El otro día el no querer venirme el domingo por la tarde me costó 50 euros. Total, para hacer el tonto en mi casa, pero en fin, estaría de Dios.
La cosa es que venía hacia el trabajo, feliz por la nueva temporada que se abría ante mis ojos. Iba con algo de prisa, prisa que transmití a mi pie derecho y que, a su vez, trasmitió al acelerador. El caso es que giré la curva y allí estaba, con sus cuatro intermitentes puestos, con su bulbo de color negro apuntando sin piedad hacia mi. Yo pensaba que al ir en dirección contraria me iba a salvar, pero si el coche de la meletérica no estaba antes, estaría después. Y, en efecto, allí estaba.
Me dieron el alto. Muy amablemente el agente me indicó que me habían parado por un pequeño exceso de velocidad, ahorrándome el retorismo de si sabía el por qué de mi detención. Lo cual restaba un poco de veracidad a aquello de que los radares son por nuestra seguridad, pero bueno. Tras dejarle el carnet de conducir, sacar el aparato (el de multar se entiende) y una charla con su compañero, me lo devuelve, me explica la multa y las posibilidades que tengo para cumplir con mi castigo por haber sido un chico malo y me autoriza a seguir la marcha. Como forma de redimirme le propongo el pago con tarjeta, pero me informa de que el aparato no le funciona. El de la tarjeta, se entiende. Un poco decepcionado porque la administración no vive en la época 2.0 prosigo mi viaje, depositando con todo cariño la multa en el asiento del copiloto.
Al llegar a casa inspecciono el papelito. Es como un tiquet del carreflús, donde aparecen todos y cada uno de los detalles sobre mi, mi coche y la infracción. Para los fanáticos de los detalles técnicos, debo decirles que la infracción fue detectada con el cinemómetro Multanova 6FMR. Tiene cojones el nombre. Investigando un poco por Internet, veo que también existen los cinemómetros Multamucho 7TPL y Multafacil 5JDT, aunque no se especifican las ventajas e inconvenientes de cada uno de estos modelos. Nunca está de más conocer un poco al enemigo. Como decían mis mayores, nunca te multarán sin que aprendas una cosa más. O también aquello de el multar no ocupa lugar.
Pero no todo iba a ser malo. La sanción venía con cupón descuento, concretamente del 50%, con lo cual el pago se hace más amable. Y, para la próxima multa, presentando el cupón, me regalan una bolsa reutilizable para ir al súper. Espero que no sea de estas de plástico malucho. Así que hace unos instantes he procedido a pagarla.
En fin, que siempre hay una primera vez para todo. Y si es con descuento, pues mejor.
jueves, 27 de septiembre de 2012
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