Como de la noche a la mañana, vuelve el frío, sin avisar como siempre. Estás tranquilamente con la camiseta y el pantalón corto y el camello abrevando en la pila de lavar de casa y te levantas con el suave palmoteo de un pingüino en tu cara, con el agua como un témpano y con déficit de mangas para abrigarte.
La eterna vuelta de las estaciones.
Claro, que si solo fuera la eterna vuelta de las estaciones...
PD: yo que entré en el negocio por placer, me van a echar por papel. ¿A quién se le ocurrirán las absurdeces con las que nos martillean?
miércoles, 20 de octubre de 2010
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