Me gusta el otoño. Días más cortos, primeros fríos, primeras lluvias... es una vuelta a empezar. El verano se empieza a olvidar y vuelve la rutina, la adorada rutina, la imprescindible rutina. Mi querida rutina.
Antes me gustaba el otoño, porque era el prefacio a la Navidad. Ahora que no me gusta la Navidad, me sigue gustando el otoño. Otoño es sinónimo de estrenar, de comienzo, pero a fin de cuentas, de falso comienzo. Porque todo sigue igual. Haces algo nuevo, pero realmente es lo mismo de siempre. Cambia el paisaje, pero porque te das la vuelta y lo tienes a la espalda, acechando.
Nos gustan las cadenas, somos humanos, somos inseguros, aunque no lo parezcamos. A fin de cuentas, nos gusta saber que hay un principio y un final. Y nos gusta saber cómo acaba todo.
Y eso es lo que me mata, no saber cómo acabaremos.
PD. Y este silencio, ¿es por algo en concreto?
jueves, 21 de octubre de 2010
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