Hoy hemos dado por inaugurada la temporada de senderos. Mis piernas y muslos así lo atestiguan, tan solo me falta que venga alguien a certificarlo como zona catastrófica. Y la cabeza, para colmo, me duele un poco, con lo que podría decirse que estoy hecho un cromo. Es más, tengo la ligera sensación de que soy un cromo repetido.
Alegra pasar un día de campo en buena compañía, hablando con unos y con otros. Conocidos de siempre, de vista o compañeros ocasionales de charla trascendente. Subiendo cuestas pensando qué puñetas hacemos hacemos levantándonos un domingo a las ocho, a veces antes, con lo a gusto que se estaría en la cama hasta las tantas. Pero los humanos somos ansí.
Hoy ha tocado el primer sendero. De los muchos, y buenos, que vendrán.
domingo, 2 de octubre de 2011
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