Una vez llegué a un lugar en el espacio. Un lugar en el que aterricé como una si hubieran plantado una palmera en un olivar, hasta que descubrí que no había tanta diferencia entre mis dátiles y sus aceitunas. Me hicieron ver una nueva forma de comprender el mundo, tanto que algo dentro de mi hizo "click" y me puso en la senda que no he abandonado desde entonces.
Aquél lugar en el espacio se ha convertido en un lugar en el tiempo, en un estado de ánimo. En un refugio. Y me da miedo pensar que eso algún día se evapore, bien por acción o por omisión. Pero al igual que una vez me plantaron en aquél lugar que no elegí, tendré que aceptar que mis raíces no sean capaces de alimentarme. O mis dátiles ya no alimenten a quien se acerque a ellos.
Será tiempo entonces de ser podado.
sábado, 22 de septiembre de 2012
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