Volver. Deshacer las maletas. Guardar las fotos, retocarlas.
Y todo ha sido un sueño, como cuando se conduce. Lo exterior parece irreal, algo que pasa, que se evita desde la seguridad del interior que nos es más propio, por ser más conocido.
Los nombres se agolpan en la cabeza y se borrarán. Quizá no hoy, pero sí mañana, cuando otras cosas pidan sitio y en nuestra cabeza sólo se quede lo que alguna caprichosa neurona decida. Si es que queda algo. O si es que quedaran neuronas.
Mañana amanecerá bajo el mismo techo, bajo el techo del verano. Y volverá a pasar el día. Y todo seguirá siendo un sueño, porque no siempre se tiene la certeza de haber vivido lo pasado.
jueves, 16 de agosto de 2012
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