Hoy ha sido el estreno, con bastante poco gas dicho sea de paso. Yo pensaba, ingenuo de mi, que la guitarra iba a sonar como un tiro en el portátil y ha sido lo más lamentable y patético que me ocurría desde hace mucho tiempo, entendiendo que patetismo y yo no solemos estar muy alejados.
Pero dejando consideraciones técnicas aparte, la tarde ha sido muy satisfactoria. Primero afinar las cuerdas, que no estaban muy allá dicho sea de paso, y luego empezar a ensayar. He utilizado las púas que me regaló el batería de mi grupo y he empezado un curso que me compré en la última feria del libro por tan solo 7 euros. Y así ha pasado la tarde, con los acordes de la menor, mi menor y re menor y una canción que cuando la he puesto en el youtube no sonaba para nada como yo la estaba tocando. Pero bueno, los comienzos siempre son difíciles y por ese pequeño e insignificante detalle no se va uno a desilusionar. Como primera medida de mejora me he cortado las uñas, un poco largas para el guitarreo.
Además, esta tarde he podido comprobar la utilidad de que te marquen los trastes. Así no tiene uno que hacer muchas cuentas en plan, pongo aquí el dedo y me llevo dos con el siguiente para buscar tal nota. Desde luego, es un gran invento. Fijo que al que se le ocurrió eso luego inventó el pendrive. Y el arroz para secarlo cuando lo metes en la lavadora.
Supongo que esta ha sido la primera tarde de cuerdas de mas muchas que vendrán.
lunes, 10 de octubre de 2011
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