domingo, 9 de octubre de 2011

Mañanas de domingo

Me despierta dulcemente el despertador, aunque no lo necesite. Sé que soy un adulto responsable porque me despierto antes que los pitidos y los flashes de luz azul eléctrica invadan mi habitación. Espero pacientemente mi turno y entro al baño, para después vestirme y cumplir con mis obligaciones dominicales.

Recojo el periódico. Lentamente busco algo que me guste y me lo llevo al ojo de camino a casa. Desayuno viendo viejas series de los ochenta y hago la cama. Los fines de semana no queda otra.

Bajo al sótano. Enciendo el ordenador para ver las mismas novedades de siempre. Empieza a hacer frío, ese primer agradable frío de octubre acompañado de un sol que se resiste a dejar de quemar y que es la combinación perfecta para los primeros resultados. El ruido del ventilador del ordenador se mezcla con el extractor de la cocina, mientras empieza a olerse la comida de los domingos y por mi cabeza pasan las distintas posibilidades para pasar una entretenida mañana haciendo cosas útiles por la humanidad.

No me ha faltado de nada. Ni siquiera llevar los periódicos a reciclar.

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