Imaginen a un joven de 26 años bajarse de un coche blanco, acompañado de su meteórica madre. Imaginen que entra en un centro reclamando ver al director y diciendo que es el nuevo de Matemáticas. Imaginen que en el centro no se espera a nadie de Matemáticas. Tras el agravamiento de la cara de tonto, se informa al imaginario ser que tiene que ir al instituto, que eso es el colegio.
Sigan imaginando, ahora que el ser en cuestión llega al instituto, pero que no sabe cómo entrar, porque no hay timbre. Menos mal que lo encuentra y al final entra. Ahora sí, pregunta por el director y le conducen, junto con su madre, al dirigente en cuestión, que en ningún momento duda de la profesionalidad de su nuevo trabajador, alabándolo ante su meteórica madre.
Imaginen a cientos de personas dirigirse a saludar al imaginario ser en cuestión, al susurro de "¡Ya está ahí el pringa.. digo, en nuevo de Matemáticas!" Pobre chiquillo, que no daba pie con bola, asintiendo ante el Jefe de Estudios sin entender nada.
Imaginen que suena el timbre y que comienza una vida laboral ante alumnos de bachillerato con la frase "El año que viene, en la facultad, lo primero que tendrán que localizar es la fotocopiadora y la cafetería"
No hace falta que imaginen. Felicidades a esa parte de mi que, aquel día hace seis años, comenzó a existir.
jueves, 9 de febrero de 2012
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