martes, 20 de agosto de 2013

Idiosincrasias

Hay algo apasionante en las áreas de servicio de nuestra querida piel de toro. Yo creo que el mejor estudio sociológico de un país sería recorrerlas con una libreta y una cámara de fotos.

Habíamos salido de un atasco provocado por un accidente. Era la hora de comer y todos cometimos el mismo error, pararnos en el primer sitio que encontramos. Lo primero es lo primero, cazar una mesa. Y luego, con el horizonte de la comida algo despejado, localizar los servicios. En ellos, los entrañables anuncios de felaciones con teléfono de contacto, amén de análisis políticos y sus contrarreplicas. Ignoro si en los servicios femeninos sucede lo mismo.

Llega la hora de pedir. El plato combinado suele ser una interesante opción si no se sabe qué pedir, si no te acaba de gustar el sitio o, simplemente, se tiene prisa. O incluso todo lo anterior y no necesariamente en ese orden. Con suerte conseguimos un mantel de papel a estrenar junto antes de que llegue la comida.

Una vez calmada la primera hambre, reparo en el sonido ambiente. Reparo en una chica joven y sus dos hijas, una especie de cuqui de carretera. Mientras sostiene en sus brazos a Úrsula, conmina a Carlota a acabarse los macarrones, bajo la pena de privación de helado. La niña grita espantosamente. La madre, más. Insistentemente llama a un tal Javi, mientras lucha titánicamente para mantener la mesa, ante impacientes clientes que, de refilón, nos miran contando las patatas que nos quedan en el plato.

Última visita al baño. Conseguimos pagar. Mientras intentan capturar la atención de un camarero, reparo en los expositores de productos de la tierra. Queso, miel, ensaimadas manchegas... Me sorprende un expositor de casetes reconvertido en expositor de artesanía a 3.50. Pero los cedés han sobrevivido. Y es que con recopilatorios del italo-techno, rumbas varias y los imprescindibles discos de guardia de Mari Trini o los éxitos de Los Chunguitos versionados por Rumba 3 la vida del cd está más que garantizada. Y si, además, se acompaña de los sonidos del canario o el canto de la perdiz, volumen 6, habría que ser tonto para no llevárselo a casa.

Retornamos a la carretera con un calor que pela. Pero es preferible. No siempre en el infierno hace tanto calor.

1 comentario:

  1. Don Julio Cortázar escribió un libro magnífico, en colaboración, sobre las áreas de servicio: Los autonautas de la cosmopista.

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