Como en aquel juego en el que había que apuntar a donde estaría el monstruíto, y no donde estaba, los infinitésimos son traviesos, pues dividen y casi vencen. Que se lo digan a la tortuga, que no acaba en la cazuela. ¿O sí?
Paradojas...
jueves, 2 de febrero de 2012
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