martes, 5 de octubre de 2010

Final de viaje

¿Qué te queda cuando lo tienes todo?

Siempre me he marcado un objetivo, una meta. Un objetivo principal, de forma que para lograrlo siempre había que lograr unos objetivos intermedios y otros básicos. Hay que llegar a P. Para eso hay que pasar por O. y antes por U. Y, obviamente, hay que partir de I. Pues p'alante, que ya llegaremos. Te cuesta uno, dos, tres, diez años llegar. Pero llegas. Y te alegras. Pero solo un día. Porque ya has llegado. Ya está todo conseguido. Y la terrible pregunta de nuevo, ¿y ahora que? ¿qué puñetas hago yo ahora?
¿No sería preferible no haber llegado? ¿Por qué no puedo disfrutar de la cumbre después de la dura ascensión?

Analicemos el camino. Ha sido largo, dificil, complicado. He vivido momentos terribles, otros amables, otros simpáticos. Momentos límite, momentos en los que sería preferible haberse pegado un tiro, y momentos en los que ese tiro estaba de mas.

He tenido que renunciar a muchas cosas para llegar a donde quería. Siempre con la mente puesta en el objetivo final, anhelando llegar a él.

Pero la sensación de vacío que sentí una vez cumplido el objetivo fue indescriptible. Tan indescriptible que no me lo esperaba. Pensaba que una lluvia de globos, confeti y serpentinas caería del cielo, al son de la fanfarria trompetera, que anunciaba la muerte de una etapa y el comienzo de otra. Pero estoy moribundo de una y casi abortado en la otra, planteándome la eterna pregunta ¿y ahora que?

Busco entre mis respuestas la que me optimice, pero no la hallo. Miro hasta debajo de las piedras, entre los arbustos del camino. Miro a la gente que ya ha llegado a su hogar, feliz por ello. Y yo desde el armazón de mi casa a medio construir miro a mi alrededor, con bastante envidia por otro lado, como todo el mundo tiene su hogar montado, y el mío sigue como estaba, vacío por fuera y vacío por dentro, después de haberlo tenido lleno. No entiendo en qué punto dejé que se lo llevaran todo. Conociéndome como me conozco hasta lo mismo les ayudé.

Continuará...

1 comentario:

  1. Lo peor es que aún puede complicarse la cosa. Piensas que has llegado pero te engañas, el camino sigue, a veces recto, otras serpenteando, pero sigue, así que respira hondo y continúa.
    Lo mejor (mal de muchos, consuelo de tontos) que toda aquella gente a la que ves disfrutando de su meta, en una casa fuertemente cimentada y con vistas al cielo, también sigue anhelando un ascenso, un nuevo objetivo... La mayoría de los mortales nunca nos contentamos con lo que tenemos, aún habiendo logrado aquello que en la línea de salida considerábamos una meta utópica. Suerte.

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