Otro día. Pienso que mi existencia es tranquila cuando voy y vengo, durante los ciento sesenta kilómetros que separan mis vidas paralelas, esos conjunto inconexos de problemas, básicamente imaginarios, que jalonan la existencia. Porque estoy convencido de que las cosas pueden, deben, ser más fáciles. Siempre hay quien lo complica todo.
Habrá que aprender a desliar la madeja. O darle un zarpazo.
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