No se sabe trabajar bajo presión hasta que no se hace bajo la atenta, y distante, mirada de un gato.
domingo, 30 de junio de 2013
Axioma LXXI
El ciclo de la vida se basa en que se puede destruir con facilidad aquello que tarda tiempo en crecer.
Mañana de huerto
Yo que quería ir al gimnasio para ponerme cachas y resulta que tengo ahí el huerto, para explayarme a mis anchas. Tarea hay, desde luego. Hoy le hemos dado una buena tunda.
No sé de donde habrán salido tantos laureles por todas partes. Hay suministro para todos los juegos olímpicos de aquí a que se acaben los tiempos, sobrando para potajes variados.
Subido en un árbol, las cosas se ven de otra manera.
Se agradecen las maderas que se parten con facilidad.
sábado, 29 de junio de 2013
viernes, 28 de junio de 2013
Ojo de patio
- ¡Qué razón que llevas!
Russelliana
La teoría de conjuntos y sus pequeñas lagunas.
jueves, 27 de junio de 2013
Axioma LXX
No se puede ocultar una mano detrás de una tiza
Mi cuerpo está derretido. Saltaron los fusibles y ahora hay que esperar a que suavice la cosa, a que se recomponga el hilo de cobre que une las dos partes y que la corriente vuelva a pasar, alumbrando de nuevo. Pero la corriente es la misma y el hilo cada vez está más maltrecho.
Mi cabeza me duele. Siento mis brazos cansados. Me siento cómodo en la penumbra de mi estudio, pues apenas entra la luz por la persiana. Me gusta que sea así. Me gusta la oscuridad. Me gustaría ser oscuro, opaco. Pero no lo consigo.
Quiero salir a andar, pero temo estar demasiado cansado. Un cuerpo cansado ya para seguir. Empeñado en que el espectáculo debe continuar, ante todo y sobre todo. Y hay veces en las que no se puede seguir como si nada. Quizá hoy hemos llegado a ese punto.
Pasó el oleaje. Nos pilló, traicionera, sacándonos el bañador y dejándonos delante de todos, con el culo al aire. Y no sé por qué esa cara de vergüenza al verte desnudo, pues así voy todos los días. No se puede ocultar la mirada detrás de unas lentes.
miércoles, 26 de junio de 2013
Clasificaciones
o-o-o-o-o
- ¿Y la nevera?
- Pues un éxito, oiga.
martes, 25 de junio de 2013
Ciencias y Letras
Ya se ha acabado todo, otra vez
Se extendían sobre el valle, justo por encima del cauce de ese río desconocido pero con nombre. Y, poco a poco se fueron extendiendo, hasta cubrirlo todo, trayendo el fresco y la humedad. La posible tormenta que no romperá, por no quebrar el silencio de la noche.
Parece que la magia deja paso a la vulgaridad. Al verano tedioso y largo. Al calor obsceno, con sus rituales de desnudo y aceites perfumados. Con las promesas que no se cumplirán.
lunes, 24 de junio de 2013
Onomástica
Supongo que, mientras nos acordemos, todo sigue en su sitio. Es el consuelo de los vivos.
o-o-o-o-o
Me pregunto qué tendrá el amor, el amor verdadero, que deseas morir cuando lo pierdes. No se sabe hasta que punto es el miedo a la costumbre, a su ausencia, al cambio cuando no se disponen de fuerzas, o al menos no se creen tener. Cuando esa llamada ya no se hace, cuando llegan las una y esperas que suene la llave en la cerradura y veas llegar la compra del día. Cuando de fondo, mientras guisas, oyes en la tele la tertulia del mediodía rivalizar con las noticias locales.
o-o-o-o-o
Haber amado y haber perdido. Pero no por tu culpa. Supongo que merecerá la pena. Al final, el dolor que se va cuando se cobra su parte.
domingo, 23 de junio de 2013
Aniversarios
sábado, 22 de junio de 2013
Operación Selectivité III
El segundo día algún folio si pudimos repartir. Era el momento de analizar las comunes y comprobar que la selectividad es como la feria, en la que cada uno cuenta como le va, porque a cada uno le resulta distinto. Hay algo más de calma, pues ya se sabe la mecánica y los más espabilados, hasta el orden de la lista. Comenzaban las asignaturas en las que cada uno se supone que destaca. Ese día algún folio pudimos repartir y algunos nervios tuvimos que calmar. Por lo menos ver algo conocido en un medio hostil sabemos que algo tranquiliza. Y también te da la oportunidad de romper el hielo un poco más entre tus compañeros y sus alumnos. Conocí a varios de ellos, algunos que incluso recuadran las soluciones de los problemas. Casi me echo a llorar.
De alguna manera se les coge cariño. Aquel chico que quiere hacer ingeniería, todos quieren ser ingenieros, aquella chica que la lía en el examen de mates y tu tienes que actuar como corrector instantáneo y tranquilizador. El que siempre se deja las pegatinas y tienes que ir preguntando dónde está para podérselas entregar y echarle una bronca, entre amistosa y aleccionadora. Son días en los que, en el fondo, no se juegan mucho pero si meten la pata están condenados.
Les preguntas por sus sueños. Te cuentan lo que quieren hacer. Les preguntas que qué tal los exámenes. Siempre hay una más floja. Y seguro que es esa en la que luego sacan una nota que no se esperan y se sienten orgullosos. Necesitan alguien que les oiga un poquito, alguien a quien decir eso que ensayan en la soledad de su cabeza mientras resuelven un problema o interpretan un mapa. De esa forma se tranquilizan. O al menos lo parece.
De alguna manera uno siempre se identifica con ellos. Echas atrás al año 96 y te acuerdas de cómo fue la tuya. Sin demasiados sobresaltos, salvo el momento de rotura de venas de la nariz en el examen de Química. Creo que me trajo suerte, fue mi máxima nota. Y eso que la Química y yo...
A fin de cuentas, y supongo que es algo que no conocen, ahora es cuando empieza el camino difícil. Bien es cierto que hasta el momento han podido elegir e incluso equivocarse, que es la otra cara de la libertad que no te cuentan. Ahora tendrán que salir de casa y empezar a enfrentarse a algo nuevo. Sin padres cerca, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva y en unas facultades donde ya no serán el hijo de o el hermano de. Donde nadie los conocerá y tendrán que demostrar su valía, su coraje y su tesón.
Suerte a todos.
viernes, 21 de junio de 2013
jueves, 20 de junio de 2013
La vida del vocal de centro
Primero. He hecho algo que creo que no me gusta, pero que disfruté. Necesité el coche todos los días. Salir de mi garaje requiere unos minutos de madrugón adicional para el ceremonial de apertura, incluso algunos más ahora que a la puñetera puerta le ha dado por atascarse. Pero ello ha sido compensado con la posibilidad de echarme dos o tres canciones al cuerpo para empezar el día. Poner las luces y dejarlas puestas aún fuera de la cochera. Ver que el Sol te ciega al salir mientras conduces. Ver que eres tú quien estrena el día, pues todavía no se ve gente por la calle y los coches aún reposan en las aceras. Y, a pesar de que no soy muy de madrugar, cuando lo hago es siempre por una buena causa. Y esta vez también ha sido así.
Segundo. Cambiar de aires. Llegar a un sitio nuevo. Con gente relativamente desconocida pero que conoces de oídas. Y es muy agradable ponerles por fin cara y pensar qué tonto soy al imaginarlos de una manera cuando son de otra. Pasear por pasillos nuevos, pero conocidos, en los que se hace lo mismo que en tu casa. Ver que hay gente que te recuerda, que mantiene tu nombre en la cabeza y que es capaz de ubicarte en el pasado. Ver caras que suenan hasta afinan en tu mente cuando recuerdas sus nombres.
Y hacer algo nuevo. Distinto, pero no del todo diferente. Ver que son capaces de hacer exámenes en silencio. Ver sufrir en la distancia y repartir el dolor. O intuir alegría en las manos que, con insistencia, piden folios.
Charlar a la hora del café, compartiendo un buen pastel. Sentir que te acogen como si te conocieran de toda la vida. Recibir amabilidad. Saber que en otros sitios las cosas se hacen de forma distinta y también funcionan. Que sepan cómo las haces tú y les parezca interesante. Instantes fugaces en los que las conversaciones son profundas, interesantes, indelebles. Es la magia de los instantes que son paréntesis. Momentos que sabes que no se repetirán, únicos, vitales, espontáneos.
Tercero. Luchar por gente que no conoces. Destapar la liebre de quién eres y que te busquen aunque sea por el interés, como si quedara algo desinteresado aún todavía. Echar un cable a los propios y a los extraños, aunque sea al cuello. Conocer historias distintas, imaginar como podrían haber sido. Reescribir el pasado. Disfrutar de hilos que se entrelazan durante unas horas y que nunca volverán a cruzarse. Ser consciente de la fragilidad del momento, sentirse agua que se escapa entre los dedos y, aceptar, por una vez, que tiene que ser así, que el agua saldrá al mar y que la tierra no tiene otra que quedarse quieta, dejándola correr y disfrutando del frescor que le da.
Por eso, justo al levantarse y entregar los folios, al tercer día, sentir que una etapa acaba, irremediablemente. Que comienza otra de futuro incierto. Pero que se hace con ilusión, con alegría. Fundirse en un abrazo. Dejar morir esa parte de nosotros que ya no será igual y dar paso a algo nuevo. Sentir que el cuentakilómetros ha girado. Que no podemos volver atrás. Ahora es cuando empieza la vida de verdad, en la que el camino marcado ya no está tan claro. En la que tenemos que aprender de nuestros errores y lidiar con ello.
A todos, mucha suerte.
miércoles, 19 de junio de 2013
Ahora que caigo
No es apropiado preguntar a voz en grito a una señora en plena calle que qué tal lleva el francés. Aunque resulte que, en efecto, esté estudiando francés. El de hablar. Bueno, ustedes ya me entienden.
Operación Selectivité II
A pesar de las ayudas extra, hay quien no les saca rendimiento. Nunca hay que dejar que te hagan el trabajo, el empezar de verdad se te tornará más duro.
Esto de los cariños breves me mata. Suerte que se acaban yendo. Pero que tengan suerte, que se la merecen.
Estoy muy cansado. Esto de bajar las escaleras del salón de actos en plan vedette cansa. Se supone que uno no lleva la voz cantante y que hay algunos que están por encima, pero es que las nubes dan una torta mental que....
Mañana acabaremos. Mañana, a estas horas, estarán ante su último verano en mucho tiempo. Quizá el último de sus vidas.
martes, 18 de junio de 2013
Novedades históricas
Por lo visto la Guerra Civil fue un triangular en el que el ganador del enfrentamiento entre Republicanos y Nacionales se enfrentaría a Napoleón.
lunes, 17 de junio de 2013
Operación selectivité
Empezamos la semana
domingo, 16 de junio de 2013
No se puede tener todo
o-o-o-o-o
Tras la limpieza y la visita a las canteras hoy me he levantado estornudando y con el pañuelo de guardia perenne.
Tras casi siete años, he decidido utiliza armarios y cajones que no usaba. Estaba tirando parte de lo que me cuesta el piso, y tampoco es cuestión de ir regalando el dinero. El cristal traslúcido hace una idea de lo que pudiera haber detrás suya. Como una invitación a fisgar, a ser abierto, a ser tocado.
Los cajones, en cambio, son más discretos.
sábado, 15 de junio de 2013
O hacer como que
Tengo una montaña de fotos por ordenar y revelar. También tengo una montaña de entradas que ordenar. Por si me diera por hacer un libro.
Habrá que ponerse al lío.
viernes, 14 de junio de 2013
jueves, 13 de junio de 2013
Tarde de San Antonio
Descanso a la salida de la curva. Cambio la música por el viento de la tarde, que se cuela por mis oídos.
Es un jueves atípico. Al igual que ayer fue un miércoles inesperado.
Quiere mecerme el viento, pero no lo dejo. Es hora de bajar mientras me cuenta las historias del valle. Las chicharras lo interrumpen. No tienen miedo de mi. A fin de cuentas me he colado sin permiso en su casa.
Las zapatillas y las llaves son la percusión que llenan el pentagrama.
Próximamente en sus pantallas
miércoles, 12 de junio de 2013
Equivalencias
Las frases, al igual que las carreteras, son más peligrosas cuantas más direcciones tienen.
Y, nunca, nunca, protagonizar una frase. No buscar lógica a una entrada. Sólo el escritor lo sabe.
Por ejemplo, una tiza
Me preguntan sobre blogs. Uno, que llegó a esto por desquite y cobardía, ha ido aprendiendo más por truco que por experiencia. Pero sí es cierto que todo lo que me han dicho se ha cumplido, aunque uno haya encontrado su camino. Bueno, más o menos.
Podemos dejar la cuestión de la brevedad aparte. No nos vamos a poner de acuerdo, ya que cada entrada tiene tener su longitud. Pero lo que sí tenemos que ser es honestos. Con nosotros mismos. Pretenciosos, cursis, barrocos... Pero nosotros, a fin de cuentas.
Creo que los blogs tienen dos tipos de público. El primero es esa gente que te conoce y que te lee, de forma reconocida o no. Los que desayunan contigo o los que repasan el historial del ordenador cuando tú te levantas para ir a clase. E incluso los que no hablarían contigo pero te sigue todos los días. El otro grupo son aquellos que no te conocen y que nunca lo harán, pero que de alguna forma llegan a ti y se acaban quedando.
La diferencia, sobre todo en lo que respecta a lo que se publica, radica exclusivamente en el escritor. A veces se es temeroso en lo que se escribe, más que nada por el qué dirán. A fin de cuentas, escribir es desnudarse un poco, mostrar entre líneas aquello que no se puede expresar con palabras. Y no es fácil hacerlo ante la mirada de aquellos que tienes cerca, que esperan encontrar un cuerpo y luego encuentran otro. Sentimos defraudar.
El miedo, en cambio, desaparece en aquellos que no conocemos. Gente que llega por azar, por recomendación... Personas, lectores, que encuentran en tus palabras aquello que una vez sintieron. Y que se lamentan por no haberlas encontrado ellos antes. Lo sé porque a mi me ha pasado. Quizá sintamos menos vergüenza entonces, el no ser conocidos, el estar detrás de algo que nos proteja.
martes, 11 de junio de 2013
Senderos de final de curso
Va uno con la música a todo tren y, además, con le suplemont du binoculaire, con lo que las capacidades de uno se ven notablemente mermadas.
La gente me saluda. Yo les sigo amablemente el rollo, pero no tengo ni idea de quienes son. Lo peor debe ser la cara que se me queda intentando ubicarlos. Pero como no me la veo, ni me la ven los interesados, pues me da un poco lo mismo. Bien es cierto que reconozco mejor a la gente que pasa en coche, lo que por otra parte dice bastante poco de mi. En lo material, se entiende.
Y, lo que sí tengo que agradecer, es que los conductores se salten la linea continua para adelantarme y no atropellar me mientras escribo en el móvil.
El Señor se lo pague.
Que no nos farte de ná, que no, que no
Naturalmente, esta estupidez llevará aparejada unas propuestas de mejora e indicadores homologadamente homologados para su correcta mensuración.
Martes tarde sustituto
lunes, 10 de junio de 2013
El espejo
Estaba de pie, junto al mueble nuevo de la cocina, el que tenía el mismo dibujo que la encimera. La guinda que faltaba al pastel. Cuidadosamente alineados estaban los cuencos a la espera del helado. A cada uno, el suyo. Faltaría mas.
Al hundir la bolera en el primer recipiente vio que estaba muy duro, así que cogio una cuchara. Curiosamente, no protestó por ello. Ni por tener que buscarla en el lío del cajón. Siguió administrando sin más. Y, al final, chuperreteó el resto que quedó en el bolero, pues en el segundo recipiente el helado resultó mas domable, dejándolo después en el fregadero. Colocó cuidadosamente las cucharillas en los cuencos y los asignó, como siempre, dando un ligero golpe en el cristal de la mesa. Luego, cogió el resto que quedó en una tarrina y salió al patio, al sol, para probarla.
Entonces, pensó que no era el.
domingo, 9 de junio de 2013
Domingo
Porque la vida es esperar. Esperar a algo que nunca llega.
sábado, 8 de junio de 2013
Frío
viernes, 7 de junio de 2013
jueves, 6 de junio de 2013
Domingo
En la parte del taller que hacía de garage había dos coches. El Simca 1000 de mi madre, condenado a cadena perpetua por un accidente ajeno, y el Ondine de mi tío. Me resultaba curioso porque nunca vi otro igual. Mediaban los ochenta y todavía se veían sescientos, ochocientos cincuenta, Renault 4, Dos Caballos... pero nunca vi un coche como el de mi tío circulando por la calle. Me sentía importante al tener acceso a un coche tan exclusivo.
Nunca llegué a saber cuándo lo compró ni cuántos años tenía, aunque creo recordar que era de segunda mano. Su matrícula no tenía letra, creo que era del treinta y seis mil más o menos. No creo que llegara a hacer grandes viajes, si acaso alguna escapada a Loja o a la playa. Al final de su vida, antes de que empezara su conductor con sus mareos, iba al Zaidin, donde nos tomábamos la correspondiente tapita antes de volver a casa.
Cuando llegábamos al taller, mi tío ya había levantado la persiana. Pensaba que eran todopoderosos, pues a mis cinco o seis años me parecía imposible poder levantar aquél peso tan tremendo. Mis tíos apenas le daban importancia a la cuestión. Verdaderamente, no la tenía. Pero en lo que sí podía ayudar era en colocar las calzas de madera para poder sacar el coche. Luego, colocar el hierro para que nonos aparcaran en la puerta. Nuestra primera parada era la gasolinera, para repostar 500 pesetas de gasolina, suficiente para varias excursiones dominicales.
El Camino de Ronda parecía más grande entonces. No había obras, ni metros, pues apenas habrían pasado diez o quince años desde que desapareciera el tranvía. Avanzábamos con esa música, ese ruido característico de los coches de antiguos, que los hacían parecer de juguete pero que los hace aún más entrañables si cabe.
Un día esos domingos de coche desaparecieron. Mi tío vendió el coche y sólo quedó el Simca Mil de mi madre. Que, por cierto, allí sigue.
miércoles, 5 de junio de 2013
La zapatilla
No tiene sentido
Cansado, volví a casa a medio día para volver a irme. Necesitaba tan sólo cinco minutos tumbado. Cinco minutos en los que ni siquiera dormí, pero en los que creo que mirar al techo me vino bien.
Mientras mis oídos cumplían su misión miraba al infinito. Sigo teniendo la idea de que no avanzo. No sé si se debe a un contubernio judeo-masónico o a mi inacción. Me siento sepultado en papeles sin sentido. No esperaba que fuera a acabar aquí. Pero es ahí donde estoy.
Vuelvo a casa. Llevo dos días esquivando a la guitarra, entre unas cosas y otras. Seguiré haciendo hora para ducharme y cenar y, como siempre, se me pasará. Alguna duda me asaltará y me perderé por el ciberespacio.
Eso es así. No dar más vueltas.
martes, 4 de junio de 2013
Visitas
Siete vidas
lunes, 3 de junio de 2013
De un tiempo
Post
domingo, 2 de junio de 2013
Domingo
Sigo pensando que a esto hay que darle una solución. Pero sigo sin saber cual.
sábado, 1 de junio de 2013
Sábado
Desayuno acompañado, pero no mucho. En compañía, me refiero. Me zambullo en Internet, a ver qué ha pasado esta noche. Creo que cada vez soy un internauta más felino, esperando que todo siga igual.
Evalúo la conveniencia o no de salir. Me quedé sin efectivo y habrá que visitar el cajero. Tampoco hay yogures. Y mi precipitada marcha de mañana me invita a disfrutar algo de la que es mi Marina d'Or sin playa. Me enfundo las gafas de sol y bajo.
Están en feria. Las mismas luces. Eficientes, eso sí. Apagadas no son demasiado dignas de mi atención y me centro en observar a la gente. Turismo de despedida de soltero. Y alguna señora vestida gitana con bastón, esperando el autobús de la feria. La feria. Qué pereza.
Veo menos turismo convencional. Eso sí, un turista japonés, cámara en ristre, me saluda amablemente. Le devuelvo el saludo, porque uno es muy educado aunque lo disimule muy bien. Hay gente local. Me siento extraño entre ellos. También me siento extraño en otros sitios. No sabría dar una explicación.
En la plaza hay un gran bullicio. Artesanía, tómbolas solidarias y gente que protesta y que demanda. Todos conviven, quizá sintiéndose parte de lo mismo aunque cada uno vaya a lo suyo.
Dos patinetes atronan, camino de la Virgen.