Hace unos días me invadía una extraña sensación sobre mi. No hay nada como tener una conversación con alguien sin contarlo todo y una buena cortina de humo que te proteja. Y todo arreglado. Empiezo a aclarar mis ideas. La sensación de no saber si estoy haciendo una cosa bien se está evaporando, al menos de momento. No hay nada como que te digan lo que tienes que hacer para elegir lo contrario. Siempre que el aconsejador no lo sepa, claro. Porque entonces el aconsejador puede saberlo y complicar más las cosas.
No huiré, porque es el camino fácil. Me quemaré otra vez más. Una vez más no importa. Dos quemaduras iguales son demasiadas.
Si es que para qué luchar contra lo que no tiene remedio...
martes, 18 de mayo de 2010
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