antes. Ante una decisión importante me gusta oír muchas opiniones para intentar informarme, para hacerme una idea, para formarme un juicio. Escuchar y meditar. Meditar. Y seguir meditando.

Tomé la decisión que creí mejor. Y luego la tuve que explicar. Y no fue fácil. Me he dado cuenta de que me faltan muchas horas de vuelo, que no he madurando tanto en algunos aspectos como pensaba y que me queda muchísimo por aprender. Sería de creídos pensar que, en mi trabajo, se empieza sabiendo todo. En realidad, casi cada día se empieza de cero.

Espero que el destinatario lo comprenda, o por lo menos me entienda. Y que disculpe mi bisoñez si, algún día, esta decisión que he tomado le perjudica. No me lo perdonaría.

jueves, 2 de junio de 2011

Finales

Esto se acaba. Ya ha pasado la primera de las muchas despedidas que quedan, como subir una montaña y bajar para empezar la siguiente. Habrá que hacer una serie conmemorativa o algo, como para certificar que la cosa se acaba.

Como, por ejemplo, que en el tema inmobiliario hemos cambiado todo para que todo siga igual. La pila de pisos que me he visto con mi asesora inmobiliaria, pobretica mía que dijusto tiene que tener, para al final na de na. Es como cuando me quejaba de mi señora madre cuando iba al Cortinglés a ver cosas y no compraba nada. Y yo venga a ver pisos como si no costaran, algunos no costaban mucho, la verdad, para al final... (no finalizaré con la expresión castiza granadina por pudor, vayamos a pollas)

En resumen, retrasaremos un año la trascendental decisión, a ver si mientras la cosa se aclara y, de camino, los pisos deseados bajan un poco de precio, porque el señor está subido en la parra y de ahí no se baja. Y si no, pues de alquiler, que también se está muy a gusto. Aunque el sofá este es ligeramente infame. Pero es que la perfección no existe. O es tímida...

Lluvia de Junio

Salgo a la calle, temprano. Como todos los días. Hoy no hace sol. Está nublado. Cae una lluvia que no es lluvia y que molesta a los parroquianos. Estamos acostumbrados a una lluvia de verdad, con sus gotas y que moja de inmediato.

La lluvia de hoy es una lluvia fina, como alfileres que caen del cielo y que se posan mansamente en mi cabeza. No tengo la sensación de que me moje, pero al cabo del rato de andar por la calle me doy cuenta de que estoy calado. Mi camiseta está mojada, mis hombros están mojados.

Sobre mis gafas las gotitas han formado un dibujo geométrico, arremolinadas caprichosamente a partir de un centro, caprichosamente distribuidas. Miro a través de ellas y la realidad no parece la misma. Son como una sobrelente que me hace ver las cosas aún más cercanas o aún más lejanas. La realidad distorsionada.

Sigue lloviendo y me sigo mojando. Están a punto de calárseme los huesos. El agua sigue empapándome.

Es la lluvia de junio.

miércoles, 1 de junio de 2011

Miradas

Mientras estoy de pie, solo y desarmado, frente al océano que ruge, me doy cuenta de dos ojos que me miran. Dos ojos que llaman mi atención y que me consuelan.

Cada vez que una ola me golpea y me hunde e intento nadar hacia la superficie, esos dos ojos aparecen para rescatarme, para animarme, para decirme que siempre merece la pena y que no desfallezca.

Una vez miré a esos ojos. Y apareció una cara que los contenía. Tomo forma y apareció una cabeza, que configuró tus facciones. Y nunca olvidé tu rostro.

Tu también has aguantado las corrientes, tu también has peleado contra el agua, pero ya has llegado a puerto y has sido recibida con honores. Has ganado en tu carrera, te has llevado los laureles. Y tu cara se ha desvanecido por el brillo de felicidad de tus ojos.

Tus ojos, que se han perdido entre el mar de mis lágrimas.

Follamigos y residentes en...

Podría ser una presentación del Un, Dos, Tres, pero no. Se trata de un sector, un nicho de mercado poco explotado y que tiene su importancia.

El follamigo o follamiga es esa persona que viene a cubrir una necesidad dentro de las relaciones humanas. Como cualquier tipo de amigo, éste tiene un cometido muy concreto y especial que, dado la explicitez de la palabra, no creo necesario aclarar.

El follamigo siempre tiene que tener clara cuál es su función y no extralimitarse, pues eso podría poner fin a la follamistad y derivar en otro tipo de relación indeseada. Por ello hay que andarse con siete ojos, por lo menos.

Aunque es difícil conocer a un follamigo así a la primera, no hay que desanimarse. Hay redes sociales, como follafacebook donde puedes agregar a gente como follamigo. No hay nada más emotivo que recibir un mensaje diciendo "Fulanita ha solicitado ser tu follamiga" o "Menganito y Zutanito son ahora follamigos". Y puedes poner un "Me gusta" para rubricar tu felicidad. Se pueden crear folleventos, follencuestas. En fin, millones de posibilidades se abren, no literalmente, ante nosotros.

PS: Para los más tradicionales y no acostumbrados a las redes sociales, también está la follagenda...

Más información.

La palabra del día

Remanece

Ejemplo: Esa familia remanece de tal sitio.

Muerte por pepinazo

Hoy por teléfono he hecho una reflexión. Tanto estudiar, tanto cuidarse, el gimnasio, la vida sana, … para morirte por comerte un pepino. Que triste. Esperemos que la ciencia le de solución pronta al problema.

Cursos útiles para el profesorado

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Miscelánea

Soy demasiado sentimental. No lo puedo evitar.

Estoy cansado. Tengo sueño.

Tengo una borrachera pendiente.

Y no me gusta que me hagan esperar.

PS: Aunque soporte las esperas.

Puesto que no puedo evitarlo y ya tengo mis habichuelas conseguidas, me da igual el que dirán. Lección que me costó aprender, dicho sea de paso.