El viaje fue bueno. El tren, por muy AVE que sea, traquetea.
Al llegar a Madrid mucho calor. Sin decidirme a ir de musical, un autobús turístico se me apareció, literalmente. Y decidí que ese sería el plan.
Tome posesión de mi Reino individual por una noche y me fui al supermercado. Sacié algunos despistes y luego recordé otros nuevos, pero eso es que es así por ley. Y me fui a pasear.
La noche, como se preveía, con sándwiches de Rodilla. Y Clint Eastwood de invitado.
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