Ayer acordé por unanimidad explorar la ruta de la fuente de la Bicha. Así que esta mañana me cogí mis aparejos de senderista urbano y tiré p'allá con la mayor de las ilusiones. La llegada al comienzo del sendero estaba bien señalizada, con todo tipo de detalles, pero no el final. Así que dotado de mi habitual espíritu aventurero me puse a darle a la pata.
Pasaban los metros, no los de coger, los de andar, y el sol hacía su función con notable esmero. Afortunadamente, se sucedían los árboles y algo de sombra había de vez en cuando. Pasé una primera calle, pasé un segundo puente y llegué hasta los túneles del Serrallo.
Un poco más adelante se bifurcaban los caminos. Decidí tomar el mas estrecho, en parte por romanticismo y pintoresquez y por probabilidad de encontrar una fuente, pero la fuente no aparecía. Me vi solo entre tanto árbol y con el rio a gauche, las posibilidades de ver la fuente desaparecían. Pero seguí andando. A lo Forest.
Y, al final, después de cruzarme con varias personas que iban o corriendo o andando y que tuvieron a bien respetar mi integridad patrimonial, porque lo mismo de la física me hubiera dejado, llegué a una gasolinera. En Cenes.
Así que me compré un aquarius, paseé un poco por el pueblo y decidí volverme en autobús. No sin antes debatir si debía comprar un bono o un billete sencillo.
martes, 18 de julio de 2017
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