Salimos más o menos indemnes de la Navidad y, tal y como está el patio, yo creo que es un logro, aunque al final hayan sido las uvas canarias, sin estar allí, las que comiéramos. Me he dedicado a hacer cosas distintas y alguna nueva, que todavía queda por perfilar.
Tiempo de no mucho frío, de apenas pisar una tienda. Tiempo de recordar lo pasado y preocuparse por el futuro. Lo que sea antes que pensar en el ahora, que eso es mucho jaleo.
Bienvenidas y deseos de año nuevo. Y también propósitos. El propósito de ser más egoísta, de estrenar mantel en vez de usar hule, de salir a andar por las tardes y de ir a los chinos a comprar una mesita cutre para al lado del sofá. Y tuperwares para la sopa. Muchos tuperwares.
Apago la tele. Siento que tengo esta bitácora abandonada. También es cierto que estoy de duelo. Por lo conocido, por lo divertido y por otras cosas que me callo. Asumiré el momento, pues una vez fui feliz y nada me impide volverlo a ser. Tan sólo hay que esperar al momento adecuado.
O no esperar y darse cuenta de que estoy el él.
martes, 7 de enero de 2014
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