Ya estoy de nuevo frente a la ventana, frente al ordenador, como si no hubiera pasado el tiempo y con la única cuenta pendiente de encender el calentador tras el verano. He vuelto a poner la casa en marcha, pero no he sentido la misma ilusión de otras veces, esa especie de gusanillo por empezar de nuevo. Aunque he de decir que tampoco me lamenta volver, quizá es que de tanto repetir las liturgias, éstas pierdan su sentido.
Dejo pasar un sueño por ser caro. Una vez más. Y tampoco me siento triste por ello. Es como estar sumergido en una indiferencia, que me entumece y reconforta, como estar flotando, pero sin estar rodeado de agua.
No sé que pasará, no voy a hacer planes. Tan sólo me levantaré cada mañana intentando hacer las cosas lo mejor posible.
Y tocará aguantar el chapetón mientras dure, que durará.
lunes, 3 de septiembre de 2012
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