Hoy va a ser nuestro segundo concierto, aunque reconozco que llamar tocar la guitarra a lo que hago yo es algo bastante osado, pero bueno, me lo toleran. El caso es que esta mañana, en mi guardia bibliotecaria, he procedido a llenar el vacío de ocupación con el afine de la guitarra. Pero, al ir a meter el jack, una arandela y una tuerca que la aprietan han salido andando, como si hubieran comido tomate. La tuerca ha sido más disciplinada, pero la arandela ha conocido la libertad y se ha escondido justamente donde no pensaba que iba a estar.
Momentos de tensión. Crisis de nervios. Además, ha coincidido que varios compañeros han tenido alguna incidencia TIC y me he tenido que desdoblar. Pero es en los momentos de tribulación cuando uno saca lo mejor de sí mismo. Y mientras arreglaba ese par de cosas, un equipo formado por mis alumnos más cualificados ha emprendido la búsqueda de la arandela perdida, a la que al rato se ha unido le departamont de la consergeríe. Mientras, gestionaba con un compañero de tecnología el arreglo de la guitarra.
Casi sin tiempo, mi querida Rose ha sido intervenida de urgencia, a vida o muerte. Mientras mi compañero desenroscaba los tornillos, yo la sujetaba y una lágrima brotaba de mi corazón, sufriendo por su vida. Afortunadamente, todo ha resultado un éxito y ahora tan solo queda afinarla y deleitar a la concurrencia con mis artes musicales. Que son escasas, pero que ahí están oiga.
viernes, 24 de febrero de 2012
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