Amenaza el calor con quedarse. El calor de día, aunque molesto, forma parte del paisaje. Se le tolera, mas que nada porque no queda otra. En cambio, el calor de la noche es como la película. Desagradable, molesto, impertinente. Tanto, que quisiéramos facturar lo en un tren sin importar su destino. Tan solo por alejarlo de nosotros.
martes, 7 de mayo de 2013
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